El viernes 26/05/2006 me llamo Wichi para invitarme a una revisión en la galería de los Borgoñeses de Cellagua. Llame a Moisés para animarle a venirse. Y me despreocupe de buscar planes. Pero al atardecer el mismo Wichi me comunico que se habían rajado todos, incluido él mismo, quedándose solo Ángel para salir. Tras una corta charla con Moisés y Susana decidimos ir de todas maneras, si cuadraba, a Cellagua y a Borgoñeses.
El sábado a las ocho y media nos reunimos en Solares sin nubes en el cielo. Sin embargo me sentía extraño e inquieto. Hasta cierto punto es normal inquietarse cuando bajas a una sima con grandes pozos pero esta vez estaba más nervioso de lo usual. Quizás por hablar de accidentes espeleológicos. En Semana Santa se cayó 40 metros una chica en un pozo de la Tibia. Sobrevivió con secuelas importantes. Y no hay explicación, hasta el momento, de cómo ocurrió el accidente. En la cuerda de bajada solo se encontró el dressler bien puesto pero sin mosquetón. Un misterio. La chica no recuerda nada.
A las nueve nos reunimos con Ángel en el local del AER de Ramales. Estaba preparando un foco con batería de plomo para poder iluminar las posibles galerías colgadas del meandro Sur en Mazo Chico. Para motivarnos nos enseño una topografía de verticales de todos los sistemas de Mortillano. Nos comparo los niveles de la Rubicera con los de Borgoñeses. Ángel piensa que, por lógica, esos niveles fósiles deberían extenderse hacia el Sur hasta enlazar el Mazo Chico/Cellagua con la red del Mortero. Sería una gran unificación que haría del sistema de Mortillano uno de los primeros de España. Quizás el segundo. Aunque eso no tiene ya tanta importancia. Sería maravilloso poder ir desde Cellagua hasta el Mortero o la Rubicera sin tener que bajar hasta la zona profunda del Mazo Chico con todas las complicaciones acuáticas que conlleva. De todas formas está por ver que exista una conexión, bien en la zona profunda, bien en la red intermedia (que es lo que están buscando...).
Nos preparamos en el aparcamiento a final de la pista a Entremazos. Estaba empezando a apretar el sol pero todavía no hacía un calor excesivo. No había ganado por el camino. A lo lejos observe vacas y caballos. Y en el cielo, azul intenso y sin nubes, pájaros volando alto. El rincón de Cellagua es muy misterioso. Esta cerrado, al oeste, por unas cortas paredes que sostienen un bosque de hayas. Y por el este se abre en un amplio vallecito que sube suavemente, decorado de brezo, hasta el collado del Crucero. El arroyo que se sume en Cellagua tenía el sábado un hilo de agua y en los remansos muchos renacuajos. Si el arroyo hubiera entrado en carga la mayoría de los renacuajos se habrían visto arrastrados a la sima. Un triste final para los renacuajos. A esta hora de la mañana la sima aspiraba ligeramente aire cálido.
Ángel nos aviso que la instalación había sido revisada para evitar las posibles entradas en carga de los pozos regados; lo que significaba pasos de cuerda más complicados que si bajas a cañón. En cuanto empecé el descenso noté las instalaciones más exigentes que la última vez que estuve. En el pozo grande, de ochenta metros, en vez del amplio péndulo que te enviaba a la pared contraria me encontré con un pasamanos por una repisa descendente seguido por un rosario de fraccionamientos y pequeños péndulos. La zona intermedia estaba instalada de forma parecida a las otras veces que había estado allí y la cabecera del último pozo con un incómodo pasamanos combado. Con intención de aprovechar mejor la longitud de las cuerdas Ángel preparo un cambio de cuerda para las dos últimas tiradas de la bajada pero resultó que la nueva cuerda era muy corta. Así que tuve que desinstalarla y volver a enlazar la que anteriormente estaba puesta con la penúltima cuerda. Me toco estar en el fraccionamiento quince minutos con goteos y chorrillos que me empaparon a fondo. Como un gato en una bañera. Salí disparao en cuanto pude pero ya no tenía remedio. En el fresco y acogedor ambiente de Cellagua, humedad 100% y temperatura alrededor de 8º, estar empapado se lleva fatal. Mientras Moisés y Susana aterrizaban a la cota –230 tuve tiempo de chupar frío a fondo. Ángel también estaba empapado pero el no se quejo. Solo me dijo que luego nos secaríamos andando por Borgoñeses. Es un tío duro.
De la base de los pozos al enlace con la galería de Borgoñeses se tiene que transitar por el cañón de Cellagua una media hora. Al poco de comenzar atravesamos un caos de bloques siguiendo el camino que indica un viejo cable de teléfono. Estaba todo resbaladizo y los pasos atléticos se pusieron pesados. Luego el tránsito se convirtió en un hermoso y ancho meandro con playas de grava y con paredes sinuosas y pulidas. Así se alcanza el punto de enlace con la sima del Chapeau y poco después la galería de los Borgoñeses.
La cuerda que supera el resalte de acceso a los Borgoñeses, de apenas cuatro metros, está instalada en un solo anclaje de mierda oxidado y sospechoso. Ángel tomo nota mental del tema. Una vez encaramados el tránsito se hace agradable y entretenido. La galería de los Borgoñeses es amplia y variada con pequeñas dificultades, que incluyen resbaladizas pendientes y algunos ensanches, hasta que se alcanza un marcado recodo en ángulo agudo que nos lleva por una pequeña galería activa hasta un cómodo vivac utilizado por los franceses para la exploración de la sima del Mazo Chico. Realmente esta zona es una zona intermedia entre dos redes hidrológicas totalmente independientes: el río de Cellagua que luego recorre Garma Ciega y el río del Mazo Chico que se reúne con el río del Mortero y el de la Rubicera en la zona profunda. Lo curioso del caso es que la galería de los Borgoñeses es la verdadera cabecera del río de Cellagua.
Desde el vivac seguimos por el camino más evidente hasta una doble sala en la que puede tomarse una cuerda ascendente que nos llevaría hacia la galería del Penitente, el pozo Balourd, la galería del Sahara y el río Cantarín. Sin embargo nosotros, dejando la cuerda a nuestra izquierda, enlazamos en unas decenas de metros con el meandro Sur. Antes de internarnos por este meandro hicimos una sentada para comer. Me sentía algo destemplado y con pocas energías, seguramente por el remojón.
Tras la pitanza nos movimos hacia el sur por el meandro. Nuestro objetivo era recorrerlo entero revisándolo en toda su altura con el foco hasta su unión con el río del Mazo Chico. El recorrido del meandro hasta el enlace conlleva pozos de longitudes 4, 15, 6, 5, 13, 6, 5, 7, 6 y 39 metros mas una escalada de otros 10. Presuponíamos que los franceses habían dejado instalado todo esto para facilitar las posteriores exploraciones. Progresamos con cuidado lanzando potentes rayos luminosos hacia todo lo alcanzable con la vista. Nada más comenzar observamos un corte transversal de otra galería que, mediante una escalada en travesía ascendente podría conducir a la parte alta del meandro Sur y a una galería independiente. Siguiendo para abajo por el meandro Sur primero se pasa una zona cómoda de suelo arenoso pero de un metro de anchura más o menos. Es una galería meandriforme de manual. Al poco empezaron las dificultades con pequeños resaltes o desfondamientos que tuvimos que destrepar o pasar en oposición. Y no mucho más abajo nos tropezamos con el primer resalte importante, de unos 15 metros, con los spits evidentes pero sin cuerda. Moisés sopeso bajar destrepando pero por mi parte no lo vi claro. Y el grueso de la tropa tampoco. Se acabo el descenso.
De vuelta al comienzo del meandro Sur nos metimos por una galería transversal que nos subió en rampa y nos permitió echar una mirada más a fondo a la parte alta. Luego Ángel cruzo al otro lado y subió por la rampa de enfrente lo que le llevo a la sala de la cuerda por otro camino. De cualquier forma quedo por alcanzar la parte alta del meandro Sur a la altura de esa galería. Comenzamos a volver con calma. A la llegada al resalte Ángel nos sugirió que volviéramos a la base de los pozos de Cellagua para comenzar el ascenso mientras él metía otro spit de refuerzo en el acceso a Borgoñeses. Nos fuimos, yo algo renqueante y torpe, aguas arriba.
Al poco Moisés estaba en el primer fraccionamiento y Susana comenzando. Cuando yo iba a empezar a subir le pegue un grito a Ángel para confirmar que volvía. Me respondió. Al pasar el primer fraccionamiento le vi abajo. Fui siguiendo a Susana todo el tiempo en corto. Y me fui cansando. Llegando a la cabecera del pozo de 80 iba un poco harto. Mire para abajo y no vi ni rastro de la luz de Ángel. Le pegue otro grito y respondió. En el pasamanos de acceso de este pozo me di un rodillazo contra la pared que me hizo ver las estrellas. Como ya faltaba poco para salir y no había a quien quejarse me callé. No había libro de reclamaciones. El último pasamanos; Susana se fue a salir por arriba del todo siguiendo la cuerda. Yo me escaqueé entre los bloques.
Moisés estaba en mono interior tomando el calorcito del exterior. La sima soplando aire helado a chorro. Me dedique a comerme una manzana y a beber algún líquido mientras Moisés y Susana retozaban a sus anchas. Ángel salió al poco; había estado ajustando las instalaciones. La vuelta a los coches la hicimos paseando con el tiempo algo nublado. Bajé en el coche de Ángel. Y nos paramos todos en Ramales a tomar unas cervezas en el Marcos. Comprobamos al pasar por el centro del pueblo que había una boda en su apogeo. Ángel me dijo que el local tiene fama y que vienen a celebrar sus uniones muchas parejas. Quizás sea el lugar adecuado para celebrar la unión de los dos sistemas...cuando se consiga.