Algo antes de febrero del 2020 fui con Marisa y Jorge a localizar el barranco de Luchena. Poco después, el trece de febrero, volví con Marisa y conseguí encontrar la boca de la Cueva de Luchena y la zona donde se ubican los Ojos del Luchena. Aguas arriba del Barranco el río Luchena bajaba bien crecido y transitar era difícil.
El 17 de octubre del 2021 quedé temprano con J.L. Llamusí para ir a la cueva. Hacía tiempo que teníamos pensado hacer alguna actividad. Su coche estaba en un estado poco fiable y él se encontraba en trámite de comprarse otro nuevo, así pues fuimos en el mío. Tuve algunas dudas con el itinerario de carreteras y pistas pero todo se resolvió con facilidad. Como el tramo final de la pista estaba complicado para un turismo me quede medio km. antes del aparcamiento que hay junto al río Luchena. Llevábamos de todo... pero cuando revisamos el material vimos que teníamos "de todo" salvo la cuerda (un amigo con información me había recomendado una cuerda de unos 15 metros y tres chapas/mosquetones). Yo suponía que Llamusí había cogido una cuerda corta y él suponía que lo había hecho Antonio. A pesar de ello la idea continuó siendo visitar lo que fuese posible, aún sin cuerda. Una media hora después estábamos en la boca. A poca distancia de la entrada había un resalte destrepable y luego una larga rampa/pozo con escasas presas y un tacto poco adherente. No me sentía seguro y decidí no bajar. Llamusí se sentía seguro y destrepó hasta las primeras galerías. Estuvo diez minutos mirando por abajo y luego salió. Nos quedó tiempo para ir a visitar el barranco y la conducción de aguas termales. Mientras devorábamos las provisiones con unas cervezas Llamusí me contó interesantes y sabrosas historias sobre Cartagena y su ambiente social en los años 60, 70 y 80. Algo impagable.
El 31 de octubre quedé con Juan Pablo en Zarcilla de Ramos (pedanía de Lorca). Desde allí continuamos juntos en su Land Rover de color naranja intenso. Con este todo terreno el estado de la pista nos resultaba indiferente. El día invitaba a la calma y me preparé en modo contemplativo. Creo que JP estaba en el mismo estado que yo. Media hora más tarde estábamos en la boca de la cueva. Hicimos las sacas y entramos. Instalé la cabecera de cuerda en unas columnitas naturales y luego fraccioné en el único anclaje que encontré en toda la cavidad. No me sobró ni un centímetro de cuerda. Aún más: los dos últimos metros -eran bastante fáciles- los destrepé. Para otras veces mejor llevar una cuerda de 20 que de 15. Nos ubicamos con la topo (en color para indicar niveles) y enseguida nos dimos cuenta que tendríamos que ir consultándola cada cinco metros (la cueva es un laberinto en 3D). Fuimos visitando todos los recovecos primero hacia el sur. Una zona llana que se correspondía bien con la topo nos puso en dificultades. Sobre el papel había una continuación, pero no la encontrábamos. Nos metíamos por todos los agujeros y no veíamos continuación. JP miró algo que le pareció impracticable en un primer momento y me llamo. Era una gatera desobstruida y un poco técnica; un brazo por delante y otro por detrás entrando con los pies... Más allá visitamos varias pequeñas salas y galerías y un murciélago pequeñito con la orejas muy atentas. Quitamos un gordo bloque y vimos una posible continuación no reseñada.
De vuelta tomamos la Galería de la Conexiones, empinada rampa arenosa, que termina en una corta escalada en chimenea "a pelo". Arriba encontramos las zonas más bellas de la cavidad. Sector Zarpazos de un blanco deslumbrante en las hermosas bóvedas. Galería de la Cortina, única de la cueva en la que hay grandes formaciones gravitacionales (estalactitas, estalagmitas, columnas y cortinas). Sector Puentes de Roca, diaclasa que se va haciendo redonda y cuyas paredes están cargadas de corales. Para seguirla hasta su final era imprescindible poner cuerdecitas de pocos metros. Trozos de 5 m. serían los más aconsejables, pero mejor estaría llevar un buen trozo de cuerda e ir cortando los trozos necesarios. Sector Cantos Blanditos en donde conductos blancos y redondos se dividen y se juntan en un hermoso laberinto. Sala de la Chimenea, a la que no bajamos por el aspecto peligroso de su acceso; aunque luego JP encontró una bajada razonable. Zona alta de la galería de entrada con grandes balcones sobre la Galería de las Conexiones.
Salir nos costó poco. La cavidad nos había parecido una rara y exótica flor única. Afuera atardecía, eran las seis y llevábamos siete horas sin parar de movernos en la cueva. La tarde se fue convirtiendo en un espectáculo de nubes y colores como muy pocos recuerdo. A veces la vida te ofrece más de lo que esperas...