Cañón Oeste de la Cañuela como alternativa para una
sesión fotográfica compleja. Si se tratase de encontrar en una gruta un suelo
limpio, libre de irregularidades, lo suficientemente plano, con amplitud y con
belleza no encontraríamos muchas opciones. Y a todo eso, por si fuera poco,
debemos añadirle que no sea difícil llegar hasta el lugar. Bueno no era más que
un intento. A lo largo de esa famosa galería hay varios lugares interesantes
para hacer otras fotos, pero no esa
foto.
Hacía tanto tiempo que no volvía a la Cañuela que dudé
un poco en la senda que conduce a la boca. La rampa final sigue tan llena de
barro y piedras resbaladizas como siempre. La gran galería de entrada es un
sitio sobrecogedor por la luz y la reverberación. El pasamanos está muy bien
instalado. Mientras pasaba recordé con asombro el día que lo hice sin pasamanos
(no se había instalado aún) escalando con una cuerda dinámica en travesía. Para
asegurar una posible caída use empotradores y creo
que algún clavo. Totalmente increíble, como si lo hubiera hecho otro ser humano
diferente. Y es que aunque pensamos que somos uno en realidad no sabemos cuantos somos.
Más adelante encontré todo como recordaba. La
cuerda con nudos para ascender un bloque patinoso, la
zona del pozo del Arca con su cuerda y la desviación hacia la Sala de la
Encrucijada. Continué por el Cañón Oeste adelante observando sus posibles
galerías colgadas. Y sobre todo observando las posibles localizaciones para una foto con bailarinas. Sin duda hay varios sitios en esa
galería con encanto suficiente como para merecer la pena usarlas como marco de
una foto. Pero en cuanto a mis exigencias de una zona plana, limpia y amplia la
cosa no da mucho de sí. Me dediqué a probar el muy notable focus-stack automático de la
pequeña Olympus Tough
fotografiando pequeñas formaciones. Y a mirar los recovecos accesibles sin
muchas complicaciones.
El camino de salida se me hizo muy corto. Fuera ya
la primavera reventaba por los costados. El viejo mastín que me había ladrado
al acercarme a la boca ya no estaba por allí. Por la carretera del Puerto de Alisas,
y sobre todo por su bajada hacia La Cavada, circulaban algunos ciclistas. Uno
de ellos bajaba a tumba abierta y se me pegó a menos de un metro del coche
intentando adelantarme. Lo viví como una situación muy peligrosa. Cuando la carretera se
suavizó finalmente
pude alejarme de él y volver a respirar tranquilo.
La realización de fotos se está complicando bastante:
hay un sinfín de condicionantes además de la dificultad de la foto en sí misma.
Pero en un futuro cercano espero que las fotos complicadas, sobre todo por los
factores humanos, dejaran su espacio a otro tipo de fotos menos sociales y más
introspectivas. De no ser así esta
tarea acabaría agotando la poca paciencia que poseo…
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