9/8/19

Iris



Ya que íbamos a ir a una cueva había que pensar en una que fuese adecuada, bonita y de un tamaño acogedor. Tamaño especial para Iris. ¿El Canónigo, La Verde, La Carrera, La Puntida, La Hoyuca o El Lobo? Como sitio mágico El Lobo. Como sitio cercano y de galerías coquetas La Hoyuca. La Carrera mucha cuesta. La Verde demasiada jungla. Canónigo demasiado corta. La Puntida demasiado volumen. El Lobo demasiado coche. Nos quedaba La Hoyuca
Unos largos preparativos, hasta media mañana, y nos fuímos Iris y yo con Eduardo para una visita a la red de entrada de la Hoyuca. Había que pensar en la ropa de repuesto a la salida, en una buena luz para Iris y Edu y en una botella de agua. Decidí prescindir de cámaras fotográficas. Esta vez sólo iba la diversión.
El tiempo estaba neblinoso y había caído un poco de calabobos. Pero, a la entrada de la cueva, no había charcos, ni goteras, ni chorrillos. Solo un caracol, como un camello solitario en un inmenso desierto, se atrevía a cruzar las resecas extensiones de tierra de la primera salita. En un pequeño desfonde terroso, muy cerca de la entrada, ayudamos a Iris. Pero en realidad mostraba una agilidad extrema y una facilidad de movimientos asombrosa para la poca práctica que tiene debajo de tierra.
Las primeras galerías eran de un tamaño ideal. Mientras Iris caminaba erguida nosotros teníamos que agacharnos. En las estrecheces ella no encontraba nada estrecho aunque nosotros sí. Pero un poco más adentro desaparecieron las estrecheces y las galerías empezaron a ser muy generosas. Le explique a Iris lo que significaba que unas galerías llevasen agua y que otras estuvieran secas desde hace milenios o tal vez millones de años. Es decir: activas y fósiles. También guardamos silencio. Eso tan raro. 
Luego llegamos a un río. Pasamos a Iris en volandas pero seguramente hubiera pasado bastante bien sin ayuda. Después de visitar un gran gour nos internamos en una zona laberíntica pero llena de sorpresas. Paramos un rato y apagamos las luces. No fue una iniciativa mía sino de la niña. Solo quedo el ruido interno. Me sorprendió el volumen, hace una década ese ruido hubiera sido casi imperceptible… El ruido interno reflejo del ruido que invade el Mundo como una plaga apocalíptica. 
Visitamos una gran sala con muchos bloques y formaciones. Cruzando la sala continuamos por una galería llena de pequeñas simas hasta llegar a un balcón en que daba comienzo un pasamanos. Desde aquí comenzamos el retorno. Iris mostro interés por visitar zonas más lejanas de la cueva a pesar de las dificultades y el agua. Pero Eduardo no estaba por la labor y casi seguro que yo tampoco. La parte más interesante fue cuando les conté como era el Astradome. Pero, por el momento, no es un sitio visitable en plan sencillo. No sabemos nada de si sigue practicable Giant Panda. De cualquier forma quedo bien claro que a Iris las cuevas le gustan y que seguramente volveremos dentro de poco. Era hora de irse a casa a comer.  

3 comentarios:

marisa dijo...

A Iris le ha encantado leer esta historia, de la que es protagonista ...

Edu dijo...

Iris se lo pasó mejor que en un parque de atracciones!

Unknown dijo...

Iris es estupenda todo lo hace bien y sencillo.