Sergio y Adrián estaban tan entusiasmados que me incliné a conocer la zona que acababan de descubrir el último fin de semana. Tuve que poner un empeño especial para convencerme a mi mismo de volver a Udias. Esa mezcla de mina y cueva que me hace sentirme extraño. Me encontré con Sergio, Adrián y Jara en Mompía y nos fuimos a la segunda cita: Puente de San Miguel. Allí nos juntamos con Fran, Matías y Alfonso. Después de charlar un rato alrededor de unos cafés partimos hacia la entrada de Sel del Haya. Yo monte en la furgoneta con Fran y Matías. Por el camino nos perdimos dos veces.
Durante el reparto pude constatar lo poco organizado que está el material de exploración del club. Sergio nos convenció de que teníamos que topografiar hasta el comienzo de lo nuevo. Al principio me supo a cuerno quemado, pero me avine cuando vi que todos íbamos a topografiar, unos un tramo y otros el resto. Más o menos la mitad. Pero después de todo no sirvió para nada la buena voluntad. El disto solo funcionaba hasta 6 metros y el clinómetro no funcionaba en absoluto. Poco después Alfonso, Matías, Fran y yo sobrepasábamos al otro grupo y alcanzábamos el principio de las cuerdas.
Subí el resalte, unos doce metros en total, y me alejé un poco hasta una zona de gours y estalagmitas. Me dediqué a intentar fotografiar bien aquello. Pero no conseguí dar con la clave. Mientras tanto oí gritar mi nombre varias veces. Supuse que estaban controlando donde estaba para acercarse o para tenerme ubicado. Me pareció imposible que me llamasen por algún problema. Sin embargo cuando volví, después de un buen rato y algo extrañado por la tardanza, Alfonso me manifestó su malestar por no haber atendido su llamadas. Fran había tenido un problema en el fraccionamiento.
Continué con las fotos mientras se empezaba a instalar hilo señalizador y se seguía topografiando. Sergio me mostro unas repisas colmadas de formaciones. Alicia y Carlos aparecieron y se pusieron a mirar unas gateras que podían dar un acceso mejor a la zona. Pero enseguida nos fuimos todos hacia la zona realmente nueva por unas rampas instaladas. Arriba me dedique a colocar hilo señalizador mientras el equipo de Sergio, Jara y Adrián volvían a la topo. No muy lejos se llegaba a la punta de exploración. Podía continuarse por unas plataformas superiores colmadas de formaciones pero, mientras Sergio y Adrián miraban esa parte, me encargaron investigar unos pasos estrechos para encontrar un cortocircuito. Jara se quedo conmigo.
Tuve que romper unas estalactitas para poder pasar la primera gatera. Los laminadores que me encontré me parecieron muy poco prometedores. Parecía que suelo y techo se juntaban. De hecho estuve a punto de darme la vuelta. El primer intento de pasar fue un fracaso. Los trastos se engancharon firmemente en las rugosidades del techo. Me quité todo el equipo vertical de encima y se lo pase a Jara, que esperaba con paciencia al principio de las estrecheces. Me fijé en que había una débil corriente. Esto me animo. En el segundo intento me quedé atorado por el pecho. Reculando observe que haciendo un zig-zag evitaría el laminador. Conseguí pasar sin problema alguno y tomé pie en una zona llena de formaciones. Jara se me unió segundos después.
Por los huecos del techo avisamos a los de arriba. Jara y yo avanzamos con sumo cuidado entre gours someros y formaciones delicadas. Vimos nidos de bolas. Volvimos atrás y aplicamos el protocolo como es debido. Mientras Alfonso topografiaba con Alicia y Carlos, la avanzadilla formada por Adrián y Sergio balizaron con hilo el recorrido. Hubo que poner especial empeño en ello pues no había casi ningún sitio para sujetar los hilos. Mientras las sacas pasaban los laminadores y se reorganizaba el material, me tome un tentempié.
El avance por la nueva galería fue sencillo y enseguida llegamos al borde de un vasto pozo en cuyo fondo había agua. Me pareció que podría ser la galería principal del río de Udias. Sergio comenzó a instalar el pozo. Mientras tanto observé una posible continuación por una galería colgada. Un sencilla escalada permitiría acceder.
La mitad del grupo, Alicia, Carlos, Fran, Matías y yo, estábamos satisfechos y comenzamos a salir. El resto se quedaron explorando. Por el camino hicimos algunas fotos interesantes. Fuimos un poco lentos en la zona de cuerdas, pero sin problemas. Lo que constituyo un acierto fue quitarse el mono exterior para subir las cuestas por la mina. Apenas sude y la subida se me hizo cómoda.
En el exterior había llovido. Para pasar la laguna de entrada tuvimos que hacer algunos equilibrios. Era el cumpleaños de Carlos y fuimos a tomar unas cervezas a su salud en el bar de La Gándara. A la vuelta iba tan ausente que nos fuimos hasta Mompía. Sólo cuando vi que mi coche no estaba allí recordé que por la mañana había llevado a Sergio hasta Puente de San Miguel. Atocinamiento de narices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario