Una semana antes de la fecha de entrada en la Cubada Grande me fui una tarde con Miguel, el médico de Balmaseda, a buscar la CM20. En la búsqueda de la sima el GPS me dio un error enorme. Se trataba de lo que el programa del aparato llama el “datum”. Días después comprobé que el datum que da mejores resultados con los mapas actuales es el European 84. La coincidencia con las coordenadas del SYGPAC es total salvo, a veces, una o dos unidades. Pero esa tarde, por suerte para todos, Miguel utilizo métodos clásicos: una foto del SYGPAC con una cruz pintada sobre las coordenadas UTM de la CM20. La zona que indicaba la marca estaba formada por bosque de hayas cerrado y sobre lapiaz con escarpes altos. Cuando llegué a la boca que Miguel había encontrado empleando pura energía tuve que reconocer lo difícil que resulta localizar la CM20.
La CM20 es la entrada más cómoda al sistema de la Cubada Grande. Originalmente los exploradores utilizaron la CM6, primera entrada al sistema que se localizó, sima de mucha mayor dificultad que la CM20 que obligaba a puntas de exploración de 16 o más horas. El hallazgo de la CM20 fue muy celebrado por los exploradores ya que permitía ponerse en la punta en 2 horas.
uno
La casa rural que alquilaron mis compañeros tenía la puerta de entrada pequeña, estilo de Castilla, pero por dentro era espaciosa y acogedora. Estaba a unos siete kilómetros de Espinosa de los Monteros. Procedentes de Madrid Félix, Zaca, Mariano, Miky, Antonio, Lobo, Chicha y Ángel llegaron a la casa algo después que yo. Hubo cena y sobremesa con cartas y copas. Durante un buen rato hablé con Chicha y Félix de espeleología, iluminación moderna y cosas del gremio. Yo estrenaba una nueva instalación de Leds -Stenlight S7- eficaz y compacta que atrajo su atención.
El sábado por la mañana se reunieron con nosotros en Espinosa de los Monteros Miguel y dos espeleólogos burgaleses uno de los cuales, llamado Roberto, conocía el sistema al dedillo ya que había participado en las exploraciones. Terminamos subiendo los doce en cuatro coches hasta el final de la pista del Bernacho. Roberto intento que fuésemos hacia la CM20 por la senda que el utilizaba hace bastantes años pero prevaleció nuestra opción, ya que hacía una semana que habíamos pateado atentamente la zona.
Los preparativos de un grupo tan numeroso son siempre confusos debido, más que al material personal, a la preparación del material colectivo: cuerdas, chapas, mosquetones y equipo de espitar en nuestro caso. Un responsable debe centralizar la información de que se ha metido todo lo necesario y de quien lo transporta. Finalmente no se llevo equipo de espitar por falta de una maza en condiciones. Sin embargo Roberto llevo un macho de roscar por si algún spit estaba demasiado roñoso después de tantos años. Aunque por lo visto en el sistema se habían celebrado prácticas de rescate no hacía mucho y los spits en su mayoría no debían ser tan antiguos.
Como el tiempo amenazaba lluvia cundió la prisa y el grupo se fracciono, según íbamos estando preparados, en tres bandas de pirañas que se volvieron a reunir cerca, o en la boca, de la CM20. Mariano nos acompaño hasta la misma boca pero no entro. Le tiene mucho respeto al compromiso que puede derivarse de un fallo diabético en el interior de una cavidad compleja.
dos
Me toco, o mejor dicho me apetecía, instalar el primer pozo que se divide en dos sectores cortos. La reseña indicaba que era suficiente una cuerda de 30 metros y, precisamente, había una cuerda marcada con tres rayas indicando esa longitud. Con cierta dificultad en algunos casos, fueron entrando los tornillos. Terminé la cabecera del segundo tramo y cuando faltaban algo más de cinco metros para el aterrizaje salió el nudo terminal de la cuerda ensacada. Con el centro de atención puesto en donde estaba el error (¿el marcaje de la cuerda o la reseña?) subí hasta el rellano intermedio y Miguel me pasó una cuerda de 20 para terminar la faena.
Y cuando estábamos tres o cuatro abajo empezamos a buscar la continuación que no resulto ser por lo evidente -es decir por abajo- sino flanqueando una cornisilla y remontando un meandro hasta el techo para acceder a una especie de buzón que volvía a dar continuidad al meandro. Al poco se desembocaba en el desfonde del pozo del Aigüe (unos 30m). De nuevo allí todos reunidos, Roberto nos fascino con las historias que contaba reafirmando sus palabras con enérgicas gesticulaciones. Su pasión es el espeleo buceo (ver http://www.espeleobuceoenburgos.com/ ) y puede que aún un poco la espeleología.
Para tener una ruta alternativa y rebajar las esperas, tanto en las bajadas como en los ascensos, Lobo y yo continuamos galería adelante seguidos por Chicha y Antonio hacia el pozo Directo de unos 50 metros. La cabecera de dicho pozo se ubica en el techo, sobre una limpia y aérea vertical que desemboca directamente en la galería principal del sistema llamada galería de los Ahivas por las expresiones que lanzaron los primeros exploradores.
Debido a la roña un par de tornillos no entraron a fondo pero mi única preocupación fue que se volviera a repetir la movida del primer pozo y me viese obligado a remontar el largo aéreo. Así que antes de iniciar el descenso largué suavemente la cuerda hasta su mitad y luego solté de golpe el nudo de la punta. Se escucho un latigazo sobre roca.
Ya todos abajo determinamos la dirección aguas arriba -no resultaba evidente por las vueltas que habíamos dado- para remontar hasta el punto de conexión procedente del pozo del Aigüe. Al cabo de unos minutos alcanzamos una rampa regada por un regato que me pareció por la distancia y la orientación el punto que buscábamos. Pero mis compañeros andaban excitados y continuamos aguas arriba hasta que la distancia impuso que nos habíamos pasado del sitio.
Una vez todos de nuevo bajo la rampa procedente del pozo del Aigüe Roberto nos sugirió visitar -aguas arriba- la Sala del Bloque y el Meandro de los Cristales para luego, de vuelta, visitar aguas abajo la galería de los Ahivas hasta el Volcán. A pesar de que Roberto había estado muchas veces en este lugar la búsqueda del paso hacia la Sala del Bloque no tuvo el éxito esperado así que nos fuimos a ver el Meandro de los Cristales. Primero tuvimos que remontar unos metros mediante unas fáciles trepadas llegándose a una zona horizontal con abundancia de gruesos cristales tapizando las paredes. Comimos en la sala donde confluyen el Meandro de los Cristales y algunas galerías más donde Roberto nos contó largas historias de espeleología.
Chicha, Félix, Zaca y Miky se subieron por el pozo del Aigüe mientras el resto del grupo bajo a ver el Volcán, desfonde tremendo que barre la galería por completo obligando, para continuar, a bajar al nivel del río. Para subir nos repartimos entre el pozo Directo y el del Aigüe. En este último, y finalizando la subida, Roberto localizó a pocos metros de la cabecera un sector de la cuerda con la camisa cortada y el alma dañada. No conseguimos encontrar explicación alguna. Los cuatro espeleologos que habían subido hacía, poco más o menos, una hora no habían detectado nada.
Terminé de desinstalar la sima como pude -algo aburrido por la larga espera en la base de los pozos- y emergí a una cálida y nítida noche de viento sur. La bajada estuvo jalonada por una secuencia de botellas de Aquarius y otros líquidos apetecibles que habían sido dejados en lugares estratégicos por Mariano. Un gran detalle.
Mientras los teléfonos móviles funcionaban a destajo durante un rato nos estaban preparando la cena en un pequeño restaurante de Las Machorras. Casualmente me había llamado Mavil por la mañana para confirmarme que sus últimas exploraciones en el sistema del Río Mundo habían sido un éxito. Volví a intentar hablar con él pero la cobertura era indecente. Parece que el ánimo para realizar más salidas de espeleo va creciendo en el grupo de Madrid. Se habló de la Rubicera, de Fuentemolinos y de alguna otra. Interesante. Pero más productivo sería salir a una zona de exploración con pocas verticales.