Un día azaroso, lunes del gran puente resquebrajado, nos condujo a Bustablado. Pelos me enseño el Sumidero 1 que traga aguas fecales y sopla aire frío. Todo construido a base de grandes bloques, esta claro que una desobstrucción seria nos llevaría a la parte activa de Urbió y de allí a la parte fósil. Trabajo duro y húmedo, y entrada mojada. Un poco por variar subimos por la base de la pared hacia Torca Urbió. Pelos localizo una zona con un soplo y, cotejando con la topo, claramente relacionada con la Galería de la Pájara. Un poco más arriba, cruzando tojos y zarzas, volvimos a la boca de la torca donde una densa masa de basura pesada -lavadoras, sofás, frigoríficos, colchones y objetos desechados de diferentes procedencias- gravitaba amenazadoramente sobre cualquiera que intentase bajar el pozo. Razón de más para buscar una entrada alternativa. Luego nos fuimos a comer-comer.
El miércoles ocho, último día de locura colectiva generalizada, Pelos y yo nos volvimos a reunir en la idea de desobstruir. Paramos a tomar café en la Shell y aparcamos junto a Urbió. Junto a la torca, como si hubiera estado esperándonos, encontramos al paisano José que se vino con nosotros totalmente ilusionado a echar una mano. A la postre más bien fue que nosotros le echamos una mano a él. Bregamos un rato con dos azadas y una pata de cabra de reducidas dimensiones. Partimos el palo de la azadilla y nos deslomamos como cosacos pero, era evidente, avanzábamos poco. José, que es albañil, a la vista de la ineficacia de las herramientas, bajo a por algunas cosas. Trajo un pico, una pala y una buena pata de cabra. De esta guisa la cosa se acelero. Salieron algunos bloques mastandónticos que lanzamos con estruendo por la pendiente hacia el sumidero. Le cogimos la gracia a hacerlos rodar, cuanto más abajo más divertido. También salió de entre los bloques un caracol troglobio. Cavamos con ahínco hasta que la cosa se puso demasiado estrecha para picar y sacarlo con la pala. Hacia falta un cuezo. Buena excusa para tomarse un respiro. Mientras José bajaba a su casa a comer nosotros hicimos lo que correspondía. Empanadillas, fabada, cervezas y luego postres.
La vuelta de José nos sorprendió en plena faena. A pesar de la falta de cuezo habíamos avanzado bastante. Durante la tarde y hasta el anochecer trabajamos febrilmente. Primero conseguimos pasar una primera panza y vislumbrar a la derecha un ensanche y un laminador. El soplo se hacía muy evidente en algunos momentos. Para pasar con seguridad tuvimos que derrumbar todo el talud de la derecha cosa que formo otra entrada. Finalmente paso Pelos y después de arrastrarse por un laminador un buen tramo formalizo que el soplo provenía de debajo justo de la excavación. Por lo tanto la cosa era seguir sacando piedras y tierra de la grieta principal. Después de estirar el tiempo, currando hasta casi la noche, nos fuimos por el sendero de la cornisa hasta la mies y de ahí hasta la carretera y el coche nos chupamos el txirimiri de mierda. Bebimos cerveza en el bar Romano de Bustablado, hablamos de todo y de nada, escuchamos el vocerío de los jugadores de cartas y la televisión. Y luego nos fuimos a casa.
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