30/1/16

Espejismo

Texto: Steingrimur Thorsteinsson




Tíbrá
Steingrimur Thorsteinsson  (1831/1913)

Sjáieg stjarnanna sæg glita bláhimins geim,
yfir grænskóg í náttdaggar þey,
ó, hve langar mig þá upp í alsælu heim
á hins eilífa kærleikans ey.

Því við sólnanna dansuppi' í himninum hátt,
giftir hana mér eilífðin löng,
sem hér niðri við jörð eg hef aldregi átt
nema í elskunnar draumum og söng.

 Espejismo
por Steingrimur Thorsteinsson

Veo miriadas de estrellas brillando en el azul espacio,
sobre el verde bosque, en el callado rocío nocturno
¡ah!, cómo desearía que trajeran la felicidad al mundo
desde su eterna isla de beatitud.

Así pues bailemos al sol, allá arriba en lo alto del cielo,
que me dio la larga eternidad,
ya que aquí abajo, en la tierra, nunca encontraré el camino
salvo soñando en el amor y cantando.



23/1/16

Fugacidad


Hace poco me llamo César con intención de volver a hacer espeleología. Aunque nunca hemos perdido el contacto han pasado unos diez años desde que salimos la última vez. Después de tanto tiempo teníamos mucho que contarnos. Rememorar vivencias y aventuras, es lo típico, pero también de nuestra cotidianidad. Después de devanarme los sesos durante una semana pensando en qué  actividad iba a realizar con César me incliné por lo necesario: ir a El Patio, restaurar el acceso a éste, hacer una visita general y disparar un par de fotos. Suficiente para un día tranquilo de reencuentro con el mundo subterráneo.
Desde Solares tomamos el camino de Alisas para alcanzar Soba y entrar en la cueva. Para volver pensamos que era mejor la ruta de Ramales. Así César puede podría revivir más paisajes. Paisajes que no recorre desde hace tanto tiempo. En el aparcamiento inferior nos encontramos a un grupo de unas veinte espeleólogos que iban a hacer una visita. Nos fuimos a tomar un café a La Gándara para dar tiempo a que todo se despejase un poco. Poco después estábamos repartiendo los numerosos bultos entre las dos sacas, la de César se la prestaba yo. Me confesó que él nunca había tenido saca pues siempre usaba una del club. La cuota daba derecho a ello.
Poco a poco nos acercamos, el tiempo discurría suavemente, hacia nuestro sector de exploración. Escalamos un resalte con un paso de hombros al más viejo estilo alpino. Algo más allá, en poco tiempo, volví a escalar la Chimenea del Patio. Gracias a que estaban todos los parabolts puestos la cosa se pudo hacer en poco tiempo. Lo que más trabajo me llevó fue volver a colocar las chapas junto a la ventana. Y luego recuperar esas chapas retorciéndose asomado a la ventana.  Para la escalada usé un trozo de cuerda dinámica y luego instalé una cuerda estática para subir con las sacas.
Primero visitamos la zona del Pequeño Patio. Hicimos un desparrame de flashes para conseguir iluminar la sala. Tenía en mente montar un stack para conseguir una foto enfocada uniformemente pero cuando miré las tomas en el ordenador dejaban mucho que desear. Los problemas consistían en: fallos en algún flash en algunas tomas, fallos en la posición de flashes creando sombras, falta de enfoque en algunos sectores del campo visual en todas las tomas, demasiada lejanía de la componente humana y encuadre no muy afortunado. Vamos una joya. De cualquier forma conseguí sacar de alguna toma un recorte mínimamente interesante.
Comimos algo más abajo de Los Caracoles, junto a la entrada de la Galería Nacho, en un rincón perfecto. Luego nos fuimos a ver el Camino al Mago y las pisolitas flotantes. Pero a pesar de que los macarrones están en su sitio, y de que las gotas sobresalen más o menos igual, las pisolitas flotantes ya no estaban donde deberían haber estado. Puede ser que aparezcan y desaparezcan según no se sabe que factores. Esto es fugacidad. Está claro que volverán a aparecer cuando se den los factores adecuados. Lo contrario sería muy poco probable: la coincidencia de que unos humanos accedan a El Patio y de que se produzca en ese lugar por una sola vez un fenómeno, como las pisolitas flotantes, que no hemos observado en ningún otro lugar.
Visitamos la bella Galería del Patio hasta los pozos Costroso y Decorado. Luego volvimos hasta el Pozo Tobogán. Lo bajamos con cuidado e instalamos un reluciente y nuevecito mosquetón de acero con rosca y un cordino de 2mm para la reinstalación. Hicimos la prueba del artilugio uniendo con fuertes imperdibles las dos cuerdas y protegiendo la unión con cinta americana. El invento funcionó.
Ya en el coche el asunto giró alrededor de la música y de la lengua islandesas. Curiosamente César empezó a leer, aunque no lo acabó, Gente Independiente de Halldór Laxness, libro que le había regalado su hermana. Ese mismo libro cayo en las manos de nuestro antiguo compañero de espeleo Senen. Poco después Senen visito Islandia y a la vuelta se puso a aprender islandés. Increíbles los recovecos y nuevos paisajes que nos ofrece la vida. De cualquier forma escuchar música islandesa bajando por el Valle de Soba, y por el de Rasines, fue un placer después de la jornada espeleológica. 

Foto: Miguel F. Liria

17/1/16

Patio Aislado

Fotos: Miguel F. Liria
Texto: A. Gonalez-Corbalan


  No nos costo nada decidir adónde íbamos el domingo. Aunque con el frío que estaba haciendo no apetecía subir a Soba. Pero estaba muy claro que debíamos continuar los trabajos en El Patio. Reestructurar el sistema de acceso y balizar un corto tramo que faltaba se constituyeron en los objetivos principales.
  Miguel y yo nos reunimos en Ramales algo después de las nueve y media. La mujer de Miguel también apareció para visitar a unos amigos que viven cerca de Ramales. Quedamos en llamarla, cuando saliéramos de la cueva, para que recogiese a Miguel. Así que subimos en mi coche hablando de mil temas. Hacía bastante más de un mes que no practicábamos espeleología juntos.
Nos lo tomamos con mucha tranquilidad, al menos puedo asegurarlo por mi parte. Además llevaba una saca bastante pesada y no estaba dispuesto a sudar por ella. Así que matizaba cada movimiento necesario. Antes de llegar echamos un vistazo a la caída del Pozo Tobogán y a las grietas y galerías colgadas que serán los próximos objetivos de nuestras exploraciones. Al pasar por los resaltes y por la Chimenea del Patio recogimos todas las instalaciones: cuerdas, chapas y maillots. Nos serían de gran utilidad en las instalaciones que íbamos a realizar.
  La subida de la Chimenea del Patio me resulto bastante penosa debido a la saca que portaba. Nos reunimos de nuevo al otro lado de la ventana y transitamos las bellas galerías que ahora ya están balizadas.  Dejamos un depósito de material para realizar, más tarde, una pequeña balización pendiente en el Camino al Mago.
  Los gours del Pozo Tobogán estaban llenos de agua. Tuvimos que poner las cosas por aquí y por allá para que no se mojasen mientras nos prepararnos. Localizamos varios puentes  de roca con los que pudimos ahorrarnos bastantes chapas y mosquetones en la instalación del pasamanos. El primer pocete fue instalado con facilidad con un solo fraccionamiento. La pared es muy resbaladiza en ese lugar así que hay que poner atención para no darse un trompazo.
  Mientras empezaba a estudiar la complicada instalación del pozo final Miguel miro la pequeña galería por donde salta el arroyo. Y allí localizó un sitio mucho mejor para montar. Así que, bien contentos, nos trasladamos a la pequeña galería y en poco tiempo dejamos acabado el montaje. Sólo que hacía falta un buen mosquetón de acero, que no teníamos, y tuvimos que poner dos viejos mosquetones. Esto iba a ser un pequeño problema después.
  Lo siguiente fue terminar la instalación del pasamanos para acceder a la Galería Nacho. Allí comimos, justo en el mismo sitio que la otra vez para que las migas cayesen siempre en el mismo lugar. Yo me marché a realizar la balización y Miguel se quedo intentando desobstruir con su maza de Thor una gatera ascendente hacia el Pozo Reverberante.  Poco después, acabados ya los trabajos, nos encaminamos hacia la salida utilizando para ello la nueva instalación. Todo fue bien hasta que intentamos tender el hilo de pesca para recuperar el cabo. Aquello era muy lioso. Así que baje yo primero con un cabo y dejé a Miguel para que bajase después con el otro. Se monto un pequeño follón entre los hilos y la cuerda y los dos mosquetones. Pero finalmente Miguel llego abajo como estaba previsto. El asunto fue que al intentar recuperar la cuerda el lío que había hizo que se trabase la cuerda con el hilo. El resultado fue que se partió el hilo. En el fondo estaba cantado que eso iba a ocurrir, debido a que el hilo aguanta muy poca tensión. No está pensado para esos tirones.

  De manera que el Patio se quedo aislado. Ahora deberemos escalar, de una u otra forma por algún sitio, para acceder de nuevo al Patio. Pero no hay mal que por bien no venga. Mientras tanto haremos otras cosas. Celebramos nuestra mala suerte tomando grandes cervezas con pepinillos en Ramales. Poco después nos separábamos en Rasines.   


16/1/16

Zerene Stack



   Decidí ir el sábado a La Hoyuca para hacer unas fotos y volver a casa para la hora de comer. El domingo también tenía espeleo. Además quería ir el sábado por la tarde a la filmoteca con Marisa a ver Hrútar, la galardonada película islandesa. Así que cogí las dos maletas de material fotográfico y las metí en la saca de porteo. Para rellenar las rendijas que quedaban en la saca metí el trípode y el material de fortuna por si fallaba la iluminación (la Stenlight es casi imposible que falle).
   La carretera de Hoznayo a Riaño estaba de pena. No sabía lo que estaban haciendo pero aquello parecía más como si hubiera pasado un ejercito de tanques y excavadoras y seguidamente lo hubieran llenado de cráteres las explosiones de los morteros y las minas. Y me constaba que llevaba así varios meses… De cualquier forma conseguí llegar a Riaño en el Toyota.  El Renault Clio se había quedado en casa sin batería por el frío.
   El tiempo había mejorado algo la mañana del sábado. Crucé el prado un poco sesgado para evitar pisotear demasiado la hierba. El suelo estaba enfangado. Comprobé con alegría que la boca de la cueva es cada vez más grande y, por tanto, más cómoda. Pude evitar los chorreos que riegan la estrechez de entrada y encaramarme al corto laminador que hay más allá. No tenía muy claro que es lo que iba a fotografiar, así que deambulé durante un rato mirando el paisaje. Finalmente me incliné a realizar las fotos en el mismo lugar en el que, hace unos años, había hecho ya una. Tras la sala de la cascadita a la izquierda hay que subir un resalte y se llega a una zona de laminadores costrosos con muchas formaciones. Me quite la saca y dispuse su contenido lo más ordenada y cómodamente que permitía el terreno.
   Las fotos iban a ser en el mismo sitio que hace años. La diferencias consisten en que la cámara actual es mucho mejor y, además, los cinco potentes flashes llenan de luz las fotos (hay dos más que no caben en la maleta y que se quedan en casa).  Además, y eso es lo más novedoso, existen herramientas informáticas con las que es posible mejorar la calidad de la foto. La que me interesaba ese día es una que resuelve un importante problema que aparece en la fotografía subterránea. La profundidad de campo disminuye cuanto más abrimos el diafragma, enfocándose unas zonas y quedando desenfocadas otras. Si cerramos el diafragma tendremos que dar varios flashazos lo que conlleva un problema con los objetos o sujetos móviles. Aún cerrando el diafragma la profundidad de campo tiene sus limitaciones de enfoque nítido. Así pues es un compromiso difícil. La solución está en un conjunto de programas (Zerene Stack, Helicon Stack, etc) que permiten fusionar una serie de fotos (stack) tomando de cada una la zona que está mejor enfocada
    Durante un rato que se me hizo muy largo fui colocando los cinco flashes en posición. Dispuse los dos que permiten un control total de sus parámetros de disparo por radio en los puntos más lejanos. Entonces empecé una serie de pruebas para controlar la iluminación (ni tostado, ni oscuro). Cuando la cantidad de luz me pareció correcta fui haciendo una serie de fotos, todas iguales, cambiando sólo la distancia de enfoque. En total hice cinco aunque después me di cuenta que debía haber hecho, al menos, dos más. Esto hay que tenerlo muy claro: durante el procesamiento si una zona determinada no está enfocada en ninguna foto no lo estará en el producto final.
   Nada más acabar la serie fui recogiéndolo todo ordenadamente, empaque y me fui. A las dos estaba en casa duchándome y poco después comía plácidamente. Definitivamente un trabajo agradecido y liviano.