11/1/09

Laberintos (4/1/2009) Cueva del Solins&(10/1/2009) Cueva del Torno


      Llevamos tres días en Archena y el tiempo parece mas cantábrico que mediterráneo. Creemos que la lluvia no nos va a dejar escalar mañana. Las lamentaciones crecen como calabazas. Entonces les hago una propuesta: visitar la cueva del Solins y después bajar al balneario de Fortuna a darnos un baño. El grupo acepta de buen grado la propuesta. Hay algunos frontales y además he traído, en previsión de una situación como esta, tres cascos con instalación de leds.
      Con cierta parsimonia nos preparamos, y a media mañana, bajo un cielo plomizo y débiles lloviznas, tomamos la carretera que une Archena con Fortuna. Desde este pueblo cogemos una desviación al norte hacia la Sierra de la Pila y el pueblo de La Garapacha. A unos diez kilómetros entramos en una carretera local que nos lleva hasta la aldea de Las Casicas.
      Dejamos los coches junto a la entrada de una cortijada en la que, a pesar de ser domingo y de hacer un tiempo endemoniadamente frío y desapacible, un hombre esta limpiando una parcela con un pequeño tractor. El paisano nos dice que la pista nos permite dejar los coches al lado de la senda que sube al Solins pero le replicamos que preferimos caminar un poco.
      Andrés, Amelia, Marisa, Alberto, Diana y yo pasamos frío cambiándonos la ropa. Cada uno elige un modelo diferente, desde el chándal, al mono de tela pasando por el jersey. Diana lleva un modelo deportivo negro. Luego, ya en la cueva, me daré cuenta de que este color favorece el contraste en las fotos. Estreno una cámara de la que tengo buenas expectativas. Se trata de una Lumix con óptica gran angular y buena luminosidad. Como no tengo carcasa para protegerla decido meter la cámara con su funda en un plástico fuerte y bien cerrado. Desde luego la cueva no favorece la limpieza: hay abundante polvo y algunas zonas de barro arcilloso estilo plastelina.

       Quince minutos por una buena pista y diez minutos más por una senda empinada entre pinares nos llevan hasta la escondida boca del Solins. Hace mas de diez años espeleologos de Fortuna colocaron en el hall de entrada, tras una plancha de metacrilato, una topografía a todo color de la cueva. El vandalismo y mal hacer de la zona acabaron con este bonito y útil detalle. Ultimamos preparativos dejando prendas de abrigo y mochilas justo a la entrada. Unos metros más allá dispongo a todos para hacer una foto de grupo, sentados sobre la arena polvorienta de la galería de acceso.
       Tras unos cincuenta metros la galería de entrada desemboca en el eje principal de la cueva, formado por dos amplias galerías paralelas que se entrecruzan en varios puntos. Como nuestro objetivo prioritario es ver las excéntricas del Solins tomamos a mano izquierda dejando para el final, si cuadra, la zona de los equinodermos. Enseguida llegamos a la primera gatera en la que hay que arrastrarse. Por supuesto ya están todos avisados que la cueva es un arrastradero pero esto no evita todo tipo de comentarios jocosos.

       Tras la gatera una galería de buenas dimensiones nos conduce hasta una sala llena de cráteres. Desde el último rincón de la sala, contorsionándose por detrás de una estalagmita y atravesando unas zonas resbalosas, alcanzamos una rampa de arcilla resbaladiza por la que subimos unos veinte metros hasta casi el techo de la galería. A mano izquierda encontramos la continuación por una gatera de aspecto difícil. Sin embargo compruebo que el paso de espeleologos  -han pasado varios años desde la última vez que visité el Solins-  y las labores de excavación han dejado la gatera reducida a una dificultad mínima. Unos metros más allá accedemos a la primera zona de excéntricas de calcita. El grupo disfruta un rato con las bonitas capillas abarrotadas de formaciones y hacemos algunas fotos.

      A partir de aquí y hasta llegar a la segunda zona de excéntricas las galerías se hacen un poco más laberínticas y exigen el paso de un laminador largo, muy bajo y lleno de barro arcilloso. Otros visitantes han ido dejando hilo grueso para guiar el paso, afeando la zona. Todos se quejan un poco de las pequeñas dificultades. Sobre todo Diana en una corta trepada muy resbaladiza.

      Al alcanzar las hermosas excéntricas, y las salas que hay después, el grupo empieza a amotinarse. Andrés dice que estamos en un lugar demasiado laberíntico y que sin topografía podríamos perdernos. Desde luego hay falta de confianza en el guía. No tenemos más remedio que iniciar la salida. De paso me llevo todos los hilos que encuentro hechos un gurruño.
      Afuera el frío continua igual o peor. Después de algunos quejidos mientras nos cambiábamos, bajamos hasta la piscina del camping en Fortuna. Llegamos a las cinco y veinte y cierran a las seis. El hambre ansiosa y las limitaciones de tiempo hacen que sólo nos quedemos a bañarnos Marisa y yo. El baño tras las arrastradas nos sienta de muerte.  Cuando llegamos a casa el resto del grupo ya ha hecho una primera merienda cena, pero luego salen a comprar más comida para hacer una cena light. Yo también me doy una vuelta por Archena pensando en una paella de conejo para el lunes. Todos pensando sin remedio en la comida y la bebida...







(10/1/2009)
        Hemos vuelto a la Cueva del Torno. Julio, Fernando, su novia Cuqui y yo. La operación fue gestada entre el jueves en el rocódromo de Torrelavega y el viernes en la reunión del club. Llevábamos varios meses animando a Fernando a retomar la espeleo. Le terminó de convencer la ausencia de complicaciones en esta cueva y el hecho de que su novia, sin ninguna experiencia espeleológica, pudiese unirse a la expedición.
        Ha caído una copiosa nevada estos últimos días y hoy sábado no nieva ya pero el cielo está nublado. La temperatura se ha suavizado un poco. Los días anteriores, que fueron los primeros del segundo trimestre, han sido especialmente rigurosos y las calefacciones han estado funcionando a pleno rendimiento. Nos desplazamos todos en el coche de Julio hasta las cercanías de la cueva, en Fresnedo. Miro el paisaje mientras los demás acaban de cambiarse. Todos se tienen que despelotar pero, aún así, Julio asegura que le gusta ir vestido de calle durante el desplazamiento. En unos cinco minutos llegamos a la boca.
        Se nota que en un mes ha habido varias expediciones hacia el interior. La primera rampa esta un poco más profunda -como un tobogán resbaladizo- lo que hace más fácil la entrada pero también muy fácil pringarse con el barro. Nuestro objetivo es encontrar el acceso a las galerías grandes. El avance por las primeras galerías es un tanto confuso pero Julio tiene los recuerdos más frescos que yo. Después de Tigger Series me acuerdo con más precisión. Alcanzamos el meandro sin ningún problema aunque para Cuqui esta sea su primera experiencia espeleológica.

       Vamos observando cuidadosamente todas las desviaciones. Justo antes del comienzo del pasamanos se puede bajar unos diez metros accediendo a otra galería con un riachuelo. Aguas arriba se bifurca en varios afluentes cuyas posibilidades de continuación acaban siempre al ir reduciéndose las dimensiones. Al cabo de un rato volvemos al pasamanos y al otro lado localizamos a la derecha una gatera con aspecto de haber sido muy transitada. Entro por ella y encuentro varios indicadores de plástico blanco. Un charco me frena en seco. Se ve que es posible continuar pero no tengo ánimo para mojarme. Pero Julio si que se encuentra dispuesto a pasar el charco. Lo consigue mojándose solo un brazo. Unos treinta metros más allá se hace demasiado estrecho. Lo intenta dos veces y desiste. Raro que la gatera esté indicada y que parezca tan trillada.
Continuamos por el meandro y desembocamos en una galería más amplia a la que enseguida se le suma un río por la derecha. Río arriba miramos posibles chimeneas ascendentes hacia un nivel superior. Hay una que se ve claramente pero es demasiado estrecha y sin trazas de paso. Poco después conectamos con el paso por el que bajamos al riachuelo: se trata del mismo río.

         Finalmente a la izquierda aguas abajo visitamos otra zona en la que abundan unos extraños fósiles (Dead Animals All Around) en las paredes. Para llegar nos vemos obligados a pasar varias estrecheces de cierta dificultad sobre todo un último meandrito más que estrecho. Iniciamos la vuelta y comemos en una zona acogedora cerca de Tigger Series. Todos se ponen morados menos yo que vivo de la caridad de Fernando. Mis provisiones se reducen a cuatro galletas.
        Nos queda claro que el enigma continua: no sabemos como llegar a las grandes salas y galerías que tan evidentes son en la laberíntica topo . Fuera hace bastante frío. Nos cambiamos rápidamente y bajamos al pueblo para tomar algo en un bar. Estamos sorprendidos de lo bien que se le ha dado a Cuqui para ser su primera cueva -no es una cueva que pueda llamarse cómoda- y la animamos a continuar con la espeleo...

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