31/12/04

Atcfye (31/12/04) Mina de Jaravía

La Mina de Jaravía


   Mavil se acaba de mudar de casa en Molina y Dani le enseña a hacer presas de escalada. Yendo de Murcia a Lorca en el Toyota oigo a Dani contar a Mavil los problemas que ha tenido ayer  con los moldes de las presas que flotan-como-una-ballena. Desde Lorca nos desviamos hacia Aguilas y Calarreona. nos decidimos por lo último. La autovía supera un puerto de escasa altitud y luego se desliza hacia el mar con suavidad entre colinas desérticas, oasis y zonas de invernaderos. En la luz clara y diáfana del sur, el paisaje, árido, se perfila con nitides. El mar envuelve por el sudoeste la tierra de all-the-colors-for-yuor-eyes y resuelve la costa de Terreros en mil pequeñas calas. Poco después alcanzamos una desviación hacia Pulpí y tras dos kilómetros aterrizamos en Jaravía. Tenemos claro que hay que mantener la boca cerrada mientras tomamos unos cafés servidos por una dulce quinceañera que no tiene muy claro todas las variantes de cafés que existen. La boca cerrada pues la Mina de Jaravía tiene todos sus accesos bloqueados, salvo uno que tiene la puerta de hierro bien puesta, desde que se descubrio la geoda. Todos los accesos bloqueados y las posibilidades de entrar, escasas, en manos de un Dpto. de la Universidad de Almería. Y la Guardia Civil enterada del tema y los vecinos de Jaravía también. Sin embargo Mavil con el tesón y la suerte que le caracterizan, ha encontrado en uno de los accesos bloqueados un fallo que permite, con riesgo, acceder a la mina. Se trata de un pozo de mina bien construido -que en principio no tendría ningún peligro- en el que la “gestión de la mina” ha arrojado con una excavadora abundantes escombros que han quedado empotrados entre la obra del pozo y entre sí formando un tapón que no está completo y que permite pasar (Virgen del Socorro líbranos de todo mal).


        Cuando llegamos a la explanada de la mina hay otro coche y pensamos, en un principio, que pertenecerá a un grupo de visita en La Geoda. Pero en realidad se trata de una pareja de catalanes que están buscando minerales en las escombreras. Me enrollo a hablar con ellos y largan que acaban de realizar un curso de cinco días de Gelogía y Minerales con todo organizado y que ellos se han quedado un día más. Por supuesto no les cuento lo que hemos venido a hacer. Por el contrario, les imitamos y nos dedicamos a buscar bonitos cristales de yeso, pirita, galena, siderita y otras cositas similares por todas las escombreras, pozos y excavaciones de los alrededores con la esperanza de que nos dejen el campo libre. A las dos y media llevamos casi dos horas coleccionando piedras y los catalanes picando con sus martillos todo lo que les llama la atención. Pero el hambre puede más que la curiosidad y por fin se piran. Entonces nos ponemos, febriles, al trabajo.


      Instalamos el pozo a partir de un gancho del Toyota y reenviamos a partir de una colaña de madera empotrada en la torre del pozo. De aquí la cuerda pasa entre un bloque mírame-y-no-me-toques y el terroso borde lleno de piedras sueltas. El primero que baja es Mavil que conoce ya la bajada. El segundo soy yo. Durante el descenso le rezo a la Virgen varias avemarías y hago promesas de ser mejor persona si salgo con vida de allí (no estoy bromeando). Bajo la montaña de bloques y escombros cuelgan colañas de madera y de hierro una de las cuales tiene seis metros y está vertical y en medio del pozo con su afilada punta mirando directo al fondo. Unos 18 metros más abajo se accede a una galería de mina pero el pozo se pierde hacia las profundidades al menos unos 50 metros. Marisa se niega a bajar y Dani baja el tercero. Una vez en la galería todo lo demás es coser y cantar. Avanzamos hasta que esta primera galería desemboca en una galería importante, por la izquierda se va a la entrada habilitada y por la derecha hacia La Geoda. Caminamos unos 500 metros tomando siempre todas las desviaciones a la izquierda. Entonces alcanzamos una galería que se estrecha formando una gatera entre vigas de madera y seguimos los cables eléctricos que van del grupo electrógeno hacia La Geoda. Una rampa, seguida de un corto pasamanos y de una escalera vertical de 7 metros, asegurada, nos conducen a una plataforma donde hay una escalerilla de aluminio. Esta escalera asciende 3 metros hasta una gatera entre cristales de yeso llamativamente grandes. Aquí empieza La Geoda. Lo que pueda contaros sobre este lugar es nada. Toda descripción se quedará corta pero lo voy a intentar: imaginaos la típica geoda que venden en las tiendas de minerales pero multiplicad por 50 o 100 su escala. Obtendréis una geoda de unos 5 metros de larga por 2 a 2.5 de ancha y 1.5 a 2 de alta cubierta de cristales de yeso transparentes de 0.5 a 1 metro (o incluso más) de tamaño. Cubierta por el techo las paredes y el suelo. La transparencia permite intuir la roca que rodea a los cristales de La Geoda. Personalmente me instalé sobre una cara horizontal de un cristal del suelo del tamaño de un pequeño sofá y me quede allí quieto entre media y una hora por que no había nada que decir. Me entró un estado reverencial frente a una maravilla tal. Permitidme que os diga que, aunque hemos entrado furtivamente a La Geoda, antes de entrar nos cambiamos a luz eléctrica de leds y nos quitamos las botas y toda la ropa sucia para entrar en calcetines y con ropa limpia. Es lo menos que puede hacerse.


         De vuelta hacia la salida recogimos algunos trozos de mineral de las escombreras en las galerías y nos entretuvimos calculando las posibilidades de entrar por algún otro pozo más seguro. Desde luego durante el ascenso por el pozo tuve tiempo de encomendarme a Todos los Santos. Os confieso que no volveré a entrar por ese pozo aún a pesar de la maravilla que defiende. Fuera ya, el atardecer hace que los colores sean más cálidos. Volvemos hacia Murcia contentos de haber contemplado La Geoda.

    

Atcfye (31/12/04) Verde-Almagra

La Verde

     a manu le acabo de conocer en la estación de tren de solares. juan me habla a veces de él y esta interesado en hacer espeleo. le llamo y le propongo ir al torcón de la calleja rebollo el sábado antes de la cena del club. la mañana del sábado esta lloviendo pero hay otras opciones: la hoyuca, la 415, la red del gándara. al final vamos a la verde. esta cerca de solares, en la cavada, a cinco minutos del coche. es divertida o a mi me lo parece. la cueva esta al borde de un prado cercado y tiene un aviso de perro peligroso. también hay ovejas pero nos preocupa el perro. bordeamos la cerca y nos sentimos más seguros. después entramos y ascendemos unos 20 metros por el prado. encuentro la cueva y llamo a manu. a dos metros de la cerca esta la verde y junto a la entrada encendemos los carbureros. bajamos destrepando un  recorrido helicoidal y pasamos una gatera sencilla. secamos un charco, a base de achique y esponja, y pasamos otra gatera más difícil. visitamos una red de diaclasas ortogonales que acaban cerca de la superficie y ascendemos por una escala al piso de arriba. visitamos dos salas, atravesando gateras, y nos quitamos todo el material. una de las gateras, estrecha, fue desobstruida por juan con microexplosivos hilti y quedo muy justa. hacia la parte principal de la cueva la galería es un laminador arenoso y gateamos entre columnas pequeñas. desembocamos en una gran galería con formaciones y goteos que llenan un grupo de gours. a manu le gusta la cueva y a mi me gusta oir sus comentarios. avanzamos por una zona fósil y atravesamos un desfondamiento con un pasamanos. la galería gira a la derecha 90º y luego a la izquierda otros 90º. cincuenta metros más y llegamos a un aporte que convierte el suelo de la galería en arenas fluviales. caminamos siguiendo el riachuelo y atravesamos un laminador-duna. seguimos la galería y el riachuelo con arenas hasta una gatera por la que se introduce. no queremos mojarnos y nos volvemos por el mismo camino hasta el comienzo de la galería grande. tomamos un ramal en sentido opuesto. este ramal lleva a unas formaciones que se sortean por pasos reducidos y, tras un destrepe, a una galería que se colmata de arena cincuenta metros más allá. al salir sufrimos un despiste en los laminadores y titubeamos dos minutos. volvemos a la superficie y no entramos en el prado. bajamos abriendo un surco entre la maleza y llegamos al coche. una pareja de paisanos de edad avanzada nos preguntan y manu responde. aparece el propietario del prado y nos informa que el perro nunca esta suelto. volvemos a solares y nos separamos en la estación de feve.   


La Almagra
     Fortuna esta sobre la falla en la que se asientan las fuentes termales de Mula, Archena y Fortuna misma y la tierra está caliente. En esta falla se origino el terremoto, de intensidad 5.6, del 98. Hoy 25/12/04 antes de darme un baño en la piscina termal de Fortuna, al aire libre bajo las palmeras, decido ir a cansarme un poco en la laberíntica cueva de La Almagra (almagra: óxidos de hierro para pinturas). Sin embargo no tengo muy claro si podré entrar ya que es la cuarta vez que intento dar con La Almagra sin conseguirlo. Pregunto a una pareja que pasea con un perro junto al cartel indicador del sendero a la cueva, pero resultan ser ingleses y no saben como llegar. A continuación pregunto a otra pareja que viene en bicicleta pero resultan ser holandeses y no nos aclaramos aunque, de cualquier forma, no parecen saber mucho. De nuevo pregunto a una pareja que viene en coche pero, aún siendo murcianos, no saben nada de La Almagra y tratan de enviarme a Cueva Negra. Finalmente pregunto a una pareja que viene con un perro en un Mercedes y que aparcan junto a la casa del cartel. El hombre me dice que ha intentado encontrar la cueva varias veces y que no lo ha conseguido. Decido dejarme guiar por el olfato de espeleólogo y sigo la dirección del cartel indicador por la pista hasta que me desvío a la izquierda por un sendero de cabras entre bancales; observo que hay un contacto entre pudingas calcáreas (calizas bioclásticas del Tortoniense) y terrenos de labor formados por tierra roja. Sigo la línea de contacto mirando todos las vaguaditas en los conglomerados. En la primera vaguada descubro una de las entradas a la cueva en forma de pozo de unos cuatro metros. En la segunda vaguada esta la entrada principal.
      La cueva es un red de conductos freáticos de tamaño modesto pero no en exceso. Las galerías se ramifican a izquierda y derecha y también arriba y abajo. Es posible despistarse con gran facilidad pero la cosa no es grave pues dando algunas vueltas siempre vuelves a encontrar referencias. El desarrollo topografiado es de 755 metros y el desnivel máximo entre puntos de la cueva de 22 metros. Como su nombre indica el color dominante es el rojo oscuro de los óxidos de hierro y la cueva fue explotada por romanos y árabes para extraer almagra. La entrada del pozo conduce a un corredor donde crecen algunos musgos y helechos gracias al 95% de humedad ambiental y los 27º/30º de temperatura media a lo largo del año. El corredor culmina en una sala de apenas 3 metros de diámetro, y a otros tantos por encima de esta sala continúa la galería, ya más ancha, hasta un amplio salón del que parten varios ramales estrechos y de escaso recorrido. Un pasillo que forma recodo con esta estancia conduce a un falso pozo semejante a un embudo con bordes estriados y acanalados. En su base surge una cómoda galería donde se abren diversas oquedades con desarrollos que mueren a los pocos metros o devuelven antes o después a la galería. Esta galería culmina en un pasaje que da acceso a la segunda entrada. Esta segunda entrada se transforma en un conducto de proporciones crecientes. En el primer recodo aparecen dos tubos, el de la izquierda conduce a una sala de medianas proporciones y el de la derecha es una abertura oblonga que llega hasta la base del falso pozo. El conducto principal continúa, tras un resalte, hasta introducirse en una amplia sala bifurcada con un sumidero. Hacia la derecha aparece un sala circular; hacia la izquierda continua la galería principal hasta llegar a otra sala con, lo que parecen, marmitas invertidas en el techo. A ambos laterales de la sala amplia parten otros pasillos. Uno de ellos, que parte hacia la izquierda, conduce a través de una gatera a una sala con algunas formaciones, más bien escasas en esta cueva, y sin comunicación con el resto de la cueva.
       Salgo casi sudando al frío aire de diciembre y me voy a la piscina donde me sumerjo en el agua a 36º rodeado del fresco ambiente. La gente se relaja placidamente pero no es aconsejable estar más de media hora en el agua tan caliente bajo amenaza de deshidratarse y quedarse sin fuerzas. No llego a estar, en total, más de una hora y cuando salgo me voy a un barecito que hay al lado y me tomo una cañita con almendras saladas fritas que están de vicio. Desde luego no es una cueva para echar las campanas al vuelo pero teniendo en cuenta el palmeral, el Balneario y el paisaje que nos rodea merece la pena hacer una visita e incluir La Almagra.