30/5/04

Remota Garma (28-29-30/5/2004) Garma Ciega

Durante muchos meses guardé los recuerdos de mi última visita a Garma Ciega. En cierta forma seleccionas lo positivo y olvidas las penalidades y puteos a los que te ves sometido.  Sin embargo cuando se acerca la hora de, efectivamente, preparar todo y bajar a Garma, a pesar de la motivación y de la ilusión que pones en explorar en una cavidad de ese calibre, empiezas a ver una lucecita roja parpadeante y te saltan todas las alarmas. El viernes por la tarde el cuerpo te pide descanso y la mente actividades light. Sin embargo he tomado la decisión de bajar y me impongo la rutina de preparar mentalmente todo lo necesario: saco, comida, ropa, pertrechos; la tarea de buscar cada cosa y de comprar lo que falta; la tarea de comprobar que todo funciona bien y la tarea de embalar y empaquetar todo de forma segura ya que Garma suele regalar un remojón al contenido de las sacas (y al portador si no anda listo).
            El viernes a las siete de la tarde Wichi, Olarra, Cristóbal y yo aterrizamos por el local, en Ramales, y  cada uno canta la canción que mejor se sabe. Uno de los presentes trae un Playboy y alguno propone bajárselo a Titanes para amenizar las veladas. Finalmente no prospera la propuesta pues la humedad lo destrozaría y la frustración sería inevitable. Metódicamente los que saben lo que hay que saber van desgranando los objetos necesarios: baterías, taladradora, chapas, carburo, material de instalación, material de escalada (exprés, mosquetones, estribos uñas, cordinos) , focos y un largo etcétera. Poco después estamos en marcha en el VW de Wichi y en mi Toyota. Al llegar al aparcamiento de Entremazos encontramos a Alfredo(BK). Rápidamente nos ponemos en marcha y con la charla se nos hace corto el camino; a las nueve estamos entrando en Garma. El bosque y el ambiente están deliciosos y cuesta abandonarlos. Entro el primero en la sima seguido de Alfredo y tengo la misma impresión que otras veces: hay que pasar quizás un centenar de fraccionamientos y cambios de cuerda y no debes caer en la rutina sino que debes estar atento a cada uno de los cambios sin descanso. Al llegar al meandro dejo pasar a Olarra y Cristóbal que se llevan mucho mejor que yo con él. Como en anteriores ocasiones me entra una sorda desesperación en este meandro que saca lo peor de mí mismo. No es que sea difícil en sí mismo, es más bien el combinado de meandro desfondao, saca que se engancha en las estrecheces, torrente que amenaza  castigarte con mojadura e inmersión de la saca, cuerdas con las que te lías y sensación de ratonera: lo mejor sería tener ocho brazos como un pulpo.
            Al salir del meandro te sientes como en tu casa aunque con la puerta algo difícil de abrir. Algo más allá, en donde comienza el ascenso hacia Titanes, paramos a llenar botellas de agua y a fregar cacharros. En esta tarea Olarra se esmera y utiliza un detergente lavavajillas que ha traído; sin embargo Ángel le regañará después por envenenar las límpidas aguas de Garma. De cualquier forma llegamos al vivac de Titanes a las doce más o menos. Cenar a esas horas alubias, arroz, callos, chorizo y cosas similares no es muy recomendable pero por una vez no pasa nada y es mejor que no pegar ojo por el rugido de las tripas; durante la cena aparecen Pedro Merino y Ángel que acumula el viaje desde Madrid a Ramales y el viaje desde Ramales a las tinieblas de Garma.
Dormimos placidamente hasta las 8 más o menos, hora a la que alguien empieza a dar el coñazo. Entre hacer el desayuno, preparar las cosas, colocarse el equipo y discutir un par de veces unos con otros se nos hacen casi las 10 de la mañana. Alfredo(BK) y yo nos alejamos un centenar de metros del campamento, mientras el resto del grupo trasiega todavía con los preparativos, y nos sentamos junto a un bloque del tamaño de una casa de cuatro pisos contemplando el juego de luces y sombras que generan los movimientos de los compañeros. Desde luego filmarlo sería un bello trabajo. TODOS en marcha, TODOS ya nos deslizamos suavemente cuesta abajo por la inmensidad de la Galería de Titanes hacia la confluencia con el río y entonces TODOS tomamos una cuesta a la derecha que nos conduce al pozo MTDE donde TODOS subimos los 40 metros, más o menos, que tiene. Me cuentan que la cabecera de este pozo se alcanzó mediante un delicado paso entre bloques inestables que una vez concluida la instalación no se ha vuelto a tocar: demasiado peligroso. A partir de este pozo una marcha entre canchales nos lleva a un largo pasamanos de roca descompuesta y ramposa que nos pone al pie de La Escalada donde otros 40 metros de cuerdas nos reenvian a un amplio cañón por el que proseguiremos con cuestas arriba y abajo hacia la Galería de las Melenas Blancas, el Cañon de los Hombres Voladores –bellísimo pasamanos aéreo- que no es más que la Galería principal de Garma Ciega (al nivel La Pérdida) pero con un desfondamiento de 90 metros. Se van notando las subidas y bajadas; y debido a la amplitud de todo el recorrido merece la pena ir con ropa transpirable, sin mono exterior incluso desde el campamento de Titanes. A partir de aquí entramos en las galerías de los Colosos y la Sala del Coliseo. En esta zona empiezo a sentirme muy culpable: todo lo que me rodea es de una belleza tan delicada que cada vez que pisas destrozas o manchas algo: formaciones coralinas, gours y formaciones clásicas. Es misterioso el hecho de que sea una zona mucho más húmeda que todo lo anterior y que  contenga restos fosilizados de lirones. No hay manera de entender de donde han podido salir los animalitos con la estructura actual de la cueva. Poco después de pasar un par de resaltes en la galería llegamos a la zona punta de exploración: la Red de Tora-Bora. Unas tres horas desde Titanes.
            Paramos en la base de la escalada  -uno de los objetivos de la incursión- que pretendemos realizar y desplegamos el campamento y las provisiones. Hay una comedura de coco generalizada respecto a esa escalada. Se ha traído un foco con baterías exteriores para poder evaluar la situación. La escalada puede que llegue a superar los 30 metros y se ha ascendido un tercio -ayudado de un escalador profesional que se dejo engañar- en una ocasión anterior. Finalmente se decide continuar más o menos en la misma línea. Para este trabajo se quedan Olarra y Cristóbal. Wichi irá con Ángel a revisar todos los rincones de la Galería de los Emigrantes. Y Merino, conmigo y con Alfredo, ira a topografiar unas nuevas galerías, revisar un pozo y ciertas agujeros sopladores. La galería por la que nos movemos hacia esa zona es de una rara belleza. Y pronto alcanzamos una desviación que nos conduce, siguiendo el viento por un laberinto, a un agujero silbador que necesitaría una desobstrucción con microcargas. Nos desplegamos buscando otras posibilidades y Pedro sube una chimenea que le permite alcanzar otra gatera sopladora y ruidosa. Esta gatera terrosa se puede desobstruir a mano y decidimos que Pedro vaya con Alfredo a topografiar mientras que yo me quedo cavando con una llave de instalación. Trabajo sin descanso al menos una hora y media hasta que consigo la medida que me permite pasar. Como es comprometido entrar sin tener a alguien que te controle la reculada me voy a descansar y a visitar las galerías que me rodean. Son prácticamente vírgenes y de una rara y delicada belleza, que me emociona más de lo usual. Me recuerdan por su sobriedad de líneas los jardines japoneses. Me tumbo un rato en el suelo de la galería y me olvido, quizás duermo unos segundos que me renuevan. En cuanto vuelven Pedro y Alfredo nos ponemos a la tarea, Pedro desobstruye un poco más (es más gordo que yo) y colocamos una cuerda que le permitirá pasar de culo y cuesta arriba para bajar por el otro lado, que también es vertical, sin romperse la crisma. Paso yo de cabeza y Pedro me retiene. Mientras Alfredo se queda para controlar la vuelta. Avanzamos siguiendo el viento hasta un pozo de unos diez metros que nos para. Todo esto es muy excitante pues la galería esta orientada hacia el nordeste, lo que nos aleja de todos los sistemas conocidos. Son cerca de las siete de la tarde. Decidimos volver a la cita con los demás, que es a las siete, y nos retiramos. Llegamos a la cita con unos veinte minutos de retraso pero ya no están, se han ido TODOS. Eso nos mosquea, a algunos un poco y a otros más. Queda claro que cualquier problema que pudiera surgir se amplifica por lo remoto de la zona. De vuelta nos encontramos con Olarra que nos espera cerca del Coliseum y con el resto de la gente bastante más allá. Pedro guarda un elocuente silencio durante un buen rato. La vuelta la hacemos muy tranquilos y a las 11 ya estamos en el campamento.
            A las cinco y media de la mañana me despierto inquieto, Olarra esta medio enfermo vomitando y hace una temperatura inusualmente alta y también parece que hay mucha menos humedad. Raro. Dormito inquieto hasta las siete y media en que nos ponemos en acción. Mentalmente he estado preparando la movida de salida pero me encuentro algo estresado. Preparo la saca con una bolsa de basura, otra de descarburadas, dos baterías, algo de comida y agua, la ropa que traje -pero no el saco de plumas que decido dejar para otras ocasiones- y salgo, seguido por Alfredo, hacia el río y el meandro. Me coge recién desayunao y frío este meandro cabrón y pillo un agobio importante Además voy seguido en los talones por Pedro y Cristóbal que se mueven más rápido que yo. Cristóbal me adelanta después del pozo de 40. Sin embargo al ir subiendo los pozos me doy cuenta de que voy mucho mejor que al principio y de hecho salgo menos cansado que en las anteriores incursiones. Comencé a remontar a las nueve y llego a la superficie a las doce. Estoy contento de haber salido sin reventar. Adiós Garma, hasta otra.
Pedro y yo andamos hasta el bosque de hayas, donde Cristóbal se ha quedado petrificado por el frío y la llovizna neblinosa esperándonos más de una hora.

15/5/04

La Moral del Alcoyano (15/5/2004) Sistema de Calaca

   El sábado pasado fui con algunos miembros del AER -Ángel, Pedro Merino, Wichi, Cristóbal, Jesús Olarra- y con Alfredo al Mortero del Crucero. A las nueve y media empezamos a llegar al local en Ramales. Los preparativos fueron largos y enredados, de forma que algunos -entre otros Pedro Merino y Olarra- pudieron leerse El País del sábado que me había comprado por la película que regalan. También pude ir a comprar más comida, preparar las cosas con parsimonia e incluso ayudar con los preparativos generales y específicos de la expedición. Cuando ya empezaba a inquietarme se produjo la salida. Subimos en tres coches -el de Ángel, el de Cristóbal y el de Alfredo- hasta el aparcamiento cerca del Mazo. Allí echamos su media horita en seguir preparándonos y entre otras cosas tuve que arreglar la boquilla del carburero. A estas alturas todos habíamos tomado conciencia de que se trataba de una salida de relax y además el índice de chorradas, bobadas y chistes que brotaban por todas partes se había incrementado peligrosamente. Así pues cuando llegamos a la boca del Crucero del Polaco la mayoría tenía hambre y los que no la tenían les entró de ver a los otros. Todo el mundo se puso a comer y cada uno aporto, en la medida de su ingenio y en función de su estado de ánimo, lo que pudo a la comedia general. Algunos se superaron a sí mismos en su capacidad de hacer rugir de risa al público.
    El grupo se dividió en dos, Cristóbal, Wichi y Olarra se lanzaron con gran velocidad hacia la punta del Río del Crucero para seguir la costosa desobstrucción, iniciada en el verano. mientras que los cuatro restantes con sendos flashes y dirigidos por Pedro Merino nos dispusimos a hacer fotos. En la primera encrucijada el grupo puntero se confundió de itinerario y se fusiono con el de fotógrafos hasta llegar al Mortero del Crucero donde Pedro Merino recibió un cursillo de cinco minutos sobre fotografía subterránea de boca de Wichi. Así pues fuimos haciendo fotos por la zona del Río del Crucero hasta que llegamos a un punto donde Pedro Merino había observado posibles zonas sin explorar por encima del nivel del río. Nos pasamos casi una hora hurgando por arriba y entre otras cosas atravesamos una estrechez con un laminador que nos llevo a un balcón encima de la galería principal. En general se trataba del curso del río fosilizado y abandonado, y de algunas chimeneas que parecían provenir de simas por la presencia de mosquitos y de excrementos de vertebrados. De vuelta al río descubrí que llevaba, olvidado en mi saca, uno de los artilugios necesarios para la desobstrucción. Decidimos que mientras los demás se quedaban haciendo fotos yo avanzase hasta la punta de desobstrucción para unirme con Wichi y sus ayudantes. Sin dificultades, y rápidamente, me encontré en la estrechez de la colada que suele estar húmeda. Sin embargo el sábado no estaba húmeda, sino que era una ducha de diseño. Después de jurar en arameo y de encogerme no me quedo más remedio que aceptar el fresco remojón y la empapada. Pero como la zona de trabajo es fósil me consolé con la idea de secarme a base de remover piedras y de arrastrarme por la gatera. Y así llegué a la zona de trabajos forzosos en donde comprobé que el hilo que traía no era necesario pues ya había allí uno en depósito desde el verano. 
    En la zona de desobstrucción Wichi y su taladradora de gasolina perforaba agujeros y con MicrocargaS iba rompiendo la roca. Como hacía frío se agradecía el trabajar un ratito sacando escombros de la gatera. Al cabo de un rato, y quizás debido al frío, al aburrimiento y a las incomodidades, los ayudantes -léase yo , Cristóbal y Olarra-  empezaron a tirarse pullitas y a medio enfadarse. Era gracioso asistir al esmerado proceso con que Cristóbal empezaba a calentar el agua para el café en su moderno infiernillo y como Olarra en su despiste general atraviesa sobre el recipiente con agua dejando caer tierrecilla y arenilla lo que produce grandes voces y aspavientos de Cristóbal  para luego asistir a una escalada de acusaciones mutuas, en las cuales soy incluido, quedando todo en un vacile a trío a pesar del desaguisado. La sala sirve de WC de vez en cuando y al cabo de un rato aparecen los fotógrafos. Para resaltar la naturaleza vacilona-juguetona de Olarra os contaré que se esconde con ánimo de que engañemos a los recién llegados diciendo que se ha salido por que se empezaba a encontrar mal del riñón y que les preguntemos si se lo han cruzado. Como pasa el tiempo y nadie muestra una alarma extrema vuelve a reaparecer. Los nuevos llegan empapados y como hay una manta térmica empieza a funcionar a turnos. El tiempo pasa y la desobstrucción prosigue gracias a la moral incombustible de algunos. A las ocho de la tarde algunos empezamos a mostrar nuestro interés por salir, pero el núcleo duro tiene la moral del Alcoyano y no se da por aludido. Una hora después algunos empezamos a alarmarnos pues los duros no muestran ninguna señal de querer irse: siguen desobstruyendo. Entonces empieza una cantinela y una vacilación general que se resuelve gracias a que Ángel nos presta el coche a Olarra y a mi que saldremos con Alfredo mientras que el resto del grupo se queda desobstruyendo. Y así es: en una hora estamos fuera y en algo más de media hora en los coches. Por el camino nos encontramos a Alfredo (MTDE) que nos cuenta batallas de las simas del Caúcaso. A las doce y media en casa. Pedro me cuenta que se han avanzado tres metros. Dentro de unos años acabaremos la desobstrucción

1/5/04

El Empeño (1/5/2004) Sistema del Carrio

   El sueño de todo espeleólogo es encontrar una cueva que dé satisfacciones al explorar; es decir buenas galerías y a ser posible cómodas, mucho terreno que explorar, formaciones, pozos molones & similares. Hace relativamente poco en una visita turística a la Sima del Carrio (que realicé intrigado por el hecho de que sus galerías estan entre 300 y 400 metros por encima de Hoyo Salcedillo) descubrí que las galerías de la sima conducen corrientes de viento y algunas de ellas muy fuertes. Fue así como se inicio mi interés por esta sima. Durante varias salidas reequipamos sus pozos y reconocimos de forma general la cueva, lo que nos reafirmó en nuestras primeras impresiones. Y hace unos meses realizamos nuestra primera salida de exploración que nos llevo hasta la Sala del Hueso en donde, trás un reconocimiento detallado, encontramos un paso estrecho soplador (Paso Luis XIV) que requirió una corta desobstrucción. Tras ello pudimos recorrer una galería -bautizada como Galería del Tigre, el Gato y el Ratón (TGR)- que, en aquel momento, estimamos como de un km. más o menos y que nos condujo hasta la Sala de la Esperanza en la que confluyen un torrente caudaloso, una chimenea gigantesca y la Galería TGR. 
    Este último sábado 1 de Mayo, y trás muchas tentativas frustradas por el tiempo u otras adversidades, hemos vuelto al Carrio. La cosa esta dudosa hasta el sábado por la mañana debido al tiempo, como siempre. Y es que la Sima del Carrio esta a 1400 metros de altitud en la la vertiente Noroeste del macizo del Porracolina, lo que significa que la mayoría de los frentes golpean duro allí; además la boca esta desprotegida por completo. Así pues Moises, Luis y César quedan conmigo en Solares a las 8 de la mañana y poco después, todos juntos en el coche de César, ya estamos en Vadició. El tiempo está muy frío, pero parece estable y se observa que las nevadas de los dias anteriores no tienen continuidad en el terreno. El ascenso, de 800 metros, lo hacemos a paso de guerrilleros en una hora y cuarto llegando a la boca sudaos y hartos. La primera sorpresa nos espera alli mismo: un embudo de nieve tapiza las pendientes de la dolina y oculta la cabecera de la instalación. Rapidamente instalamos desde la ladera de enfrente, en un afloramiento de roca compacta y buena, un par de parabolts. Tenemos suerte de que la cuerda que traemos sea de 80 metros, pues algo mas corta no habría dado desde la nueva cabecera. La bajada esta salpicada de goteras abundantes y de chaparrones de nieve. Debido al formidable tapón de nieve la remontada entre el pozo de entrada y el de 35 metros se ha reducido a algo más de 2 metros y la cuerda que tenemos en el pozo de entrada esta tan pisada por el peso de la nieve que es imposible utilizarla. En este ambiente de nevera las ideas se nos refrescan rapidamente y el cuerpo también, asi que en cuanto el último toca tierra en la red de galerías horizontales salimos a toda marcha. Seguimos el itinerario más cómodo hacia la Sala del Hueso: Río de la Sima-conexión-Río de los Pigmeos-conexión-Río de los Puentes hasta el enlace con el Río de la Servidumbre. Paramos a organizar la logística: mientras César y Luis van a ir a topografiar la galería TGR Moises y yo iremos al punto más bajo de la sima (-185), provistos de cuerdas y material para equipar por si hubiera resaltes, y exploraremos las posibilidades de continuación en este punto. Por si las moscas quedamos a las 6 en donde nos separamos. Pronto Moises y yo descubrimos que los pozos son ocupan laterales de la galería principal y que desde -160 se va bajando por resaltes y bloques hasta -185 sin necesidad de cuerdas; allí se observa un gran desprendimiento de bloques con abundante corriente (saliente el sábado) que obstruye la galería; a nivel del techo de la galería la desobstrucción parece posible. Por el lateral derecho de la galería Moises explora una diaclasa con chimenea ascendente que, según el, tiene muchas posibilidades. De vuelta ya, abandonamos todo el peso superfluo en el punto de encuentro y vamos a reunirnos con César y Luis a los que alcanzamos cerca de las chimeneas de la Galería TGR. Nos quedamos César, Luis y yo para agilizar el resto de la topo y Moisés prosigue para explorar las continuaciones de la Sala de la Esperanza. La topografía avanza a buen ritmo con tiradas de hasta 20 metros. Al cabo de bastante tiempo (el tiempo pasa volando mientras trabajamos) Moisés vuelve mojado y casi eufórico y nos cuenta de las galerías y el río que ha descubierto más allá de la Sala de la Esperanza. Nos ponemos todos a hablar con excitación y es difícil meter en cintura al grupo y terminar el trabajo de topo. Moises regresa a algún lugar resguardado para descansar y calentarse mientras nosotros acabamos el corto tramo que resta hasta la Sala de la Esperanza. En total salen 960 metros de topo sin contar ninguna de las galerías laterales. 
    Y comenzamos la vuelta que se convierte poco a poco en un duro empeño por no reventar los músculos lumbares. Encontramos a Moises en un rincón de la segunda chimenea hecho un pajarito; para no helarse se ha metido el carburero encendido bajo la camiseta haciendo una especie de tienda de campaña. La TGR se hace muy larga y empezamos a pensar que mejor hubiera sido no "empeñarse" tanto en explorar. Al erguirnos de nuevo, ya cerca de la Sala del Hueso, hemos olvidado la posición erecta. La reventada se va notando y de vez en cuando paramos a resoplar para seguir resoplando. Moises quiere salir el primero para no helarse y bajar al coche sin pausa para no quedarse en el exterior como un témpano. El orden de salida será: Moises, Luis, César y el último yo como siempre. Me cuesta deshacer los nudos de la cuerda y las mojaduras del pozo de 35 me han dejado empapado. Además, para amenizar, caen chaparrones de nieve granulada. El penultimo fraccionamiento requiere algunas virguerias y equilibrios pero no pasa nada y además no hace viento, ni nieva, ni llueve, hay un poco de luz y la niebla no es densa. A contrareloj recogemos todo nos abrigamos y ayudados por las linternas y la Luna descendemos. Durante el descenso el cielo se muestra con todo su explendor hacia el Norte tachonado de estrellas y del planeta Venus que parece al alcance de la mano. A las 11 y pico hemos alcanzado el refugio del coche. El termómetro marca 2º y los perros de la casa de Oscar ladran con ahínco excitados por el jaleo que montamos y por mi vacilón gu-gu-gu.
    Quedamos en que volveremos al Carrio pero no mañana.