5/6/10

Flores (5/6/2010)


   La asamblea de club del 4/6/2010 fue surrealista. Como no me sentía implicado me dediqué a observar a la especie humana complicándose la vida. Pero la cosa se prolongaba. Hubo un momento de exasperación en que algunos casi llegan a las manos. La mayoría estábamos deseando acabar aquella triste historia e irnos a tomar unas cervezas. Cerca de las diez, por fin, la saturación de palabrería y el límite de tiempo para poder ocupar la sala, acabaron con la asamblea.
   En el bar Manu, Cura, Pelos, Alfonso, Sergio y yo quedamos para ir al día siguiente a la Cueva de Udías por Sel del Haya. A Marta también le hubiera gustado venir. Como quería volver temprano a casa y preparar las actividades del domingo, lleve mi coche para poder salir de la cueva y volver a casa sin interferir en las exploraciones. Aparte de eso Manu llevo su furgoneta y Pelos su coche. Durante la parada que hicimos para tomar un café en el bar La Gándara las conversaciones giraron, por supuesto, sobre el club, los últimos sucesos y las personas que formamos el club.


 
   Nos tomamos, al menos yo, con mucha calma la actividad de ese sábado. Tenía muy claro que iba en plan tranquilo y que mi objetivo era, en la medida de lo posible, hacer fotos de la bellísima galería repleta de flores de yeso llamada, actualmente, Galería de las Excéntricas (Sin embargo si me lo permiten, me gustaría cambiarle el nombre por el de Galería de las Flores. Creo que esto hace más honor a su verdadera naturaleza. Pues las flores de yeso crecen, como las plantas, desde la raíz hacia el exterior mientras que las excéntricas no lo hacen desde su fijación a la pared. En realidad no se sabe con precisión como crecen las excéntricas.)

   Sucedió que cuando fui a coger mi saca de espeleo observé una cuerda de 80 metros reposando a su lado. Indirectamente la escena sugería que yo debía transportarla. Opuse alguna resistencia, intentando que la transportara algún joven fornido, pero unos se justificaron afirmando que sus sacas estaban  llenas ya y otros con que ya llevaban mucho peso. Finalmente asumí la cuerdecita pensando que solo la tenía que llevar cuesta abajo por la Mina Sel del Haya.

   Sude de lo lindo en el ascenso del Pozo Pasteloso. La cuerdecita seguía lastrando mi saca, saca que no me quite de la espalda al jumarear, lo que implico el desplazamiento del centro de gravedad bastante atrás haciendo más penoso el trabajo de ascender. Arriba espere a Alfonso hasta que pude hacerle una foto justo al salir del pozo. Mientras tanto estuve investigando la continuación de la galería que desemboca en el pozo. Subir a la continuación es delicado. Cuando le pregunté a Sergio por el tema me dijo que él había subido y que no le había parecido complicado. Sin embargo seguí pensando que si te resbalas subiendo el pequeño resalte el batacazo puede ser total.
   Sergio, Alfonso y yo continuamos hasta el cruce con la Galería de las Flores, donde se ha montado un pequeño campamento que incluye una tienda de campaña en una acogedora salita. Ahí, por fin, me libré de la cuerdecita y de la mayoría de los trastos.

   Algo después todo el grupo estaba comiendo en la sala del campamento. Nos dividimos: yo iría a hacer fotos a la Galería de las Flores, Manu y Sergio a seguir avanzando el pasamanos y el resto bajarían el pozo del pasamanos para explorar sus posibles conexiones y continuaciones. A la vuelta, dependiendo de la hora, visitaría a los exploradores o saldría directo.
   Me lleve solo tres objetos: el trípode, la cámara y una linterna de reserva. Lleve el arnés inferior puesto para utilizarlo en un par de instalaciones de seguridad. Avancé con mucha calma y lentitud observando todos los detalles que podía captar y sus posibilidades fotográficas. Las fotos no me parecieron fáciles de preparar, debido principalmente a la estrechez de la galería y a que las flores de yeso muchas veces están bastante altas. A pesar del cansancio acumulado durante la semana me concentraba con facilidad. Sea como fuere avance poco a poco, parándome a menudo a preparar fotos. Solo decidí volver cuando alcancé una zona de la galería en la que desaparecian las flores de yeso e hacía su aparición el barro. Entre la ida y la vuelta debí gastar más de tres horas.
   Pasadas las cuatro recogí el resto de mis trastos en el campamento y comencé la vuelta. No me pasé por la punta de exploración. Algo después de las seis llegaba al aparcamiento. La tarde estaba muy grisácea y caía algo de chirimiri. Al volver hacia casa me puse una buena música que me sirvió para ahuyentar todos mis fantasmas. Pare a lavarme la cara en una estación de servicio y más tarde, en Merlin Leroy, para comprar una broca de 12mm de diámetro. Pensaba utilizarla el domingo. Me dio tiempo a limpiar todos los trastos de espeleo la misma tarde del sábado.


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