7/2/09

Cortejos (7/2/2009) Cueva del Torno

(7/2/2009)

Tarde ya aparecí por el club el viernes y había mucha gente. Javier me dijo que pensaban ir a las Torcas del Picón en Matienzo y me apunte sin pensarlo. Fuera del Polideportivo las granizadas caían intermitentemente cuajando sobre la calzada. Nos trasladamos al bar a seguir con las charlas. Al poco llego Juan contándonos sus dificultades con la granizadas para volver desde Maliaño.  Apunte la posibilidad de que el Alto de Fuente las Varas -paso obligado hacia Matienzo- estuviera con nieve el sábado. Al final quedamos en Solares a las nueve y media: Izaskun, Inés, Javier, Julio, Sergio, Miguel y yo.

Hace tan mal tiempo que estoy tentado de quedarme en la cama. Pero me sobrepongo al desánimo. Después de todo puede llegar a ser divertido. Llego a la cita y no hay nadie. Al poco recibo una llamada de Julio para avisarme que el punto de cita últimamente ha cambiado. Ahora es el bar Dogo; donde hoy se están desayunando a conciencia. Me hago un poco el remolón. No me apetece meterme en un bar. Siempre me ha parecido que comenzar una actividad entrando en un bar es ponerle plomos al barquito. Pero allí estoy yo mirando la deliciosa escena. Javier muy animado y Julio más que animado mientras Inés e Izaskun resplandecen de adoración y Miguel luce menos serio de lo habitual y Sergio revalida su infinita curiosidad y su anillo de plata.

No estaba claro lo de Matienzo. Decidimos ir por Solórzano e intentar pasar Fuente las Varas y en caso de no poder, quedarnos en la Cueva del Torno. Al final del puerto una capa de dos dedos de nieve se impuso sobre nuestras dudas. Inés se encogió ante la blanca nieve y los demás no se si nos encogimos, pero preferimos lo cómodo. Dimos la vuelta -patinamos un poco para conseguirlo- y bajamos hacia Fresnedo. El tiempo nos dio unos breves instantes para cambiarnos y acercarnos a la boca del Torno. Mientras el grueso del pelotón esperaba Javier tuvo que bajar al coche para coger algo que se le había olvidado.

Somos siete pero, desgraciadamente, parejas hetero solo se pueden formar dos. Bueno en realidad no importa demasiado. Hay que asumir el cambio de roles. Si nos guiamos por las apariencias habría un par de dúos, aunque no se sabe muy bien su composición ni el desarrollo del proceso. Los tres restantes pueden formar combinaciones de tres tomadas de dos en dos. Sin embargo caben otras opciones más novedosas como tríos en las que quede incluido un dúo e incluso montárselo en plan pareja con uno mismo. La creatividad del grupo no puede quedar limitada por las estrechas fronteras del matrimonio tradicional. Sea como fuere proseguimos nuestra andadura hacia las entrañas de la tierra.

            Mi propuesta fue ir a ver las galerías “grandes”. Pero para ello había que pasar unas cuantas gateras. No hubo ningún problema en las primeras. Pero cuando llegamos a Andy´s Back Passage tuvimos un pequeño amotinamiento en el grupo, liderado por Inés, y secundado, en menor medida, por algunos otros. Dudaban de la “seguridad” de la zona por un pequeño riachuelo que circula en la parte baja de la galería. Les parecía que las lluvias podrían hacer crecer el nivel e inundar la gatera... No me tome en serio estas elucubraciones pero en las cabecitas de algunas personas siguió haciendo efecto esta idea. Un poco amontonados visitamos Skull Chamber y la zona de Hysteria 69.

Me da que pensar la poca marcha que mostramos. Y me hace sospechar que casi ninguno tiene ganas de hacer espeleo. Sin embargo me consuelo estudiando la dinámica grupal. Formamos una divertida pandilla. Hemos vuelto a la adolescencia. O quizás nunca hemos salido de ella...Me quita un gran peso conocer esta verdad. 

Tuve que parar un intento de destrepe de Sergio con muchas posibilidades de batacazo. Justo al lado de un resalte que se desciende por una escala nos zampamos los sandwiches que algunos habían comprado en el Dogo. Javier se durmió una siesta mientras papeábamos. Inés no comió nada y comenzó sola la vuelta con la expectativa de forzar la salida de todos. Pero se oculto a unos 30 metros a esperarnos. De cualquier forma comenzamos a volver enseguida y antes de las 3 estábamos fuera todos.

            Por el norte se aproximaban negros nubarrones acompañados de rayos y aguaceros. Tuvimos la infinita fortuna que el tiempo nos diese una tregua. Nos apresuramos a cambiarnos de ropa a contrarreloj. Justo cuando arrancábamos cayó una tromba de agua con granizo que nos puso los pelos de punta. Bajando de Fresnedo hacia Beranga paramos en uno de los restaurantes con mejor cocido montañés (según las habladurías) El restaurante Arredondo tiene un comedor muy grande, con varias salas y una pecera. Allí comimos ensaladas, solomillos, chuletas y huevos pero nadie comió cocido. Lo mejor fue el postre: arroz con leche.
Ningún comensal puso traba a las fotos que les iba haciendo, salvo Julio: suele pensar que no sale bien. Sergio quiso hacerme alguna foto pero no le deje la cámara... suelo pensar que no salgo bien.