El sábado pasado, con buen tiempo aparente, algo de viento y bastante frio, nos juntamos cinco ¿¿espeleologos o masoquistas?? en Solares pa ir al Carrio. En Valdició hacia un frio notable y algo más de viento...cuando llegamos a la altura de Hoyo Salcedillo -ya nevado y que corresponde a la mitad de subida más o menos- hacía un frio de mil demonios y un viento infernal. Decidimos no seguir pues más arriba soplaba ventisca en rachas muy fuertes y la boca del Carrio esta expuesta a todos los vientos. Como teniamos al lado Hoyo Salcedillo pensamos que era buena idea entrar. Pero cual fue nuestra frustración cuando nos dimos cuenta de que el frio es enemigo mortal del material de espeleo. Las roscas se atascaban; si algo estaba húmedo se congelaba y trababa; las boquillas de carburo y los tubos de los Ariadne se llenaron de agua (tres Ariadne comprobados la noche anterior) y se congelaron en parte; nuestros dedos de manos y pies, orejas, narices y demás órganos tambien se congelaron y dejaron de funcionar, la corriente de aire en la entrada de la cueva nos estaba dejando tiesos; a Noelia -la chica de la expedición- le entraron ganas de vomitar y no se le descongelaban los dedos...Total despues de luchar una hora y media conseguimos que de los cinco carbureros dos funcionasen más o menos y tres funcionasen más menos que más. A todo esto para no acabar como los langostinos nos habiamos metido en la primera sala de la cueva en un rincón donde la corriente solo era "un poco desagradable"...DE PRONTO a todos se nos fundió un cable: nos amotinamos contra los elelmentos y decidimos salir de estampida hacia el calor del valle. Pensábamos en cocidos montañeses devorados en un sitio acogedor. Salimos perdiendo el culo para abajo y al cabo de un rato estábamos en el calorcito de los coches...¡¡Que descanso!!
Esta es una historia real -no virtual- de espeleólogos.