29/12/25

País de las Maravillas (Mostajo)

Fotos: Guillermo y Antonio
Texto: Ant on Ío
 
 
 
              De alguna manera poco clara decidimos despedir el año con una buena traca. Dudas hubo hasta el último momento, pero seguimos adelante a pesar de ellas. Mucho pozo... muy difícil de encontrar lo que buscamos... muchas horas... ¿vendrá César?... ¿estarán todos bien para ascender un pozo volado de 40?... A las nueve me reuní con Encarna y Pablo en la FEVE de Solares y a las nueve y media con Guillermo en el Alto de Fuente las Varas. Matienzo estaba lleno de niebla, el paisaje era indeciblemente bello. A las diez estábamos en la Torca del Mostajo.

              Monté con una cuerda de 55m/8mm el pozo de entrada pues Guillermo prefería arrastrar la pesada, de 65m/10mm, hasta el Golden Void, para que "chicleara menos". En un rato recorrimos el pasamanos, las gateras y nos pusimos en la cabecera del pozo Golden Void. La instalación consiste en tres spits bastante vetustos y de inmediato un desviador a un puente de roca. La caída es perfecta y limpia. Por mucho que miré al bajar no encontré ningún anclaje más para fraccionar. Aunque -tal vez- se podrían usar algunos naturales con un cordino. Esta falta de fraccionamientos hace que el pozo sea pesado de subir tanto por el chicleo, como por el tiempo requerido.

              Abajo abandonamos todos los equipos verticales y, gracias al vago recuerdo de nuestra anterior visita, fuimos avanzando por la zona ya conocida por mí y por Guillermo. De todas formas, para evitar dudas y dejarlo todo bien atado, nos molestamos en ir poniendo catadióptricos. Pronto llegamos a la zona de nuestra punta anterior. Tras tomar un pequeño almuerzo nos metimos hacia un laminador en rampa por el que desembocamos en una larga galería, con progresión a gatas mayormente. Este conducto estaba lleno de formaciones, pero no llevaba el rumbo adecuado para acercarnos a nuestro deseado objetivo. Avanzamos bastante hasta un punto en que consideramos inútil seguir buscando Wonderland por allí. De vuelta fuimos comprobando todas las pequeñas desviaciones, un poco por si sonase la flauta.


 

              Nos sentamos en el punto de la comida. Les hablé del no-hacer del hacer y de cómo ese enfoque pude llevar a resolver un puzzle espeleológico. Me levante algo inspirado y fui por una galería que habíamos despreciado hasta ese momento por considerar que era un cul-de-sac, claro está, en el supuesto de que fuera correcta nuestra supuesta posición en el plano. Sorprendentemente después de subir una rampa y bajarla por el otro lado aparecimos en una sala bastante concrecionada que supuse en el buen camino de nuestras Maravillas. Después de hacer unas fotos nos pusimos a buscar una continuación más allá de la sala, pero no existía ninguna. Estábamos desconcertados. Dada la hora, las cinco o más, todos empezaron a hablar de salir, menos yo que seguí hablando de dormir una siesta. Vencieron ellos.

              Ya de vuelta subimos un par de rampas a ver que había pero no había nada. Una galería llamó mi atención, estaba descolocada respecto a la supuesta posición de nuestro objetivo, pero bueno ya puestos había que quemar cartuchos. Para mi sorpresa -y la de todos- aquello se empezó a parecer cada vez más a lo que buscábamos. Según avanzábamos todo cuadraba. Lo habíamos conseguido. Estábamos en Wonderland sin saber como habíamos llegado hasta allí. Hicimos algunas fotos, disfrutamos del momento y nos preparamos para la vuelta.

              El Golden Void lo subimos con pantín. Cuando acabé de subir le deslicé el mío por la cuerda a Encarna. Tardamos mucho menos de lo esperado en subir el pozo, pero las horas iban pasando. Eran más de las ocho y el cansancio se acumulaba un poco. Gateras, agachadas y pasamanos, todo iba amontonándose. El pozo de salida se hizo bien pesadito. Alrededor de las diez estábamos saliendo y a las diez y media llegamos a los coches, en total algo más de doce horas. Allí nos encontramos con un amigo de Encarna, se llama César, alarmado, con el coche en marcha y los faros encendidos. Parece que la preocupación por nuestra tardanza se había extendido por los chats, aunque, en cuanto supieron que estábamos fuera, las aguas volvieron a la calma. Después de todo era de esperar que no fuese tarea corta -ni fácil- encontrar Wonderland. El final de año se nos presentó sonriente y con un bonito regalo. Todos teníamos una sonrisa de oreja a oreja.         


 
 
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