Susana vino a estar con Ananda un par de semanas en España. Primero pasaron unos días en Andalucía. Y un buen día estaban en casa. Susana es una joven austríaca que habla muy bien español. Extraordinariamente bien para tener una única corta estancia en nuestro país: seis meses de prácticas en un hospital de Sevilla. Allí tuvo que ponerse las pilas bien rápido porque ningún médico del hospital sevillano hablaba inglés. Bueno, el efecto práctico de eso fue que pude hablar en castellano con Susana de cualquier cosa.
Cuando Susana supo lo interesante que es la espeleología en Cantabria le entraron ganas de visitar una cueva. Como no era pertinente ir a un sitio que requiriese el uso de técnicas verticales decidí llevarles a la Rubicera: grandioso paisaje y grandiosa cueva. Pero el viernes, a la hora que debíamos cruzar Alisas para llegar al Valle del Asón, el tiempo estaba tormentoso en las montañas y había comenzado a chispear. Decidimos ir a una cueva más costera y con un acercamiento muy corto: La Hoyuca. Esa cavidad me produce la misma impresión que visitar una habitación de mi propia casa. Sin embargo siempre que voy lo veo con los ojos de alguien que no ha estado allí o que, incluso, no ha estado en ninguna cueva. Y este era el caso de Susana, aunque no el deAnanda.
Susana puso cara “de susto” en la gatera de entrada. Pero no emitió ninguna queja. Se nota que le gustan los retos y el deporte. Nuestro objetivo era una visita a Quadraphenia mirando todas las galerías que pudiésemos. Mientras avanzábamos el silencio entre nosotros era notable. Sólo mis breves explicaciones rompían ese silencio. Me pregunté si, quizás, estarían inquietos por el ambiente subterráneo. Tal vez a Ananda no le apetecía de verdad estar allí y sólo lo hacía por Susana. Preguntas sin respuestas.
Fue divertido el paso de la estrechez que da acceso a galerías amplias. Susana paso detrás de mí. Ananda fue el último y tuvo alguna dificultad en sacar una de sus largas piernas. Anduvimos con calma sobre las cómodas galerías arenosas: es la mayor sequía que he observado en todo los años que llevo entrando en La Hoyuca. Ningún rastro de los arroyos que suelen circular por esas galerías.
En una encrucijada donde aparece un afluente meandroso lo tomamos -a la izquierda- para que conocieran una galería de ese tipo. Luego inspeccionamos la zona donde la red de galerías fósiles arenosas zigzagueantes a 45º se colapsa sobre FirstRiver. Eso está muy cerca de Las Playas, ensanche natural de la galería por donde transcurre tranquilo First River antes de sumirse en un sifón doscientos metros río abajo y en donde también desembocan ciertas galerías superiores y algunas procedentes deQuadraphenia. De cualquier forma optamos por ir a Quadraphenia.
Las primeras galerías son muy simpáticas. Nos entretuvimos unos minutos visitando en un nivel superior, al que se accede por un estrecha fisura, unas encantadoras cortinas ondulantes de un precioso color cremoso. Poco después desembocamos en la Sala Colapsada. La llamo así pues no sé qué nombre le han puesto los ingleses. A esa sala se emerge procediendo de un nivel algo inferior por un caos de bloques del tamaño de casas unifamiliares. Los bloques proceden de un desprendimiento del techo. Aún pueden observarse en algunos sitios las estalactitas pegadas a los bloques e inclinadas unos 15º. En una esquina de la sala se toma una galería fósil arenosa salpicada de una sucesión de pozos que caen a un nivel inferior. Poco más allá se vadea un desfonde por un puente de bloques recubiertos de tierra compactada. Siguiendo unos metros se abre a la derecha una fisura por la que se trepa fácilmente a un nivel superior.
Puede que esa zona sea la más bonita de este sector de la cavidad. Son notables las formaciones de un rojo oscuro intenso, estalactitas, goteras y alguna bandera. Llaman mucho la atención porque casi toda la superficie es color cremoso claro. También hay corales de diversos tipos: globulares, planos con colores claros y oscuros. Un poco más adelante nos encontramos con un campo de gours en una colada recubierta de un fino barro muy resbaladizo. Subiendo con mucho cuidado hasta arriba por esta colada alcanzamos grandes superficies de colada con estalagmitas masivas y, finalmente, un conjunto de formaciones grandes y muy atractivas.
De vuelta al puente sobre el desfonde visitamos la galería que lo prolonga. Una cuerda ayuda al tránsito por una zona de repisas. Luego hay que trepar un par de metros para continuar adelante. La galería se hace cómoda -y ancha- con arenas y tierra en los suelos. Más tarde se llega a una zona de formaciones discretas. Finalmente nos detuvimos ante un sorprendente fenómeno: una gran raíz colgando del techo. Dado que estábamos bastante dentro de la montaña (en planta) cuesta creer que una raíz de esas dimensiones aparezca por el techo y de vueltas por el suelo de la galería. Es posible que la superficie no esté tan lejos como pensaba. Una dolina quizás. De cualquier forma aquí detuvimos nuestra excursión subterránea para iniciar la vuelta.
En Las Playas tomamos un poco de queso y unas manzanas. Salimos por el pequeño meandro que necesita de escalada para luego bajar por un desfonde al otro lado. Un broche agradable a un recorrido encantador. Habían pasado casi cuatro horas. Sin embargo en el exterior seguía sin llover y con un calor veranigo.