25/5/12

Elefantes



En Junio de 2010 retomé un viejo proyecto espeleológico. Lo había tenido aparcado y olvidado durante más de seis años. Un sueño acariciado, y algo polvoriento, se despertó con fuerza. Lo primero que tuve que hacer fue reencontrar la entrada Lost Pot Entrance a Vallina. Eso me costo tres excursiones. Una vez localizada de nuevo la escondida entrada, durante dos años exploté la nueva situación. Realizamos multitud de incursiones a conocer diversos sectores de Vallina Cercana y dos entradas para encontrar el camino a Vallina Remota. En la primera de ellas Miguel y yo conseguimos localizar un par de pasos clave entre Río Rioja y Río Grande. Durante la segunda, con Miguel y un buen grupo de Espeleo50, llegamos aguas arriba de Río Blanco hasta Novadome. Nos quedamos con la miel en los labios...
El fin de semana del 26 de Mayo teníamos prevista una estancia de dos noches en la Red del Gándara. Sin embargo las circunstancias no nos permitieron cuajar ese proyecto. Como compensación Miguel y yo coincidimos en señalar la deseada incursión a Vallina Remota. Nuestro objetivo era alcanzar la Galería de los Elefantes y Helictite Maze. La distancia y complejidad de esta excursión subterránea imponían un grupo de tres personas como mínimo. Por suerte Miguel pudo enrolar a Oscar que se unió a la expedición con entusiasmo. El sábado a las nueve y media nos encontramos los tres en la iglesia de Arredondo. Un poco después estábamos sobre la hierba preparando los petates.
El elemento más pesado que transportábamos era una cuerda de 50 metros para el  pozo que conduce al Rio Rioja. En realidad el pozo tiene algo más de 30 metros pero en la cabecera hay un pasamanos y un resalte. En algo más de una hora alcanzamos el pozo desde la entrada y pudimos, así, desembarazarnos de ese fardo. En la base del pozo nos pusimos trajes de neopreno. Yo preferí llevar el neopreno sin nada encima, mientras Oscar y Miguel se pusieron, además, el mono exterior.
Las irregularidades en el cauce del Río Rioja exigen bastante atención. Las mayoría de badinas y pozas se pueden sortear fácilmente aunque hay dos o tres puntos en que te mojas hasta la cintura. Un par de cuerdas de cáñamo permiten cortocircuitar un pequeño sifón. Finalmente se llega a una confusa sala donde el Rioja se pierde bajo bloques en dirección a varios grandes sifones. Desde este punto una paso ascendente y una estrecha trepada entre bloques nos llevan a una sala con suelo arcilloso. Al final de esta sala atravesamos otro par de gateras. La primera es un tobogán con suelo de arcilla húmeda y deslizante. La segunda, de aspecto poco prometedor, requiere esfuerzo. Para pasar las sacas hay que montar una cadena humana. Finalmente seguimos durante un tramo muy lioso, pero corto, el curso de un arroyo hasta que trepamos entre bloques a Breakthrough Chamber.
Río Grande se accede fácilmente por una galería amplia, arcillosa y con suave pendiente. El cauce de este río es amplio, cómodo y de creciente belleza según avanzamos aguas arriba. A mano derecha dejamos dos importantes desviaciones: Toc Gallery y Río Blanco. A partir de este último el cauce de Río Grande tiene una pendiente imperceptible, es plano y ocupa entre dos y cinco metros de anchura. El agua, totalmente cristalina, discurre creando un suave murmullo. El camino tiene encanto y se avanza muy rápido. Cerca del punto donde deberemos desviarnos en dirección norte, hacia First Osbow, se escucha el ruido de una cascada procedente de Waterfall Inlet.
Todo iba sobre ruedas. Pero nos quedaba una última sorpresa en este río: Nipple Freezer. Como el nombre indica no nos quedo más remedio que meternos en el agua hasta las tetillas. Al principio dudábamos de si habría paso porque el techo se acerca mucho al agua. Pero Oscar, con todas, se metió en las aguas profundas y nos grito que al otro lado había vida, había una playa y continuación fácil.
El afluente que seguimos hacia el Norte era estrecho. Sin embargo el tránsito era bueno. A veces tuvimos que ir de perfil. Subimos a un nivel superior -más cómodo- en un punto característico. Por ese nivel se avanza sin problemas hasta una trepada importante a la derecha. La galería continua ampliándose y asciende suavemente hacia el noroeste. Finalmente llegamos al borde de una sala enorme con forma de cráter. Aquí hay que tomar un sistema de pasamanos que nos conduce cómodamente hasta el inicio de la Galería de los Elefantes.




Habíamos tardado unas cuatro horas en alcanzar nuestro objetivo. Teniendo en cuenta el cansancio acumulado, y el pozo que tendríamos que jumarear, probablemente tardaríamos unas cuatro horas en salir. El horario se nos estaba disparando.
Miguel estreno su pequeño infernillo (a base de pastillas de gel de alcohol) calentando un té. Oscar: un bocata de tortilla con picante. Miguel: un sándwich de mejillones en escabeche. Yo: almendras, chocolate y dátiles.  Cuando llevábamos medio kilómetro caminando por la Galería de los Elefantes comprendimos el por qué de su nombre. Auténticos bosques de pendants tapizan el techo de la galería. Durante algunos tramos éstos casi tocan el suelo. Nos sugieren las anchas patas, planas por su base, de los elefantes. El bosque de pendants permite el paso por los pasillos que dejan entre sí. Bruscamente la galería finaliza como había comenzado: en una sala enorme con forma de cráter. Enfrente y lejanas vislumbramos varias galerías colgadas sobre el borde del cráter. Sin cuerdas imposible seguir hacia ellas o hacia el fondo del cráter.
Disparamos una serie de fotos con trípode y exposición en el camino de vuelta. Cercano al punto donde habíamos comido tomamos una extraña galería, parte de una red de diaclasas ortogonales entre si. Podría decirse que la red tiene dos o tres niveles. En el nivel superior encontramos la zona de Helictites Maze. Aparte de las típicas agrupaciones de excéntricas filiformes de distintos grosores, lo más llamativo de esa zona es la existencia de excéntricas de calcita teñidas de rojo. Se impuso por necesidad una segunda sesión de fotos. Tuve suerte de conseguir que mi vieja cámara Lumix abriera el objetivo. Una vez conseguida la apertura -en el agresivo ambiente cavernícola- la lleve encendida, colocada en el trípode, y lista para disparar a lo largo de todo el recorrido. Hubiera sido una lástima que se quedase trabada…
Estábamos a un paso de Crystal River Passage y Miguel se estaba entusiasmando con la zona. Pero no queríamos prolongar más nuestra estancia. Ya teníamos asegurada, como mínimo, una actividad de más de diez horas. Así que comenzamos la vuelta al ritmo más alegre que pudimos encontrar. A medio recorrido de Río Rioja note la falta de precisión en movimientos que a la venida había hecho sin pensar. Miguel subió el pozo con el neopreno puesto. Oscar subió en segunda posición y finalmente subí yo. La saca me pesaba y me note cansado. Arriba ensacamos y ordenamos el material y fuimos llaneando hacia la salida sin tirar cohetes. Especialmente pesadas se nos pusieron algunas trepadas aparentemente inofensivas a la venida. Miguel nos guió diestramente, casi todo el tiempo, revalidando su título de guía de Vallina. Cerca del Dragón encontramos una cuerda proveniente del último pozo de la travesía Vallina >>> Lost Pot Entrance. Casi seguro que las había colocado el grupo de mi amigo Félix. En pocos minutos más estábamos arrastrándonos por las rampas de salida. Total: más de once horas de boca a boca.
Decidí no parar, so pena de no poder moverme luego, hasta llegar al coche. Así pues, conseguí subir a cámara lenta los escasos cien metros de desnivel que me quedaban. Los últimos rayos de sol se filtraban iluminando las laderas de Peñas Rocías. Éramos afortunados y nos sentíamos satisfechos...          




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18/5/12

Historia Interminable



topografía de primeros de los 90


Entresaco de los diarios del 94/95:

11/1994         
“El Hoyo de la Reñada lo localicé gracias a los ingleses que viven en Matienzo. Un día fuimos Zalo, Joaquín y yo a Matienzo y los ingleses me dijeron que la entrada a Cueva Riaño está sólo a 50-100 metros de la carretera en la primera depresión del bosque. A pesar de su indicación el día que fui me metí (animado por un paisano) en un agujero que no era (el que buscaba) y sólo gracias a un chico de Riaño y a la energía + de ese día pude dar con el maldito agujero que está en la torca, mirando desde el camino a la izquierda a unos 10 metros. Difícil-difícil

11/1994
            “Voy con José Palacios y avanzamos rápido. Hay más zona acuática que la indicada en la topo. Llegamos a la zona de conexión con La Hoyuca. Hay una escalada en la que dejo instalado un ascensor para las sacas. Luego se llega a grandes galerías con aguas hacia el este-sureste (Hoyuca!!)”

20/4/1995
            “Voy con Guillermo (uno nuevo de Laredo) a C.Riaño. Entramos para hacer la travesía a la Hoyuca. Avanzamos hasta las grandes salas y a partir de ahí por un laminador y una gran galería que conduce al ‘segundo río’ (casi seguro) en la dirección adecuada. Llegamos a un derrumbe junto a un afluente que lleva a un laminador sumamente bajo. Decidimos volvernos y visitamos el río principal de Cueva Riaño aguas abajo hasta las cascadas. Es francamente precioso. Deberíamos entrar para hacer fotos o un reportaje”

29/6/1995
            “José Palacios y yo a la travesía en un día cubierto pero cálido. La travesía va bien. El laminador en el ‘segundo río’ lo pasamos escarbando las gravas con una pala, lo difícil es solo un metro, luego todo va bien, menos un corto tramo en que el techo baja de nuevo, pero se puede eludir por un agujeruco. En total tardamos cinco horas y media (de cuatro de la tarde a nueve y media de la noche)”

19/5/2012
            He vuelto a entrar multitud de veces tanto al Hoyo de la Reñada, como a la Hoyuca por su entrada clásica o por Giant Panda. Pero después de la primera solo repetí la travesía -en sentido inverso- una vez más: el 29/9/1996. En esa ocasión íbamos Cesar, Isidoro y yo. Resulto bastante duro porque hicimos la entrada por la Hoyuca, visitamos el Astradome y a la vuelta, para evitar volver a recorrer el Sendero de los Gorilas, decidimos salir por el “segundo río” y Cueva Riaño. Tuve varios despistes y todos acabamos cansados, especialmente Isidoro.
            La topografía de la que disponíamos en el 95 era totalmente parcial. La sacamos de la pg 369 de la primera edición del Atlas de Grandes Cavidades Españolas. Representaba una parte ínfima de lo que podemos ver en las últimas actualizaciones de la página web Matienzo Caves (http://www.geography.lancs.ac.uk/Matienzo/page1.htm) Sin embargo, a pesar de que no podíamos ni en sueños imaginar la complejidad de la zona, fuimos capaces de encontrar nuestro camino. Con la ayuda de una brújula corriente y de un par de sencillas ideas: buscar el camino más obvio hacia el sudeste y si hay soplo mejor. Con eso y las pocas indicaciones de Peter Smith realizamos la conexión. Me resulta increíble en la distancia del tiempo transcurrido…
            El viernes estuve en el local del club buscando acompañantes para salir el sábado. La tarde del viernes el tiempo estaba funesto y las previsiones para el fds eran más funestas todavía. Tenía previsto entrar a Vallina remota, pero Miguel -mi único compañero por el momento- no podía hacer una entrada prolongada. En el club descubrí que la mayoría de los miembros activos pretendían realizar alguna de las carreras del Soplao. Evidentemente iban a tener que echarle un pulso a los aguaceros que se avecinaban. Solo Manu y Adrián pensaron que hacer espeleo era la mejor opción. Para variar decidieron entrar en la Cueva del Rescaño.
Así pues íbamos a hacer una incursión Miguel y yo solos. Decidimos retomar la visita a la zona de conexión entre el Hoyo de la Reñada y La Hoyuca. Realmente la última actualización de la topo indica una profusión de nuevas galerías con interrogantes en muchas de ellas. La zona topografiada es muy compleja con hasta cuatro pisos superpuestos. Pero los ingleses lo están haciendo muy bien. Usan colores para distinguir el nivel: azul para la zona base activa, y para los niveles sucesivos -en orden ascendente- verde, amarillo y marrón.
            El tiempo nos respeto por la mañana y pudimos prepararnos con tranquilidad. La entrada de esta cueva es una de las más cañeras que conozco. Realmente el primero que entro por ésta mierda de agujero le tuvo que echar mucho coraje para decidirse. Luego el agujero continua por una zona muy incómoda pero más amplia. Finalmente se desemboca en una zona humana, el río principal de la cavidad.
Aguas arriba pronto se llega a una zona en la que las areniscas basales están excavadas por cárcavas con puentes sobre pequeños lagos de aguas verdes y transparentes. En este tramo el curso del río sigue una trayectoria con cambios a 90º. En un momento dado se circula en dirección este y poco después en dirección oeste. Sea como sea se llega a un punto en que, para ir hacia La Hoyuca, se toma, en dirección sudeste, una larga galería fósil con techo bajo. Esta galería va muy próxima a otra paralela por la que circula un afluente. Finalmente se entrelazan desembocando en una zona de amplias galerías arenosas.
Para continuar hacia La Hoyuca hay que ascender al siguiente nivel. El punto de más fácil acceso es un resalte de cinco metros de escalada difícil y expuesta. Como única instalación los ingleses han dejado una cuerda de cáñamo sin anudar arriba. Solo se me ocurre que esa cuerda sirva para instalar una auténtica cuerda de espeleo que luego puedes llevarte dejando la de cáñamo. Es una idea que he visto realizada en otra ocasión al menos. Pero nosotros no llevábamos cuerda y nos dirigimos a otro punto en que la topografía indica un acceso al nivel superior. Después de un breve e incómodo recorrido por CatPrints Passage localizamos un chimenea ascendente de unos diez metros con una cuerda instalada. La cabecera tenia un roce importante y una salida incómoda.  A partir de aquí se nos abrían varias opciones.
Como no teníamos mucho tiempo decidimos torcer a la derecha para visitar, en el nivel que estábamos, una zona de amplias galerías con unas grandes salas al final. Si nos sobraba tiempo iríamos a ver el acceso a Second River. Pronto nos dimos cuenta que la zona era mucho más interesante de lo que cabía esperar. Primero encontramos abundantes estalactitas y estalagmitas en series muy rectilíneas. Una zona de coladas ascendentes nos llevo a un aparente final de galería. Volviendo atrás tomamos la principal continuación, hacia el norte. Esta amplia avenida desemboco en una en una sala caótica con inmensos bloques y peligrosos desfondes.


foto: Miguel F. Liria

Justo al entrar en la sala hicimos un pequeño alto para comer. Miguel se quito el casco y lo poso sobre una piedra. Un instante después el casco con su luz encendida empezó a rodar y desapareció por un desfonde. Oímos varios golpes contra las paredes y finalmente lo perdimos del todo. Mi primera impresión fue que bajar a buscar el casco por donde había caído era imposible por lo estrecho. Pero mirando con más cuidado encontré una zona en que el destrepe era fácil. Con un poco de cuidado conseguí llegar hasta el casco. Reposaba sobre una zona arenosa. No se había dañado y ni siquiera se había apagado. Es una prueba más de que el foco Stenligth es de una construcción realmente robusta. Cualquier otra pieza se hubiera descuajeringado.
Por una corta escalada accedimos a unas galerías, sobre la sala, con abundantes formaciones. Corales, coladas, algunas excéntricas, pero lo más llamativo fueron las combinaciones de blanco inmaculado con rojo y naranja de algunas coladas, banderas y estalactitas. En algunos casos las estalactitas eran del todo color zanahoria. Y eso junto con la forma abotijada de muchas de ellas hacía que el parecido con las zanahorias fuese asombroso. Un campo de zanahorias colgando del techo.
El tiempo se nos paso volando contemplando todo esto. Miguel tenía que volver muy temprano y hubo que pensar en empezar a salir. Pero ambos lo tuvimos claro: más que preparar una posible travesía hacia La Hoyuca esta zona se convierte en objetivo por si misma. Entre otras cosas porque con tanto conducto y pozo sin mirar podríamos encontrarnos con interesantes sorpresas. Creo que los ingleses tienen tantas grandes cavidades entre manos que siempre será bienvenida alguna sugerencia en una de ellas. Lo que queda claro para mi es que el nivel activo del Sistema de los Cuatro Valles, que hasta el momento es el que mayor extensión conocida tiene, debe tener niveles fósiles encima con un desarrollo muy importante y con gran cantidad de formaciones. Esto significa un potencial exploratorio de primer orden.
A la salida nos recibió un aguacero sin perdón. So pena de quedar empapado mientras me cambiaba de ropa decidí meterme al coche con el mono interior. Así conduje hasta Adelma y así volví hasta casa. Tomar algo en un bar con la facha que llevaba ni se me ocurrió. Además Miguel tenía que preparar una buena cena en su casa. Pero sin duda volveremos al Hoyo de la Reñada


foto: Miguel F. Liria

12/5/12

Lagrange’s RapS



Estábamos en un plácido intermedio, entre dos raciones de manicomio de nuestro amado instituto, cuando un compañero de trabajo me pregunto acerca de las helictitas, más comúnmente llamadas excéntricas. Le conté que sabemos como se forman la mayoría de los espeleotemas (gours, estalagmitas y estalactitas, coladas, banderas, pisolitas, sierras, nidos de cristales, etc) Decir que sabemos significa que tenemos un modelo químico-físico-matemático que explica su crecimiento, al menos a nivel cualitativo. Sin embargo las helictitas tienen una explicación más compleja y todavía quedan puntos por aclarar. Si buscamos en la web helictitas o excéntricas, en inglés o español, solo recogeremos un conjunto de generalidades, algunos artículos desperdigados y unos pocos libros que tocan el tema.
A lo largo de años hemos observado una gran variedad de formas en las helictitas y, en muchos casos, su asombroso parecido a formas vegetales y/o animales. Actualmente existe un concepto en genética llamado “gen compartido”. Algunas especies muy diferentes, por ejemplo un árbol y un insecto, comparten un parte del código genético que modula parcialmente la forma de ambos. Por ejemplo un insecto hoja y las hojas de ciertos árboles. No es creíble que sea casual el asombroso parecido de algunas helictitas con una anémona. El proceso de crecimiento de ambas cosas, cristalización y anémona, deben tener algo en común. La anémona crece  gobernada por un código genético + algo más que estamos empezando a comprender (en el caso de las plantas más que en el de los animales) La excéntrica con forma de anémona crece gobernada por una combinación de las leyes del crecimiento cristalino + algo de lo que tenemos una vaga idea. Capilaridad, ionización crecimientos diferenciales por distintas causas… Es posible que la tarea de investigar como se forman las excéntricas tenga repercusiones inesperadas.
Me encontré con Manu a las nueve y media en Solares. A las diez recogimos a Fonso, Adrian y Jara en Liérganes. Conduje a ritmo rapero. A mi lado Manu se movía siguiendo el compás.
 Desde el jueves pasado -el día del calorazo, a 38ºC en Santander- hacía un tiempo similar: muy nublado, con niebla y fina llovizna. Durante parte del viernes llego a estar cerrado el aeropuerto. Mientras nos cambiábamos junto a la casa de Esteban en Valdició no me olvidé de preparar un paraguas por lo que pudiera pasar. La visibilidad no superaba los veinte metros.
A Esteban le habían realizado últimamente dos operaciones en la cadera y no se encontraba muy bien. Su mujer tampoco andaba muy allá por lo visto. Un día de invierno, hace dos años, la cabaña que tiene en la cabecera de la Sota, en un lugar lleno de magia y arándanos, había ardido. No pudo averiguar ni cómo ni por qué. Le prometí llevarle un BCE en el que se le ve arreando su mula durante los porteos para el campamento del Carrio. La mula todavía vive y tiene más de 30 años. La vimos atada a escasos metros paciendo con calma.
La subida al Hoyo Salcedillo estuvo condimentada por el sudor. La espesa sopa gris combinada con los repechos hicieron su efecto sobre nosotros. Tuvimos que hacer un alto, para despejarnos un poco, cuando llevábamos unos tres cuartos del desnivel. Antes de entrar intentamos secarnos pero la humedad ambiental no permitía secaduras veloces.


Las fijaciones y cuerdas llevan en la cueva más de veinte años y la corrosión hace su tarea. La idea era cambiar los elementos esenciales por otros más nuevos. En el primer pozo, ascendente, subí el primero y sustituí la cuerda por otra más nueva y el anclaje corroído por otro de acero inoxidable. Quedo impecable. Por la incómoda galería, continuación de la cueva, llegamos hasta un pozo corto. Reaseguramos todo el tinglado de cabecera con una cuerda adicional a un anclaje natural en forma de puente de roca. Mientras tanto tomé algunas fotos del conjunto de excéntricas que dominaba el lugar.
Nuestra incursión nos llevo bajo una ventana colgada, que en otras ocasiones me había llamado la atención. Pronto descubrimos señales de que hace veinticuatro años los franceses habían escalado hasta la galería colgada. Me pareció que lo mejor era reasegurar la escalada con algunos parabolts. No me costo mucho trepar, aunque tuve que poner mucha atención con las piedras inestables. Esperé a que todos nos reuniéramos haciendo algunas fotos. Un poco más allá encontramos una pared recamada de cristalillos de aragonito. Un paso incómodo y estrecho nos dio acceso a unas galerías amplias.
En las paredes de la galería abundantes grupos de excéntricas, algunos notables, crecían alimentados de paciencia, calcita y aragonito. Mientras nos dedicábamos a hacer fotos -y a admirar el conjunto de formaciones- Adrián desapareció un buen rato. Después de visitar la mayoría de los recovecos volvimos a encontrarnos con él. Me llevó hasta una gatera a la que había  echado un vistazo. Nos metimos los dos pero no tenía continuación. Por el lado opuesto de las galerías había unas grandes repisas con arena que no nos atrevimos a pisar. Un laminador a la altura del techo quedo sin ser mirado a fondo.
Todos bajaran por las cuerdas fijas y yo destrepé, asegurado por Adrian, recuperando todo el material. Se nos había hecho bastante tarde y teníamos hambre. Allí mismo, sobre un barrizal, nos comimos las provisiones. Aunque había muchas cosas que ver en la Galería de Utrillo comenzamos la vuelta hacia la salida. No queríamos realizar una incursión prolongada, ni dura.
Afuera seguía la niebla. No nos abandono tampoco en el descenso hacia Valdició. Tampoco mientras escuchábamos a la Mala María en el coche pudimos desprendernos de ella. Pero en Linto todo se aclaro. Entramos en la antigua tasca, regentada ahora por un joven. Nos recibió una pantalla gigante con un videoclip  y Pink Floyd como música ambiental. Curioso cambio. La última vez que entre a este bar el panorama consistía en una mesa llena de migas y un café de puchero que le produjo diarrea al Cura. Algo genial.