23/1/21

Mina de Novales

 






          Contacto con Manu para hacer espeleo el sábado. Me cuenta que van a hacer una salida tranquila. Tal vez él y Joséan vayan a poner unas cuerdas pero el resto va a topografiar sin usar material de verticales. A las diez me encuentro a Manu eligiendo su desayuno en Los Abetos, un bar con buenos pinchos. Enseguida llega Joséan y poco después Adrián, Jara y Jordi. Charlamos en la terraza de todo un poco. Comentamos la posibilidad de que parte de Udías, laberíntica y tridimensional, tenga origen hipogénico.

En el trayecto con los coches voy siguiendo a Manu pero me despista la dirección que lleva. Todo el tiempo voy pensando en que vamos a entrar por Sel del Haya y deberíamos ir hacia Cabezón. Finalmente en un semáforo me bajo y le pregunto. Me dice que vamos a la Mina de Novales. 

Un poco más allá del pueblo aparcamos en un lugar muy tranquilo. La aproximación es un paseo de un minuto por la pista que parte del aparcamiento. Sale un arroyo por la galería minera que la ocupa por completo y que profundiza lo suficiente para inundar las botas de goma. Jara no lo tiene muy claro porque sus botas tienen la caña bastante baja. Adrián y Joseán se esfuerzan sacando piedras del cauce para bajar el nivel del agua pero no parece que baje lo suficiente. Me percato que por el lateral derecho, guardando el equilibrio y usando las manos con los agarres de la pared de la galería, se puede atravesar este tramo sin problema. Más allá el agua corre libre sobre un lecho de guijarros de poco fondo por el que se puede caminar sin ninguna dificultad.



Atravesamos una reja por un cómodo hueco. Enseguida desembocamos en una gran galería bien conservada, con los raíles del ferrocarril minero en buen estado. Hacia la izquierda parece que hay un terminal con unas casetas. La continuación principal es hacia la derecha. La galería tiene el firme en perfecto estado y esto nos permite ir bastante deprisa, un ritmo sudoroso. El caudaloso arroyo discurre por nuestra derecha. Es una salida espeleológica que se parece a un tranquilo y rápido paseo por un túnel asfaltado. No hay formaciones ni nada especial que admirar pero la charla es un aliciente poco común. Llegamos a un cruce en el que una corta galería a la derecha desemboca en un gran lago minero. Si el agua fuera termal sería la mejor piscina del mundo. Según les oigo decir yendo por la izquierda no nos acercaríamos a la zona de conexión con la Cueva de Udías. Así que seguimos de frente.

La gran galería minera sigue parecida pero a peor. Hay zonas inundadas que pasamos con mucho cuidado subiéndonos a los rieles del tren minero. Desgraciadamente la caña de las botas de Jara no da para tanta agua y sufren una pequeña inundación. Después de dos o tres zonas acuáticas llegamos al final de la galería. Un lago profundo lo ocupa todo pero, haciendo equilibrios por dos rieles a media agua, se puede atravesar hasta una escalerilla que sube a otro nivel. Mientras Adrián y Joséan exploran las posibilidades de que esa escalerilla lleve hacia la conexión, los demás nos quedamos haciendo tiempo y mirando la charca. Jordi, incapaz de estar quieto, intenta poner piedras gordas para facilitar el paso, Manu tira rocas para salpicarle -o salpicarnos-, Jara se quita las botas para achicar su inundación y yo hago fotos tontamente.



Aunque los dos exploradores han dicho que volvían enseguida nadie confía en su palabra. Ciertamente se han buscado la fama. Decidimos volver despacito haciendo alguna foto. A la altura de la encrucijada nos dan alcance Adrián y Joséan. Paramos a comer algo sentados en unas tuberías y luego durante un rato nos dedicamos a enredar por las galerías mineras que salen del cruce. Hay muchas y es una zona enrevesada. En una de ellas la explotación minera está en activo. Todas las máquinas y cableados están operativos. Es sorprendente que se trabaje aún en este sitio. Ya volviendo nos tropezamos con unos grandes fusibles antiguos vinculados a los raíles. Al poco tiempo salimos. 

Por la velocidad a la que hemos andado y el tiempo que hemos tardado bien podríamos haber recorrido casi diez kilómetros entre ida y vuelta. Así que estoy harto de andar. Aún así nos vamos a visitar la Cueva de la Presa, una surgencia cercana a esta y, por un camino con escaleras de madera resbalosa, la bonita entrada  de la Cueva de las Aguas, cerrada por contener restos y pinturas. Volvemos a los coches y nos cambiamos. Jara llama la atención al personal que va en su coche para que mantengan todo impecablemente limpio. Todos le damos la razón pero le aconsejo que use el látigo si es necesario.

Paramos en un bar con terraza antes de salir a la carretera nacional. Allí unas cervezas con patatas fritas me catapultan al paraíso. Mientras van subiendo los efluvios del alcohol y el nivel de voz se eleva, la charla gira en torno a temas "políticos". Yo me limito a llamar la atención sobre ciertas actitudes de los medios que me ponen en alerta. Prefiero poner en cuestión las versiones oficiales hasta que no se demuestre su autenticidad. Eso es lo que hago habitualmente. Para mí está claro que navegamos, al menos en estos tiempos, en el Mar de las Mentiras. Tengo que usar un instrumento para orientarme y agenciarme una tabla de salvación... En eso consiste la duda sistemática y la búsqueda de argumentos sólidos. 




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