29/4/06

Miradita (29/4/2006) Rubicera

               También había sopesado entrar a Garma Ciega con Wichi y los del AER. Bajar hasta el sifón de Garma y estar todo el puente, o al menos hasta el domingo, no cuadraba con mi estado de ánimo ni con mi entrenamiento. Lo descarte. Antes siempre iba por la reunión del SCC los viernes por la tarde a las ocho. Pero fui perdiendo la costumbre porque me resultaba depresivo no encontrar plan para hacer espeleo en un club de espeleo. Por fin ese fin de semana, 28 de Abril del 2006, decidí  acercarme por la reunión estimulado por Julio quien me predijo una importante afluencia de gente interesada por salir de espeleo!?¿.....A las ocho y media, para dar margen, me presente por allí y no había nadie. Al cabo de unos minutos llegaron Javi  y Jose Miguel que, aunque no pensaban salir, si preparaban para la semana siguiente una salida a un cañón en Orduña. Justo se coge el cañón a la salida de Goba Haundi. Pero de espeleo nada. Cuando ya me iba, pasadas las nueve, apareció Julio en su moto y, procedente de Vega de Liébana, Ernesto con mono de trabajo. Con que mucha gente interesada en hacer espeleo...eehh... A bocajarro le pregunté a Julio si salíamos o no el sábado y quedamos a las nueve y media en Solares para ir a conocer más a fondo las galerías fósiles de la Rubicera.      
                A la mañana siguiente Julio se tomo un café en Casa Enrique de Solares y encargo un bocata en un bar de Arredondo. No le había dado tiempo a desayunar en casa y, además, se le olvido la documentación y el dinero. Así que le preste 20 € para que pudiera alimentarse.  Nos cogió de sorpresa  el ambiente frío que, para las fechas primaverales que discurrían, resultaba extraño. Nos fuimos por la senda de las cornisas con un viento fresco que  molestaba pero te secaba el sudor. Julio apenas recordaba nada de su visita, hace un año, a la Rubicera. Le indique algunas referencias claves para que pudiera volver cómodamente sin necesidad de un guía. El grupo de hayas solitarias. Las trazas de senda que, manteniendo la altura, nos llevan hasta la primera canal. En la primera canal había una cuerda instalada que me pareció del todo innecesaria. Y la segunda canal también estaba instalada. Cuando alcanzamos el hall de la boca sur de la Rubicera un grupo de tres espeleólogos abandonaba este punto. Pensaban llegar al pozo de 30 -en la travesía Rubicera-Mortero-, instalarlo y salir de nuevo.
                Dejamos la cuerda que habíamos traído al lado de la entrada. La pendiente por la que se accede a las grandes galerías esta formada por una colada de barro blanco compactado en la que se han tallado peldaños enormes. Es el trabajo de algún desconocido espeleólogo pionero. Al salir de la pendiente perdimos la luz y ganamos la oscuridad. Una nueva forma de luz crea las formas más que iluminarlas. Un poco más adelante, en el camino hacia el interior de la cueva, hay una formación que me llama la atención siempre que paso. Se trata de una pequeña estalactita, con la punta aplanada, torcida respecto a la vertical que sugiere una dirección dominante en el viento. Te recuerda el badajo de una campana. Yo la llamo así. Es una referencia. La estrechez entre bloques me pareció menos estrecha que las demás veces que he pasado. Se me ocurrieron tres posibilidades:
a)       Realmente el paso de la gente ensancha la estrechez       ó
b)      yo soy cada vez más pequeño       ó
c)       al acostumbrarse la mente ve las mismas cosas de distinta manera.
me inclino por  la tercera opción.
Decidí que fuéramos por  una ruta que conocía solo parcialmente de una entrada con Moisés y Luis. Se toma poco después de la estrechez, cuando se emerge en las primeras amplias galerías, siguiendo una bifurcación a la izquierda que asciende suavemente por una pendiente arenosa hasta alcanzar una modesta galería con una corriente de aire notoria. Esta galería es de formas muy definidas, pero suaves. Hay algunos resaltes divertidos y al cabo de unos minutos se desemboca en una gran sala a media altura. Alguien, no recuerdo quien, me dijo que bajando al fondo de la sala a la derecha, como volviendo hacia atrás, se accede a un punto de la travesía cercano a la Sala de la Teta. Y así fue. Primero intentamos descender directamente por la derecha de la sala pero no hay paso. Se debe bajar por donde esta más marcado , a la izquierda, y luego volver hacia abajo a la derecha.  Así se llega al comienzo de una cómoda y amplia galería que, bajando suavemente, nos dejo a un minuto de la Sala de la Teta. Lleve a Julio a ver la Teta que, aunque hace un año paso por aquí, no conocía. Se trata de una gran estalagmita de unos cuatro metros de altura de forma casi cónica y rematada por un evidente mamelón. Nos entretuvimos cogiendo agua de los goteos que hay al lado de la Teta y luego nos metimos, un poco más allá, por un coqueta galería resplandeciente en la que nos sentamos a comer. Julio saco un enorme bocata de tortilla de patatas del que no dejo ni una miga. Yo fui más modesto. Pero nadie se quedo con hambre.
Sin descansar apenas lleve a Julio a ver unos pelos de cristal que se encuentran a dos minutos de la Teta por la galería que se toma justo hacia el norte desde ésta. De que mineral se trate es un misterio para mí. Nos pilla el entusiasmo y seguimos más allá de los pelos. Creía recordar que, enseguida, no tendríamos opciones para continuar por esta galería. Pero esto no es así. La galería se fue prolongando, siempre en dirección norte, con algunas desviaciones. Y con formas muy atractivas que aún nos animaron más. Al menos anduvimos medio kilómetro. Cruzamos por una sala con algunas desviaciones y llegamos a un desfondamiento con un pasamanos quitamiedos. Un poco más allá escuchamos un torrente cayendo y nos asomamos a un pozo lateral por el que se perdía, hacia arriba, una cuerda ascendente. Debe ser la zona en que los del SEII están haciendo escaladas. Por un lateral a la derecha llegamos a una galería algo incómoda --por culpa de un laminador-, y proseguimos un poco más hasta vislumbrar más desfondamientos e incomodidades. En este punto nos dimos por satisfechos y comenzamos a volver. Julio se declaro un poco cansado.
Desde la Sala de la Teta a la salida tardamos, más o menos, una hora y desde la salida hasta el coche, incluyendo una paradita para ordenar un poco todo, otra hora. El tiempo seguía tan frío o más. Mientras nos cambiábamos Julio se apercibió del coche de la Guardia Civil bajando de los Collados del Asón. Precipitadamente guardamos todo y nos vestimos de personas. Tuvimos suerte de que pasaran de largo. Deben andar con la mosca tras la oreja después de que en Semana Santa hubiera tres rescates de espeleo: dos por pérdida y uno por el accidente de una chica.  Hay que andarse con ojo por lo de los permisos.  

8/4/06

Gypsum (8/4/2006) Luna Llena

  El sábado  8 de abril del 2006 fui con Moisés y dos chicos del último cursillo - Eduardo y Rafael- a las nuevas galerías de la Torca de la Luna Llena. Solo que esta vez íbamos a entrar por la mina y no por la torca hasta la celebrada conexión. No nos entretuvimos mucho en Monpía. Metimos las cosas en mi coche y en media hora estábamos en Toporías.  Las cosas extendidas por el suelo me llamaron la atención. Monos de tela, carbureros inusuales y sacas pequeñas. Los nuevos me sorprenden. Son hijos de un veterano espeleólogo del SES. Moisés se entretuvo haciendo pedazos pequeños los tochos de carburo para que pudieran entrar en los carbureros. Yo traía de mi casa el carburero con una carga. Me gusta tener todos los elementos del equipo preparados y uno de los detalles es llevar puesto el mono interior desde casa, sobre todo en días fríos y lluviosos. Te ahorras un desagradable cambio de ropa; solo con quitarte lo que lleves encima y ponerte el mono exterior y las botas ya estas listo. Sobre estos temas hay una gran variedad de costumbres. Por ejemplo, la gente del AER siempre va hasta la boca de la cueva con cómoda ropa de monte y luego se cambia allí.  Por el contrario hay muchos espeleólogos que se ponen encima todo, incluso el equipo vertical, lo cual puede ser un gran tormento en la mayoría de las aproximaciones medianas o largas.
                Del coche a la entrada de la mina, a esa entrada, hay cinco minutos. En cuanto llegamos a la boca, sorteando un amplio charco fangoso, me di cuenta de que me recordaba algo bien conocido por mí: El Soplao. Y poco después de entrar la familiar sensación de andar por la mina del Soplao se instalaba para no abandonarnos hasta la llegada a las galerías naturales. Las viejas instalaciones de raíles y vagonetas tienen un aspecto ligeramente más nuevo que las del Soplao. Encontré los raíles, e incluso las traviesas, bastante bien conservados. Había vagonetas de varios tipos y en un rincón vimos unas catas -cilindros de roca largos extraídos limpiamente para estudiarlos-. Curiosamente el conjunto de galerías mineras y sus varias desviaciones me pareció más rico que la  de la mina del Soplao. También encontré, así de primeras, algo liosa la ruta; pero me imagino que en un par de recorridos más esta sensación desaparecería. Además Moisés fue extremadamente deprisa en toda esta zona, quizás porque deseaba llegar a las galerías de la Luna Llena o quizás porque le aburre. De cualquier forma yo iba con la lengua fuera y me costaba trabajo memorizar la zona.
                Desde las galerías mineras tuvimos que tomar una bajada con escaleras de roca y un tramo metálico poco fiable para desembocar en la galería principal de Udías que seguimos, a la izquierda,  hacia el noreste rumbo a Novales. Se llega a un punto en que hay un depósito de agua a la izquierda; Moisés demoro el ponerse todo el equipo hasta la llegada a este punto. Desde aquí nos metimos una veintena de metros por una estrecha y alta galería, perpendicular  a la principal, hasta una incómoda gatera a mano izquierda llena de barro arcilloso muy pegajoso. A partir de aquí estuvimos pringados por completo. El  pozo ascendente que continua la gatera también tenía barro en las paredes. En realidad el pozo tiene dos sectores de unos 20 metros cada uno unidos por una ventana con una plataforma en la base del segundo sector. La salida por arriba es una zona de plataformas con una pátina de barro resbaladiza y asquerosa. Luego hay que subir un resalte también marcado por el barro. Vamos un desastre barroso en toda regla. A partir de este punto tenemos ya las galerías de la Luna Llena. El barro es, con todas, el principal responsable de la decoración de esta primera parte.
En la cabecera de los pozos sacamos el equipo de topo: medidor de distancias láser, brújula-clinómetro y material para apuntar los datos. Moisés con la brújula, Rafa con el medidor láser y yo apuntando.  El medidor láser es particularmente preciso. Emite un pulso de color rojo que se refleja en cualquier superficie y la medida se hace por el tiempo de ida y vuelta del pulso. La galería que continua  zizagea en ángulos hasta encontrar un importante desfonde que se pasa en oposición asegurado por un largo pasamanos. Los movimientos requieren esfuerzo en algunos puntos. Me siento algo decaído por una gripe en ciernes. No lejos del pasamanos abandonamos esta galería, que ya está topografiada,  y nos metemos a la izquierda por un importante ramal. El proyecto es topografiar la parte final de este ramal.  A esta galería se puede acceder por varios conductos. Nosotros tomamos un corto laminador arenoso que no tiene dificultades y que nos ahorra desfondes y similares.
La galería se convierte en un cómodo conducto arenoso con algunos desfondes  y resaltes. Al cabo de poco llegamos a una galería lateral sin explorar y nos metemos por ella. Empiezan a proliferar  excéntricas con una textura fibrosa que adoptan formas caprichosas en que abundan espirales y helicoides.  El tamaño de las excéntricas y su abundancia es más que notable. Casi explosivo. Creo que no he visto nada parecido en este tipo de excéntricas. Al principio empezamos a hablar de mirabilita pero cuando llego a casa y miro por Internet algo sobre la mirabilita descubro que es imposible que lo sea. La mirabilita no posee esa textura, es sulfato de sodio hidratado con 10 moléculas de agua y es muy inestable; si no existe una humedad muy alta se descompone en un polvo blanco al cabo de un rato. Y las galerías de las excéntricas, que forman un laberinto, son muy secas. Buscando algo más en Internet caigo sobre una imagen calcada de lo que he visto. Son gypsum flowers, es decir flores de yeso. Me maravillo de las estructuras tan hermosas que puede formar el yeso.
Al cabo de un rato nos encontramos en un desfonde donde finalizamos de topografiar la galería. Sin equipamiento no es posible atravesar este desfonde. Volvemos hasta un lugar cómodo para comer. Durante la comida decidimos volver ya hacia la salida. Y al volver Moisés, que anda muy excitado por la exploración de todos los ramales, se nos despista durante una rato. Nos volvemos a juntar  para ir mirando algunos ramales aún. Un par de veces hay que esperar pues Edu se ha dejado la saca en algún sitio. De bajada topografiamos el pozo y la conexión. Al volver por la mina hay una zona donde se embalsa agua muy limpia en la que se puede lavar el equipo. Dejo a todos en esa tarea y salgo al exterior para poder descansar un rato y hacer algunas llamadas. Concluyo,  como muchas otras veces, que para llegar a algunas maravillas hay que arrastrarse por el barro. Como la vida misma.