23/9/21

Las Crónicas de Ovazas


Las Crónicas de Ovazas

18-27/08/2021

11-19-23/09/2021


Día 18/08

 

Esta historia comenzó hace más de dos años cuando conseguí un ejemplar del libro Cuevas del Agua-Sima Destapada (por J.L Llamusí y otros). Enseguida comprendí que este libro era una joya para alguien que busca cuevas exóticas en la costa de Mazarrón/Cartagena. Son cuevas ideales para disfrutar con amigos, familia o espeleólogos. Aunque ya conocía desde hace muchos años el sistema Orón-Arco, la sima Destapada y la Sima de Hornos, pude ir añadiendo las Cuevas de la Plata, la de los Cristales, la del Tío Agüera... Siempre había supuesto que las cavidades de Cabo Tiñoso sólo tenían entradas submarinas. Pero en el libro de Llamusí descubrí que el Sistema de Ovazas tenía dos entradas aéreas, la Cueva del Agua CT es totalmente aérea y la CT 17 tiene una entrada aérea. Conocerlas me pareció un bonito proyecto. La primera idea fue usar una piragua para visitarlas. Mi amigo Joaquín me prestó su hermosa piragua para la temporada costera. El día 18 de agosto el mar estaba bastante calmado para navegar y decidí darle un tiento. Desde la Azohía hasta la Ensenada de Obaza tarde casi una hora y media remando sin parar. El último tercio lo hice con olas importantes pero suaves. Las otras piraguas que andaban por la zona se perdían de vista en los valles, algo que me impresionaba un poco. Localicé las bocas de Ovazas y la de la Cueva del Agua CT. Pensé que bajarse o subirse de la piragua iba a ser una operación posible si se practicaba la técnica. Pero no había sitio para sacar la piragua del agua. Y si se dejaba atracada con un cabo el movimiento del mar podía dañarla contra las rocas. Además atracar, fondear o estar al pairo no esta permitido en la zona de Obaza. A la vuelta iba cansado y pare un buen rato en Cala Cerrada. Había muchos piragüeros y un par de chicos preocupados porque se les hacía tarde y sus mujeres se iban a enfadar...   

 




Día 27/08

 

Tenía dos piraguas, la amarilla-naranja de Joaquín y una Prijón roja que estaba en la casa donde nos hospedábamos. Invité a Ester para ir en piragua hasta la Ensenada de ObazaAsi tendríamos una valoración doble del proyecto de ir con piraguas a visitar las cuevas. Nos reunimos bastante temprano en el embarcadero de la Azohía para la partida pero ya había overbooking. Ester no tenia mucha confianza en las piraguas rígidas con bañera aunque en cuanto remo veinte metros cambió de opinión. Cogió la Prijón, que es algo más corta y gira con más facilidad, mientras yo navegaba en la de Joaquín. El mar estaba como un espejo y la navegación era un placer así que paramos en el Arco y en otros lugares a hacer fotos. Visitamos la Ensenada de Obaza y la conclusión fue que era demasiado arriesgado desembarcar y dejar las piraguas amarradas. A la vuelta el cansancio y el sol iban minándonos así que paramos a descansar, bañarnos y almorzar en Cala Cerrada. Estaba abarrotada de gente. Llego una embarcación de vigilancia de la Gobierno Regional de Murcia y un helicóptero hizo varias pasadas para acojonar al personal. Cuando nos quisimos dar cuenta se había levantado viento y oleaje del E. El cuarto de recorrido que nos faltaba para la Azohía nos cansó más que los tres cuartos anteriores. Pero al final llegamos, descansamos, comimos y bebimos.     




Día 11/09

 

La conclusión que saqué de las dos navegaciones en piragua a Obaza es que no podían usarse como medio de visitar las cuevas. Subirse y bajarse, atracar o fondear, el cansancio de ir y volver remando y, aparte, el hecho de necesitar una piragua por persona eran razones para abandonar la idea. Me centré en conseguir una embarcación que nos llevase en fin de semana. Pero sólo algunos centros de buceo se mostraron permeables a la idea, siempre y cuando no tuviesen buceadores. Por otra parte alquilar un embarcación sin patrón era una mala opción ya que tiene que haber alguien controlándola a bordo. Estaba empezando a desesperarme. En un momento dado comencé a soñar en ir a las cuevas por tierra. El día 11 de septiembre Marisa y yo quedamos con Jorge a las 8 de la mañana para intentar encontrar una ruta de bajada factible hacia la Ensenada de Obaza. Tras unos tanteos iniciales comenzamos a bajar desde el Radar de Tiñoso por una traza de senda que discurre por la loma que va hacia el sur. La loma se convierte en una arista con verticales que impiden seguir sin montar cuerdas. Volviendo hacia el NW recuperamos la traza y la posibilidad de seguir bajando. Jorge observó unas antiguas manchas azules, casi borradas, que señalizarían una senda. Observamos también otras señales en forma de espiral blanca, pero no estábamos seguros de lo que eran. Podían ser naturales pero, después de observar varias, estuvimos seguros de que señalizaron una senda en algún momento del pasado. De esta forma fuimos bajando hasta encontrar unas paredes cortas pero en las que se hacía necesaria la seguridad de una cuerda. Volvimos hasta Los Castillitos. Había overbooking y conflictos en los aparcamientos... pero enseguida nos olvidamos del tema. En Campillo de Adentro paramos a tomar granizados.    







Día 19/09

 

Durante unos días estuve rumiando el diseño de un itinerario de bajada ayudado por Google Earth y calculé que era posible rodear las pequeñas paredes por el NW. El día 19 volvimos a juntarnos a la misma hora Marisa, Jorge y yo, para seguir buscando la bajada. Usamos un espray de pintura azul para señalizar el descenso. Creo que se hace muy necesario en un terreno tan delicado y sin señal obvia de por donde seguir, tanto a la ida como a la vuelta. Como había intuido las paredes se dejaron rodear por el NW con pasos y resaltes perfectamente transitables. Atravesamos la ladera hacia el S-SE, con similares dificultades, alcanzando la base de las paredes del espolón y una oquedad arenosa. Después de algunas dudas decidimos instalar una cuerda  al otro lado de un gran bloque (que se pasa por debajo agachándose). Puse dos fijaciones en la cabecera y dos más descendiendo. Unas amplias plataformas nos llevaron hasta un lomo por el que se desciende entre vegetación hasta el espolón rojizo que llama la atención algo más abajo. Allí monté un pequeño pasamanos y dos tramos de cuerda más por una canal. Con esto nos pusimos en su base. A partir de aquí buscamos el itinerario por los destrepes más sencillos que pudimos encontrar. En el entreacto visité la boca de una gran cueva, algo a la derecha de la bajada. Al cabo de un rato estábamos los tres al borde del agua en un pequeño entrante muy cómodo. Nos bañamos largamente y nadamos hasta ver las Cuevas de Ovazas. La subida que luego hicimos fue cuesta arriba. Pasamos un buen rato del sestero en la oquedad arenosa. Cuando reanudamos el ascenso el sol todavía castigaba duro. Pero llegamos arriba enteros.   




Día 23/09

 

La temporada costera estaba cerca de su fin. Todos los días miraba windguru en internet y vi que el jueves 23 daban bastante viento aunque no había problemas de olas. Por contra el sábado 25 daban poco viento pero del sur. La Ensenada de Obaza se picaría a lo largo del día. Decidí bajar el jueves, aunque fuese sólo, y visitar la Cueva de Ovaza I. El ir sólo condicionaba mi actitud mental. Todo me lo tomaba con más precauciones. Al llegar a la entradita al mar me atacó una horda de mosquitos. Las lluvias de los últimos días, el ambiente tropical, la cercanía de oquedades y charcos. Inflé lo más rápido que pude la colchoneta y metí todo lo que iba a llevar en una bolsa estanca. Me eché al mar, puse la bolsa sobre la colchoneta y empuje nadando a braza de pierna. Por si las moscas verifiqué que la bolsa flotaba. La travesía me resulto cansada y eché en falta unas aletas para nadar con poderío. Encontré un buen lugar junto a la boca donde se hacía pie sobre un fondo plano rocoso. Salí del agua a una plataforma y tuve la suerte de que había una oquedad en donde podía dejar la colchoneta de forma segura y a la sombra. La trepada desde la plataforma era algo arriesgada por los agarres romos. Después de tres intentos me fijé en que atravesando a la derecha, con buenas presas de pie y de mano, llegaba a una especie de túnel ascendente por el que era fácil subir. Delante de la boca hay una amplia explanada donde me puse el mono y el casco. Hice algunas fotos. Avancé por la cueva y visité una estrecha ventana al mar. Luego me adentré. Había una maroma de barco y un cordino plano, muy largo, que llevaba, por una empinada rampa arenosa, al pozo de conexión con Ovazas II. No tenía cuerda para el pozo, ni tampoco arnés. Por arriba de la pendiente arenosa se alcanzaba la continuación. Soplaba una fuerte corriente de aire. No pude determinar si venía de Ovazas II o de la "continuación". Una colonia de murciélagos se inquietó al ver mi luz. No había huella alguna, ni traza de haberlas habido, en la fuerte pendiente arenosa. Se hacía necesario montar un pasamanos asegurado para poder atravesar esa empinada cuesta o una azada para fabricar huellas. Me quedé pensando un rato. Si me caía resbalando por la pendiente iba directo al pozo. Decidí que volvería con más personas y más equipo. La vuelta nadando fue más cansada por el viento, las olitas en contra y, también, por el solazo. Durante unos minutos fui la atracción inesperada para un barco de turistas procedente de Mazarrón A la subida me pesaban las piernas. A media ascenso apareció por Cabo Falcó un velero empujado por el viento en empopada. Unos segundos después el velero se retorció y escoró hasta casi 80º . Estuvo a punto de volcar. Los rotores de viento de las montañas le había jugado una mala pasada. Por suerte los tripulantes fueron capaces de enderezar el mástil y el rumbo. Observé mientras se alejaban hacia el SW y les deseé suerte en su singladura. A mi todavía me faltaba un buen trozo de cuesta en la mía... 

 





9/9/21

Cuevas de la Plata

Días 1-2-5-9/09/2021






Día 1

 

Fui al atardecer cuando ya el sol estaba bajo en el horizonte. Llevé el móvil con una aplicación de localización y las tres bocas de la Plata E marcadas. Para mi sorpresa la aplicación y las coordenadas funcionaron bien (no suelo tener mucha fe en los GPS para localizar cuevas). Ubiqué las entradas I, II y III de la Cueva de la Plata E.  

 

Día 2

 

Fui por la mañana cuando el sol ya estaba alto en el horizonte. Me vestí con el mono desde que salí del coche para protegerme del sol. Usé la entrada I a la cueva de la Plata E para entrar. En las bóvedas las colonias de opiliones me saludaban apartándose de la luz. Desde el primer momento percibí algo laberíntica la cueva. Pero había una fuerte corriente saliente que permitía sentirse ubicado. Transitar los amplios laminadores que conformaban lo que la topo llamaba -o pintaba- como "salas" resultaba poco claro. Saqué los catadióptricos para marcar la ruta. Al poco encontré un hilo que visitantes anteriores habían colocado por la misma razón que yo los catadióptricos. Ubiqué la entrada II desde el interior (en realidad esa entrada no lo es desde el punto de vista práctico ya que solo cabe un ratón). Un poco más allá el hilo bajaba hacia la característica grieta que muestra la topografía. Bajé por varias rutas la grieta, pero todas necesitaban instalar cuerdas si querías seguir hacia abajo. Luego localicé la entrada III desde dentro y me asomé un poco. Volví a recorrer la ruta de entrada hasta la entrada I para salir a finales de la mañana.    

 









Día 5

 

Esta vez me acompañaron Juan Pablo y Ester por la mañana. Fuimos primero a recorrer la cueva de la Plata E desde la entrada I hasta la grieta sopladora. Allí estuvimos un rato mirando los rincones y hablando de corrientes de aire. Desde el punto más bajo que alcanzamos en la grieta comenzamos a tomar datos para la topografía. El objetivo era hacer una topo exterior de grieta sopladora en Plata E a grieta sopladora en Plata W con la idea de valorar su posible relación/conexión. Salimos por la entrada II de la Plata E. Y tuvimos que abandonar la toma de datos debido a que la intensidad del sol impedía ver el puntero laser. No había manera de trabajar. Nos fuimos dando un paseo por el Cerro de la Plata a la ladera oeste y localicé la única entrada de la Plata W. Bajamos con cuidado el pequeño pocete de entrada (3 metros) y retomamos la recogida de datos con el disto. Pasamos una gatera, cruzamos la Sala del Descanso y con un poco de esfuerzo recordé la ruta hacia la grieta sopladora. La había encontrado con Antonio Dólera hace dos años. La gatera arenosa me pareció tan increíble como la primera vez. La vuelta a la salita de entrada fue directa y con sudores. Nos planteábamos ir también a la Gran Sala de la Plata W pero estábamos un poco cansados y queríamos volver a una hora razonable par comer  todos juntos.




Día 9

 

Fui temprano por la mañana. Mi objetivo era visitar la Gran Sala y hacer alguna foto. Llevaba el maletín con cinco flashes, repuestos de baterías para todos, controlador de flashes, disparador remoto, minitrípodes para todos los flashes y para la cámara. Además, claro, de la cámara (y sus baterías de repuesto), nueve mosquetones, una cuerda de 16 metros, repuestos de batería para el frontal, segundo frontal de seguridad, botella de agua y equipo personal de verticales. Todo ello metido en una saca o puesto encima. Cuando llegué a la boca de la Plata W empecé a sentirme nervioso por el peso. Por el pocete de entrada bajé la saca con ayuda de la cuerda. Enseguida empezaron las dificultades. En el primer tramo de laminadores (horizontales) la saca se quedo empotrada en dos ocasiones. Vistas las dificultades opté por continuar sólo con lo necesario para equipar el pozo de bajada a la Gran Sala y luego volver a por el resto de las cosas (si lo veía claro). Así no tendría mayor problema que hacer dos viajes. La instalación del pozo tiene chapas pero muy viejas y oxidadas y tornillos de parabolt de 10mm en buen estado (pero para poner chapas, arandelas y tuercas). Opté por usar dos estalagmitas cercanas al borde de la vertical como anclaje. Me llego la cuerda bastante justa (sobró un metro) y tuve roces suaves (nobles, como dice JP) en la colada que iba inclinándose hasta llegar a la vertical desplomada. La verdad es que me lo pensé dos veces, pero consideré que mi peso es reducido y que el número de ascensos/descensos iba a ser escaso (4 a lo más). Me di una vuelta por la sala y volví a subir el pozo y los laminadores inclinados para recoger el material fotográfico. 

Hice varios grupos de fotos en la sala. Un primer grupo mostraba lo más de la Sala desde uno de sus lados, un segundo grupo mostraba un rincón con columnas y banderas y un tercer grupo los penitentes (pequeños conos) del fondo de la sala. Con todo estuve varias horas en el tema de las fotos. Pero el tema de subir con el peso venía a continuación. Pensé un poco y elegí una estrategia que me pareció "posible". Todo el material espeleológico, incluida la cuerda, fuera de la saca y todo el material fotográfico dentro de la saca.  La saca anclada al cabo de la cuerda ascendería a base de tirar de ella (por etapas cortas) a lo largo de los laminadores inclinados. La estrategia funcionó bien aunque la verdad es que fue trabajosa y a veces hubo que desatascar la saca con movimientos hábiles. En los laminadores horizontales fui haciendo rodar la saca (técnica del escarabajo pelotero) o empujándola, a veces con movimientos centimétricos. Era más un invitación a que se moviese que un verdadero movimiento. Finalmente salí de la Plata W, volví al coche bajo la solanera y me fui a beber líquidos y a quitarme el polvo de encima. Había valido la pena el esfuerzo... 

 






4/9/21

C6 de Cope



  





La visita de la C6 fue una segunda opción. El proyecto de visitar las Cuevas de Obaza en Cabo Tiñoso se complicó debido a la necesidad de usar una embarcación que nos llevase. Algunas centros de buceo se prestaban a hacerlo pero no en fin de semana. Los buceadores, siempre que los haya, tienen prioridad para esas empresas. Como problema añadido no puede fondearse en la zona de Obaza por ser Reserva Integral. Así que aparcamos el proyecto Obaza para otra ocasión y buscamos una alternativa costera que fuese interesante. Enseguida recordé la C6 por algunas reseñas que había visto en internet.

Quedamos el sábado junto a la Torre de Cope a las 10 am. Un poco tarde por el calor y el sol pero tampoco demasiado tarde. Marisa y yo fuimos temprano para ver el paisaje con luz rasante. Todavía no había llegado ningún compañero a la zona del aparcamiento. Al poco apareció Jorge. Nos pusimos a ver con qué podíamos equiparle. Era su primera excursión a una cueva. Luego llegaron Juan Pablo y Ester desde la cercana Calabardina donde habían dormido. Finalmente llegó Annelies con una radiante sonrisa. En media hora conseguimos preparar todo lo necesario para ir a la cueva.

El sendero está muy bien señalizado (y es muy claro al principio). Enseguida se llega a un collado en que debe abandonarse el buen sendero que sigue hacia la cumbre de Cope. Por lo que había estado estudiando en los mapas de GE la senda hacia la cueva continuaba más o menos horizontal. Así pues reiniciamos la caminata siguiendo los trazos de senda más obvios. Enseguida aparecieron unos puntos rojos significativos. Los seguimos (más o menos horizontal por la ladera) hasta una zona en la que no encontrábamos más puntos rojos. La intuición, el recuerdo de lo visto en GE y lo removido de las piedras me llevo a bajar hacia el acantilado en diagonal. Encontré un punto rojo semiborrado y el  primer parabolt del destrepe. Nos pusimos el arnés para el último tramo en el que hay instalado un cable pasamanos. La boca de la cueva es resguardada, tiene una generosa sombra y una reja oxidada sin puerta. Seguramente fueron la caminata bajo el sol y la pérdida de líquidos pero se le declaró a Marisa un ataque de lumbago y prefirió no meterse en la cueva.








Entré instalando el pasamanos hasta la Sala La Catedral (casi todos los anclajes están muy oxidados). Me siguieron Annelies, Ester, Juan Pablo y Jorge. Hicimos algunas fotos por la sala. Luego instalamos una cuerda para bajar hacia la Sala Maravilla. El lago le daba mucho encanto y algunos nos bañamos (agua fresca en superficie y caliente a medio metro). Al volver sólo subieron por la cuerda Annelies y Jorge porque encontramos una subida entre bloques bastante cómoda. A mitad del pasamanos montamos la bajada a la Sala Central. Bajamos Juan Pablo, yo, Annelies y Ester. El lago era profundo y con varias ramificaciones. 

Cuando salimos era la hora de la siesta. Hacía mucho calor a la vuelta (mucho sol). Al llegar a los aparcamientos algunos se bañaron junto a la Torre de Cope pero el mar estaba bravo, removido y turbio. El mejor sitio era la sombra de la Torre. Poco después se fue Annelies y los que quedamos fuimos al restaurante Miramar de Calabardina a tomar líquidos y tapas. La vista desde el Miramar incluía una perspectiva de la montaña de Cope que la hacía parecer un dragón dormido...