1/5/17

Cambio de Plan




Por unas razones o por otras César y yo habíamos tenido que posponer nuestra salida a lo largo de varios meses. Aunque el uno de mayo parecía que nos sonreía el destino, de nuevo estuvo a punto de irse todo al traste por un problema dental. Un simple tornillo de un esos cacharros, ¿se llaman ortodoncias?, que corrigen la posición de los dientes. Afortunadamente las cosas volvieron a encarrilarse. Algo in extremis pero… en fin que pudimos quedar para ir de cuevas. Mi propuesta era volver al Carcavuezo y para darle más cuerpo invité a Miguel y a Guillermo. Pero era demasiado tarde. Miguel tenía previsto entrar el domingo -30 de abril- a una cueva, porque daban muy malo, y salir el lunes de excursión -porque daban bueno-. Guillermo tenía que trabajar en su finca de San Pantaleón y, además, estaba resfriado. Así que de nuevo estábamos solos ante una actividad que, como todas las de espeleo-logía, es relativamente comprometida.
A las nueve nos reunimos en Solares y media hora después estábamos aparcando en Matienzo. Cuando pasamos por el sumidero me fijé en que había bastante agua. El domingo había llovido con mucha intensidad y Matienzo es una cuenca hidrográfica amplia cuyo drenaje es prolongado. Sin embargo todavía tenía esperanzas. Por el camino hacia el Carcavuezo encontramos un patito perdido. César lo cogió en la mano pero el animalito prefirió arrojarse al suelo sin una sombra de duda. Era un patito enternecedor. Si hubiera habido niños o mujeres el patito habría sido recogido y cuidado en casa. Nosotros confiamos su cuidado a la madre Naturaleza.
La noche del domingo había mirado la web “Matienzo Caves” y vi que durante el pasado enero los espeleó-logos ingleses habían limpiado el acceso oficial al Carcavuezo. Tenían puestas varias fotos y vídeos de los trabajos. Con esas imágenes en la mente encontramos a la primera y sin ningún problema la entrada. Sin embargo la entrada que utilizamos en junio pasado estaba irreconocible e imposible de utilizar. Además, según mis recuerdos, en esas fechas la entrada oficial estaba desaparecida bajo un mar de troncos y materia vegetal. Una maravilla. Hay además otro asunto: la entrada que usamos Guillermo y yo, hace un montón de años, requirió un corto tramo de cuerda para bajar un resalte. Nada de eso nos encontramos en la entrada oficial. Así que he de pensar que estamos ante tres entradas diferentes. Sin embargo uno de los misterios sí se ha resuelto: la entrada oficial conduce, tras unas decenas de metros, a la base del resalte final en la entrada que usamos en junio del 2016. Este lío continuará en próximas sesiones.
Tras avanzar sin problemas hasta el río del Carcavuezo nos dimos cuenta de que para continuar era necesario mojarse mucho o, quizás, mojarse entero. Intentamos varios caminos entre los bloques para evitar el agua. Pero la cosa no se arreglaba así que decidimos irnos por donde habíamos venido. En el camino de vuelta al coche ya no vimos al patito.
Teníamos la opción de ir a la Cueva de la Carrera pero, desde mi punto de vista, estaba demasiado avanzada la mañana. Se me encendió una lucecita: la Cueva del Torno. Estábamos muy cerca en coche, con poca aproximación y un montón de cosas por ver. El corto paseo conduciendo nos permitió disfrutar de unas vistas sobre el Mullir fantásticas. César mostro bastante interés por subir ese monte.
Solo nos llevamos el arnés con los cabos. Hay un pasamanos bastante aéreo y si se continua por la zona fósil hacia la la Sala del Torno hay algunas dificultades más. La entrada de la cueva apenas tenía humedad en contra de lo visto en el Carcavuezo. Hasta los caracoles estaban escondidos. Tampoco había demasiadas arañas. Pero César, fiel a su vieja costumbre, me dejo ventaja para entrar como un obús que no ve ni siente nada. Mi viejo amigo enseguida apreció la calidad laberíntica de la cueva. Una cueva no apta para niños según comentamos.
Nos fuimos encontrando muy a menudo murciélagos salpicando los techos. Tras el pasamanos le pregunté a César si prefería ir por la zona fósil o por la activa. Eligio la fósil.  Inmediatamente pudo –pudimos- disfrutar de las dos gateras de Andy’s Back, paso obligado hacia la zona fósil. Fuimos a ver la zona arqueológica en donde se encontró un cráneo humano datado en la Edad del Bronce si mal no recuerdo. Y luego continuamos por hermosas galerías fósiles hasta la escala de 4 metros, el pasamanos, el meandrito, los gours fósiles y la desembocadura en Rampant Rabbit.
Primero visitamos, hacia nuestra derecha, hasta donde comienzan las nuevas extensiones/exploraciones de los ingleses. De vuelta  nos paramos a comer en una cómoda zona arenosa. Un poco después nos pusimos a mirar el meandro que desde Rampant Rabbit desemboca en Torno Chamber. No me acordaba bien y no llevaba topografía de la cueva. Decidimos que no nos apetecía empezar a hacer pruebas de por donde se iba a Torno Chamber y que era mejor iniciar la salida con tranquilidad. Quizás alguna foto.
            Durante el camino de salida volvimos a apreciar la calidad entrenadora de la Cueva del Torno. Nos paramos un par de veces a descansar descansando. Pero antes de que pudiésemos darnos cuenta ya estábamos fuera. El día seguía bueno, eran como las seis y media y nos fuimos a tomar unas cañas y a charlar de mil cosas. Debíamos preparar alguna nueva aventura…








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