11/12/11

(Sfera)


8/12/2011

            Varios meses después de hablarlo pude comenzar a realizar con A.Dólera la tarea que nos habíamos encomendado. Él ya había realizado otras presentaciones con fotos esféricas. Uno de sus trabajos fue en la Cueva de los Chorros,  para la Comunidad de Castilla-La Mancha.  Con A.Dólera se vino David, un espeleólogo de Hellín. Me pidió que le llamáse por su apodo, Bicho, aunque a mí se me hacía difícil.    
         A.Dólera y yo nos habíamos propuesto hacer una secuencia de fotos esféricas entrelazadas de la ruta clásica en la Red del Gándara. Es decir: desde la entrada hasta la Sala del Ángel. Y quizás tirar varias esferas más en alguna cavidad de menor envergadura. Una presentación de este tipo puede servir de detonante para que la administración se tome más en serio el Patrimonio Subterráneo de Cantabria.
            A las nueve y media de la mañana partimos hacia los Altos del Asón, vía Alisas. El día estaba espléndido para hacer fotos en el exterior. Sin embargo el interior de la cueva permanecía fiel a si mismo. Ninguna variación esencial entre el invierno y el verano. La única diferencia perceptible era el aumento de los goteos por las últimas lluvias. A poca distancia de la entrada, en la Galería de las Alizés hicimos la primera esfera interior. Una esfera conlleva un buen número disparos. La gran diferencia con las esferas realizadas en el exterior es el reto que supone la iluminación correcta dentro de la cavidad.
            El Pozo del Oso se encuentra en una zona de grandes volúmenes. Mientras Bicho actuaba en el pasamanos como modelo, yo iluminaba planos lejanos con un potente flash. La esfera siguiente se hizo en una encrucijada de las grandes galerías de entrada. A la izquierda quedó el ramal del Jacouzi. Techos de dos o tres metros por varias decenas de metros en horizontal complicaron esta esfera. Nos quedamos más de una hora haciendo pruebas de iluminación. El tiempo pasaba sin que lo sintiéramos.
       En una esquina del Delator hicimos una bonita esfera. Debido a la modestia de los volúmenes a iluminar no tuvimos que vérnoslas con las dificultades de las anteriores. Poco después del Delator, en una zona de formaciones muy blancas, hicimos otra esfera poco problemática. Nuestro siguiente objetivo era el Pozo de las Hadas y la Sala del Ángel. Las tripas me rugían de hambre pero yo no sabía qué hora era.
       En el Pozo de las Hadas no encontramos las cuerdas habituales. Aunque me cogió desprevenido me alegró que, por fin, esas cuerdas no estuviesen permanentemente puestas allí. Primeramente porque así es más seguro. Usar unas cuerdas de las que no conocemos su estado es una ruleta rusa. Y en segundo lugar porque los visitantes tendrán que preparar su visita con más cuidado, y eso les hará valorar más las bellezas a las que tendrán acceso. La instalación de cabecera también me sorprendió por su redundancia. Encontramos 6 fijaciones químicas de acero inoxidable. Eran las seis de la tarde y lo mejor era volver hacia la salida. De paso podríamos hacer más esferas en varios lugares que habían llamado la atención de A. Dólera.
            Hicimos dos esferas más que nos llevaron bastante tiempo. Una antes de llegar al Delator -en una galería de tamaño túnel del metro- y otra en unas formaciones cerca de las grandes galerías. En esta última tuvimos que repetir las tomas para equilibrar la luz. Se nos estaba haciendo muy tarde.
         Llegamos al coche a las nueve y media y casi a las once a casa. Cansados físicamente no estábamos, pero si cansados mentalmente.  





9/12/2011
           
            Nuestro objetivo para el segundo día consistía en fotografiar la Sala del Ángel, las excéntricas de la Sala y el Pozo de las Hadas. Cogí una cuerda de 50 metros para el pozo, abundantes mosquetones y una llave. Prescindí de llevar chapas por la sobreabundancia de anclajes químicos. Esta vez tomamos, como variante, la ruta de Soba para alcanzar la aldea de La Gándara.
Como a las once estábamos entrando en la cueva.  Sin prisa, pero sin pausa, llegamos al Pozo de las Hadas e instalé en cinco minutos el primer tramo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me percaté de que no había ningún anclaje en el resto del pozo. Eso sí, muchas fijaciones: en donde estaba el antiguo fraccionamiento ahora había dos spits de acero inoxidable, dos parabolts de 8 mm de acero inoxidable y los dos viejos spits oxidados. Pero ni chapas, ni químicos. Un poco desconcertante. De cualquier forma hice que mis compañeros bajaran a la gran repisa intermedia y nos pusimos a buscar una solución. Al principio creí encontrarla entre los bloques del extremo oeste de la repisa. Pero era demasiado peligroso colgarse del bloque que estaba en “buena” posición de descenso. No nos parecía suficientemente estable. Después de muchas dudas optamos por retirarnos.
Cuando Bicho ya estaba empezando su ascenso con jumars me fijé en un gran puente de roca en el extremo oriental de la repisa. Enrollando un largo cordino a ese puente pude montar un fraccionamiento seguro y limpio. De hecho ni siquiera hizo falta el desviador que siempre se ha usado en el segundo tramo. El resto de los resaltes hasta la Sala del Ángel estaban equipados.
La Sala estaba llena de niebla. Era de esperar por el sentido de la corriente de aire: hacia el exterior. El aire asciende en la Sala cargado al 100% de humedad. Y ésta se condensa en la parte alta de la Sala. Es el mismo mecanismo que el de la formación de nubes de desarrollo vertical. A pesar de los focos, las linternas y los flashes la visibilidad era nula. En época de fríos intensos, en que el flujo de aire se invierte, la niebla se disipa. Para esa época quedarán las fotos esféricas de la Sala.
La cosa estaba clara. Había que hacer una esfera de la maravillosa capilla. Más tarde vendrían las fotos a los detalles de las excéntricas y, si era posible, de la cascada.  Mientras se iba preparando el equipo -trípode, flashes, etc- aproveché para darme un paseo por la Galeria de Cruzille. Me interesaba comprobar el estado de conservación y el pateo de la zona. Apenas se notaba aumento de paso salvo la senda principal.
Cuando acabamos la esfera hicimos una sesión obsesiva de fotos a las excéntricas. Y unas cuantas fotos pintadas en dirección a la cascada. Una de ellas me pareció relativamente buena. Después de esa larga sesión comenzamos la vuelta.
En el Pozo de las Hadas A.Dólera tuvo los momentos más duros de estos días. Hace bastantes años que Antonio no hacía espeleo en serio. En un tiempo llego a ser guía en la Cueva de Los Chorros. Pero los años sin actividad se notan. Bicho no tuvo grandes dificultades.
Al día siguiente pensábamos ir hacia Sonámbulos. Sin embargo cuando llegamos a casa las ganas de volver a la Red del Gándara se nos habían evaporado. Sobre todo después de la cena y el orujo.  





10/12/2011

            Para redondear el trabajo de los dos días anteriores decidimos acercarnos al Puerto de Lunada y desde allí realizar varias esferas mostrando la superficie sobre la Red del Gándara. Había una luz otoñal excepcional. El viento del sur producía nitidez y brillo en los colores. Pensé que la fortuna nos sonreía.
            Desde el mismo Puerto de Lunada tomamos una senda que en menos de media hora nos llevo al Collado de Bustalveinte. Para hacer la primera esfera del día colocamos el trípode ligeramente al norte del collado. Un promontorio, casi imperceptible, desde el que podíamos ver con precisión toda la ladera norte del Picón del Fraile. El contraste de las nubes grises con los retazos de montañas iluminadas por el Sol le daba vida al paisaje. El viento soplaba fuerte y frío amenazando lluvia. Tuvimos que repetir esta esfera. Volvimos al coche rápidamente.
            Bajando del puerto por la vertiente burgalesa tomamos la desviación a las instalaciones militares del Picón. Una buena carretera con bastantes revueltas lleva  hasta la misma cumbre, donde están alojados sistemas de comunicaciones y radares. A medio camino aparcamos el coche. Con cierta aprensión montamos el equipo en un promontorio que domina el Polje del Hondojón y la vertiente norte de la Lusa. El lugar es majestuoso. Los militares tienen puesto un cartel avisador prohibiendo el paso a partir del comienzo de la desviación. Nosotros no solo estábamos invadiendo la zona restringida, sino que íbamos a hacer unas sospechosas fotos con ángulos y direcciones muy definidas. En cuanto acabamos la esfera salimos disparados del lugar, alejándonos todo lo deprisa que pudimos.
            Un poco más abajo que la pista de los militares, en la carretera que baja de Lunada, sale otra pista a la izquierda. La pista es rústica y está prohibida para vehículos no autorizados. En muchos tramos el firme esta formado por un césped ralo y mullido sobre el que caminar es un verdadero placer. Después de varias revueltas se llega a un collado sobre la loma que baja de Los Porrones. Desde este punto la visión del Hondojón es magnífica. Allí fuimos a realizar la última esfera.
Mientras se hacia la esfera tuve que agarrar el trípode para que no saliese volando. El viento había arreciado. Antes de irme me di un paseo por la senda bajo las paredes de Los Porrones. La senda penetra en el bosque y sigue a cota conduciendo a la mágica vertiente norte de la Lusa.
        El trabajo estaba hecho. Antes de bajar a la costa paramos en el restaurante La Vieja Escuela junto al barrio de la Concha en San Roque. El comedor es una auténtica gozada. Una cristalera que ocupa toda la pared sur permite una visión completa del alto Valle del Miera. El cocido montañés que nos sirvieron en este local fue extraordinario. A mis dos amigos murcianos se les quedo un buen sabor de boca bien merecido…

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