El 26/11/2005 estuvimos en la Torca de la Luna Llena y pudimos abrirnos paso a través de la estrechez del pozo que después bautizamos como Pozo Graff. Todo hacía pensar que íbamos a volver pronto a la Torca. Moisés estuvo el 7/01/2006 instalando un pasamanos a mitad del 4º pozo para evitar la cascada que lo riega. Y empezó a convencernos a lo largo de la semana para volver el 14/01/2006 aunque no quedo decidido hasta el mismo viernes por la noche si íbamos a ir el sábado.
El día 14 se presento soleado y frío, aunque no en exceso. César se vino desde Madrid la misma mañana del sábado y nos espero durmiendo un rato en la gasolinera Shell de Puente de San Miguel. Moisés y Susanna se retrasaron un poco debido a que tuvieron que quedar con Juan para coger el material el mismo sábado por la mañana. A las 11 ½ estábamos saliendo del coche hacia la Torca y a las 12 ½ entrando en ésta.
Me metí el primero en la sima seguido de Moisés. Le esperé en la base del primer pozo y luego nos reunimos todos en la base del segundo pozo. Continué bajando, ahora seguido de César, con el que me reuní en el comienzo del Pozo Graff. Llegué abajo del pozo y el segundo que apareció fue Moisés seguido de Susana y de César. Ninguno se quejo de las estrecheces del pozo.
En el entretanto escalé un resalte de 5 metros en la base del pozo asegurado por Moisés con un trozo de cuerda dinámica de 15 metros cortado para la ocasión. Lo fijé en un natural, lo reaseguré a pelo y subió Moisés. Discutimos en donde poner las fijaciones y mientras Moisés hacía esa tarea me encargué de la inspección de las galerías que partían de la sala. De las tres evidentes eché un vistazo a la más ancha y a la que traía más corriente de aire. La primera por la que anduve fue la ancha y avance unos cien metros hasta un colapso de rocas que había que ascender: la impresión que me dio fue la de que era la más inactiva, la más grande y que no tenía corriente de aire. Me recordó las galerías del Asón. Por la otra, cómoda pero de tamaño más modesto, avancé en contra de la corriente de aire unas decenas de metros hasta darme cuenta de que nos iba a llevar hacia una red laberíntica con abundantes galerías.
“El resalte de 5 metros da acceso a un nivel fósil en que se aprecia el verdadero contorno de la Sala Triangular en donde desemboca el Pozo Graff. El sustrato esta formado por sedimentos de arena, arcilla y gravas de un espesor de tres a cuatro metros. La sensación que da es cómo si las galerías fósiles y con sedimentos que confluyen en la Sala Triangular hubiesen experimentado una nueva fase activa en que se hubieran excavado desfondamientos. Trato de ordenar el trabajo y la mente ante las opciones que se abren. Y les digo: guiemos las exploraciones iniciales hacia la posible conexión con la Cueva de Udías; y para trabajar con calma dejemos a Susanna ir la primera.”
Saque la brújula y determiné que la galería ancha iba hacia el sur, la ventosa hacia el norte y la tercera hacia el nordeste. Elegimos la galería que iba hacia el norte ya que según los planos de Moisés esa dirección nos acercaba más a las galerías conocidas de la Cueva de Udías. Nos volvimos a reunir en el comienzo de la galería norte para comer un poco.
Al principio el avance fue cómodo. Pisábamos arena hollada por primera vez. Ante las desviaciones fuimos eligiendo la que más corriente exhibía. Poníamos hitos en las desviaciones. Luego tuvimos que instalar, ante un pequeño desfonde que cortaba la galería, un cordino de descenso y otro de ascenso. Unos 50 metros más allá nos encontramos un recodo y un pozo con varios balcones de acceso. El pozo barría toda la galería. La galería continuaba más allá del pozo. Mientras Susanna, César y yo hurgábamos en los alrededores del pozo Moisés lo instalo. Susanna y yo descubrimos y exploramos un pequeño meandro por el que avanzamos unos cincuenta metros. Moisés nos grito que en la base del pozo había una estrechez fácil de desobstruir que daba paso a una zona más ancha con otro pozo. César bajó a verlo. La desobstrucción no podía hacerse en ese momento. Los dos volvieron a subir.
Al juntarnos de nuevo nos dimos cuenta de que carecíamos del material adecuado para instalar un pasamanos, evitar el pozo y continuar. La roca era muy mala y los spits no eran seguros. Nos hacían falta parabolts. Nos volvimos hacia atrás. Visitamos unas desviaciones a la derecha que habíamos dejado al venir. Una de ellas nos condujo pasando varios desfondes y pozos laterales hasta una sala que irradio otras dos galerías. Ambas nos condujeron a desfondes/pozos que barrían por completo la galería y que, por ser una primera exploración y/o por falta de material, no pasamos ni bajamos.
“La primera impresión se confirma con esto. El último resalte del pozo Graff, los desfondamientos vislumbrados y estos pozos sugieren un mismo mecanismo de activación que los ha producido, muy posteriormente a la formación de la red de galerías laberínticas. El nivel fósil estaba determinado por la galería ancha que va hacia el sur cuya continuación eran las galerías que van hacia el norte (¿o al revés?) y la actividad posterior ha creado una red de pozos y desfondes que conducen las aguas hacia un nivel activo inferior; ¿será este nivel el mismo que el nivel activo de la cueva de Udías? Creo que ese nivel, por lo que me han dicho es poco transitable.”
Al volver por un ramal diferente enlazamos de nuevo con la galería norte unos metros más atrás de donde la habíamos abandonado. Dimos un pequeño repaso a los alrededores de la Sala Triangular y decidimos llamar a esta red de galerías Red Emmental. Nos fuimos hacia la galería sur. Encontramos dunas de arena blanca que intentamos preservar pisando por un único sendero. Superamos hacia la derecha y arriba un primer colapso de la galería. Más allá nos encontramos con varios colapsos más de rocas monolíticas y ortoédricas. Las dimensiones fueron aumentando y la galería fue girando hacia el oeste. Finalmente César ascendió una rampa de grandes bloques que sorteó por los huecos entre éstos descubriendo una amplia sala. Después subió Moisés y lanzo muchas exclamaciones de entusiasmo. Al final subimos Susanna y yo. Pusimos a la sala el nombre de Sala Espinosa en honor a César. Sentíamos cansancio y Moisés dijo que tenía sueño.
“Nos volvemos hacia la Sala Triangular y mientras mis compañeros meriendan me decido a empezar el ascenso. No tengo ganas de comer justo antes de pasar las estrecheces. Me impongo la actitud de hacer todo con calma, sin ansiedad por salir de ninguna de las ratoneras que me esperan.
Moisés me dijo, abajo antes de empezar, que deberíamos hacer una instalación nueva para evitar las caídas de piedras y los goteos. También nos dijo que todo el material que hay en la sima es suyo y que le gustaría sacarlo y sustituirlo por material del club. Por suerte no decidimos sacarlo. Eso hubiera aumentado el peso de las sacas de forma muy notoria. Subí a un ritmo constante aunque cansino. Me fije en cada roce de las cuerdas y observé su estado. En general me pareció que era correcto. En el primer pozo de la sima comprobé, al oscilar, que había un pequeño roce. En el último pozo, ascendiendo, dudé de si, afuera, llovía o no. No distinguía si el caudal de los arroyuelos había aumentado.
“Cuando miro hacia arriba me golpea una imagen. Los eucaliptos convergen como flechas hacia el cielo lanzados a buscar la luz de las estrellas. La Luna llena proyecta las ramas del bosque sobre la neblina que emerge de la sima. Y, al ir subiendo, aumenta los claros de luz en el bosque. Me quito el mono exterior empapado y me pongo encima un forro polar. Luego saco de la bolsa una manzana y unas avellanas. Un caracol se come las mondas de la manzana que acabo de tirar. Me paso hora y media chupando el frío que cae del cielo estrellado.”
A las 10 ¼ salieron mis compañeros. Estaban contentos. César dijo que para el 2006 las perspectivas exploratorias que se abrían eran excelentes. Todos coincidimos en darle la razón. Pero también creí intuir un pensamiento colectivo: bajar y subir muchas veces la Torca de la Luna Llena va a ser un asunto duro.