La improvisación, aprovechar la oportunidad, puede
llevar a hermosos resultados cuando la fortuna sonríe. Varios años ha que deseaba tomarle unas
fotos a Eva. A Eva entrada en una cueva. Como aquel que dice: en la oscuridad
los colores deslumbran más. Pero Eva está enroscada a su destino. Y su destino
la lleva por derroteros cerrados, entre obligaciones y deseos y planes
frustrados. Y el tiempo se le escapa entre los dedos de las manos como si fuera
un gas inatrapable. Eva y el tiempo…
Esta vez un avatar hizo posible lo imposible. Ir a
una cueva sencilla, hacer una foto y dar un paseo. Algo impensable. Un día
antes Eva me hizo a través del teléfono todo un muestrario de vestidos, zapatos
y complementos. Azul celeste fue elegido. Ananda nos
iba a acompañar. Además de disfrutar de una bonita excursión me podía ayudar
con los flashes.
Quedamos para después de comer. Recogí Eva en Astillero
y a Ananda en la Cavada (en previsión de que Eva y yo
fuéramos a ver la zona de escalada de Angustinas). Subimos valle de Miera arriba hasta Ajanedo, dejamos el coche aparcado al lado de la carretera
y anduvimos diez minutos hasta la Cueva de La Puntida.
El bosque estaba exuberante y las ortigas eran tan altas como nosotros. Y
ortigaban muy fuerte.
El ambiente tropical se esfumo en cuanto entramos
en la cueva. Avanzamos hacia la
oscuridad sin alcanzarla. Nos detuvimos en un rincón desde el que se podía ver
la boca y sus verdores pero desde el cual ya se vislumbraba la grandeza de la
sala y el tamaño de su bóveda. Pensé un rato desde dónde debería encuadrar.
Puse los flashes de forma que iluminaran a Eva con
su vestido azul celeste desde cuatro direcciones y los dos flashes restantes los
use como complemento general. Ananda posó para las
pruebas. Planteé la foto como un fusión de tres fotos. Tuve que cambiar la
focal de varios flashes. Y le dije a Eva que se cambiase.
Las fotos en sí nos llevaron quince minutos.
Enseguida recogimos todo y volvimos al coche. Ananda
quería llegar a su cita con los amigos en la playa. En La Cavada nos despedimos
de él. Eva yo enfilamos la carretera a Angustinas.
Desde el collado nos dimos un paseo para ver las vías. En una peña cercana se
poso a observarnos una hermosa rapaz. A Eva le encantaron las vías y, sobre todo,
el sitio. A la vuelta paramos en La Cavada a tomar unos líquidos frescos. La
tarde iba cayendo con calma.
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