6/12/16

Bluff


Texto: A. Gozález Corbalán
Fotos: Paco 



Habíamos organizado una visita a una cueva buena, bonita y barata para Iris. Por supuesto con su papá Eduardo. Y sobre todo pensando en hacerle a la niña una sesión fotográfica. Lo hablamos el sábado, el domingo y lo ultimamos el lunes. Así que por la noche me dediqué a poner en orden el material fotográfico y a conseguir iluminación suficiente para los tres y ropa adecuada para arrastrarse. Pero cuando llegó el momento, por la mañana del martes, resulto que Iris había cambiado de parecer. Ya no quería ir. Cosas de niñas. Por otra parte tenía los ojos algo irritados y necesitaba colirio. Vistas las circunstancias decidí marcharme sin niña, ni padre, y centrarme en algo útil: conseguir buenas localizaciones para hacer posteriores sesiones fotográficas. Por suerte un grupo formado por Paco, Fernando, Luci y María habían decidido ir a la misma cueva -y a la misma hora- que nosotros: la Verde de La Cavada.
Me encontré con ellos frente al Covirán de la Cavada poco después de las diez de la mañana. Aunque Luci vive muy cerca se retrasó un poco debido a que la impresora no le imprimía la topo. Son cosas que ocurren cuando tienes prisa. De cualquier forma, tras la usual visita al bar más cercano, nos montamos en los coches, el mío y el de Paco, y nos fuimos a buscar la cueva vía Barrio de Arriba. Y digo eso porque también se puede ir por la carreterilla que pasa junto al ayuntamiento y la iglesia. Aunque yo acordarme lo que se dice acordarme no me acordaba de una papa.
Una vez aparcados los coches junto al puentecillo sobre el Riotuerto, cercano a la surgencia, se coge la orilla izquierda y se remonta por pista-prado hasta la puerta de una finca. Tras pasar la valla se remonta el prado hasta una zona media -el bosque está invadiendo el prado- y se flanquea horizontalmente hacia la derecha hasta entrar en el bosque. Si tienes suerte encuentras la boca. Mejor que eso es subir junto a la valla, fuera de la finca, en el límite entre bosque y finca. La cueva se encuentra directamente sin problema. Además a medio camino existe otro agujero que habría que investigar.
El Estrujón estaba lleno de agua pero lo achicamos sin problemas con media botella de plástico y una esponja. Pasamos todos aunque algunos pariendo (pero pasamos). La zona de la red de entrada y de las columnitas tiene mucho encanto. La ruta ideal está  bastante transitada y se sique sin esfuerzo. En la Sala del Menú tomamos hacia el norte y fuimos a dar, a través de una sinuosa ruta entre columnas, a una zona en que no había estado en las anteriores visitas. Después de eso nos fuimos por la ruta principal hasta la Sala de las Pisolitas y el Gran Salón. Por suerte la sequía hizo que los pasos sifonantes estuvieran totalmente secos.
           Tras tomar unos cacahuetes y un trozo de chocolate, los demás se tomaron unos bocatas,  volvimos por donde habíamos venido. Cerca del final de la zona de barrotes nos despistamos medio minuto. Es lógico ya que hay varias bifurcaciones de la traza. El Estrujón fue más fácil de salida. Con mucha calma nos acercamos a La Cavada y nos tomamos unas cervezas en el bar de la esquina. Las conversaciones giraron alrededor del interesante trabajo de María. A veces un anciano le deja ver las riquezas de la vida que ha vivido…




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