27/10/19

Topos




Mirando antiguas referencias sobre la Puntida descubro una mención acerca de la cercanía de la zona terminal de las grandes galerías del Canto Encaramado en un antiguo informe de Deportes Espéleo de 2003. Y también en los blogs del SECJA, hay referencias a la Puntida en 2011, 2012, 2013 y 2014 que nos habla de visitas, exploraciones, topografías nuevas e inicio de una desobstrucción con fuerte corriente de aire que luego se abandona en una segunda estrechez. Todo lo anterior es una muestra de que mi interés por la Puntida está justificado. Teniendo en cuenta que me gustan las causas perdidas y los misterios y considerando además que es una cueva manejable y encantadora la Puntida tiene todas las papeletas para convertirse en mi adicción. Contacto con gente del SECJA que me ofrecen la posibilidad de colaborar y compartir sus trabajos en la Puntida. Es una buena oportunidad que aprovecharé cuando podamos coincidir en S.Roque.  
César tiene pocas ocasiones de hacer espeleo y menos aún de venir a Cantabria y me pide una bonita actividad. Contándole todo lo anterior le convenzo fácilmente para ir a seguir revisando la Puntida y para realizar una topo esquemática que nos aclare un poco en qué jaleo nos encontramos. La principal dificultad es que muchas zonas consisten en grandes bloques que se apoyan sobre roca madre creando la ilusión de muchas galerías cuando en realidad sólo hay una gran galería colapsada. De cualquier forma la cosa es que nos vamos el domingo tempranito, él viene de una excursión por Picos de Europa, y durante varias horas hurgamos y topografíamos los conductos de las zonas más obvias. Salimos bastante pronto pues voy a ir a ver un espectáculo de danza en Santander en el que participa una de las bailarinas que posaron para la exposición Sonámbulos. Durante los siguientes días pongo a punto mis conocimientos de Survex y finalmente consigo una poligonal. César consigue Survex y hace su propia topo con los datos. Al cotejar podemos corregir varios errores. Me llevo una gran sorpresa. Mis ideas preconcebidas acerca de las direcciones de las galerías eran completamente erróneas. El misterio continua igual o mayor que al principio. Próximamente continuaré con este problema abordándolo de una forma u otra.  




19/10/19

Vulvas


        Huele a cuevas en la zona. Hay caballos y huele también a ellos y a vacas rubias entre grandes bostas. La nubes bajas y la llovizna dibujan un ambiente perfecto para dejar volar la mente hacia un pasado remoto. Muchos miles de años atrás. Decenas de miles. Antes de que la civilización indoeuropea hubiera imaginado la rueda, antes de la antigua Europa matriarcal, antes de que las primeras oleadas neolíticas alcanzasen la península ibérica e incluso antes de que H.Sapiens caminase bajo los bosques cantábricos. Las cuevas permanecían ahí respirando su aliento húmedo que huele a tierra y moho.

Alfoz1 de Lloredo2 es el ayuntamiento al que pertenece esta pedanía. Esto nos habla de forma muy directa con el lenguaje de poblaciones ancestrales. Desde Novales, o mejor desde Casar3 de Periedo4, tenemos acceso por carreterillas locales a la Busta5. Nos hemos encontrado en Casar de Periedo y nos disponemos a aparcar los coches junto a la iglesia de la Busta. Está empezando a llover y somos cinco. Subiremos en un todo terreno hasta las cercanías de la Sima Palombal en la finca Santa Eulalia. Luego, cuando acabemos la travesía, saliendo por la cueva del Linar, alguno de los otros cuatro subirá en su coche al propietario del todo terreno para recuperarlo. 

Hay que dar una gran vuelta hasta llegar a la puerta de la finca Santa Eulalia. Desde ahí se debe caminar hacia el poniente, y hacia abajo, por pistejas y senderillos. Uno de nosotros se conoce el camino. Si no fuera así el eucaliptal se encargaría de destruirnos moralmente y los tojos nos harían trizas el pellejo. Todos sonreímos un poco. La boca de la sima del Palombal es una bocaza simple y limpia al lado de una ancha pistilla. Un elíptico pozo de 55 da acceso directo sin más preámbulos a las grandes galerías del sistema. Mientras baja el resto de compañeros disparo mis pacíficos disparos, más bien trampas en que atrapo la luz, hacía los objetos y las existencias. Allí hay, entre un batiburrillo de seres animados, un genial sapo, bien alimentado y lustroso, y un escarabajo ciervo hembra poco amigable. Atrapo sus imágenes. Enfoco, también, la atención en la actividad que se desarrolla alrededor de la cuerda de bajada. Hay que organizar la logística y uso de los descensores, recoger las cuerdas, plegarlas y estibarlas debidamente en las sacas amarillas que portamos. Mientras sigo haciendo fotos.



La cueva que recorremos tiene bellos pasajes alternados con pasos entretenidos. En general está bastante bien conservada. No muestra vandalismo evidente. Al cabo de un rato llegamos a una zona en que encontramos a dos espeleólogos que conocemos. Están explorando la cueva con detalle. Resulta bastante claro, al menos para mí, que la cueva dará muchos niveles y galerías en un trabajo sistemático. Esto es lo corriente en cuevas que fueron exploradas hace más de 50 años. Un poco más allá llegamos al río de la cueva. A pesar de que viene de una depuradora el agua parece limpia y no huele mal. Hay abundantes pasajes que se merecen parar para tomar una foto. Usamos sólo la luz de las frontales. 

El recorrido es muy cómodo en general y, en tiempo, bastante corto. Cerca de la salida hay una galería protegida por una verja. Contiene restos arqueológicos de un carácter excepcional: una Venus asaetada y dos vulvas de buen tamaño talladas en la roca. Fuera nos esperan las nubes y la llovizna. Los caballos parecen indiferentes, quizás felices, ante la situación atmosférica. A mi también me da igual. Damos una vuelta para acercarnos al coche que hemos dejado cerca de la sima y continuamos a un bar, en las cercanías de Virgen de la Peña, donde nos reunimos a tomar unas cervezas y hablamos de las antiguas exploraciones en Oreña. Fueron tiempos con mayor nitidez que los actuales…

1 área geográfica bajo un concejo, palabra de origen árabe.
2 del latín laurtum, lugar poblado por laureles.
3 conjunto de casas que no llegan a formar un pueblo.
4 del latín piru/a, perales.
5 paraje en el que descansan los bueyes. 






12/10/19

Pequeños detalles





Busco un plan de espeleología de pocas horas. Cierto que me han invitado a una interesante actividad en la mina S.José pero es previsiblemente bastante larga y tengo que estar en casa antes de las cuatro. 
A las diez salgo hacia el Valle de Miera. La circulación a partir de Solares está lenta, y desde Liérganes hasta Ajanedo la carretera se ha llenado de pesados. Seguramente se disponen a tomar un aperitivo y luego una buena comida en un atractivo restaurante. Aperitivos, dos platos y postre con cervezas, vino, copas y café. Algo que a mí también me gustaría practicar a menudo aunque no suelo dejarme llevar por esas inclinaciones debido a que vivo obsesionado por escalar un poco mejor. Y eso solo tiene posibilidades de ocurrir, aunque pocas, si disminuyo de peso.
Hay un rellano a la derecha, unos cincuenta metros antes del camino que sube a la cueva. La hierba y las ramas de los avellanos se van apropiando del sendero poco a poco pero todavía resulta fácil seguirlo sin enredarse en el bosque. Detrás de unas piedras dejo el equipo fotográfico y me quedo con la iluminación de repuesto en una saca aligerada con la que pienso moverme sin trabas.
Repito los movimientos de mi última visita hasta la confluencia entre techos colapsados y zonas fósiles. Miro con cuidado tratando de recordar aquella primera incursión en la que llegué a unas grietas verticales y altas que soplaban a pleno rendimiento aire frío. Cuando llego a los grandes bloques investigo “mis posibles caminos de antaño” y dos conductos que no conocía. Descarto muchas posibilidades, pero para bajar a lo que pienso que es aquella continuación prefiero poner un cabo de cuerda. Como no lo tengo retrocedo y vuelvo a inspeccionar una y otra vez la zona. 
Mientras salgo hacia la gran sala miro de nuevo con insistencia los detalles y rincones. Y algunos que nunca había mirado ahora también los miro. Hay una gatera curiosa que normalmente está anegada pero que actualmente está seca y puede recorrerse. Entro con los pies por delante y la mirada hacia techo. No me parece muy prometedora esa gatera. Como voy sólo prefiero dejarlo para otra ocasión en que tenga un compañero.
Pongo el trípode algo alejado de los pequeños detalles vegetales que me interesan y planteo un FS de unas veinte o treinta tomas. Pero con ese rango de enfoque el horquillado de enfoque funciona de forma limitada. Al acercarme a ese diminuto bosque acogido por la Puntida el horquillado alcanza sus prestaciones plenas. Disparo tres FSs y menos de una decena de tomas convencionales. No llevo reloj ni telefonillo y me siento inquieto al no saber la hora.
A las dos y media ya estoy conduciendo valle abajo. A los pesados se ha añadido el problema de los conductores de rally entrenando. Conduzco como puedo para no acabar en algún barranco.
Llego bien de tiempo e incluso me da tiempo a descansar y tontear con el ordenador antes de irme con mi mujer a Loredo. Allí nos reunimos con muchas personas que también han ido a Loredo. Tenemos algo que realizar juntos…




5/10/19

Peldaños Blanditos


Estoy de vuelta en Cantabria por un mes y tengo ganas de hacer espeleo. Tanteo un poco por allí y por acá y me responde Manu con noticias. Van a la zona de Raitanes. Aunque no es mi cueva preferida decido ir. Seguro que tiene formaciones interesantes. Lo malo son los largos pasamanos que hay que transitar para conseguir llegar. Y el barrillo insidioso y pegajoso que tapiza amplias zonas de la cueva.
Quedamos a las diez en un bar cercano a Virgen de la Peña. Por allí aparecen Joseán, Alfredo, creo que de Cabezón, y Manu. El tiempo es soleado y templado, ideal para dar un paseo. Pero la cueva nos espera. 
Desde el aparcadero caminamos y en menos de una hora alcanzamos el comienzo de las cuerdas, previo paso de trepadas y destrepes varios. Nos esperan unos doscientos metros de pasamanos -algo exigentes- y un par de pozos ascendentes. Las dificultades de los pasamanos se han mitigado gracias a la instalación de peldaños tipo ferrata. Al ser de poco diámetro la barra de hierro se ha doblado con el peso de humanos corpulentos. Son peldaños algo “blanditos”. Pero a pesar de ello cumplen con su papel a la perfección, ahorrando un buen montón de forcejeos. Un poco más allá de todas estas pequeñas dificultades alcanzamos Raitanes.
Los suelos están impolutos salvo la estrecha huella dejada por los exploradores. Hay coladas blancas de filigranas diminutas, contraformaciones en el suelo, estalagmitas y estalactitas y algunas pequeñas zonas con excéntricas  de aragonito. En fin, hay cosas que se deben conservar. La política del grupo es balizar y proteger las zonas frágiles. Incluso en zonas remotas en exploración. Pero desgraciadamente esas cosas no se entienden bien aún en casi ninguno de los restantes grupos de Cantabria. 
Mientras mis tres compañeros topografían y exploran conductos de esta laberíntica área me dedico a hacer fotos armado tan sólo con la cámara y la luz de mi casco. Es divertido. Comemos y luego seguimos con las mismas ocupaciones. Al cabo de un largo rato paro de hacer fotos y pregunto la hora. Son más de las tres. Ellos van a continuar hasta las siete más o menos. Decido salir de la cueva para llegar temprano a casa.
Transito las cuerdas a mi ritmo y la vuelta se me hace poco trabajosa. Es cosa de concentrarse con placer en tu propio movimiento y no en si vas quedándote rezagado. En una hora y pico alcanzo el aparcadero. Me deleito en quitarme los trastos de espeleo, ponerme ropa cómoda, arrellanarme en el asiento del coche, poner una buena música y conducir con suavidad hasta casa. Una casa que habito pocos meses al año y que me reporta muy buenas sensaciones…      


25/9/19

Pedro Primero





Después de intentarlo durante unos días pude quedar con  J.L. Llamusí para visitar una de las minas cercana a la Azohía que contenía una “hueca” (cueva natural interceptada por una mina). La cosa estaba complicada en su trabajo debido a varios contratiempos. Entre otros las lluvias e inundaciones que habían afectado al entorno del Mar Menor en los últimos días a lo que se había sumado algunos percances marinos más. El jueves 25 concretamos en vernos en el aparcadero más cercano a las minas, a unos tres kilómetros de la Azohía. Había coincidido una estancia vacacional de mi amigo Joaquín, acompañado por Kevin, y debido a su interés por la zona y a las ganas de disfrutar del mar se unió, él y también Kevin, a la incursión a la mina.
A pesar de haber estado bañándonos y a la sombra cuando vinimos a darnos cuenta estábamos siendo achicharrados por el sol levantino a las cuatro de la tarde. Decidimos taparnos lo más posible. Así que me puse el mono de tela y una gorra. Todos los demás hicieron algo parecido. La aproximación se nos hizo bastante penosa a pesar de ello. 
A la sombra de la bocamina hicimos los últimos preparativos para entrar. Mientras terminaban mis compañeros fui por otra entrada, inmediata a la nuestra, para mirar el pozo que baja directo al nivel donde está la “hueca”. Sondeé con una piedra más de 50 metros. Pero nuestro descenso comenzaba por una rampa que había sido antes escalera de altos peldaños. Enseguida desembocamos en el brocal de un pozo de unos veinte metros de profundidad bastante cómodo de instalar gracias a dos estacas de hierro clavadas en el suelo. Desde su base podíamos ir a la derecha o a la izquierda por una galería cómoda. Siguiendo a la derecha se llegaba en primer lugar al comienzo, a la izquierda, de una rampa escalera de similares características a la de entrada. Unos pocos metros más allá aparecían unas rampas que acababan teniendo que instalarse con cuerdas. Fue por este último camino por el que bajamos en el 2011. Pero en aquella ocasión al final descubrí que las escaleras conducían más abajo y sin tantas complicaciones. 
Descendimos las escaleras y en la ultima rampa pusimos una cuerda de diez metros para hacerlo fácil. Enseguida empezamos a buscar el punto donde, en el 2011, instalamos el último descenso pero no lo encontrábamos entre tantas galerías y pozos. Sin embargo la memoria de Joaquín vino a rescatarnos y resulto que la “hueca” estaba ya en el mismo nivel que nos encontrábamos. Solo subir una cuesta de tres metros y al otro lado se entraba ya las pequeñas salas llenas de concreciones y cristales.
Según nos contó Llamusí el origen de la cavidad era, claramente, hipogénico. Había algunas cristalizaciones especialmente llamativas como los dientes de perro. Hice un buen montón de fotos y permanecimos por allí un rato mirando todos los rincones para comprobar que no había más que lo evidente. Luego fuimos a visitar el resto del nivel y vislumbramos que más abajo existe otro más cuyo acceso necesitaría instalaciones. No estábamos por la labor en ese momento. Recogimos todo y comenzamos la vuelta. En menos de una hora estábamos fuera. Era ya de noche.
Los adormecedores ruidos nocturnos mediterráneos nos acompañaron hasta el aparcadero. Por el camino nos perdimos un par de veces. Mientras Llamusí nos enseñaba unos vídeos de la Cueva de Isla Plana los mosquitos nos atacaron. Rápidamente abandonamos la zona y nos fuimos a tomar algo Canteras. 
La vuelta fue un poco accidentada debido a los despistes y a la falta de gasolina para el coche de Joaquín.       Unos días después Llamusí me contó por teléfono que, por lo menos, había cinco minas. Cada una con su nombre: Aqueronte, Estigia, Pedro Primero, Colón… La que nosotros visitamos era la Pedro Primero. Había localizado un libro digitalizado en la página web del Instituto Geológico-Minero que contenía abundante información sobre todas las minas de la comarca de Cartagena. Un instrumento de mucha ayuda para explorar y conocer las minas y sus “huecas”. Algo que seguiremos haciendo porque, probablemente, hay muchas más “huecas” desconocidas por nosotros…




8/9/19

Lunáticos



Perico consiguió convocar para sacar piedras de la Raja Eiger a seis lunáticos con fe en la tarde del domingo 8 de septiembre. Desde luego menos caluroso que la última veza que habíamos ido. La cita era a las 4:30 en su casa. A esa hora me reuní con Perico, Abdón, Tocho y Vicente. Faltaba un amigo que iba a venir un poco más tarde. Pensamos que lo mejor era enviarle una ubicación del parking del Corque. Nos repartimos en dos coches, la maravillosa furgoneta de Abdón y el coche de Tocho, y partimos hacia Caprés.
Aunque la tarde era agradable el sol picaba y decidí coger el parasol. El peso que había que llevar era escaso así que también tomé el equipo fotográfico para hacer alguna foto de la Raja. En menos de media hora nos plantamos en la boca de la cavidad.
Mientras Vicente y Abdón sacaban piedras como podían de la estrechez sopladora lateral los cuatro restantes formamos una cadena humana para sacar piedras desde el fondo de la rampa-tubo descendente. Con una pendiente de unos 45º lo mejor en esta rampa es utilizar unos pequeños contenedores de PVC que una vez cargados se deslizan cuesta arriba arrastrándolos con una cuerda.
La velocidad de extracción que cogimos fue muy satisfactoria. Al final conseguimos bajar unos dos metros. Los indicios de aire moviéndose y de aumento de los huecos entre clastos son una señal positiva acerca de las posibilidades de alcanzar cueva franca. También los duros trabajos en la grieta vertical lateral mejoraron la perspectivas de lograr anchura para el paso de un ser humano hacia galerías más francas.
Hubo cortas oscilaciones en el sentido del flujo de viento pero la tónica de la tarde fue aspirante. Al atardecer la temperatura ambiental bajó con decisión. A esa hora el flujo aspirante tomó un carácter fuerte e incluso violento. Lo que nos indica que en la zona de la otra boca la temperatura ambiental es más alta. O que la otra boca está más alta. Pero todo esto son teorías que esperan su confirmación…









5/9/19

Tío Agüera


Aunque la Cueva de la Plata W presentaba interesantes atractivos, ni la conocía lo suficiente para llevar a principiantes, ni quería plantear el tema de bajar y subir por verticales con Iris. Ella deseaba entrar en una cueva y por aquí las había interesantes, aunque quizás no tanto como la de la Plata W. Opté por llevarla a la Cueva del Tío Agüera, muy cercana al parking donde comienza el ascenso a la Sima Destapada. 
Desde nuestro alojamiento a ese punto nos demoró menos de diez minutos ir en coche. Y desde el parking a la boca de la cueva unos cinco minutos. Nos habíamos vestido con las ropas adecuadas al lado del coche y en una saca había metido los repuestos de luz, un cordino y una botella de agua.
La boca, de pequeñas dimensiones, estaba protegida por unas piedras, unos tubos y una tapa metálica de 0.5x0.5. Seguramente con la loable intención de evitar que alguna persona humana o no humana cayese por la vertical.  Una viga metálica en la zona cenital intentaba asegurar posibles desmoronamientos del techo.
Descendí con cuidado ese primer resalte y ayudé a Iris a aterrizar de modo seguro. Eduardo destrepo con un poco más de dificultad por su envergadura. Reunidos en una plataforma procedimos a destrepar otro resalte de similares características que el anterior. Aterrizamos en una pendiente terrosa sembrada de bloques pequeños. El calor y la humedad hacían del lugar un mundo tropical.



Recorrimos la bonita sala con abundantes corales gorditos –de calcita-, y zonas de aragonito blanco. Pensando que habría otra sala mayor me metí por todos los rincones. Uno de ellos mostraba una exuberancia de flores de aragonito. Pero ningún rincón conducía a un paso hacia alguna sala diferente. La cueva era eso: la sala en la que estábamos.Luego tomamos desde la sala una corta galería lateral que nos llevo a un gour con cristales flotantes, coladas y columnitas. Todo muy coqueto. Pero de otra sala nada. Decidimos salir.
                    Un rato de indecisión nos llevo a un bar de la Azohía en que ponían granizados. La verdad es que en esta época del año toda la hostelería de la zona o está a medio gas o, sencillamente, ya no está. Los granizados tenían demasiado granizo pero de sabor eran buenos. De cualquier forma sirvieron para reponer el liquido perdido en la sudada tropical que nos había regalado la cueva…
     




30/8/19

Plata





Estaban muy cerca de nuestro alojamiento en Isla Plana. A vuelo de pájaro alrededor de un kilómetro. Las cuevas de la Plata E,W y N me presentaron un divertido reto para ser localizadas. Tuve que ir dos días para conseguirlo. El primer día localicé sin mucho esfuerzo la boca de la cueva N (norte) y tras un buen rato de calores y cuestas por la zona de la cueva E (este)  abandoné la búsqueda anocheciendo. Por el camino de vuelta me encontré a unos cuantos seres humanos paseando sus inquietantes/maleducadas/amenazantes/locas mascotas. Como la sociedad mismamente. 
La vez siguiente fui en coche y mejor preparado. Tenía las posiciones en GoogleEarth del móvil y había estudiado el terreno en la pantalla del ordenador. El posicionamiento funcionaba a la perfección en Maps pero no en Google Earth. Así que iba saltando de una aplicación a otra para ver donde estaba y donde estaban las bocas. Con este método me fue fácil localizar la boca de la cueva W (oeste). Tenía una hermosa reja. 
Caminé un rato y me puse a buscar las bocas de la cueva E. Al cabo  de un rato encontré cerca de un frondoso arbusto un agujero terroso que supuse la entrada más al sur de las tres que tiene la cueva este. Después de media hora intentando localizar las otras dos bocas se encendió una lucecita que me dijo: “quizás la boca que has encontrado no es la más al sur”. Mientras tanto el cielo iba tomando un aspecto amenazador y oscuro que no presagiaba nada bueno. Las predicciones daban gota fría para casi toda España. “In extremis” busqué un poco más al sur de la boca localizada y ¡aja! he aquí que me encontré la boca principal con su reja y todo. A pesar de que me fui a toda prisa tuve tiempo de calarme hasta los huesos e incluso de tener algo de frío. Puse la calefacción del coche para secarme un poco mientras volvía a Isla Plana. Paro de llover enseguida.
El viernes 30 por la mañana quedé con un amigo para visitar las cuevas localizadas. Elegimos la cueva W por ser la más cercana al coche y, principalmente, por ser la que muestra mayor riqueza de formaciones y rincones hermosos. Como medida de precaución pusimos una cuerda para entrar aunque el pocete de tres metros se puede destrepar sin grandes dificultades. Y desde luego nos pareció bastante fácil trepar ese resalte. Es necesario posicionar la reja de forma estable para evitar que caiga sobre el marco. Desde dentro sería muy penoso abrirla.
Dentro de la cueva ya -y para nuestra sorpresa- percibimos una corriente de aire fresco entrante por la pequeña galería descendente que lleva a la Sala del Descenso. No podíamos comprender la formación de esa corriente si la cueva solo posee una boca. Pero el mundo está lleno de misterios formidables.
Desde la salita comenzamos una serie de recorridos sistemáticos por todos los huecos que mostraban posibilidades de continuar. Sin embargo a pesar de nuestros esfuerzos ninguna de las rutas estudiadas nos llevó a encontrar la bajada a la “gran sala” sino a ratoneras de diversos tipos. Al cabo de unas horas de arrastrarnos por todos lados estábamos cubiertos de polvo y sudor. A pesar de que nos paramos en varias ocasiones a reflexionar y a observar los indicios finalmente nos quedamos sin ninguna opción razonable. La Cueva de la Plata W parece ser mucho más complicada de lo que podíamos imaginar. Abatidos, polvorientos y cansados salimos alrededor de las tres de la tarde. El sol caía a plomo, abrasador.
Nos fuimos a la playa, nos dimos un baño mágico y comimos con Marisa. Acabamos una botella de vino. Así vimos las cosas de otro color y pudimos hablar de otros asuntos. Para mi el negocio de conocer las cuevas de la Plata quedó pospuesto y pendiente de realizarse…    
  



18/8/19

Piedritas




Sacar piedritas de la Raja Eiger es un pasatiempo formidable. El día 18 de agosto tenía el aliciente del calor. Estaban previstos entre 38 y 40ºC. Además pensábamos ir después de comer, a la hora de la siesta, en el momento más caluroso del día. Por eso cuando me acerqué a casa de Perico lo que menos me esperaba era encontrarme con dos acompañantes dispuestos a trabajar con nosotros. 
Abdón, Perico y Antonio (Tojo) estaban metidos en la piscina de Perico. Aunque me invitaron al baño no tenía ganas. La piscina estaba al sol y lo que más deseaba era refugiarme en el frescor del interior de la casa. Muros gruesos y construcción tradicional.
Entre salir, ir por Caprés y aparcar bajo el Corque se nos hicieron más de las cinco. Mi secreto era llevar un paraguas también llamado parasol. Esa fue la mejor idea que he tenido para protegerme del sol en los últimos 40 años. Pude subir la cuesta cargado con la mochila sin apenas sudar. Luego nos protegió el pino que vive en la boca de la Raja.
Alternamos métodos suaves con métodos fuertes para mover las piedras. Trabajar en el fondo de la Raja y su lateral por donde sale una corriente fuerte de aire. Así el trabajo se hizo más llevadero e incluso divertido.
Sin embargo el misterio mayor fue el cambio de sentido en el flujo de aire. Me parecía imposible si la otra boca se encuentra a desnivel con la Raja. Se me ocurrió una buena teoría. Si ambas están al mismo nivel los cambios locales de sombra, sol, dirección del viento y esas cosas pueden cambiar el sentido. Como la corriente de aire que se forma entre la ventana que da al patio y la que da a la calle.
Ya anochecía cuando empezamos a bajar. Y era de noche cuando rulamos en los coches hasta Fenazar. Allí paramos y tomamos cerveza, ensalada y bocatas grandes de salchichas caseras. Aún así tenía hambre. Pero eso es ya otra historia.

9/8/19

Iris



Ya que íbamos a ir a una cueva había que pensar en una que fuese adecuada, bonita y de un tamaño acogedor. Tamaño especial para Iris. ¿El Canónigo, La Verde, La Carrera, La Puntida, La Hoyuca o El Lobo? Como sitio mágico El Lobo. Como sitio cercano y de galerías coquetas La Hoyuca. La Carrera mucha cuesta. La Verde demasiada jungla. Canónigo demasiado corta. La Puntida demasiado volumen. El Lobo demasiado coche. Nos quedaba La Hoyuca
Unos largos preparativos, hasta media mañana, y nos fuímos Iris y yo con Eduardo para una visita a la red de entrada de la Hoyuca. Había que pensar en la ropa de repuesto a la salida, en una buena luz para Iris y Edu y en una botella de agua. Decidí prescindir de cámaras fotográficas. Esta vez sólo iba la diversión.
El tiempo estaba neblinoso y había caído un poco de calabobos. Pero, a la entrada de la cueva, no había charcos, ni goteras, ni chorrillos. Solo un caracol, como un camello solitario en un inmenso desierto, se atrevía a cruzar las resecas extensiones de tierra de la primera salita. En un pequeño desfonde terroso, muy cerca de la entrada, ayudamos a Iris. Pero en realidad mostraba una agilidad extrema y una facilidad de movimientos asombrosa para la poca práctica que tiene debajo de tierra.
Las primeras galerías eran de un tamaño ideal. Mientras Iris caminaba erguida nosotros teníamos que agacharnos. En las estrecheces ella no encontraba nada estrecho aunque nosotros sí. Pero un poco más adentro desaparecieron las estrecheces y las galerías empezaron a ser muy generosas. Le explique a Iris lo que significaba que unas galerías llevasen agua y que otras estuvieran secas desde hace milenios o tal vez millones de años. Es decir: activas y fósiles. También guardamos silencio. Eso tan raro. 
Luego llegamos a un río. Pasamos a Iris en volandas pero seguramente hubiera pasado bastante bien sin ayuda. Después de visitar un gran gour nos internamos en una zona laberíntica pero llena de sorpresas. Paramos un rato y apagamos las luces. No fue una iniciativa mía sino de la niña. Solo quedo el ruido interno. Me sorprendió el volumen, hace una década ese ruido hubiera sido casi imperceptible… El ruido interno reflejo del ruido que invade el Mundo como una plaga apocalíptica. 
Visitamos una gran sala con muchos bloques y formaciones. Cruzando la sala continuamos por una galería llena de pequeñas simas hasta llegar a un balcón en que daba comienzo un pasamanos. Desde aquí comenzamos el retorno. Iris mostro interés por visitar zonas más lejanas de la cueva a pesar de las dificultades y el agua. Pero Eduardo no estaba por la labor y casi seguro que yo tampoco. La parte más interesante fue cuando les conté como era el Astradome. Pero, por el momento, no es un sitio visitable en plan sencillo. No sabemos nada de si sigue practicable Giant Panda. De cualquier forma quedo bien claro que a Iris las cuevas le gustan y que seguramente volveremos dentro de poco. Era hora de irse a casa a comer.  

8/8/19

La Ilusión

Fotos: Miguel F.Liria
Texto: A.González-Corbalán



La ilusión por volver a explorar me vino enseguida. La combinación de Santander, frescor y añoranza era una mezcla poderosa que rápidamente hizo su efecto. Fabricar baterías de repuesto para mi Carbi P2 se hizo una prioridad imperiosa y me puse a la tarea. Cinta aislante negra, spray de caucho impermeable negro, funda termoretráctil amarilla consiguieron enfundar perfectamente las baterías de dos celdas Li-Ion 18650. Para darles un buen acabado me bastó un poco de pegamento sellador y una pegatina de Carbi. Quedaron insuperables. Mi deseo era aprovechar todo el material. Fui a SANRO y convencí al encargado de que me fabricase otras tres más con algunas soldaduras fáciles. Conseguí seis packs de baterías, aparte de la de serie. Pensé: a  cuatro horas de duración -usadas generosamente con luz a raudales- me daría para un par de días. Me sentí feliz. Había pasado de Stenlight a Carbi. Y también había pasado de una fase a otra: la exploración sin pretensiones de dejar nombres pero con el muy firme propósito de dejar el entorno subterráneo lo menos tocado posible. La exploración como hermosa y pacífica tarea sin pisoteos.
No disponía más que de dos semanas escasas y tenía muchos compromisos. Sobre todo el compromiso de habitar mi casa un poco de tiempo. Tenía a los amigos del SCC, a los amigos del CCES y a mi amigo Miguel. Sólo obtuve respuesta de Manu y de Miguel pero, a la postre, durante los fines de semana eran difíciles de compatibilizar la espeleo, la vida familiar y la social. Y era mucho menos difícil una tarde de jueves. A Miguel le expliqué la existencia de soplos en La Puntida, la ausencia de éxitos -tras largos años intentando seguirlos- y el gran rendimiento acercamiento/hurgamiento que resultaba al ser una cueva a diez minutos del coche y estar las puntas de exploración a quince minutos de la entrada. Hecho. 
Era una tarde sofocante de agosto. Pero el frescor del aire subterráneo nos reanimó en la entrada. La tarea de hacer una topo para desenmarañar el lío de caos de bloques y galerías que posee La Puntida era la prioridad del día. Pero el disto no funcionaba bien. Miguel descubrió que las baterías estaban algo gastadas. Una vez cambiadas la esperanza de hacer la topo se esfumo: Miguel observo lecturas divergentes y cambiantes en la brújula. Se trataba de los interruptores magnéticos de su foco. Definitivamente me enfadé con la situación y optamos, creo que fui un poco brusco, por lo más práctico: hurgar por todos lados verificando aquellos rincones que había reconocido hace largo tiempo ya. Tuvimos para cuatro horas de gateras, cuerdecitas, retorcimientos, trepadas y movidas de todo tipo. Al final estábamos bastante satisfechos. Pero teníamos más claro aún que una topo era necesaria.
A la salida anochecía y el valle estaba inundado de una luz muy hermosa. Bajamos a Solares y tomamos unas bebidas frescas. Por el camino, de venida y de ida, hablamos de proyectos y de posibilidades. Quizás la jubilación de Miguel. Quizás navegar. Seguro que vivir con pasión lo que trajese el tiempo.    



23/7/19

Reencuentros



 A.Dólera tiene su vehículo en reparación y, debido a ello, considera poco probable acompañarnos en la actividad propuesta por David. Tras unos días de dudas y wasapeos entre los invitados a la actividad en Los Chorros por fin quedo en Hellín a las 8AM del 23 de julio con A.Dólera. Una hora después estamos llegando al Laminador. Se trata de un agradable restaurante -cercano a Riópar- en el que se sirven los típicos platos locales albaceteños. Cuando nos reunimos con Mavil y David ya han pedido unas consumiciones. Para nuestra sorpresa también está J.C. Sabemos, por lo que nos nos cuenta, que le resulta casi imposible conseguir tiempo para actividades espeleológicas.
Las charlas derivan hacia hacia aspectos diversos de la exploración espeleológica. Queda claro que, de una forma u otra, explorar cuevas es un desafío continuo a la imaginación, el ingenio y la resistencia física. Al cabo de un rato el tema llega a una especie de punto muerto por lo que optamos por evacuar el bar e irnos a hacer espeleología.
El aparcamiento del Puerto del Arenal  está vacío y podemos optar a los mejores sitios sombreados. Algunos de mis compañeros muestran cierto nivel de preocupación debido a que en el Parque todas las acciones –incluso el aparcar- están sometidas al férreo escrutinio de los AMAs (Agentes Medio Ambientales). No les queda claro si tendremos problemas por el hecho de que los coches no están ni paralelos ni perpendiculares a las líneas de cemento del suelo... la geometría del orden mantenido por la autoridad puede ser la clave de la coexistencia pacífica.
Estamos caminando cuesta arriba por la pista. Mavil y J.C van un poco más atrás. No sé de lo que charlan pero parecen muy animados. Mientras, las conversación que mantenemos David, A.Dólera y yo inciden reiteradamente en aspectos negativos de nuestro panorama social. En todas sus vertientes, públicas y privadas, y en todos sus aspectos: político, cultural, laboral y deportivo. Acabo hartándome de tanta oscuridad. Aunque sepa que las categorías “bueno y malo” son “propiedades emergentes” -similares a los colores- del mundo humano y, por lo tanto relativas. Es la ignorancia lo que nos lleva a etiquetar las cosas como buenas/malas. Pero mi hartazón me conduce a un prolongado silencio para encontrar luz en el interior. A. Dólera, intuyendo mi estado mental, me cuenta que en Burkina Faso (literalmente “Patria de los hombres íntegros”) la gente es amable y tranquila. Hay una red de circulación en bicicleta, paralela a las carreteras de tierra, bien diseñada. En su viaje llegaron a un lugar remoto con una mezquita. Les preguntaron, con la ayuda del guía, si podían entrar y hacer fotos en la mezquita. La respuesta fue la sonrisa y la incomprensión. Para ellos era un lugar donde, apaciblemente, estar a la sombra y en calma. Comentaron que los europeos estábamos locos… nos preocupábamos de demasiadas cosas. Me gusta que mi idea de ese país se desmorone y sea sustituida por una imagen más luminosa. No es tan horrible como otros países africanos. A pesar de ser un país muy pobre -y tal vez por serlo- conservan un punto de paz interior. 
Entonces llegamos a la boca de la Sima del Mirador. Hemos atravesado el hermoso paisaje de la Cañada de los Mojones bajo la sombra de los pinos. Los preparativos se ponen un poco pesados porque nadie asume el liderazgo claramente. Mavil destrepa el primer pocete sin usar cuerda. Quizás eso dispara recuerdos traumáticos para algunos. David se pone un poco tenso y, secundado por A.Dólera, se niega a hacer la actividad. Pero J.C nos explica que destrepar el pocete no tiene ningún peligro y que él mismo lo ha hecho en múltiples ocasiones. Eso consigue desmontar la tensión. En la cabecera del primer pozo digno de tal nombre Mavil es nombrado por consenso líder del grupo asumiendo el control de las instalaciones.
El primer pozo es hermoso. Sus paredes exhiben coladas y formas suaves. Su volumen lo hace coqueto y encantador. Me paro como puedo a mitad del descenso para intentar fotografiarlo. Con la esperanza de que no salgan movidas las fotos subo el ASA de la cámara a 8000. Pero sé que esto producirá mucho ruido cromático en las zonas de sombra. El pozo esta dividido en dos secciones. Nos reunimos todos en una repisa intermedia. Es amplia, pero resulta un poco escasa para cinco personas. 
Tras este pozo atravesamos el paso clave que hace unos años descubrió y habilitó Mavil con la ayuda de David y J.C (Dos dedos). El trabajo que realizaron es digno de admiración. Otros pasos incómodos, pero sin categoría para ser llamados estrecheces, se suceden con gracia y armonía. Hay que pasar la Sala del Hundimiento, cercana a la desviación a la Cueva del Farallón, y recorrer un pasamanos incómodo. Entonces llegamos a otro hermoso pozo, Freeway, de grandes dimensiones. Sólo al principio se muestra algo estrecho. Tocamos suelo en una sala tapizada de clastos de la que se sale por un paso bajo de algo menos de un metro. Hay una sala que trae recuerdos de momentos difíciles, más allá de lo explicable, a David y Mavil. Paramos y hacemos unas fotos como recuerdo de aquellas vivencias. Solo nos queda bajar un pozo con su cabecera muy descompuesta (mucho ojo) y recorrer, acompañando al Mundo, la gran galería que lleva a la surgencia.




Antes de salir nos acercamos a una galería lateral que conduce un pequeño afluente, Petit Ríu, y una corriente de aire que Mavil desea verificar con nosotros. Nos llama poderosamente la atención la colonia de quirópteros que anida en los blancos techos. Un hermoso lugar. 
En la salida nos ponemos ropa fresca y ponemos a punto la voluntad para aguantar la subida al Mirador. A pleno sol y a la hora de la siesta. Demasiado calor y sol en el camino de vuelta al Arenal. Los pies se van cociendo y las ganas de llegar y quitarse el calzado de cueva van aumentando. Acelero para que el tormento dure un poco menos. No se trata de cansancio sino de pies cansados de pisar. Mientras espero junto al coche como algo y bebo agua poco fresca. Apenas he comido unas almendras y un trozo de queso a lo largo del día. J.C se despide de nosotros y A.Dólera nos urge para ir a tomar unas cervezas. 
Al cabo del día estamos sentados ante las cervezas en el Laminador. Atardece, y el frescor y los ruidos nocturnos hacen de este momento mágico lo mejor del día. Una ensalada y una ración de atascaburras nos ayudan a pasar las cervezas por el gaznate. Estar aquí con los amigos es un placer. Pero a mí me quedan todavía dos horas de conducción para volver a Alguazas Town “ciudad de maleantes”…  



8/4/19

Raja Eiger




La acción del espeleólogo se basa en el tesón y la fe. Lo que hacemos realmente los que exploramos cuevas es investigar. La investigación es una búsqueda de lo que no conoces y, la mayoría de las veces, de lo que no puedes ni imaginar. En estos casos la fe y el tesón son necesarias. Siempre partimos de lo conocido y de lo que podría tener semejanzas con lo que se investiga para, de esa forma, tener indicios que nos permitan formular hipótesis y hacer planes. Los indicios en el caso de la espeleología se presentan como estructuras superficiales, geología/composición de los estratos, corrientes de aire y/o agua, acuíferos cercanos y presencia de otras cavidades en las cercanías por citar los más obvios.   
En el caso de la Raja Eiger, cavidad encontrada por Vicente en uno de sus entrenamientos por la montaña, tenemos una estructura de amplia galería -descendente unos 45º- colmatada por bloque y guijarros. Se percibe un soplo de viento que oscila entre entrante y saliente a una temperatura de unos 20ºC. Esto implica una conexión subterránea con otra boca, que en este caso debe estar por encima (sopla cuando el aire exterior está más caliente que el aire de la cavidad). Además en las cercanías hay otros agujeros y dos cuevas bien conocidas: El Solins y Los Pitorros. Todo esto hace que la Raja Eiger tenga todas las papeletas para considerarlo un portal a una interesante cavidad. Aunque por ahora nos es imposible saber el volumen y tamaño medio de sus galerías.
De momento Perico y yo hemos optado por desobstruir la galería descendente sacando guijarros y bloques. La cosa consiste en trabajar con calma y seguridad.  Para ello es necesario asentar la pendiente de bloques con cables anclajes y tablas. De esa forma se puede seguir extrayendo más guijarros y más bloques y así ir profundizando poco a poco. Cada dos metros, como mucho, habrá que asentar de nuevo lo excavado. Eventualmente el tapón acabará dejando paso a una zona cavernada o terminará en roca madre. Pero el aire que se mueve en la cavidad hace poco probable esta última posibilidad.  
         Sin embargo para seguir la dura tarea hace falta conservar la fe y desarrollar tesón. Esto último implica no diversificar el esfuerzo. No se trata de ver que agujero parece más facilón. Ya sabemos que, en las cercanías, hay otros agujeros que mirar, pero debemos contenernos. Esto no es como “pescar en un chat” los fines de semana… se trata de una forma de ver las cosas poco habitual actualmente. Los que esperen resultados inmediatos y beneficios en tiempo real deben buscar otras actividades más acordes con su espíritu. Pero para los que nos implicamos en investigar cuevas hay, de vez en cuando, una gran recompensa que obtenerse puede: arrancar un trocito de nuevo conocimiento a la inmensidad de lo desconocido… 


 


23/2/19

Monos


Tomado de Wikipedia:

Los tres monos (en japonés san saru, __), también conocidos como los «tres monos sabios» o «tres monos místicos», están representados en una escultura de madera de Hidari Jingor_ (1594-1634), situada sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu (1636), construido en honor de Tokugawa Ieyasu, en Nikko, al norte de Tokio (Japón).1 (Se trata de un santuario Sintoísta)
Los nombres japoneses de los tres monos Mizaru, Kikazaru, Iwazaru significan «no ver, no oír, no decir», sin especificar lo que los monos no ven, oyen o dicen. Tradicionalmente se ha entendido como «No ver el Mal, no escuchar el Mal y no decir el Mal»; el dicho tuvo su origen en la traducción del código moral chino del santai, la filosofía que promulgaba el uso de los tres sentidos en la observación cercana del mundo observable. Posteriormente este código moral se vinculó con los tres monos; dicha asociación se atribuye a Denky_ Daishi (conocido también como Saich_) (767-822), fundador de la Tendaish_, la rama japonesa de la Escuela Budista del Tiantai durante el periodo Heian (794-1185). Esta asociación proviene de la homonimia que se da entre zaru (un caso negativo en japonés), que aparece tres veces en el código moral, y la palabra japonesa para mono, saru, que se convierte en zaru cuando se combina con ciertas palabras. El motivo de los tres monos se volvió muy popular entre el pueblo japonés durante el periodo Kamakura (1185-1392).2
         El significado del tema de los tres monos es complejo y diverso; así como para la élite intelectual se encontraban relacionados con el mencionado código filosófico y moral santai, entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción, sentido que perdura en la actualidad.2 Otra interpretación señala que en origen los monos eran espías enviados por los dioses para enterarse de las malas acciones de los hombres; la representación de los monos ciego, sordo y mudo debió surgir como medio de defensa mágico contra dicho espionaje.3 También se ha señalado que los tres monos pudieran ser una representación de las tres caras de la antigua deidad japonesa Vajra.


         Sea como sea los tres monos son una inspiración formidable. Es la segunda vez que me lo planteo como foto (la anterior fue en la Cueva de la Puntida del Valle del Miera). Así pues el 26 de enero fui con mi amiga Anelie a una cueva cercana a Cieza para hacer unas pruebas de los Monos. Use el 55mm  para hacer tres tomas independientes. Ella actuaba interpretando cada uno de los tres monos. Luego utilicé el 16mm para hacer una toma del paisaje subterráneo. El resultado no estuvo mal aunque quedo clara la necesidad de pulir algunos aspectos. Cuando salimos de la cueva, y como de paso, me mostró en la lejanía algunos abrigos cercanos con interés arqueológico. El paisaje estaba brillante. Tuvimos que irnos pronto. 


 
El 23 de febrero Anelie y yo quedamos a las 10 cerca de Mazarrón con Salvador (del grupo Hinneni: significado) para visitar una bonita cueva. Las formaciones son interesantes, me había dicho, y las galerías y salas bastante cómodas para hacer fotos complicadas.
Nos acercamos con su Toyota Land Cruiser hasta un punto en que la cueva estaba, caminando con tranquilidad, a unos quince minutos. Mientras inspeccionábamos las posibles localizaciones nos encontramos con otro grupo de espeleólogos. Cuando me preguntaron si éramos domingueros o espeleólogos les comente que realmente nosotros éramos de hecho tortilleros. Creo que no quedaron demasiado satisfechos con la respuesta que les di y, a renglón seguido, iniciaron una entretenida charla con Salvador en que cada uno quedó, para satisfacción de todos, claramente ubicado como miembro de un respetable grupo de visitantes…
La sala que seleccionamos era ideal para la foto. Suficiente espacio para los tres monos y suficiente espacio alrededor. Las pruebas de luz no llevaron mucho tiempo. El problema era que solo estaba usando tres flashes. Pocos para una zona tan amplia. Pero eso es lo que tenía y había que apañárselas.
Antes de que volviésemos a reencontrarnos con el otro grupo habíamos recogido casi todo y Anelie estaba de nuevo vestida de espeleóloga. Esto evitó preguntas y respuestas. Salir y pasear hasta el coche me demostró una vez más que, si lo dejas en paz, el paisaje es totalmente bello. Dejado de la mano de Dios. Eso es lo único que puede restaurar lo que destruye la Humanidad.
         Luego fuimos a comer en un sitio encantador. Había un gato dulce y simpático y un loro muy hablador. Os recomiendo que visitéis este restaurante… si os lo proponéis seguro que lo encontraréis. Teclead en Maps: lugar especial en ningún sitio. Cueva de no sé dónde en algún lugar. La respuesta estará en el viento.





4/1/19

Pequeño Gigante



Largo tiempo ha hablé con Ester y Juan Carlos con el propósito de organizar una excursión a la Cueva del Gigante cercana al pueblecito del Portús. En fechas de la semana entre Navidad y Fin de Año no podía ser para la pareja. Además  quería que otros amigos pudiesen venir y eso complicaba más la determinación de la fecha. Por fin pudimos concretar la salida para el viernes 4 de enero del 2019.
           Marisa, Claire, Joaquín y yo en mi coche; Ester, Juan Carlos y María en el suyo. Nos vimos en Molina de Segura y tras presentarnos enfilamos hacia Cartagena. Un poco antes de llegar al Portús paramos en el Bar Moreno de Canteras. Dan unas tapas extraordinarias para desayunar. Unos cinco kilómetros más de conducción nos llevaron a la bonita cala del Portús.



La primera fase de la caminata bordea el mar y la playa nudista del Camping. Luego la senda se encarama hacia el este por encima de los acantilados. El sendero es un poco enrevesado y el punto clave para seguirlo consiste en no perder las flechas azules de vista. Varias sencillas trepadas y destrepes se suceden para amenizarnos el recorrido. Por suerte no hay grandes desniveles que salvar. Y de pronto la senda empieza a bajar por una escarpada pendiente pasando por algunos puntos delicados. Hasta que se corta y aparece un gordo cable de acero inoxidable.
            Es una vía ferrata muy corta y con dificultades mínimas, salvo el hecho de que el lugar es impresionante. Hay algún peldaño de hierro y asideros. Bajando en diagonal alcanzamos la amplia boca de la cueva a unos cinco metros sobre el nivel del mar. Estamos en un paraje llamado Cala Estrella. Esta cala también puede alcanzarse por una senda más larga que se inicia en el barrio de Tentegorra de Cartagena.






La visita a la cueva es corta pero muy instructiva. Salitas con las paredes recubiertas de depósitos cristalinos de colores rojos y blancos variados. Como un helado de fresa y nata multicapas. Galerías ascendentes que pueden treparse parcialmente. Una de ellas lleva a una entrada alternativa para la que se necesitan cuerdas. Y lo mejor de todo: el lago de aguas termales de color verde esmeralda. Por supuesto, como siempre, se estableció un flirteo colectivo para darse un baño. Unos que si y otros que no. Al final los bañistas fuero Juan Carlos, María, Marisa y Joaquín. Los demás fuimos espectadores del placer de los otros. Yo me hubiera bañado pero tenía el talón herido.
A la vuelta hice algunas fotos en la ferratilla. El paseo estuvo dominado por el sol del atardecer en la bahía del Portús. Es un magnífico punto del Mediterráneo Español. Finalmente tuvimos tiempo de parar en una venta (bar-tienda) a un par de kilómetros de la playa del Portús en la que sirven tapas excelentes. Y cerveza fría. Allí acabamos celebrando efusivamente la extraordinaria excursión del Gigante.