6/4/25

Primavera en Seña


 

La primavera estaba por doquier. Como la sonrisa de una mujer feliz, como el canto de los mirlos, como la fiebre de un enamorado, como los prados atiborrados de flores. Cualquier cosa que pudiese hacer rodeado de tanta primavera, era perfecta. Mientras conducía hacia el este como un poseso puse Karitas Habundant de Hildegard von Bingen en Spotify. Acompañado de esa música mis sensaciones crecieron varios puntos más hacia el éxtasis mientras los árboles explotaban de verdor como si les sobrase vida.

El hotel y los bares del cruce se negaban a darme un buen café hasta que me fijé en el bar La Barca de Treto. Aunque algunos clientes tomaban ya su desayuno en la terraza lucía muy tranquilo. El interior se mostraba acogedor y los camareros me sirvieron con alegría un gran vaso de café con leche acompañado de un generoso sobao pasiego. Por el acristalado ventanal vigilaba la llegada de Guillermo y su hermano Blas. Apuré mis placenteros alimentos y salí a saludarlos. Mientras Guillermo se atareaba con todos los detalles  -de lo que llevaríamos o no- me quedé contemplando la escena. Traje mi saca de espeleo y un petate de saco blanco con todas mis cosas y me instalé en el asiento trasero para disfrutar del paisaje sin más.

 

Había varias rutas de circulación para llegar a Seña desde Treto pero la que triunfó fue la vieja carretera, conocida por Blas, que sube desde Limpias por la ladera este del valle y alcanza Seña de forma directa. Las vistas sobre la ría eran hermosas. Aparcamos justo al lado de la iglesia de Seña. Con la solana y el ambiente nítido extendimos el material sobre la acera y preparamos todo sin obstáculos, las cabezas estaban bien nítidas. Un paseo en suave cuesta abajo por un viejo camino empedrado -en parte- nos llevo en cinco minutos a las cercanías de una cabaña. Giramos a la derecha por un prado y luego torcimos a la izquierda siguiendo el prado entre bosques. Este acabó justo sobre la pendiente de entrada a la cueva. El arroyo que habíamos cruzado más arriba se sumía en la cavidad.

Un desprendimiento relativamente reciente había alterado la morfología de la boca de entrada de la Cueva Hoyo Molino. Pero se podía pasar sin dificultad por el lateral izquierdo. Cerca de la entrada encontramos los cadáveres momificados de unos grandes insectos negros con aspecto "entre saltamontes y chicharra". Con facilidad caminamos junto al arroyo, hacia el sur, hasta la primera sala. Trepando al oeste un par de metros visitamos la Galería Nolavieron donde nos entretuvimos haciendo unas fotos con los flashes. Más adelante el arroyo giró bruscamente hacia el oeste y se encajonó en un estrecho meandro que se negociaba parcialmente por el arroyo, con algunos pasos en oposición, o con pies a un lado y manos al otro, para evitar el agua profunda. Poco después desembocábamos en la Gran Sala de las Coladas. Desde aquí visitamos el bonito Afluente Norte lleno de formaciones variadas.


 
  
 

Aguas abajo el arroyo se hizo más difícil de seguir. En algunos sitios había que agacharse un poco, o trepar y destrepar zonas de bloques, o coger conductos fósiles alternativos durante cortos tramos. De esta forma avanzamos hasta una zona donde abundantes coladas bajaban desde arriba a la derecha. Subiendo un poco visitamos la rectangular Sala del Manuscrito, de suelo llano y arenoso.  Las coladas volvían a llevarte hasta el arroyo en una zona de aguas más profundas, al menos en apariencia. Ninguno tenía ganas de mojarse y, cuando menos, el agua se hubiese colado por la caña de la bota. Decidimos empezar a salir lo cual nos costo algo menos tiempo que entrar.

Fuera el sol calentaba bien y el cielo estaba azul y nítido. Volvimos por un camino alternativo un poco mejor que el de ida pero con una zona embarrada, llena de huellas profundas de vaca, que nos puso pérdidas de barro las botas. Por el camino las fuimos limpiando como pudimos con la hierba. El mesón de Seña tiene una terraza magnífica con unas vistas al sur fantásticas. Nos dieron bebidas y bolsas de patatas pero la cocina ya no funcionaba. Una lástima, casi siempre llegamos tarde a todos los restaurantes y bares. Nuestros horarios de espeleólogos son así...     

Topografía  hecha por el Grupo Ademco
 
     

                  Se trata de una cueva con pocas dificultades pero muy divertida. Es apta para niños intrépidos con padres sin complejos.

 


 

29/3/25

Mocos Verdes

 

A mediados de febrero me contaron que existía una mina interesante cerca de Portman y me invitaron a ir. Pero a mí, en principio, no me interesó nada. Las minas tienen, así de entrada, muy poco atractivo para mí. Fue a raíz de que me mostraran unas fotos de la dichosa mina que pude descubrir su atrayente  "atractivo". En una remota zona de enrevesado acceso existe un grupo de formaciones hermosas que más parecen formadas en un soplao que en la propia mina. Algunas de ellas tiene color y aspecto de verde moco. Estuve tanteando la posibilidad de realizar una nueva visita hasta que a finales de marzo decidí ir yo mismo a echarle un vistazo. La espeleóloga que la conoce me dio algunas directrices para llegar al moco.

El sábado 29 de marzo nos fuimos para allá Marisa y yo en un día algo ventoso pero muy claro y soleado. Hay que tomar, cerca de Cartagena, una carretera que va hacia Portman y a unos dos o tres kilómetros del pueblo aparcar en una curva. A partir de aquí se toma un sendero poco claro a lo largo de un vallecito. Aguas abajo se recorren menos de quinientos metros hasta la entrada de una pequeña galería que da paso a la mina. Si la construcción de la entrada es de época romana, como sospecho, es asombroso su estado de conservación tras el paso de veinte siglos. Piedra en bóveda de medio punto sin argamasa ni cemento ni yeso ni nada. Unos constructores geniales esos romanos. Enseguida empiezan las galerías a bifurcarse a derecha e izquierda. Me detuve un poco y pensé en seguir el camino más marcado. Además puse señales catadióptricas para no tener dudas a la vuelta. Por el camino elegido observamos una corriente de aire, entrante ese día, muy marcada y fácil de seguir. Además fuimos encontrando señales azul-verdosas a pares que indicaban algo interesante. Tras avanzar lentamente una hora en una zona de múltiples bifurcaciones encontramos una gatera ascendente con una cuerda de cáñamo y una marca azul circular. Al otro lado aumentaron los posibles caminos, con desniveles delicados, y tanto la corriente de aire como las señales azules  desaparecieron por completo. De vuelta al otro lado de la gatera tanteé varias continuaciones sin que ninguna me pareciese ajustada a lo que esperaba encontrar. Decidimos que lo mejor era comenzar a salir.



 

El tiempo claro y brillante nos invitó a visitar Portman y las acciones que se están llevando a cabo en su bahía. Nos parecieron, cuando menos, extrañas y poco atractivas como paisaje. Pero mi punto de vista no deja de ser el de un mero turista que no conoce la "problemática" que puede originar la minería moderna. Lo que si tuvimos claro es que la mina bien se merece las visitas que hagan falta para conocerla mejor.

                  Se trata de una mina romana que se siguió explotando en sectores más recientes. Está claro que se abandonó hace relativamente poco. Del nombre real actual he podido averiguar, en el Mapa de Carlos Lanzarote 1907  ( https://www.um.es/hisminas/mapas/ ),  que los nombres más probables de esa mina son Bragelaldo, Lola o Ebraldo.

      



 
 

 

20/3/25

Aqueronte

 


 

 

                  Los poemas homéricos describen el Aqueronte como un río del Hades, en el que desembocaban las corrientes del Flegetonte y el Cocito, que brotan del Estigia. Aqueronte puede traducirse como 'río del dolor' (en griego; ἄχεα ῥέων) y debido a esto se creía que era una bifurcación del río Aqueronte inframundo, descrito por la mitología griega como un pantano insalubre dentro de un paisaje desolado, donde el barquero Caronte llevaba las almas de los recién fallecidos hasta el dominio de Hades. Aqueronte era uno de los cinco ríos del inframundo, morada de los muertos y de los espíritus. Se cuenta que en sus aguas todo se hundía salvo la barca de Caronte, que accedía a pasar las almas de los difuntos a cambio del óbolo o de monedas de ceniza que se ponían a los muertos en los ojos para pagarle la travesía.

 

Así que los mineros, o ingenieros de minas, que pusieron nombre a estas minas echaron mano de la mitología griega: Mina Aqueronte, Mina Estigia...  verMinas . Seguramente algo tendría que ver con la dura vida de los mineros en general y, en particular, con la minería de la galena (sulfuro de plomo) cuyo polvo era respirado en el día a día de la jornada minera. De hecho en la gran Sala de la Mina Aqueronte siempre flota una nube de polvillo brillante y plateado compuesto casi exclusivamente por galena.

La actividad del día iba a ser visitar la Mina Aqueronte pero de una manera algo inusual. Estaba al habla con JL Llamusí para efectuar una travesía desde los altos pozos mineros, con dos tramos de rapel, cada uno de unos 50 metros, hasta la Gran Sala de la Aqueronte, para luego continuar por una importante galería de la mina hasta la entrada horizontal principal. No está de más recordar que esta mina tiene siete laberínticos pisos por debajo del nivel principal siendo el más profundo sumamente húmedo y caluroso. Lo cual, no está de más decirlo, indica su cercanía al acuífero de Isla Plana y su vinculación "geológica" con las cavidades hipogénicas de la zona. Después de posponerlo una primera vez, por las grandes lluvias sobre Murcia, pasaron dos semanas hasta una nueva convocatoria. Finalmente quedamos para el jueves veinte de marzo.

El día estaba muy brumoso y algo ventoso. La caminata para llegar a las minas del Rincón W nos sorprendió con el inusual paisaje de Murcia convertido en praderías verdes. Era el producto de las grandes lluvias sobre un suelo fértil. Cabe la posibilidad de que el clima murciano deje de ser seco y pase a ser tropical. No estaría mal, en vez de cultivar olivos y almendros cultivarían aguacates, mangos, chirimoyas, maracuyás y cosas similares.

 
 

El acceso a los pozos de la Aqueronte estaba asalvajado por los enormes arbustos, la desaparición de los caminos mineros y la confusión de las construcciones arruinadas. Además la pendiente es muy fuerte en esa zona. Sea como sea nos colocamos al borde del primer pozo, protegido por un murito de piedra seca de medio metro de altura. Para alcanzar el primer tinglado de rapel JL puso una cuerda fija de unos metros. La instalación es muy cómoda y permite ponerse en una vertical limpia que impresiona bastante. Al poco de comenzar JL su descenso salieron disparadas en vuelo vertical una pareja de palomas espantadas. Por el camino una de ellas le regaló una cagada en la cabeza. Cuando me toco el turno me dediqué a comprobar con atención el equipo y cada paso del proceso. Eso de tener debajo un pozo cilíndrico de cincuenta metros -y sólo tres de diámetro- activa la atención milagrosamente. Paré a hacer alguna foto y la pura vertical dio paso a una rampa de bloques en un volumen de cavidad abierto. Algo más abajo mi sorpresa fue mayúscula. Talmente a un lado de la línea de bajada, sobre unos bloques medianos formando un rellano, encontré el nido de las palomas citadas con dos huevos blanquitos dispuestos para su incubación. La oscuridad en ese punto era casi total para mis ojos humanos y seguramente también para las palomas. La pregunta que me hice fue ¿cómo iban a hacer sus prácticas de vuelo los pichones en una ambiente así? Y, en su caso, si no había prácticas de vuelo ¿cómo era posible un primer  vuelo de los pichones por una vertical de cincuenta metros por tres de diámetro en la casi oscuridad? No supe responder a esas preguntas y JL tampoco.

Un segundo rápel de otros cincuenta, con un enorme rellano intermedio, nos depositó en la Gran Sala. Para mejorar la dinámica de recogida de la cuerda sería aconsejable fraccionar este tramo en dos de unos veinte metros. Así se evitarían posibles enganches de la cuerda con bloques caídos. Mientras JL recogía la cuerda busqué, sin éxito, una linterna que JL había dejado encendida como indicador para buscar otras posibles rutas de bajada. Tal vez por el Pozo 792 (o de las Palomas). Eso cuadraría con los rumbos y distancias en la 792.  Es una posibilidad.  

Salimos de la Gran Sala dando un agradable paseo por galerías perfectas. El ambiente seguía parecido, veíamos pasar las brumosas nubes. No fuimos a bar alguno. JL. estaba resentido en el costado, un pequeño alud, abajo del Veleta, le había dado un revolcón y varios golpes.  Me fui a ver que tal estaba la Azohía. El ambiente era encantador y, salvo la colonia de autocaravanas en El León, muy tranquilo. No había nadie bañándose y yo tampoco me animé... 

 
 

 
 
 




26/1/25

Cueva de Luchena

 
 

Luchena es una zona remota en Murcia. Además de la cueva hipogénica, el barranco, las aguas termales, su escasa densidad de población, su fauna y flora y su ubicación entre los antiguos reinos de Granada y Murcia le confieren un carácter misterioso y atractivo para mí. Considero que el albergue que existe justo al comienzo del barranco es una joya para hacer convivencias y quedadas en un entorno curativo.

Hacía mucho que deseaba organizar una visita a la cueva para que la conociesen los amigos del Club Eiger. Por fin, a finales de enero del 2025, cuajó una oportunidad el domingo 26. Nos reunimos en Alhama bien temprano Abdón, Miguel Ángel, Tojo, Marisa y yo. Desde allí continuamos en dos coches hacia Luchena. Está lejos y se hace algo largo, pero pasando Zarzilla de Ramos ya se nota la cercanía. La última fase, por una pista que ahora está arreglada, son varios kilómetros entre campos y pinares.

            Entre los preparativos y el acercamiento a la boca nos llevó algo menos de una hora. Llevaba material, taladro y fijaciones, para mejorar la instalación del pozo de entrada. Además decidí acarrear 4 flashes y las dos cámaras, junto con el controlador y los trípodes. Es muy engorroso andar con todos esos trastos pero éramos cinco para transportarlos. Una cuerda de 40 para el pozo y otra de unos 15 para asegurar en las trepadas y destrepes. Hice los últimos preparativos y entré a instalar. Me llevé la agradable sorpresa de encontrar instalada la cabecera del pozo con dos parabolts de 10. Un poco más abajo sustituí un spit roñoso por un parabolt de 10. Y como último fraccionamiento una estalagmita sirvió como hecha a medida.  
 
 

 
 

Fueron bajando todos y primero visitamos los rincones -arriba y abajo- de la diaclasa-rampa en la que acaba el pozo de entrada. Un balcón en la parte alta permite vislumbrar la diaclasa principal, paralela a la primera. Siguiendo por la parte mas profunda fuimos a dar a una gatera por la que accedimos -a Abdón le pareció demasiado estrecha- a una sala llena de corales. Esta sala tiene posibles continuaciones hacia abajo, tal vez se podrían explorar con una desobstrucción. Más tarde subimos la rampa de la diaclasa principal hasta un resalte que recuerdo tener que escalar, aunque ahora alguien ha instalado una cuerda que facilita la trepada. Arriba visitamos la zona de formaciones gravitatorias y la continuación de la diaclasa principal.  La cosa se puso difícil por las expuestas trepadas (y a la vuelta destrepes) que hacían falta realizar. Tampoco teníamos muchas ganas de seguir. Será necesario poner algún trozo de cuerda para visitar con facilidad el final la diaclasa principal. Finalmente hicimos unas cuantas fotos con flashes en la parte alta, donde hay un grupo de cúpulas blancas muy hermosas.

           Antes de subir el pozo comimos algo pues la cueva lleva mucho tiempo a pesar de que las distancias lineales son escasas. Salimos bastante rápido y el sol aún estaba alto. Abajo, en las pozas de agua transparente, había un par de grupos de excursionistas. Decidimos volver a Lorca por La Parroquia y tomar bebidas de abstemios en un bar del pueblo. Así son las cosas a veces...  


 
 

 

24/1/25

Diatomeas

 

Hace ya unas semanas Ester me mando una foto de una galería minera situada en una zona cercana a Hellín. Me recordó los pasillos de un antiguo templo egipcio. Mucho misterio para resistirse. Le pedí que me llevase y le pareció bien volver. Entre unas cosas y otras pudimos quedar a finales de enero, el viernes veinticuatro.

A las diez de la mañana nos reunimos en Hellín al lado de su casa. Me extrañó que no hiciese ningún frío. Ester me dijo que en Hellín hacía frío solo cuatro días del invierno, que Hellín no es Albacete. Un poco incrédulo tuve que aceptarlo ya que ella vive allí y conoce a fondo el clima local. Nos embarcamos en mi coche y tomamos rumbo oeste, hacia Elche de la Sierra. Con esa animada conversación que pone al día a dos personas que hace meses que no se ven nos pasamos un kilómetro el punto de desviación.

              En realidad la vieja mina está al lado de la carretera y muy cercana a las minas de diatomeas actuales (a cielo abierto) que llaman la atención por su blancura al acercarse a Elche de la Sierra. No sé si el polvo de diatomea sigue usándose para fabricar dinamita como lo hizo Alfred Nobel por primera vez pero desde luego útil debe seguir siendo (y mucho). El nombre de la vieja mina es Mina de la Venta del Juez. Había un todoterreno aparcado allí y unos técnicos se acercaron, o nos acercamos a ellos. Estaban con georadares para prospectar la zona y ubicar la posición de las bolsas de diatomea sedimentaria. Trabajaban para la empresa minera pero no pertenecían a esa empresa. No les importaba si nos metíamos en la vieja mina, ellos estaban a lo suyo. De cualquier forma las empresas mineras, para evitar responsabilidades, suelen vallar el acceso y prohibir la entrada. De esa manera si ocurre algo no pueden culparlas. Pero ya he entrado en tantas minas y cuevas que he aprendido lo siguiente: la mejor seguridad es ser observador y usar el sentido común. Ester decía que la mina era peligrosa y a mí me parecía un sitio sin ningún peligro.
 
 
 
 
 
 

Le dimos la vuelta a la valla para ver el socavón desde todos los ángulos y luego entramos, al lado del camino, por un punto en que la valla dejaba un enorme hueco. Ester me guio hacia la entrada más cómoda, al oeste, y enseguida estuvimos en el dédalo de estrechos y altos pasillos. La morfología tenía su lógica ya que al ser una roca bastante blanda conviene dejar pequeños vanos en el techo y excavar en vertical (altos y estrechos en esta zona). Dimos vueltas por todos lados hasta que se puso incómodo, estrecho y bajo por los desprendimientos. Encontramos una curiosa estalagmita formada por el guano de las palomas que anidaban cerca de las entradas. Luego salimos y fuimos hacia otra boca más la este. Aquí la solución minera había sido otra: pasillos de sección cuadrada o algo más ancha que alta. Pero se habían creado mucho pasillos entrecruzándose en ángulos rectos como una cuadrícula extendida. La galería principal, y eje, tenía varios centenares de metros, y se había instalado un ferrocarril minero del que quedaban los raíles, casi perfectos, algunas ruedas con sus ejes y aperos de diversa índole. Todo muy bellamente conservado y disponible para fotografiarlo. Y así lo hicimos.

De vuelta al coche, y sacudidos del finísimo polvo blanco, pusimos música en vez de conversación. Era la hora de comer y fuimos a Los Serranos de Hellín, un sitio ideal en donde nos reunimos con Raúl. La charla nos llevó a los proyectos espeleológicos de las zonas cársticas en los alrededores de Hellín. Antes o después sonará la flauta.