A.Dólera tiene su vehículo en reparación y, debido a ello, considera poco probable acompañarnos en la actividad propuesta por David. Tras unos días de dudas y wasapeos entre los invitados a la actividad en Los Chorros por fin quedo en Hellín a las 8AM del 23 de julio con A.Dólera. Una hora después estamos llegando al Laminador. Se trata de un agradable restaurante -cercano a Riópar- en el que se sirven los típicos platos locales albaceteños. Cuando nos reunimos con Mavil y David ya han pedido unas consumiciones. Para nuestra sorpresa también está J.C. Sabemos, por lo que nos nos cuenta, que le resulta casi imposible conseguir tiempo para actividades espeleológicas.
Las charlas derivan hacia hacia aspectos diversos de la exploración espeleológica. Queda claro que, de una forma u otra, explorar cuevas es un desafío continuo a la imaginación, el ingenio y la resistencia física. Al cabo de un rato el tema llega a una especie de punto muerto por lo que optamos por evacuar el bar e irnos a hacer espeleología.
El aparcamiento del Puerto del Arenal está vacío y podemos optar a los mejores sitios sombreados. Algunos de mis compañeros muestran cierto nivel de preocupación debido a que en el Parque todas las acciones –incluso el aparcar- están sometidas al férreo escrutinio de los AMAs (Agentes Medio Ambientales). No les queda claro si tendremos problemas por el hecho de que los coches no están ni paralelos ni perpendiculares a las líneas de cemento del suelo... la geometría del orden mantenido por la autoridad puede ser la clave de la coexistencia pacífica.
Estamos caminando cuesta arriba por la pista. Mavil y J.C van un poco más atrás. No sé de lo que charlan pero parecen muy animados. Mientras, las conversación que mantenemos David, A.Dólera y yo inciden reiteradamente en aspectos negativos de nuestro panorama social. En todas sus vertientes, públicas y privadas, y en todos sus aspectos: político, cultural, laboral y deportivo. Acabo hartándome de tanta oscuridad. Aunque sepa que las categorías “bueno y malo” son “propiedades emergentes” -similares a los colores- del mundo humano y, por lo tanto relativas. Es la ignorancia lo que nos lleva a etiquetar las cosas como buenas/malas. Pero mi hartazón me conduce a un prolongado silencio para encontrar luz en el interior. A. Dólera, intuyendo mi estado mental, me cuenta que en Burkina Faso (literalmente “Patria de los hombres íntegros”) la gente es amable y tranquila. Hay una red de circulación en bicicleta, paralela a las carreteras de tierra, bien diseñada. En su viaje llegaron a un lugar remoto con una mezquita. Les preguntaron, con la ayuda del guía, si podían entrar y hacer fotos en la mezquita. La respuesta fue la sonrisa y la incomprensión. Para ellos era un lugar donde, apaciblemente, estar a la sombra y en calma. Comentaron que los europeos estábamos locos… nos preocupábamos de demasiadas cosas. Me gusta que mi idea de ese país se desmorone y sea sustituida por una imagen más luminosa. No es tan horrible como otros países africanos. A pesar de ser un país muy pobre -y tal vez por serlo- conservan un punto de paz interior.
Entonces llegamos a la boca de la Sima del Mirador. Hemos atravesado el hermoso paisaje de la Cañada de los Mojones bajo la sombra de los pinos. Los preparativos se ponen un poco pesados porque nadie asume el liderazgo claramente. Mavil destrepa el primer pocete sin usar cuerda. Quizás eso dispara recuerdos traumáticos para algunos. David se pone un poco tenso y, secundado por A.Dólera, se niega a hacer la actividad. Pero J.C nos explica que destrepar el pocete no tiene ningún peligro y que él mismo lo ha hecho en múltiples ocasiones. Eso consigue desmontar la tensión. En la cabecera del primer pozo digno de tal nombre Mavil es nombrado por consenso líder del grupo asumiendo el control de las instalaciones.
El primer pozo es hermoso. Sus paredes exhiben coladas y formas suaves. Su volumen lo hace coqueto y encantador. Me paro como puedo a mitad del descenso para intentar fotografiarlo. Con la esperanza de que no salgan movidas las fotos subo el ASA de la cámara a 8000. Pero sé que esto producirá mucho ruido cromático en las zonas de sombra. El pozo esta dividido en dos secciones. Nos reunimos todos en una repisa intermedia. Es amplia, pero resulta un poco escasa para cinco personas.
Tras este pozo atravesamos el paso clave que hace unos años descubrió y habilitó Mavil con la ayuda de David y J.C (Dos dedos). El trabajo que realizaron es digno de admiración. Otros pasos incómodos, pero sin categoría para ser llamados estrecheces, se suceden con gracia y armonía. Hay que pasar la Sala del Hundimiento, cercana a la desviación a la Cueva del Farallón, y recorrer un pasamanos incómodo. Entonces llegamos a otro hermoso pozo, Freeway, de grandes dimensiones. Sólo al principio se muestra algo estrecho. Tocamos suelo en una sala tapizada de clastos de la que se sale por un paso bajo de algo menos de un metro. Hay una sala que trae recuerdos de momentos difíciles, más allá de lo explicable, a David y Mavil. Paramos y hacemos unas fotos como recuerdo de aquellas vivencias. Solo nos queda bajar un pozo con su cabecera muy descompuesta (mucho ojo) y recorrer, acompañando al Mundo, la gran galería que lleva a la surgencia.
Antes de salir nos acercamos a una galería lateral que conduce un pequeño afluente, Petit Ríu, y una corriente de aire que Mavil desea verificar con nosotros. Nos llama poderosamente la atención la colonia de quirópteros que anida en los blancos techos. Un hermoso lugar.
En la salida nos ponemos ropa fresca y ponemos a punto la voluntad para aguantar la subida al Mirador. A pleno sol y a la hora de la siesta. Demasiado calor y sol en el camino de vuelta al Arenal. Los pies se van cociendo y las ganas de llegar y quitarse el calzado de cueva van aumentando. Acelero para que el tormento dure un poco menos. No se trata de cansancio sino de pies cansados de pisar. Mientras espero junto al coche como algo y bebo agua poco fresca. Apenas he comido unas almendras y un trozo de queso a lo largo del día. J.C se despide de nosotros y A.Dólera nos urge para ir a tomar unas cervezas.
Al cabo del día estamos sentados ante las cervezas en el Laminador. Atardece, y el frescor y los ruidos nocturnos hacen de este momento mágico lo mejor del día. Una ensalada y una ración de atascaburras nos ayudan a pasar las cervezas por el gaznate. Estar aquí con los amigos es un placer. Pero a mí me quedan todavía dos horas de conducción para volver a Alguazas Town “ciudad de maleantes”…