Desde mucho tiempo atrás Sergio, Pelos y Manu me animaban a explorar en Torca Urbio. Algo dentro de mí siempre me ha dicho que esa no es mi cueva. Pero la localización, por parte de Pelos, de una prometedora continuación en la Galería de la Ballena me animó a probar de nuevo en Urbio desoyendo mi voz interior. De alguna manera pensaba que podía conjurar mi corazonada original: hay ciertas cosas que no te apetecen al principio.
Me pasé por la reunión del club, aunque ya desde el jueves había quedado con Pelos en ir a explorar el sábado. Había mucha gente en el local. Durante un rato charle con unos y con otros de mil cosas sin importancia. Juan nos proyecto unas antiguas películas, finales de los 70, con buenas imágenes de prácticas de rescate. En la peli solo pude reconocer a Ciano. Nos sentamos en una pequeña asamblea que tuvo como tema principal la compra de material. Al poco de empezar se armo un gallinero –tipical spanish- en que nadie escuchaba a nadie. Me marche para cenar fruta y descansar de tanto rollazo.
Habíamos quedado a las diez en Mompía, pero poco después de levantarme me llamo Manu para posponer media hora la cita y cambiarla a Puente de San Miguel. Ennoblecí el viaje escuchando las canciones de trovadores de Paul Hillier, Proensa. Alguno pensará que no es música moderna pero al diablo con la modernidad. Estoy hasta el gorro de lo moderno. Suele ser una puta mierda. Invite a Pelos a escuchar uno de los temas del disco. No estoy seguro de cuanto le gusto pero, siendo músico como lo es, le presupongo una sensibilidad especial hacia otras formas de hacer música. Vimos a Luis en la cafetería de al lado. Me pregunto que qué tal estaba. Le respondí que mal y deprimido. Pero no quise entrar en detalles sórdidos que ni siquiera tenía claros yo mismo.
En el aparcamiento de Bustablado conectamos todos. Cada uno había traído su coche para poder quedarse en las barbacoas por el cumpleaños de Sergio. Pelos, Ángel (un catalán que estaba de vacaciones con su mujer haciendo espeleo por Cantabria) y yo íbamos a mirar la continuación vislumbrada por Pelos. Manu y Luis iban a bajar un pozo que había quedado pendiente. Una vez vestidos de romanos subimos todos en la furgo de Manu y nos arrojamos por la boca de Torca Urbio hacia el averno.
Inasequible al desaliento, la montaña de basura seguía en la base de la torca. Un poco más adelante, con agilidad, recorrimos varios pasamanos y tomamos la desviación a la Galería de la Ballena. Me pareció una galería con encanto. Los exploradores se han esmerado en pisar solo por un sendero en la arena fósil. Que poco cuesta, y cuanta belleza se preserva, al hacerlo así. Después del tramo bonito y del Círculo Vicioso llegamos a una trepada dificultada por el barro. Dejamos una cuerda y un corto pasamanos para facilitar el tránsito.
Un pozo con un estrechamiento nos condujo a una galería barrosa que merecería el nombre de cagandro más que meandro. Antes de llegar a la punta de exploración tuvimos que hacer varias resbalosas trepadas condimentadas con más barro. Pelos y yo discutimos acerca del camino más económico para instalar el siguiente pasamanos. Después de un breve intercambio lo diseñamos a altura media, por una zona de avance rápido, hasta un pequeño pozo. Bajando éste aterrizamos en el fondo de la galería y volvimos a nuestro nivel por una fácil rampa de bloques. La salita a la que accedimos solo continuaba por un laminador lastroso.
Otra pequeña sala y una estrechez nos condujeron a una galería con dos desviaciones obstruidas y varias chimeneas. La galería finalmente tropezaba con unas formaciones que impedían el paso. A base de mazazos Ángel y yo reventamos varias columnetas y dejamos una holgura justa para pasar haciendo contorsiones. Paso Pelos, luego Ángel y después yo.
Mientras Pelos recorría galerías sumamente estrechas -y con barro- buscando continuación Ángel y yo nos sentamos a descansar. La búsqueda no dio resultados positivos. Lo que si obtuvimos fue una embarrada genial.
Mientras Pelos recorría galerías sumamente estrechas -y con barro- buscando continuación Ángel y yo nos sentamos a descansar. La búsqueda no dio resultados positivos. Lo que si obtuvimos fue una embarrada genial.
Después de comer nos pusimos en marcha para la vuelta. Según Pelos todavía quedan posibilidades de continuación en una desviación de la galería principal cercana al pasamanos que instalamos. Espero que sea cierto y que el esfuerzo colectivo se vea recompensado. Debido a la capa de barro que se había añadido al equipamiento que llevaba puesto encima, solo tenía interés por salir lo antes posible. Tuve grandes dificultades para ascender el pozo del estrechamiento. El croll embarrado no mordía la cuerda y tenía que ayudar con la mano al cierre del gatillo. Todo esto había que hacerlo bloqueando el peso con el brazo izquierdo. Di gracias al destino por salir del pozo y continué sin prisa pero sin pausa. Un minuto después oí gritar a Ángel. Uno de los anclajes del pozo, a un natural, había cedido cayendo una piedra enorme. Debido a que la suerte nos sonríe, el bloque ni corto la cuerda, ni toco a Pelos que todavía estaba abajo. Sin embargo Ángel pedía ayuda. Volví atrás, pero cuando llegué todo se había normalizado.
En la base de la torca me di cuenta que iba de culo y cuesta abajo para ascender con los aparatos llenos de barro. Hubieran necesitado un lavado a fondo. Me enfurecí conmigo mismo, me había dejado atrapar por una estúpida situación. Creo que tarde media hora en ascender un pozo que solo requiere cinco minutos en condiciones normales. Una boutade. Pero que le vamos a hacer. Me baje a Bustablado por la carreterilla y sin más dilaciones me quité el barrizal de encima. Cuando estaba acabando llego Luis. Le conté las buenas y malas nuevas desahogándome a placer. Unos minutos después Pelos trataba de inyectar optimismo en las posibilidades de continuación. Siempre hay que ver lo positivo...
El grupo andaba indeciso acerca de que hacer en las próximas horas. Pero yo no me quede para averiguar si se iba a celebrar en las barbacoas el cumpleaños de Sergio o si se iba a ir cada uno a su casa. Me fui directo a la mía y tras una ducha hirviente me sumí en mis sueños sin fronteras ni tiempo.
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