21/12/03

Nada & Mejor malo conocido (14 y 21/12/2003) Más allá de Brenavinto

 
eso mismo, nada. Nada de espeleo. Todos los espeleólogos tenemos compromisos variados. Por lo tanto si alguno desea explorar cavidades deberá hacerlo o bien de forma imaginaria, fantaseando por ejemplo con el sistema de Oreña (que si gateras, que si estrecheces , que si desobstrucciones), o de forma virtual por ordenador o sustituyendo la exploración espeleológica por la exploración de los propios laberintos de la mente. Que cada cual escoja su camino.             au revoir.







Mejor malo conocido que peor por conocer.
    Sábado.  Ángel, Cristóbal y un servidor decidimos hacer una excursión hacia Bustalveinte, en la ladera norte del Picón del Fraile, para echar un vistazo a unos agujeros que Ángel había localizado durante una pateada por la zona.
El cielo -algo grisáceo- y el ambiente -mas bien fresco, pero no demasiado frío- nos acompañan con fidelidad; el suelo empapado, los prados encharcados, los caminos enlodados y ocupados por riachuelos nos amenizan y entretienen; saltando un travieso arroyo un servidor deja clavada la bota derecha en el lodo y tiene que luchar para recuperarla. Una pista, una senda, un prado, una zona de charcos que pasamos haciendo eses, un bosque empinado con hojas y barrizales,  un lapiaz complicado en el que Ángel conoce un paso ("mejor malo conocido que peor por conocer") entre dos zonas amplias de prados y pastizales y por fin nos vemos debajo del Picón del Fraile. Avanzamos al borde de un bosque de abedules hacia un vallecito seco poblado por hayas. Ya vemos los escarpes donde se encuentran los agujeros y ascendemos hacia una plataforma en donde nos sentamos a comer tras dos horas y pico de marcha.
    Entro al primer agujero, que sopla de forma evidente, sigo el curso de un regatillo en la base de un meandro hasta que la galería se bifurca: río o laminador. Por el laminador se llega a un zona arenosa excavable y a otra galería que cortocircuita el río. Se me unen Ángel y Cristóbal y tras una corta exploración agotamos todas las posibilidades "sencillas". Salimos y subiendo un poco más llegamos a una cascadita por la que resurge por amplia boca un riachuelo. Tras más de una hora de exploración Ángel calcula que lo recorrido andará entre 400 y 500 metros. Pero la galería principal acaba estrechándose tanto que se necesitaría desobstruir con explosivos. La cueva no está mal pero demasiado lejos para tomársela en serio. Volvemos a salir a la superficie a las cuatro y pico. Si no queremos andar a ciegas por el lapiaz será mejor comenzar a bajar.
    Mientras atardece vamos desandando y nos planteamos encontrar un paso más cómodo en el lapiaz pero prevalece la frase "mejor malo conocido que peor por conocer" y hablando de mujeres, esposas y espeleología llegamos al coche cuando ya es casi de noche. En el invierno los dias son cortos. 

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