29/3/25

Mocos Verdes

 

A mediados de febrero me contaron que existía una mina interesante cerca de Portman y me invitaron a ir. Pero a mí, en principio, no me interesó nada. Las minas tienen, así de entrada, muy poco atractivo para mí. Fue a raíz de que me mostraran unas fotos de la dichosa mina que pude descubrir su atrayente  "atractivo". En una remota zona de enrevesado acceso existe un grupo de formaciones hermosas que más parecen formadas en un soplao que en la propia mina. Algunas de ellas tiene color y aspecto de verde moco. Estuve tanteando la posibilidad de realizar una nueva visita hasta que a finales de marzo decidí ir yo mismo a echarle un vistazo. La espeleóloga que la conoce me dio algunas directrices para llegar al moco.

El sábado 29 de marzo nos fuimos para allá Marisa y yo en un día algo ventoso pero muy claro y soleado. Hay que tomar, cerca de Cartagena, una carretera que va hacia Portman y a unos dos o tres kilómetros del pueblo aparcar en una curva. A partir de aquí se toma un sendero poco claro a lo largo de un vallecito. Aguas abajo se recorren menos de quinientos metros hasta la entrada de una pequeña galería que da paso a la mina. Si la construcción de la entrada es de época romana, como sospecho, es asombroso su estado de conservación tras el paso de veinte siglos. Piedra en bóveda de medio punto sin argamasa ni cemento ni yeso ni nada. Unos constructores geniales esos romanos. Enseguida empiezan las galerías a bifurcarse a derecha e izquierda. Me detuve un poco y pensé en seguir el camino más marcado. Además puse señales catadióptricas para no tener dudas a la vuelta. Por el camino elegido observamos una corriente de aire, entrante ese día, muy marcada y fácil de seguir. Además fuimos encontrando señales azul-verdosas a pares que indicaban algo interesante. Tras avanzar lentamente una hora en una zona de múltiples bifurcaciones encontramos una gatera ascendente con una cuerda de cáñamo y una marca azul circular. Al otro lado aumentaron los posibles caminos, con desniveles delicados, y tanto la corriente de aire como las señales azules  desaparecieron por completo. De vuelta al otro lado de la gatera tanteé varias continuaciones sin que ninguna me pareciese ajustada a lo que esperaba encontrar. Decidimos que lo mejor era comenzar a salir.



 

El tiempo claro y brillante nos invitó a visitar Portman y las acciones que se están llevando a cabo en su bahía. Nos parecieron, cuando menos, extrañas y poco atractivas como paisaje. Pero mi punto de vista no deja de ser el de un mero turista que no conoce la "problemática" que puede originar la minería moderna. Lo que si tuvimos claro es que la mina bien se merece las visitas que hagan falta para conocerla mejor.

                  Se trata de una mina romana que se siguió explotando en sectores más recientes. Está claro que se abandonó hace relativamente poco. Del nombre real actual he podido averiguar, en el Mapa de Carlos Lanzarote 1907  ( https://www.um.es/hisminas/mapas/ ),  que los nombres más probables de esa mina son Bragelaldo, Lola o Ebraldo.

      



 
 

 

20/3/25

Aqueronte

 


 

 

                  Los poemas homéricos describen el Aqueronte como un río del Hades, en el que desembocaban las corrientes del Flegetonte y el Cocito, que brotan del Estigia. Aqueronte puede traducirse como 'río del dolor' (en griego; ἄχεα ῥέων) y debido a esto se creía que era una bifurcación del río Aqueronte inframundo, descrito por la mitología griega como un pantano insalubre dentro de un paisaje desolado, donde el barquero Caronte llevaba las almas de los recién fallecidos hasta el dominio de Hades. Aqueronte era uno de los cinco ríos del inframundo, morada de los muertos y de los espíritus. Se cuenta que en sus aguas todo se hundía salvo la barca de Caronte, que accedía a pasar las almas de los difuntos a cambio del óbolo o de monedas de ceniza que se ponían a los muertos en los ojos para pagarle la travesía.

 

Así que los mineros, o ingenieros de minas, que pusieron nombre a estas minas echaron mano de la mitología griega: Mina Aqueronte, Mina Estigia...  verMinas . Seguramente algo tendría que ver con la dura vida de los mineros en general y, en particular, con la minería de la galena (sulfuro de plomo) cuyo polvo era respirado en el día a día de la jornada minera. De hecho en la gran Sala de la Mina Aqueronte siempre flota una nube de polvillo brillante y plateado compuesto casi exclusivamente por galena.

La actividad del día iba a ser visitar la Mina Aqueronte pero de una manera algo inusual. Estaba al habla con JL Llamusí para efectuar una travesía desde los altos pozos mineros, con dos tramos de rapel, cada uno de unos 50 metros, hasta la Gran Sala de la Aqueronte, para luego continuar por una importante galería de la mina hasta la entrada horizontal principal. No está de más recordar que esta mina tiene siete laberínticos pisos por debajo del nivel principal siendo el más profundo sumamente húmedo y caluroso. Lo cual, no está de más decirlo, indica su cercanía al acuífero de Isla Plana y su vinculación "geológica" con las cavidades hipogénicas de la zona. Después de posponerlo una primera vez, por las grandes lluvias sobre Murcia, pasaron dos semanas hasta una nueva convocatoria. Finalmente quedamos para el jueves veinte de marzo.

El día estaba muy brumoso y algo ventoso. La caminata para llegar a las minas del Rincón W nos sorprendió con el inusual paisaje de Murcia convertido en praderías verdes. Era el producto de las grandes lluvias sobre un suelo fértil. Cabe la posibilidad de que el clima murciano deje de ser seco y pase a ser tropical. No estaría mal, en vez de cultivar olivos y almendros cultivarían aguacates, mangos, chirimoyas, maracuyás y cosas similares.

 
 

El acceso a los pozos de la Aqueronte estaba asalvajado por los enormes arbustos, la desaparición de los caminos mineros y la confusión de las construcciones arruinadas. Además la pendiente es muy fuerte en esa zona. Sea como sea nos colocamos al borde del primer pozo, protegido por un murito de piedra seca de medio metro de altura. Para alcanzar el primer tinglado de rapel JL puso una cuerda fija de unos metros. La instalación es muy cómoda y permite ponerse en una vertical limpia que impresiona bastante. Al poco de comenzar JL su descenso salieron disparadas en vuelo vertical una pareja de palomas espantadas. Por el camino una de ellas le regaló una cagada en la cabeza. Cuando me toco el turno me dediqué a comprobar con atención el equipo y cada paso del proceso. Eso de tener debajo un pozo cilíndrico de cincuenta metros -y sólo tres de diámetro- activa la atención milagrosamente. Paré a hacer alguna foto y la pura vertical dio paso a una rampa de bloques en un volumen de cavidad abierto. Algo más abajo mi sorpresa fue mayúscula. Talmente a un lado de la línea de bajada, sobre unos bloques medianos formando un rellano, encontré el nido de las palomas citadas con dos huevos blanquitos dispuestos para su incubación. La oscuridad en ese punto era casi total para mis ojos humanos y seguramente también para las palomas. La pregunta que me hice fue ¿cómo iban a hacer sus prácticas de vuelo los pichones en una ambiente así? Y, en su caso, si no había prácticas de vuelo ¿cómo era posible un primer  vuelo de los pichones por una vertical de cincuenta metros por tres de diámetro en la casi oscuridad? No supe responder a esas preguntas y JL tampoco.

Un segundo rápel de otros cincuenta, con un enorme rellano intermedio, nos depositó en la Gran Sala. Para mejorar la dinámica de recogida de la cuerda sería aconsejable fraccionar este tramo en dos de unos veinte metros. Así se evitarían posibles enganches de la cuerda con bloques caídos. Mientras JL recogía la cuerda busqué, sin éxito, una linterna que JL había dejado encendida como indicador para buscar otras posibles rutas de bajada. Tal vez por el Pozo 792 (o de las Palomas). Eso cuadraría con los rumbos y distancias en la 792.  Es una posibilidad.  

Salimos de la Gran Sala dando un agradable paseo por galerías perfectas. El ambiente seguía parecido, veíamos pasar las brumosas nubes. No fuimos a bar alguno. JL. estaba resentido en el costado, un pequeño alud, abajo del Veleta, le había dado un revolcón y varios golpes.  Me fui a ver que tal estaba la Azohía. El ambiente era encantador y, salvo la colonia de autocaravanas en El León, muy tranquilo. No había nadie bañándose y yo tampoco me animé...