Un poco por encima de las vicisitudes de la semana, de si va a hacer o no buen tiempo, de las dudas acerca del club y el cursillo, de quien va venirse de cuevas y de donde vamos a ir -Gándara o Vallina- , un poco por encima de tu propia desgana por cualquier cosa en las tardes de los viernes, un poco por compasión hacia uno mismo. Para todo eso el remedio es una dosis de Uranio.
Pelos y Fonso quedan conmigo en la FEVE de Solares. Reconvenimos a Pelos para que no llegue tarde a la cita. Pelos hace una promesa formal de no llegar tarde. Por supuesto llega tarde, pero obtenemos una mejora relativa: menos de diez minutos cuando suelen ser más de quince... Como estoy de mal humor, algo difuso cuando menos, amenazo con no esperarle la próxima vez.
La idea es visitar la zona remota de Vallina, más allá de Río Grande hacia la Senda de los Elefantes. Sin embargo he notado ciertas dudas en Fonso y cierta falta de ímpetu en mí mismo. A Fonso no le apetece demasiado lo de estar mojado durante horas, y se augura a sí mismo un resfriado de varios días... A mi me apetece no ir demasiado deprisa para poder hacer experimentos fotográficos. Todo esto nos aconseja cambiar a un objetivo más modesto: la Galería de Germán. Además, no debemos olvidar que es la primera cueva que van a visitar Pelos y Fonso aparte de las de su cursillo y del Sistema de Udías en el que han puesto toda su energía durante un año.
En realidad la Galería de Germán no es más que la zona final del sector que estuvimos visitando la última vez, hace bien poco, en Vallina. A dicho sector se accede por Shatter Passage pero para la Galería de Germán necesitaremos recorrer un conducto que los ingleses nombran como Barney Rubble’s Uranium Mine. El nombre no induce a pensar nada bueno y en la topo es fácil darse cuenta que esa galería no pinta demasiado amplia... pero al otro lado parece que hay galerías “gansas”.
El camino directo hacia la Mina de Uranio pasa al lado del Dragón. Hacemos lecturas frecuentes de la topo con la esperanza de que mis compañeros se memoricen el camino. Siempre conviene que sean varios los que sepan salir. Máxime cuando los pocos que saben que venimos de cuevas a Vallina creen que estamos en otro sector. No hay que olvidar que Vallina es el paradigma de cueva con plano laberíntico. El mejor camino hacia nuestro objetivo pasa un poco al sur de Shatter Passage, cosa que descubrimos casualmente hace unos días cuando estábamos volviendo hacia la salida. Hemos puesto todo nuestro empeño en no confundirnos. La Mina ya esta ante nosotros y no parece muy amplia...
Con el vistazo que le echo a la topo exagero la longitud de la Mina de Uranio: unos cuatrocientos metros. En realidad son un poco menos de doscientos cincuenta. Pero lo que importa es la “calidad” y no el número de metros. Como el 30% -o más- de esos doscientos cincuenta metros se hacen reptando y el resto no tiene ninguna zona cómoda. Solo hay dos o tres cubiles en donde te puedes poner de pie. En fin, se trata de la gatera más larga que yo haya pasado nunca aunque desde luego no tiene zonas “críticas”. Bueno en realidad hay una zona en la que reptas con un brazo por delante, y tienes que empujar un poco, pero está dentro de lo razonable. El problema no es ningún paso local sino el pasaje globalmente mirado. Comparado con esta supergatera mastadóntica el Delator del Gándara, por ejemplo, es un paseo dominical por un parque urbano.
Al principio Pelos y Fonso iban de buen humor, pero como a los dos tercios de la gatera preguntaron que cuanto faltaba y observe que ya no me vacilaban tanto como al principio. La galería en la que emergimos era gansa pero no demasiado. Y fue entonces cuando los dos empezaron a añorar su querida Torca Urbió. Desde luego era mucho más bonita que lo que habían visto de Vallina... La fijación en la cueva materna y la sobredosis de Uranio empezaba a hacer su efecto. Como esos hombres que ocultan en su inconsciente una vara de medir a las mujeres formada por la imagen de su madre, estos lechones de espeleólogo miden aún cualquier cueva con la vara de la primera cueva que han conocido...
Avanzamos un poco por la gansita galería hasta una corta y jodida gatera con cara de pocos amigos, formada en la escombrera de una gran sala, por la que desembocamos en dicha sala. La sala tiene un cráter enorme que la ocupa casi por completo salvo unas escasas plataformas por las que se bordea el pozo central con sumo cuidado. Me recuerda, salvando la diferencia de escala, la zona del Gran Pozo en el Gándara. Poco después la galería se hace más baja, ancha y arenosa invitando a descansar y comer. Algo más allá en una de formaciones masivas se bordea otro pozo con mucha precaución por lo resbaladizo de la roca. Finalmente alcanzamos una zona de desfondamientos en la que es necesario instalar un pasamanos. Los spits están puestos pero no llevamos ni chapas, ni cuerdas, ni mosquetones. Hemos llegado hasta donde podíamos llegar hoy. Comemos y, mientras Fonso y Pelos sestean en una zona acogedora de la galería, preparo algunas fotos con trípode y exposiciones múltiples.
La realidad se impone. Ahora tendremos que volver por la gatera. Comienzo delante para que Pelos no se nos escape reptando a toda pastilla. El insiste en ir delante y finalmente se nos escapa mientras hago una foto en un ensanche. No le volveremos a ver, ni a oír hasta que salgamos por el otro lado. Mientras tanto también dejo de oír a Fonso detrás de mí y me paro a esperarle. Al cabo de un rato aparece y me cuenta que en plena reptada se le ha agarrotado un músculo de la pierna y ha tenido que pararse. Continuamos juntos para darnos ánimos. Al otro lado Pelos dormita mientras espera...
Antes de salir visitamos, mediante una corta desviación, una sala en la que abundan los corales en forma de seta de árbol. Se nota que quieren ver algo bonito para compensar la movida de la Mina de Uranio... Al volver les paso la topografía de la cueva a mis compañeros y les pido que nos guíen hasta la salida. Antes de las seis estamos en la calle.
En contra de la mayoría me congratulo de la joya que hemos descubierto con la Mina de Uranio. Es un gran entrenamiento físico pero sobre todo no tiene precio como entrenamiento psicológico. Toda la pesadez de tu mente se evapora en el crisol de la Mina de Uranio. Además no hay que descartar que al final tengamos algo interesante o hermoso al otro lado del pasamanos que no pudimos cruzar. En mi opinión las bellezas de las cuevas tienen como valor añadido la dificultad de llegar a ellas. Y, en general, un espeleólogo joven y explorador debería estar dispuesto a cualquier movida. Todo es cuestión de logística y organización. Mientras conduzco con mucha calma por el puerto de Alisas una balada de John Coltrane pone el contrapunto al atardecer...
1 comentario:
Una pasada de blog Antonio! ¿COmo metes a la gente a esas gateras? :-D pobres!
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