30/9/18

Carbi


Fotos: Miguel F. Liria
Texto: A. González-Corbalán


El domingo quedé con Miguel para visitar una entrada a la Red del Gándara poco conocida. Desde febrero no  habíamos practicado espeleología juntos. Y casualmente en la misma cueva a la que ahora íbamos.
Me reuní con Miguel en Ramales y partimos de inmediato. A las cinco teníamos que estar saliendo. Tanto él como yo teníamos compromisos ajenos a la espeleología.
El tiempo era espléndido. Sin embargo la temperatura del aire que expele la boca era la misma ahora que en febrero. Pero la cantidad de agua recorriendo la cavidad era menor. Eso no impidió que nos mojásemos bastante al contactar con las embarradas y húmedas paredes -la entrada tiene abundantes estrecheces-.
            Tenía entre manos hacerle más pruebas al Carbi. Duración de las baterías, manipulación del interruptor, uso de los dos tipos de luz, alcance de cada tipo, etc. La cueva resultó perfecta para ello.
            Desde el punto más lejano que alcancé durante la incursión anterior, a primeros de febrero, tuvimos que continuar por gateras. Nos llevaron a una zona de galerías amplias. La zona presenta decoraciones de sobria belleza. Los suelos están casi intactos. Pisábamos justo por el mismo sendero que unas pocas huellas indicaban. A veces dudábamos. Pusimos varios catadióptricos cilíndricos para indicar donde pisar.
            Nuestra tendencia fue reconocer las galerías que nos llevaran más al oeste y al norte. Algunas mostraban un gran parecido a galerías del Gándara. Largas y rectilíneas fracturas -profundas, estrechas y, a menudo, interrumpidas por grandes bloques como cuchillas-. Llegamos a un punto lejano en que, para continuar, hubiéramos tenido que trepar y retorcernos. Iniciamos la vuelta. Paramos a mear en un rincón y alejándonos unos veinte metros comimos sentados sobre unas piedras planas. Reflexionamos sobre la posible ubicación de una conexión con la red principal. El modo contemplativo permite llegar a intuiciones iluminadoras.
          Las estrecheces de la entrada se presentaban más trabajosas al salir que al entrar. Serían las cinco cuando llegamos al aparcamiento. El tiempo seguía siendo espléndido. Teníamos hambre y estábamos algo cansados. Paramos en un bar de Ramales. Todo estuvo muy bueno, pero aún seguía con hambre cuando me marché a casa. Miguel también se marcho a su casa. 


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