13/9/17

Ancianos (El Río de la Vida)




El resultado de una prueba

Primera parte (de Marzo a Agosto del 2017)

En marzo hablé con la madre de Mavil y luego con Juan Parra. Quería que posase, si no la una sería el otro, en una mecedora ante el laguito de la Cueva de Isla Plana en el cual nadaría un, o una,  joven. El día 13 de junio, pensando que la foto era inminente, me fui a hacer unas pruebas. Había unos buzos y aproveche para intentar hacer una foto en que todo quedase bien. Pero eso era muy complicado: luz del día entrando, agua del lago, persona dentro del agua y persona fuera del agua. El problema de que no estuviesen movidos los modelos y que la luces fueran coherentes en la escena me pareció dificultoso. Cuando miré las pruebas entendí que no era posible -sin un trabajo de fusión de varias tomas- conseguir lo que deseaba.
Al día siguiente de haber quedado con Juan Parra éste me dijo por teléfono que no podía ir a hacerse la foto. Le iban a operar de cataratas en pocos días. Hasta que no le operasen no se movía. Cuando fui a hablar con la madre de Mavil me quedé de piedra. Se negó porque, al no gustarle cuevas, ni montañas, ni sitios salvajes –salvo el mar-, ella sólo podría transmitir una impresión falsa en la foto. Falsa admiración o falsa sorpresa o falso lo que fuese. Y eso no tenía sentido para ella, me dijo. Entonces pensé en mi tío Pepe. Me pareció que tenía buena pinta y que se movía con suficiente agilidad para bajar las escaleras de la cueva. Le llamé por teléfono. Estaba en ese momento en su casa de la playa pero me dijo que la semana entrante iba conmigo a hacerse la foto.
El día 16 de junio volví a hacer más pruebas y conseguir la luz ideal para modelo y paisaje. La técnica de fusión iba bien pero me di cuenta de un defecto: hay que tener mucho cuidado con los elementos que varían en las dos o tres tomas. Modelo y silla forman una unidad. Paisaje circundante otra. Además conviene que la profundidad de campo varíe muy poco.
El día 18 de junio Pepe me llamó desinflado. No podía ir porque él no estaba para esas cosas. No me dio explicaciones. Quizás fuera que había leído acerca de los buzos ahogados en la exploración de esa cueva o quizás su mujer, mi tía Mari, no se sintiese cómoda con la idea de que su Pepe se metiese en un agujero. Empecé a preocuparme seriamente. ¿Acaso no iba a encontrar ningún persona mayor, o anciano, para hacer una sencilla fotografía sentado en una mecedora? Decidí hablar con Paquita, una maravillosa persona, prima de mi madre.  
El día 19 de junio me acerque a ver a Paquita. Antes de pedirle que se hiciese la foto le enseñe un montón de fotos ya realizadas. Al principio albergaba muchas esperanzas con ella. Pero he aquí lo que me dijo: ella no se veía en eso, que estaba mal para ir tan lejos. Intenté convencerla unos minutos pero fue del todo inútil. Con este último caso, y si incluía el caso de Marujín para una foto similar en Cantabria, ya eran multitud los ancianos que se habían negado a posar dando unas razones u otras. La desesperación era una opción planeando sobre el paisaje anímico...
En dos lugares habitados por ancianos lancé una oferta de 50€ por posar en la foto: el Hogar de la Tercera Edad de Alguazas y el bar de Isla Plana donde se reúnen a jugar al dominó. El Hogar es un desierto en esa época del año, pleno verano, y no había nadie que sirviese. Sin embargo en Isla Plana un hombre mayor se interesó del todo. Pero cuando supo que había que bajar al laguito de la cueva, unas escaleras cómodas a plena luz del día, se negó. Allí se habían ahogado varios buzos y los fantasmas de esas personas iban a intentar dañar a cualquiera que baje allí. De nada sirvió explicarle que en todos lados ha muerto gente, incluidas las playas de Isla Plana, y que por esa regla de tres no deberíamos ir tampoco a esos sitios…
             Poco después se me ocurrió una brillante opción que me pareció sencilla y clara. Mi amiga Lola, profesora en el IES de Archena, y ya jubilada de su actividad profesional, posee una hermosa figura a pesar de haber superado hace tiempo los 70. Desde mi punto de vista era una opción ideal. Me costó varios días conseguir hablar con ella y tuvimos una larga charla. Después de explicarle mi proyecto ella me desgrano su situación personal. Me vino a decir que tenía tantos asuntos por gestionar, casi todos debidos a enfermedades de familiares, que no tenía tiempo ni de responder los whatsApps, ni de hablar por teléfono, ni de nada. Me dio ligeras esperanzas y me dijo que de poder solo lo sabría sobre la marcha. A lo largo del verano mantuve una chateo continuo con ella. Sólo respondió con un mensaje a los centenares que yo envié. Estaba dispuesto a enfrentar cualquier dificultad para realizar un buen trabajo. A finales de agosto Lola me hizo una llamada que se perdió. En breve le devolví la llamada pero ya no respondió . En días posteriores intenté, sin éxito, que me cogiese el teléfono más de veinte veces. Estaba claro que la cosa no iba bien. Pensé entonces en alguien que, por su cercanía a mí, había descartado hasta ahora. 



La madre de Mavil

 
Juan Parra y un amigo



Paquita

Segunda parte (Septiembre del 2017)

            Mi padre tiene 92 años, casi 93 ya, pero se mueve perfectamente. Camina kilómetros sin dificultades; baja y sube escaleras sin mayores problemas. La única dificultad es que se le olvida en unas horas la mayoría de lo que sucede a su alrededor. Sin embargo recuerda detalles ínfimos de su pasado: desde su infancia hasta la sesentena o más. En consecuencia si le explicaba que iba a posar en una foto podía parecerle bien pero pasadas unas horas, mientras íbamos en el coche, se le habría olvidado y de nuevo tendría que explicárselo. Decidí arriesgarme. En realidad no tenía nada que perder. Fijé la fecha de la foto: el miércoles 13 de septiembre.
            La noche anterior le expliqué a mi padre lo que íbamos a hacer por la mañana en Isla Plana: una foto con él sentado en un sillón. Como persona joven posaría en bañador Loli, una de las cuidadoras de mis padres, joven de unos 20 años guapa y encantadora. Por la mañana seleccionamos la ropa de mi padre e incluimos una chaqueta clásica. Como a las diez y media estábamos los tres en el coche saliendo de Alguazas hacia Mazarrón/Isla Plana. El calor iba notándose.  Eran ya las once pasadas cuando fuimos bajando todos los trastos por las escaleras de la cueva. Mi padre necesitó un poco de ayuda pero para la edad que tiene puede considerarse fantástica su forma física. Por suerte no había nadie ni buceando ni bañándose que interfiriese con nuestro despliegue. En verano es muy raro poder estar allí en soledad.
            Mi gran sorpresa fue la hermosa iluminación que producían los rayos solares en el agua del lago. Era debido a que su orientación e inclinación tenían los valores críticos para que incidiesen en pleno lago. En ese sentido la foto no iba a ser la misma que imaginé cuando, hace meses, hice las pruebas. Al principio eso me desconcertó un poco pero supe reaccionar adecuadamente y, con flexibilidad, aprovechar el nuevo encuadre que se me ofrecía. Hice las fotos de paisaje general y luego dispuse tres flashes, no eran necesarios más, y bajé la velocidad a 1/50 sg para congelar a los modelos en su posición. No necesité demasiadas tomas. Posaban bien. Finalmente, considerando la posibilidad de un collage que mostrase la mayor parte del lago, hice tres tomas de paisaje rotando la cámara, para cada toma, unos 45º grados más hacia la derecha. Antes de la una habíamos acabado y nos apresuramos a recoger. Había que volver rápido para hacer la comida y sobre todo para que mi anciana madre no se inquietase por nosotros.
            Ya de vuelta mi padre estaba feliz de haber vivido esa pequeña aventura. Nos quería invitar a tomar cervezas y tapas en Mazarrón. Pero otras obligaciones y deberes nos esperaban en Alguazas. Aunque bien habría estado disfrutar de esos felices momentos sin ningún recorte… y telefonear a mi madre para que siguiese tranquila.

 Mi padre

 Loli

10/9/17

Actores (Ejecutivos sin Tiempo)



José Almansa, Rocío y David Dadis

Primera parte (Málaga)

Durante la última quincena de agosto pasé con mi familia unos días en Málaga. Teníamos una hermosa casa en la costa, a las fueras, a unos cinco kilómetros del centro. Aparte de ir a la playa todos los días, fuimos varias veces al centro de Málaga y realizamos algunas excursiones por los pueblos cercanos. Un día, estábamos paseando por el centro, me sorprendió la actuación, performance o estatua, que representaban dos chicos jóvenes. Se trataba de dos ejecutivos a pleno rendimiento, ambos con sus trajes y zapatos de marca, sus móviles en la oreja, su maletín de ordenador el uno y su maleta Pepe Jeans el otro; en fin una puesta en escena magistral. Pero lo mejor era la fuerte crítica social que transmitían con su actuación. Algo que irritaba a más de uno, al sentirse tocado por esa imagen, pero que fascinaba a la inmensa mayoría.
Esos actores se me habían colado en la retina. Unas horas después seguía pensando en ellos. Y al día siguiente también. Llegué a la conclusión de que eran perfectos para una sesión de fotos en una cueva. No había sabido verlo en el primer momento. Como opción inicial se me ocurrió hacerles la foto en la Cueva de Nerja. Antes de ir a buscarles llamé a información y me dijeron que mandase un email al encargado de Conservación de la Fundación Cueva de Nerja para solicitar un permiso. Di por hecho que no me iban a poner problemas para hacer las fotos.
Dos días después me acerqué, era por la mañana, al centro de Málaga para hablar con ellos y proponerles una sesión. A pesar de dar mil vueltas por la hermosa zona monumental de Málaga -y de preguntar a otros actores callejeros acerca de ellos- no di con los actores por ningún lado. Me sentí desanimado ya que nos quedaban sólo dos días de estancia en Málaga. Además era finales de agosto y, según mi punto de vista, resultaba muy probable que hubiesen cambiado de aires. Navegando por la red Marisa dio con ellos: DadisyAlmansa se llamaban a sí mismos. Aparte de ser de Almería solo pude localizar sus páginas en Twitter y Facebook. Pero allí no había ningún número de móvil, ni tampoco email. Dado que mi hijo posee cuentas en las redes sociales le pedí que entrase en contacto con ellos para pedirles su número telefónico.
 Con el conservador de la Fundación Cueva de Nerja tuve un intercambio de emails ejemplar en cuanto a comportamiento clientelista en esta España de taifas/autonomías/ayuntamientos/fundaciones/otros. Sin embargo una breve investigación me mostró varias alternativas interesantes muy cercanas a Málaga. Entre otras la Cueva del Tesoro en el Rincón de la Victoria, importante población a unos diez kilómetros al este de Málaga. El lunes veintiocho de agosto por la tarde nos acercamos a ver la Cueva del Tesoro. Se trata de una cueva hipogénica formada por las aguas marinas y emergida posteriormente al bajar el nivel del mar. Las formas redondeadas y llenas de recovecos, típicas de las cuevas hipogénicas, producían una impresión de misterio difícil de igualar en otros tipos de cavidad. Lo que añadido a su amplitud, la buena urbanización del los caminos interiores y la suave iluminación la hacía perfecta para la foto. Pero no había conseguido contactar con David Dadis, ni tampoco con José Almansa. Yo les hacía en Almería.   

Segunda parte (Sorbas)

            En el entreacto había trasladado mi persona y enseres a Murcia. Parte del tiempo con la familia y parte en la costa. Las gestiones de mi hijo a través de Twitter habían seguido su curso. Finalmente tuve el teléfono de David Dadis. Le mandé un whatsApp y poco después hablé con él. Seguían en Málaga pero estaba en el aire que viniesen a Almería para realizar alguna actuación el fin de semana del nueve/diez de septiembre. Quedamos en confirmarlo sobre el día cinco. Por otra parte contacté con la oficina de información de la Cueva de Sorbas y pude hablar con el responsable de visitas. Aunque, usualmente, no dejen hacer fotos cuando le expliqué nuestro proyecto y sus objetivos no tuvo ningún inconveniente en apoyarnos. Además de dejarnos hacer las fotos nos pondrían un guía para acompañarnos a los puntos de realización de las tomas. Quedamos en confirmar fecha y hora cuando supiera la agenda de DadisyAlmansa. Y, por fin, tuve la satisfacción de confirmar una cita para hacer la foto con ellos el domingo diez de septiembre a las cinco en la Cueva de Sorbas.
Desde la zona de Murcia en la que habitaba hasta Sorbas el navegador daba una hora y media más o menos. Teniendo en cuenta que, antes de realizar la foto, me interesaba ver las localizaciones y de que deseaba hablar antes con la gente que lleva las visitas decidí irme pronto. El domingo a media mañana, utilizando la E15 hasta Vera y luego la A7, me acerqué a las Cuevas de Sorbas. En realidad en el karst de yesos de Sorbas hay muchas cuevas. La que convenía usar para realizar la foto, considerando la cantidad de trastos que teníamos que llevar, era la que llaman Cueva del Yeso (o del Barranco del Infierno) y en ésta la ruta básica. No me hizo falta visitar personalmente las localizaciones. Había varias topografías excelentes y libros de fotos donde se podía evaluar el interés de cada localización. Después de mirar con cuidado todos esos detalles comí en la terraza del restaurante que hay allí mismo. Y luego hice algo de tiempo leyendo.
A las cinco estaban en Sorbas DadisyAlmansa. Se habían pasado un kilómetro de la desviación a la entrada de las cuevas pero enseguida dieron con ello. Nuestra guía, de nombre Rocío, era una chica encantadora que nos facilitó gorros y cascos con iluminación de leds a los tres. Metimos los trajes en una funda de plástico y repartimos bultos. La maleta Pepe Jeans la llevaría David, los trajes José, la saca de flashes y trípodes Rocío y yo la mochila de cámaras. Aunque le ofrecí a Rocío llevar la saca pesada ella me dijo que estaba acostumbrada a llevar sacas en cañones y cuevas. Además era escaladora. En fin, una chica a la que le gustan los deportes de aventura y enfrentarse a las dificultades.
Un breve paseo nos llevó a la entrada de la Cueva del Yeso. Hasta la boca se recorre un curso de agua estacional embarrancado; es decir la boca es una surgencia. La ruta básica consiste en un recorrido a lo largo del curso de agua subterráneo que en época estival esta seco por completo. Llaman la atención los enormes cristales de yeso que brillan por doquier en las paredes. Caminando erguidos, salvo un breve tramo en que se gatea, en unos quince minutos accedimos a una interesante sala, creo que la llaman la Sala del Estrato, que me pareció adecuada. Aunque también me habían gustado las galerías de tránsito y una sala un poco antes. La dificultad en esta sala era encontrar un sitio plano con suficiente amplitud para la puesta en escena. Y también eliminar, de la imagen final, las ramas empotradas por el río en algunas zonas laterales.
Encontré una posición para las tomas retirándome un poco hacia el fondo. Podía controlar la posición de los actores, en el tercio izquierdo o en el tercio derecho del encuadre, según me interesase. Se veían bien el techo plano y la paredes cuajadas de gordos cristales de yeso. Hice unas pruebas de iluminación con Rocío y enseguida empecé la sesión en sí. En una hora había tomado suficientes fotos como para tener material de sobra. Recoger nos costo muy poco tiempo.
La charla entre Rocío, David y José fue un gran ejemplo de lo que viven los jóvenes españoles para salir adelante. Me parece bastante heroico el enfoque vital que sobrellevan. Hemos desembocado en un mundo de inseguridades vitales pero hay algunos que agarran el toro por los cuernos. En realidad siempre ha sido un poco así. David Dadis me contó que, aunque ha estado en muchas capitales europeas -incluidas Londres, Berlín, Madrid y Barcelona-, en donde mejor les han tratado autoridades y público es en Málaga. También que ha ido puliendo su personaje, el ejecutivo, teniendo que recortar algunos elementos excesivamente provocativos. Más tarde añadió a José Almansa lo que le dio una fuerza mayor a la puesta en escena. José Almansa me contó que, aunque tiene ancestros en Sorbas, nunca había oído hablar ni había visto la cueva. Cosas del destino.
Durante la vuelta a Murcia asistí a un hermoso atardecer. Las cosas habían salido extraordinariamente bien después de todo el lío. Y había tenido la suerte de conocer a unas personas maravillosas. ¿Qué más le podía pedir al día?  


En la Sala del Estrato