(8/12/2008)
Un mes lloviendo sin parar. Salvo escasos días, antes de la puesta o después del amanecer, no hemos visto el sol. El Puente de la Constitución sigue lloviendo. Aprovecho para hacer tareas que voy posponiendo desde hace meses. Pero el domingo por la noche estoy cansado de estar en casa. Llamo a Julio para salir el lunes y quedamos a media mañana para poder dormir la resaca de la farra nocturna.
El domingo a las once despierto a Julio a base de telefonazos y media hora después nos encontramos en Solares. Sigue nublado, pero en Soba no llueve. A la una entramos a todo trapo en la Cueva del Gándara. Un poco antes veo pasar una furgoneta, con matrícula de Madrid, desde la que me hacen un corte de mangas. Deduzco que se trata del matrimonio Casero. Todavía siguen sin querer comprender que la publicación de la travesía Rubicera-Mortero se hizo para que muchos espeleos pudieran disfrutar de algo absolutamente único. Hace poco unos compañeros que conocen a Casero me han dicho que está pensando obstruir el paso clave entre bloques para impedir que la travesía se realice. Es una forma lamentable de relacionarse con la Vida. J.Casero debería recordar que la travesía ya estaba publicada mucho antes por los franceses y que nuestra única contribución fue la instalación del pasamanos sobre el primer pozo de 90. Por otra parte la travesía es la única ruta de la cueva que se toca, lo que hace que el resto de la cueva esté intacto.
En una hora y media nos colocamos en la punta de hurgación. Terminamos de revisar una zona laberíntica de pequeñas galerías y por una ventana estrecha y escondida entre bloques encontramos una paso inverosímil hacia un nivel superior. Primero nos movimos hacia el este. Al cabo de una serie de complicados pasajes, algún laminador y una corta escalada desembocamos en una rampa ascendente. Desde su culminación pudimos observar una amplia sala y el inicio de dos hermosas galerías. Elegimos la que iba hacia el oeste. Encontramos varias acumulaciones en cascada de un mineral con aspecto de algodón (¿será la Galería de los Anestesistas?) Una complicada marcha sobre bloques ciclópeos, siempre hacia el oeste, nos llevo a una zona de grandes dimensiones estratificada en varios niveles. Llegamos a un punto en que era imposible continuar por el nivel que recorríamos. Se trataba de un desfonde salvaje o más bien de un brusco cambio de nivel en la galería. Sin cuerda imposible seguir por ahí. Curiosamente no encontramos ninguna instalación para descender. O bien a la parte de abajo se accede por otra ruta o bien nadie ha llegado hasta el desfonde. De cualquier forma tuvimos que volvernos.
De la otra galería que desembocaba en la sala solo recorrimos unos cien metros. Miré algunas desviaciones prometedoras. Se nos estaba haciendo tarde y teníamos que salir. Antes de volver nos sentamos a descansar y comer un poco. Por el camino de vuelta recogí algo de material que habíamos dejado tiempo atrás. Como Julio estaba cansado lo metí todo en mi saca, compactándola todo lo posible. Salir me costo un poco más que entrar, sobre todo en los arrastraderos, pero me lo tome como un entrenamiento perfecto para los próximos vivacs que pensamos realizar en la cueva del Gándara.
Julio y yo decidimos celebrar la actividad del día comiéndonos unos riñones a la plancha en el Asador de Hoznayo. La textura que consiguen darle a los riñones braseándolos en lonchas es perfecta en su imperfección, como la Vida misma.
(14/12/2008)
Sigue lloviendo. No ha parado en toda la semana. Hemos quedado en Beranga para hacer una incursión light a la Cueva del Torno. El sábado pasado Eva&Miguel, Juan y Julio consiguieron dar con la entrada de la cueva. Me mandaron un emilio con un plano de su localización. La cueva esta al lado de Fresnedo.
Me alterno con Miguel el paraguas para poder cambiarnos bajo la lluvia. Y con la cartilla bien memorizada nos vamos por una pista hasta la primera gran curva a la izquierda. Pasamos una valla y ascendemos por el prado barroso y rezumante. De vez en cuando truena y en las colinas de alrededor ha cuajado la última granizada. Un tiempo encantador. Le damos varias vueltas al prado sin encontrar la cueva aunque si que encontramos lugares similares e incluso un gran abrigo junto a una cabaña.
En la casa hay luz y se ve una televisión encendida. Después de llamar varias veces esperamos casi cinco minutos hasta que asoma por la ventana una mujer joven que dice no saber nada de ninguna cueva porque ella no es de aquí. Pero su marido, que va a volver en poco minutos en un coche verde, si que es del pueblo. Ciertamente al cabo de un minuto vuelve el marido y nos indica una zona, a unos cien metros ascendiendo por el prado, en que a veces ha visto espeleologos.
La entrada es una zorrera ramposa en la que con cierta habilidad se puede uno colar sin sentarse en el suelo embarrado. Enseguida la galería toma tamaño humano y se transforma en muchas galerías formando una red laberíntica. Después de varios ensayos y errores localizamos la continuación sopladora por un agujero en el fondo de un pocete. Un galería meandrosa con distintos tipos de avance (arrastrado, en oposición, de perfil...) nos conduce a otra zona laberíntica que en el plano llaman Tigger Series.
Al cabo de un rato de dar vueltas en esa zona, comprobando las interconexiones y poniendo hitos para evitar despistes, optamos por seguir la galería más ancha en la que, además, hay corriente de aire templado. Un paso estrecho por unos tubos que nos suben hasta el techo de la galería marcan la continuación. Así se llega hasta un amplio meandro por el que continuamos sin hacer caso a varios aportes y desviaciones.
El meandro conlleva un entretenido recorrido que incluye varias zonas desfondadas, en una de las cuales hay montado un largo pasamanos quitamiedos. Tras esto se llega a una galería con río que va disminuyendo progresivamente de tamaño hasta obligar a arrastrase por el agua. Ahí lo dejamos y volvemos hasta Tigger Series para buscar la conexión con unas grandes galerías que se ven en la topo.
Antes de empezar la búsqueda comemos. Luego pasamos algunas sesiones mirando alelados la hoja de la topo, y tratando de comprender como se llega a Skull Chamber, alternadas con incursiones a arrastraderos. Nos parece inverosímil que ni siquiera podamos identificar la larga y hermosa galería que forma el meandro y que acabamos de recorrer. En una de las gateras que visitamos debo hacer un par de intentos antes de decidirme a pasar... no vaya a ser que tenga que recular.
Cuando llevamos más de una hora dando vueltas por Tigger Series y por el comienzo del meandro nos damos por vencidos. Antes de salir pasamos otra sesión contemplativa ensimismados en el papelote. No podemos creernos que esté representado nuestro recorrido de hoy. Ya es obsesivo.
Al día siguiente, lunes, hablo con Miguel sobre el tema. Me cuenta que ha dado con una posible solución al enigma de Hysteria 69 and Skull Chamber... volveremos.