4/9/10

B&W (4/9/2010) Sistema del Lobo


          Esa decisión llevaba tiempo colgada en la lista de cosas pendientes. A menudo me corroía, y terminaba por obligarme a disparar varias veces sobre el mismo objeto. ¿Cual era el mejor modo de hacerlo? Dependiendo de los detalles todos los modos parecían tener ventajas y, para complicar el asunto, además quedaba olvidado el orden en que había hecho los disparos. Sin embargo durante el verano del 2010 seguí experimentando, de vez en cuando, las distintas formas de disparar. Ahora ya era septiembre y de nuevo surgió la cuestión.

            Había quedado con Pep el primer fin de semana de Septiembre en los Baños de Benasque para conocer el Sistema de Alba. La cosa no pudo ser por un esguince de última hora que le retuvo en Andorra. Con los amigos de Santander, Madrid y Murcia que iban a venir reconducimos el plan Alba transformándolo en el plan Lobo. La interesante travesía  Torca Fría >>>> Cueva del Lobo enriquecida con una visita a la galería del Eurotúnel. Así quedo formulado el plan.
            Pepe, Antonio y Hugo de Madrid, por un lado, y Manu y yo, de Santander, por el otro. El viernes por la noche los madrileños pernoctaron en los Altos del Asón dentro de una autocaravana Hymer, propiedad de Pepe. Me reuní con Manu a las ocho y media del sábado en Solares. Seguimos de inmediato hacia Arredondo y Asón y, montando a los tres madrileños en la furgoneta de Manu, terminamos el viaje en la Pista del Carrascal. Los detalles de los preparativos, que ya habían comenzado un rato antes en el Collado de Asón, se hicieron pesadísimos. Debido al aburrimiento la necesidad de disparar apareció sin llamarla. Primero dispare a Hugo en Natural, luego a Manu en Estándar, estaba cogiéndole gusto al gatillo, a Antonio en Sepia y a Pepe en Vivido. Finalmente me dispare a mi mismo en Black&White. Y descubrí mi verdadero deseo: disparar Black&White.


           Hacia buena temperatura pero menos sol del que esperábamos. La subida desde el Carrascal nos hizo sudar a todos menos a Hugo, que no tiene una mota de grasa por no se qué extraño gen. Aunque me quede en pantalón corto pase calor, pero a partir del Pasillín de las Escalerucas apenas había subida -se llaneaba todo el tiempo- y el camino se hizo delicioso. Poco después sorprendíamos una apretada manada de caballos refugiados a la sombra de la Cueva Fría.
            Los tres pozos de entrada estaban completamente equipados y la instalación había mejorado sustancialmente con fijaciones de acero inoxidable. Las tres cuerdas que transportábamos, en previsión de que no las hubiera, habían sido un peso inútil.  Primero un pozo de unos 12 metros, luego otro de unos 20 y después un pozo -comienza con un desviador- que no se baja hasta el fondo sino que, siguiendo la cuerda y mediante un sencillo péndulo, conduce a una estrecha ventana por la que se continúa. Aquí está una de las dificultades mayores de la travesía: se trata de una estrecha fisura vertical que corta la galería y que deberemos ascender, son unos cinco metros, hasta alcanzar  una pequeña repisa en mitad de un pozo espectacular. Mientras esperaba dispare algunas veces a Manu, que venía a continuación, pero enseguida evacue el lugar para evitar amontonamientos. Finalmente por un pequeño resalte y un corto pasamanos aterricé en el Meandro de la Carpeta Verde y me puse a esperar.
            Había pasado un minuto escaso cuando empecé a congelarme. La corriente no nos daba tregua y busqué, sin éxito, algún rincón donde guarecerme. Me recordaba la sensación de haber entrado en una cámara frigorífica como una trozo de carne argentina preparándose para la exportación. La impaciencia me crecía como un enano que se te sube a la chepa. Intenté distraerme disparando a todo lo que pillaba aunque desgraciadamente no pude combinar B&W y paisaje nocturno. Y a meter prisa a los que no llegaban hasta que, afortunadamente, hicieron aparición y pudimos salir pitando.


            Mayormente hay que andarse con mucho ojo por los desfondamientos continuos y por varios cambios de nivel que hay que localizar. A pesar de que la señalización ha mejorado de forma sustancial es fácil despistarse. En los pasos más peligrosos hay cuerdas instaladas. Todo esto hace del Meandro de la Carpeta Verde un sector ameno y disfrutón. Pero solo es recomendable a espeleólogos que se muevan con facilidad en terrenos abruptos. En cualquier caso se puede llevar una cuerda de apoyo para asegurar algún paso cuando sea  necesario.
            Para cuando desembocamos en el  cruce con la Galería McGyver ya íbamos bastante animados. Les conté lo escasas que eran las instalaciones hace 15 años cuando estuve más interesado en el conocimiento del Sistema del Lobo. En concreto del largo pasamanos, que facilita y marca el camino actualmente, no existía ni las trazas. El paso se resolvía progresando por el fondo del meandro y realizando una escalada de unos quince metros en oposición y a pelo. Además había que tener “claro” el punto donde empezar a remontar. Todo esto nos fue abriendo el apetito y a la  altura del acceso al Meandro Maxim’s hicimos una parada para almorzar. Aproveche para disparar unas cuantas veces.
  
          Antonio y Manu no las tenían todas consigo. En el cruce con la Galería de los Torreros y la Galería de los Minusválidos el ambiente ya estaba caldeado. Sea como fuere conseguimos convencer a todos para añadir a nuestra travesía una visita al Eurotúnel.  El acceso a la ruta se hace desde los Minusválidos por una cuerda que remonta unos ocho metros hasta una pequeña galería colgada casi imposible de localizar desde abajo. Al comienzo las galerías son modestas, hay varias gateras, laminadores y estrecheces pero al cabo de unos 15 minutos se  desemboca en una amplia galería procedente del noroeste. Un poco más allá de este punto mis observaciones sobre el terreno dejaron de cuadrar con la topo. Había mucha ambigüedad  en la posición. Tras un rato que se nos hizo bastante largo y después de pasar varias sitios característicos hicimos un alto. Mirando hacia abajo vislumbre un catadióptrico. Sin embargo en la señalización de esta zona no habíamos visto ninguno antes. Me entro una sospecha que instantes después confirmo Hugo: era uno de los catadióptricos que el había colocado hacía un buen rato. Estábamos en un círculo. Después de esto me desanimé,  pensé en que nos faltaba un buen trecho  de la travesía y que volver a buscar el camino correcto hacia el Eurotúnel nos iba a llevar demasiado tiempo subjetivamente hablando.
            Había un cierto tono de buen humor según avanzábamos por los Minusválidos. Se nos estaban antojando unas buenas cervezas. En la Sala del Carbón, donde desembocan los Minusválidos, el Meandro de la Fourche y el de la Machoire, hicimos una paradita en donde casi acabamos con los líquidos y con los sólidos. El buen humor subió uno o dos puntos. Me acerque al comienzo del Meandro de la Fourche donde una cuerda colgaba dócilmente y un bloque siniestro hacía guardia. Al poco reanudamos la marcha.
            A partir del Meandro Negro, que desemboca en la Sala del Balcón, lo mejor es tener las cosas muy claras. La única dificultad que resta es un largo meandro desfondado y algo técnico, pero las posibilidades de despiste, pese a la cantidad de señalización que hay, se multiplican por diez. Una gatera sopladora nos lleva hasta la Sala de la Cabra y de aquí hasta la salida las galerías se hacen de grandes dimensiones. Todo esto nos llevo poco tiempo. Estaba atardeciendo cuando salimos al bosque de hayas cubierto por un grueso manto de hojas secas. Bajamos hacia el Carrascal -Hugo disfrutaba como un niño dejándose rodar por el manto de hojas- siguiendo una senda algo enrevesada. Junto a la furgoneta nos encontramos a un paisano motorizado sobre tractor que buscaba unos caballos. Le pregunte por unos agujeros cercanos al Carrascal pero no sabía nada de nada. 


           Ya de noche, pero temprano, pedimos una buena cena en el bar Coventosa de Asón. Hice labor de enganche para enrolar en los varios proyectos en que ando metido. Por orden de prioridad: Gándara, Hoyo Salcedillo, Vallina y Lobo. Aparte exploraciones de Udías a las que no les estoy haciendo mucho caso últimamente. Conseguí una declaración de buenas intenciones por parte de Hugo. En cualquier caso dejamos a los madrileños preparándose para una velada repleta de mus, alcohol y red bull. Incluso consiguieron una bolsa de cubitos de hielo. Manu, con pocas ganas, y yo volvimos a la costa...

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