24/10/15

Hormiguero




Tenía que volver a El Patio para tomar los últimos datos que necesitamos para la memoria  anual.  Mejor dicho, para comenzar a realizarla. Eso daba mucha pereza. Aunque si no lo hacía uno de esos días luego, debido a múltiples compromisos, se me iba a poner bastante más difícil. Claro está que también la podía dejar sin finalizar para la memoria anual. Es decir que solo faltarían un par de flecos para redondear la topo. Pero me gustaba mucho más darla por acabada salvo las incógnitas remanentes que persistieran.  Sin embargo para el Patio necesitaba un compañero. No pude encontrar a nadie disponible, alguno por no estar localizable, y me incliné por terminar un trabajo bastante necesario: la revisión de la balización en Cuevamur.
Cuevamur es una cavidad muy visitada. Y la Sala de los Cristales una verdadera Galería de Arte subterráneo que se debe cuidar. Aunque está balizada desde hace más de un año el paso de los espeleólogos y las propias imperfecciones del sistema obligan a una revisión periódica de toda la instalación. Había comenzado la revisión el día 6 de este mismo mes. Aunque la revisión estaba bastante avanzada, la parte que quedaba por revisar era un poco más laboriosa por la incomodidad del terreno.
Bastante tarde, bien pasadas las 10 de la mañana, llegué al aparcamiento de las Cuevas Covalanas.  Para mi sorpresa no cabía ni un coche más. Estaba tan lleno que habían empezado a usar aparcamientos de la carretera general y la propia entrada al aparcamiento. Me vino bien lo pequeño que es el Renault Clío.  Encajé el coche al final de la fila de la derecha donde comienza la cuesta para subir a las Covalanas. Había mucha gente.
Un minuto después de empezar a subir percibí en la ladera por la que zigzaguea la pista un tumulto de gente con varias taladradoras funcionando y mazas martilleando. Me pareció que eran unos veinte espeleólogos, más o menos. Se oían voces por todos lados. Cuando dejé de ver a ese grupo, al dar la curva para ir a Cuevamur, observe un gran gentío en el Gran Hall de la cueva, en total más de veinte. Ya allí reconocí a algunos espeleólogos conocidos. Hablamos brevemente de balización y de la necesidad de llevar a la gente joven a las cuevas. Pisándome los talones en la subida venía un grupo enorme de espeleólogos, serían unos veinte. Aceleré el paso pues si entraban a la vez, o antes, que yo me iban a enlentecer todos los movimientos. Pero antes de adentrarme en la zona de oscuridad eché un último vistazo al Hall. Entre unos allí habían entre 40 y 50 personas. Y si sumábamos los de la ladera hacían como 60 o 70 personas. Di gracias a mi duende porque no iban a entrar a la cueva en sí misma.
En breve llegué al final de los pasamanos de la Gran Sala. Allí me despojé de parte del equipo vertical y continué por las gateras hasta la Sala de los Cristales. La revisión del ramal derecho me llevo bastante tiempo debido a las posiciones incómodas de trabajo. Parte de la balización discurre por laminadores que obligan a ir a gatas o arrastrándose. La otra zona que quedaba era más cómoda: la galería rectilínea que une la Sala de los Cristales con la Gatera de los Retales. Me di bastante prisa y concluí pronto la tarea. El funcionamiento de los topes de plástico no es el correcto debido a que los 4mm del tubito son un poco más que los 4mm de las varillas. Habría que darle algo que los pegase o, al menos, que los ajustase mejor. Durante los últimos minutos de  trabajo escuche unas voces en la lejanía de la sala. Pero luego no vi -ni oí- nada más.
Al volver a la Gran Sala me encontré con un grupo en el que reconocí a una espeleóloga. Era de las que había conocido en Mendukilo. Me dio un abrazo de parte de Alejandro. Y yo le envié otro de mi parte. En total eran unos 11 o 12 que junto con los 60 o 70 del exterior hacían un total cercano a 80 personas en la zona. Al salir cobré conciencia de la clase de hormiguero en que se había convertido Cuevamur al tener que pedir paso para poder salir del Hall. Horrorizado por la situación me precipité camino abajo a coger mi coche y huir de allí lo más rápido que pudiera. Di gracias a Dios por haberme inspirado el balizar esta cavidad. Aunque no todos los que estaban por allí iban a entrar, para mi quedo claro que esta es una cavidad pero que muy visitada. A pesar de que la balización existente en Cuevamur es una protección muy parcial de la cavidad, esto es mejor que no proteger nada.
Pienso que, quizás, una cavidad con una Sala tan especial como la de los Cristales podría hacerse turísticamente visitable. Eso garantizaría su protección total. Y redundaría en beneficio del municipio. Claro está que ese tipo de proyectos deben ser realizados por expertos con un nivel de sensibilidad alto, ya que si no se hacen así el resultado puede llegar a ser un auténtico bodrio visual. Desde luego reconozco que las inversiones necesarias para habilitar la visita turística a través de las complejidades deCuevamur -y sus alrededores- no serían precisamente reducidas…         

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