25/6/16

Crear una Entrada

Afternoon Stroll

Hacía meses que estábamos intentando quedar de nuevo para hacer alguna actividad espeleológica. Finalmente coincidió que el 25 de junio él podía y yo estaba en Cantabria. La pregunta que nos planteamos de inmediato César y yo fue ¿a donde vamos a ir? ¿a continuar con las pequeñas exploraciones del Gándara? ¿a acompañar a otros grupos en sus exploraciones? ¿a hacer turismo espeleológico? ¿a hacer fotos? Enseguida caí en la cuenta que esas opciones no eran muy atractivas. O no tenían gancho para alguien que sale poco, mejor dicho poquísimo, o, por otra parte, no iban a tener continuidad. Nuestras salidas son demasiado esporádicas e impredecibles como para enmarcarlas en proyectos que se están desarrollando de forma continuada y progresiva. Sería poco satisfactorio plantear nuestras escasas salidas así. Se me ocurrió la idea de retomar alguno de los viejos proyectos aparcados y planteárselo a César. La idea era que lo tomáramos como un proyecto en común a desarrollar en nuestras salidas. Eso le daría un gancho especial a esas salidas y además formarían un continuo a desarrollar entre los dos. Incluso quizás más gente podría unirse.
A lo largo de los 90, cuando mi compañero habitual era Guillermo, hubo una época en que le puse mucho empeño al Sistema de los Cuatro Valles. El conocimiento del Sistema de los Cuatro Valles era un bonito proyecto. Entré numerosas veces a la Hoyuca, al Hoyo de la Reñada (Cueva Riaño), a Cueva Llueva y al Carcavuezo. A éste último entramos el 8 de septiembre del 98 y después de dar muchos tumbos, sin topografía y por pura intuición, alcanzamos algunas grandes galerías de Llueva. Supimos que eso era así porque encontramos el Rinoceronte de Llueva de forma casual. Anteriormente habíamos entrado el 23 de noviembre del 97 pero en esa ocasión el nivel del agua en la zona activa nos disuadió rápidamente de seguir en la cavidad. No debe olvidarse que el Carcavuezo es el sumidero activo de las aguas de Matienzo. Cuando entra en carga las aguas inundan muchas galerías por completo en varios niveles.
Esta vez confiaba en acordarme de la entrada, no nos resulto nada evidente en aquella época, y en avanzar fácilmente gracias a la excelente topo publicada en la web de Matienzo Caves. Sin embargo cuando mire las fotos en dicha página me di cuenta que la boca se obstruye casi todos los años por troncos, madera y basura. Los ingleses se lo tienen que currar muy a menudo para poder entrar de nuevo. Por otra parte no reconocí en las fotos el lugar por el que Guillermo y yo entramos. De todas formas confiaba en encontrarlo sobre el terreno. Pero cuando llegamos al lugar no me acordaba de donde estaba la entrada que usamos Guillermo y yo. Miramos lo que me pareció más familiar pero no encontramos paso aunque se movía aire. Pensando que la entrada estaría obstruida por ramas y troncos iniciamos en tres sitios diferentes penosas desobstrucciones de materia vegetal, piedras y basura. Aunque en dos de los tres casos soplaba aire no obtuvimos éxito en ninguno. Había algo que no cuadraba. De pronto, como en otras ocasiones me ha pasado, abandone las ideas preestablecidas y deje de trabajar. Me fije en una grieta que había mirado César al principio sin ver nada especial. Al asomarme percibí mucho aire y las paredes muy sobadas por el paso de espeleólogos. Bajando la grieta se abría un ensanche y en dirección este dos galerías. Solo había que mover un tronco. Hecho esto no tuvimos ningún problema en acceder a una galería en forma de ojiva que nos llevo a un resalte de tres metros. Para bajarlo fijamos una cuerda en un anclaje natural. Nos extraño mucho que no hubiera ningún anclaje puesto por los espeleólogos ingleses. Sin embargo lo que más nos extrañó fue que en la estupenda topografía que llevábamos no cuadraba en ningún lugar la entrada que estábamos usando. Parecía como si hubiéramos creado una entrada.
Avanzamos por una galería más o menos cómoda buscando el acceso al río. Me acordaba vagamente de ese acceso. El hecho de no saber donde estábamos en la topo le restaba mucho valor. Después de dar unas vueltas conseguimos encontrar las grietas de acceso al río. Una cuerda quitamiedos nos confirmo que íbamos por el buen camino. Como no me parecía muy claro el laberinto de recovecos entre grandes bloques empezamos a poner catadióptricos para no perdernos a la vuelta. En un mal momento se me cayo la topo al río. Pensé que el río la arrastraría o que, en el mejor de los casos, se empaparía pero no fue así. Para recuperarla tuve que destrepar deprisa unos metros entre bloques. Con gran alivio la recupere y pude tenerla en mis manos de nuevo. Tuve la misma sensación que un naufrago agarrándose al salvavidas. Sin embargo en este suceso hubo algo positivo: al bajar al río me pareció más o menos reconocible en la topo el punto en el que me encontraba. Una esquina en que el río, avanzando por zonas de aguas profundas, se separa de una galería con caos de bloques. Me lo callé para no crear demasiadas expectativas de éxito.
Avanzamos por una zona superior y encontramos otra cuerda para bajar un resalte, lo que pareció confirmar el camino correcto. Más allá nos entro hambre y paramos a tomar algo. De nuevo nos pareció que sabíamos donde estábamos. Algo más allá nuestra confusión aumento. En la dirección en la que íbamos la galería se obstruía. Volviendo atrás una grieta casi vertical, y con muy mala pinta, se veía sobada y canalizaba un poco de aire. César subió un poco pero se atasco con un bloque sospechoso. Me dejo intentarlo y pasando el bloque vi que había un hilo guía más arriba. Siguiendo el hilo por la grieta y delizandome por un caos de bloques desemboqué en una galería cómoda. Estaba en Afternoon Stroll.
          Por fin estábamos en el buen camino. Para celebrarlo hicimos una foto con doble flash. Como había llevado la cámara antigua las cosas no funcionaron como debían, aunque al final a trancas y barrancas hicimos la foto. A partir de este punto todo fue un camino de rosas con alguna que otra espina.  Red Column Chamber, Chasing the Dragon, Keep right for smack y El Rinoceronte. Un poco más allá de Andy Quin’s Foot nos paramos a descansar. César quería volver ya, pero a mi me quemaba ver la conexión hacia Rocky Horror y me sentía con fuerzas para seguir. Me adelante hasta Big Balls Corner y la estrecha galería de conexión hacia la zona de Rocky. Satisfecho con las comprobaciones volvía a donde me esperaba César. Por lo menos había tardado media hora. Ahora yo también tenía la sensación de estar cansado.


El Rinoceronte

La vuelta nos costo mucho. La torpeza debida al cansancio nos dificulto los pasos y nos ralentizó bastante. Los catadióptricos se mostraron llenos de utilidad pues a la mínima dificultad nos surgían dudas. La puntilla final fueron las estrecheces -que ahora debíamos subir- y las grietas de salida del río.
Atardecía. Nos quitamos toda la ropa húmeda y los calcetines mojados (por algunos pasos profundos en el río que me llenaron las botas de agua) y nos pusimos ropa seca. Y luego nos fuimos a cenar tranquilamente en mi casa. En global había sido una buena salida a pesar de, o quizás gracias a, todas las dificultades que habíamos tenido que salvar. César había sospechado desde el principio que le iba a llevar a un arrastradero y creo que ahora en retrospectiva se debatía entre valorarlo como un arrastradero o el fascinante laberinto de los Cuatro Valles. Quizás sea las dos cosas a la vez. 
 



Creando una entrada

16/6/16

Ráðgata


 Myndir verða að vera leyndarmál þar til á næsta ári.








9/6/16

El Pozo


Texto: A. González-Corbalán
Fotos: Miguel F. Liria


Después de varios meses sin explorar en nuestra cueva predilecta hemos vuelto a la carga justo donde lo dejamos la última vez. Miguel está a punto de irse de vacaciones y si no vamos este jueves por la tarde solo Dios sabe cuando volveremos a poder ir juntos. El verano es un anticipo del caos. Todas las rutinas y los planes deben posponerse en aras de aprovechar las vacaciones para hacer todo eso que no podemos hacer en otras épocas del año. Además Miguel el Joven está disponible tras sus exámenes en la Universidad.
Nos reunimos cerca de La Gándara pasadas las cuatro y media de la tarde. Las cosa es que hace mucho calor y apetece muy poco ponerse el equipo de espeleo y subir una cuesta. Medio en serio, medio en broma les propongo a los dos Migueles irnos a tomar cervezas en un sitio fresco y sombreado. Pero no parece que tenga éxito. No cabe duda de que nuestra vena disciplinada -la necesidad de sentirnos activos- es más fuerte que nuestro espíritu lúdico. O que nos gusta jugar con cosas que duelen, como a los masoquistas. De cualquier forma arrastramos nuestros cuerpos y nuestros bultos ladera arriba. Poco antes de llegar a la boca el ambiente se refresca con una potente corriente de aire helado que desciende monte abajo. Justo en ese momento Miguel recuerda que se ha olvidado el casco en los coches. Mientras vuelve a por su casco Miguel el Joven y yo entramos.
La cueva, como era de esperar, está cargada de neblina y las rocas totalmente húmedas y resbalosas. Una caminata a ritmo muy suave, para dar tiempo a que Miguel nos alcance, nos coloca bajo el primer resalte de El Pozo. Lo escalo, pongo una chapa y me arrastro como puedo hasta ponerme en la base del amplio pozo. Voy a instalar una cabecera pero he olvidado las baterías abajo. Creo que tengo la cabeza un poco hueca y no estoy concentrado para llevar todos los cacharros que hay que llevar y con el orden que hay que guardar. En poco tiempo estamos los tres in situ. Miro para arriba con evidente desánimo. Después de marearme un rato pensando decido seguir las ideas de Miguel. Creo que lo tiene muy claro y que lo ha pensado bien. Subiré por la parte rugosa de la chimenea y luego montaremos un pasamanos a mitad de altura por donde parece haber más cornisas. De esa forma evitaremos la placa lisa y resbalosa y podremos acceder a una zona que puede tener continuación. Mientras tanto Miguel montará un acceso cómodo y seguro a la base del pozo evitando la arrastrada. Miguel el Joven me asegurará con el dressler.
Decidir donde ponerme los trastos es una tarea que debería estar automatizada pero no lo está: taladro, baterías, maza, mosquetones, parabolts, llaves. Parte del éxito o fracaso reposa en una buena gestión de los cacharros. Es una tarea pendiente.  La escalada comienza con pasos fáciles en chimenea. Todo va muy bien hasta el tercer seguro. Aquí comienzan a escasear las presas donde agarrarse o posar el pie y, aun peor, la chimenea se estrecha. Coloco otro seguro bastante cerca para apoyarme en él y me peleo durante un buen rato hasta que consigo ir subiendo de forma penosa por la estrecha chimenea. Por suerte esto se acaba pronto y salgo, por debajo de un bloque empotrado, a una zona de repisillas por las que me elevo de nuevo sin dificultad. Después de colocar otro seguro, finalmente, alcanzo la altura en la debe comenzar el pasamanos. Allí decido montar una cabecera, instalar la cuerda fija y bajarme. Por el camino desinstalo todos los seguros de escalada salvo uno que servirá de fraccionamiento. Cuando llego a la base son más de las ocho. Mientras vamos recogiendo Miguel sube a revisar la instalación y echar un vistazo al paisaje de las posibles continuaciones. En pocos minutos estamos los tres bajo el resalte de El Pozo.
El ambiente tropical me empaña las gafas al salir (es una ventaja… así no veo la mierda del gallinero español) La idea de las cervezas sigue vigente. Comunicamos nuestra salida a la gente que nos espera y nos bajamos a un bar en La Gándara. Hablamos de política ya que es inevitable hacerlo. Mi pesimismo respecto a este país ha crecido. Me sale la mala hostia que me envenena por dentro. Quizás es que no consigo identificarme ya con esta manera de hacer las cosas tan nuestra. Aunque no puedo dejar de tener las raíces donde las tengo y de haberme criado donde lo he hecho. En nuestro gallinero español




4/6/16

Hellirmynda

 Pequeño Patio

Obsérvese la nula degradación de los suelos fuera de los senderos balizados

Me planteo fotografiar El Patio. Hay algunas dificultades: la belleza está balizada y el material fotográfico necesita una amplia superficie para poder ser desperdigado y usado con comodidad. Los estrechos senderos balizados son garantía de que los suelos se preservarán pero restringen tanto la posición de la  cámara en su trípode, como la de los flashes y modelos.
Tras superar algunas pequeñas incomodidades para alcanzar El Patio por fin llegamos, Marisa y yo, al objetivo de las primeras tomas. Se trata de la Galería del Pequeño Patio en las cercanías del acceso original por la Chimenea. Preparo tomas en dos puntos diferentes y voy cambiando la intensidad y posición de los flashes en busca de la iluminación soñada. Varío la intensidad y posición de los flashes, incluyo -o no- a la modelo en distintas posiciones y posturas. Cuando me harto de hacer tomas lo recogemos todo.
Al cabo de pocos minutos nos instalamos en la galería del Gran Patio zona donde abundan los gours. Elijo tres puntos para realizar las series de fotos y en cada uno de ellos la dificultad principal estriba en moverse con cuidado y en desperdigar el material sin salirse de los caminos balizados. Una de los problemas es que los flashes se duermen muy a menudo o, lo que es aun peor, se apagan. Me va quedando claro que el trabajo con flashes a control remoto, con estas condiciones de humedad y temperatura, hace que las baterías se gasten rápido. Lo mejor es traer los flashes con baterías recién puestas.
Tras las largas sesiones de fotos nos acercamos al Pozo Costroso para conocer un poco más la belleza acumulada en esta zona. Comemos un poco allí, es uno de los pocos sitios de El Patio que permiten sentarse cómodamente sin destrozar algo. Inmediatamente comenzamos la vuelta.
             Me doy cuenta de que al publicar estas fotos estoy contribuyendo a un posible efecto llamada. Pero, por otra parte, también pueden servir para demostrar con una imagen lo que deseamos que sea una práctica habitual entre los exploradores: balizar senderos para poder transmitir a las generaciones venideras una cueva tal y como la conocieron sus descubridores. Los estrechos senderos solo destruyen una superficie relativamente pequeña de la cavidad.

 Gran Patio