10/7/16

Colonial y Proletario


Unas cuantas llamadas telefónicas permitieron ajustar la visita a la Sima de la Higuera para el domingo 10 de julio. David podía, su trabajo es muy intenso durante el verano, y J.Carlos de nuevo se ofreció como ayudante después de la sesión del jueves. Además hubo que gestionar mediante emails el permiso para la Sima de la Higuera. Se trata de una de las cavidades más valiosas del territorio español. Finalmente, gracias a Andrés Ros, no hubo ningún problema en la obtención de los permisos. Además, gracias a la generosidad de Mavil, pudimos conseguir todo el material necesario para la sima: unos 100 metros de cuerda (80+20), más de 20 mosquetones y chapas. Por suerte las chapas no fueron necesarias ya que la instalación de acero inoxidable esta puesta en fijo (parabolts y chapas).
Actualmente el mejor acceso a la sima discurre por un corto sendero que crestea el monte, al sur de Pliego, en donde se encuentra la boca. Casi al final la senda baja unas decenas de metros hasta alcanzar la verja de entrada. El paisaje hacia el norte, atormentado por los vientos que vienen del Sahara cargados de polvo amarillo, me inquietaba. La higuera seguía allí, dándonos su maravillosa sombra, a pesar de la intensa sequía. Y sus raíces viajando hasta el fondo de la sima. Abrimos la verja con la llave que nos habían proporcionado en el bar de Pliego.
En pocos minutos pude instalar los pozos ya que todo está puesto en el lugar obvio y adecuado y no hay duda en cuanto a su seguridad. Detrás de mi bajo J. Carlos y cerrando el trío venía David. Los días anteriores había dudado de la conveniencia de ir con J.Carlos a la sima debido a su falta de experiencia en verticales reales (es decir que no sean zonas de prácticas en el exterior; la opción que estuvimos barajando fue la Cueva del Farallon/Bosque de las Espadas). Sin embargo todo se desarrolló sin contratiempos: J.Carlos está deseoso de aprender.
Cuando llegué abajo me despoje del equipo vertical y espere en completa oscuridad. Es gratificante poder encontrar un lugar fresco, sombrío y silencioso hoy en día. Mis compañeros llegaron en breves minutos y también se despojaron de los cacharros. Siguiendo la magnífica y robusta balización que han realizado los murcianos llegamos en pocos minutos al lago y a la Sala del Paraíso. Como siempre, y a pesar de las numerosas ocasiones en las que he estado, la Sala del Paraíso me produce una sentimiento de auténtica maravilla. Es algo reverencial y religioso. No cabe duda de que estamos ante uno de los paisajes subterráneos más singulares que alberga el planeta Tierra.
Mientras David y J.Carlos asentaban todo en un punto adecuado para cambiarse de ropa y extender las cosas yo dispuse los flashes para una primera tanda. Después de unas cuantas pruebas tuve que cambiar baterías a dos flashes y cambiar de posición a uno. Comenzamos la primera tanda de fotos con el traje claro y el sombrero, un aire colonial, entre el bosque de aliens. Una vez hechas suficientes fotos con ese traje pasamos a realizar una segunda tanda en la misma zona pero con el traje oscuro y la gorra. La gorra le daba a David un toque proletario. En un momento dado decidimos prescindir de la chaqueta y usar solo chaleco. Más proletario aún. David podía mantener una expresión determinada durante largo tiempo. Pero me decía que echaba en falta algo de orujo o ginebra para coger el punto...  Finalmente nos trasladamos a la zona de las nubes para una última sesión con el traje oscuro solo con chaleco.
La salida fue en el mismo orden. J.Carlos ascendió sin problemas. David se encargo de desinstalar. Fuera nos esperaba un horno seco. Entre las cuatro y las  cinco aterrizamos en la Plaza de Pliego. El bar donde íbamos a devolver las llaves estaba todavía cerrado así que nos fuimos a beber algo fresco en otro sitio (había que programar los recorridos por las calles para eludir el sol). Poco después nos despedíamos. Cada uno hacia su casa con el aire acondicionado a tope. 




7/7/16

Devota y Mariposa


Mientras en el norte de España las exploraciones  subterráneas continuaban impulsadas por el buen tiempo, las vacaciones y los campamentos de verano, aquí en el sur el sol hacia estragos en el ánimo de todos. Mavil acababa de ser hospitalizado para una intervención en una vértebra que le pinzaba el nervio ciático. Su amarga estancia en el Hospital de Molina se desarrollaba a primeros de julio. Juan Pablo Solvez le acompañaba en el trance ayudándole en todo lo que podía. Me fui a verles, previamente había hablado con ellos, una tarde en que las calles de Alguazas eran un horno. La ventaja de ir a verles a esa hora era que el Hospital disponía de un maravillosos aire acondicionado. Por supuesto era muy importante dejar el coche a la sombra sopena de encontrárselo inhabitable a la vuelta.
Habían bajado al quirófano a Mavil. Mientras tanto le plantee a Juan Pablo la posibilidad de hacer una sesión fotográfica con alguna, o algún, modelo en los próximos días. Enseguida pensamos en Esther, de Hellín, y en David, el Bicho para los amigos. Tras un unos cuantos wassaps y algunas llamadas quedamos emplazados con Esther de modelo y J.Carlos de ayudante para la tarde del jueves 7 en Fortuna. El objetivo era la Sala de las Excéntricas del Solins. Mientras tanto subieron a Mavil a la habitación. Se encontraba bastante bien. El medico dijo que la operación había salido perfectamente.
La tarde del jueves pasé por casa de Mavil, recogí a Juan Pablo y nos reunimos en el centro de Fortuna con Esther y J.Carlos que habían llegado desde Hellín. Eran las seis de la tarde y el calor todavía apretaba. Después de tomar unas coca-colas para espabilarnos condujimos con calma hasta Las Casicas. La pista del Solins permite aparcar muy cerca de la entrada de la cueva. Sin embargo tardamos algo más de lo usual debido a que Esther tenía puesto un tornillo en el pie, producto de un accidente, y estaba convaleciente de otra operación más reciente. Fue muy valiente por su parte ir a meterse en una cueva para actuar como modelo. De cualquier forma fuimos subiendo por la ladera de pinos siguiendo la senda lo mejor que pudimos hasta la boca de entrada. Hacía más fresco dentro que fuera lo cual fue de agradecer.
A unos 30 metros de la entrada encontramos la mayor colonia de opiliones que haya visto jamás en ninguna cavidad. Formaban una masa compacta en un rincón de la galería. Pero no teníamos ni tiempo ni ánimos para comenzar a fotografiarlos. Debido al número de años que habían pasado desde la última vez que estuve en el Solins me despiste un poco y tuve mis dudas. Pero fue menos de un minuto el tiempo que perdimos en esas dudas. Pasamos todas las galerías y estrecheces sin pausa. El paso más estrecho estaba claramente ensanchado. Ya no es una estrechez, simplemente es una zona un poco más estrecha. La gatera de barro si me pareció tan pesada como siempre. Pero era lo último que había que luchar y desembocamos, sin más contratiempos, en la Sala de las Excéntricas.
Lo primero que hicimos fue asentarnos en un lateral. Luego dispuse los flashes. Prácticamente no los toqué en el resto del tiempo. La primera tanda de fotos fue bajo el conjunto de excéntricas con el traje de colores claros. La segunda tanda fue en el mismo lugar pero con el traje negro. La tercera y última tanda fue entre las estalagmitas con el traje negro y actitudes devotas o religiosas. En general todo fue muy bien. Lo más difícil fue que la modelo encontrase su propia expresividad.
Nuestro recorrido de salida fue más rápido que el de entrada. En total fueron unas seis horas de coche a coche. Eran más de la una de la madrugada. A pesar de las ganas de tomar algo y charlar todos teníamos que hacer cosas al dái siguiente. Esther y J.Carlos tomaron rumbo a Hellín y yo lleve a Juan Pablo a casa de Mavil. La noche estaba preciosa y me sentía satisfecho con la sesión realizada.