7/1/24

Desiertos

Fotos (Ant on Ío)

Fotos (Guillermo)

 Texto: Ant on Ío


 

era un desierto Todo, la autovía, la carretera a Matienzo, el Alto Fuente las Varas era un desierto. A las 9:30 me reuní con Guillermo que estaba esperando dentro de su coche cuando lleg a las 9:30. Los chubascos y el tiempo eran invernales como deben serlo cuando es invierno y espantan a cualquier paseante. Habíamos dudado donde ir pero el librito de César con 46 cavernas nos resolvió la duda: iríamos a Torca Cez al lado de Riva. Era un desierto Matienzo y era un desierto Riva.

allá, cerca de un prado, posamos el coche y anduvimos hasta la puerta de una valla. Saltada la valla caminamos justo al lado de ella buscando un indicio, un sendero, algo. La boca estaba cerca pero el prado era un lago y el bosque una pista de patinaje. Cayeron varios chaparrones. Una hora y media después dimos con la torca.

hermosa y clara  la entrada, una buena plataforma y enfrente una pared vertical y compacta con tres fijaciones, pusimos la cuerda a un robusto árbol y la desviamos con uno de los spits. Amplia sala, un montículo de tierra embarrada justo debajo de la boca, un hueso blanco, un laguito, paredes definitivamente blancas, algunas polillas cavernícolas, muchas arañas, una rotura en el suelo y, debajo, un pozo de pocos metros. Instalamos un corto pasamanos y dos spits de cabecera.


 
 
 

abandonamos los aperos verticales allí mismo. Bebimos agua y luego anduvimos por la cueva. Eran caminos, ventanas, puertas, pasillos encantadores. Ventana del Paraíso, Puerta Árabe, Gours, Túnel 72, Capilla, Pasillo de Sandra, Caracoles Blancos, El Derrumbe. Lo vimos todo, salvo Pelos Rojos y el laberinto adjunto a El Derrumbe, y todo nos gustó. Hicimos muchas fotos, Guillermo a mí y yo a Guillermo. Él usaba un móvil y yo la TG6 con un flash esclavo. Era muy divertido probar hasta que dabas con la iluminación que armonizaba el flash fuerte con el debilucho.

salir fue rápido y cómodo. Afuera había dejado de llover aunque el suelo seguía siendo un pantanal deslizante. Era tan tarde que no albergábamos ninguna esperanza de que un bar ofreciese algo. La única oportunidad fallida fue el de Germán que vislumbramos, de pasada, mortecino y sin atractivo alguno. Una pareja de mujeres con tres perros paseaban al atardecer por Matienzo. Luego volvió el desierto. Eran bien pasadas las seis cuando entré en casa.

 

 
 
 




2/1/24

Locura Espeleológica

Fotos: Ant on Ío  & César

Texto: Ant on Ío
 



           

              la cosa es como te digo: uno quiere ir a hacer esto o lo otro, mirar ese agujero, hacer la excursión de por allá, escalar esa vía que hay en aquella tapia...  y se dice a sí mismo: en navidades voy a tener un montón de oportunidades y de tiempo, los amigos están de vacaciones, todos tenemos ganas de salir... pero ocurre: hay mucho intercambio social, mucho whatsapp, mucho estar en todos sitios a la vez, montones de cenas, comidas, almuerzos, aperitivos y sobremesas euforizadas de formas variadas... y entonces: no hay casi tiempo, ni ninguna gana de hacer excursiones o escaladas o incursiones en subterráneos.

primero, entusiasmados, quedamos para la última semana de diciembre, luego pospusimos, ya menos decididos, para el sábado 30 de diciembre y finalmente, apocados, para el martes 2 de enero pero a las 11 de la mañana y sólo César y yo y con pocos planes en la cabeza. Con un librito de cuevas como ayuda, se lo había comprado hace poco, César sugirió que fuésemos a la 0072 de Matienzo. Y yo estuve de acuerdo porque no estaba en modo organizar sino muy al contrario: dejarme llevar por un plan ya pensado. Sentados en el coche y mirando el paisaje estuvimos calculando con la información que teníamos donde estaba la cueva. Una cabaña a la vista era la clave. Subir treinta metros y girar a la derecha por el bosquecillo.

soplaba un fuerte viento, suroeste o así, y el cielo estaba gris con nubes nítidas. Cuando abrí la portezuela del coche, ya cerca de Seldesuto, el viento me la arrancó de la mano. Quitarse y ponerse ropajes fue un tema interesante, todo bien amarrado para que no saliese por los aires. César estuvo un poco preocupado durante un buen rato, la cavidad estaba en el punto de mira, habían robado huesos valiosos. Publicar libros de cuevas es bueno y malo, la información puede servir a los profesionales de los minerales y de los restos arqueológicos.

 


la entrada se mostraba coqueta. Un parabolt de 10 inútil para nosotros, un puente de roca, un árbol sospechoso y luego otro árbol pero fiable. Una tirada de más de 20 por el embudo resbaloso. Abajo una pedrera inclinada habitada por salamandras hermosas, luego estaba la cueva. Primero fuimos a la derecha siguiendo el sentido de bajada. Una agachadita y entramos en una hermosa sala. Muchos gours, muchas coladas, muchas estalactitas, muchas estalagmitas, muchas fotos. En varios sitios nos descalzamos para evitar manchar más. Los torpes espeleos anteriores habían pisado y manchado, nada tan fácil como haber balizado con senderos esta pequeña cavidad, nada tan evitable como hacerlo, nada tan sencillo como ponerlo en marcha desde federación, medio ambiente y cultura...

más tarde, el tiempo pasaba sin sentir, fuimos a la izquierda. Otra sala con más gours, más estalagmitas, s manchas en el suelo, más de todo y una hermosa columna dominando el paisaje. Las zonas con huesos estaban esquilmadas aunque en el intento habían destruido una parte del botín. Evitar este tipo de acciones es muy difícil. Sí, es tremendamente difícil, extremadamente difícil, es imposible. Es el ser humano. Seguro que hay beneficio en el tema. Puede que controlar el mercado de restos fósiles sea la mejor forma de luchar contra ello. Hice más fotos.

luego subimos el pozo, César farfullando sobre todos los roces. A mí me dio por usar el pantín, pero no era nada cómodo pues había que controlar la posición corporal propia con los pies sobre las resbaladizas paredes del pozo. Nada especial. Arriba el viento continuaba y eran casi las cinco. Nos fuimos al bar de German pero no había nada, nos fuimos a un bar de Solórzano pero no había nada, seguimos a Solares pero no había nada, seguimos a Astillero pero no había nada, entremedias un embotellamiento en los centros comerciales, y luego a la estación FEVE de Mogro, pero no había nada y luego a otro bar, más adelante, pero no había nada. De vuelta, después de dejar a César, paré en el LUPA de Astillero y me compré una bolsa de cortezas, otra de patatas y un par de botellas de Martini y me fui a casa.