Fotos: Guillermo
Texto: Ant on Ío
Llega el día en el que César, Guillermo y yo hemos decidido volver a Salcedillo. Algo se remueve en mi inconsciente. Vagos recuerdos de esfuerzos e incursiones hasta conseguir encontrar el camino al Ibis Rojo. Muchos compañeros que acompañándome hicieron posible llegar tan lejos. César, Gelo, el Cura, Moisés... Río de la Dispendieuse, Galería del Bosón Intermedio, Pozo Muralla, Galería del Gluón, Galería Leo, Río de la Javanesa, Galería del Balcón Florido y tantos otros rincones increíbles...
A las seis de la mañana nos pusimos en marcha, habíamos quedado a las siete. Como a las ocho estábamos aparcando y a poco más de las nueve entrando por la boca. Sudamos en la subida con el ambiente tropical, la niebla, la humedad 100% y la temperatura alrededor de 20º. No apetecía entrar en la heladera con toda la ropa mojada de sudor tropical, la cueva permanece a una temperatura que ronda los 2º a lo largo del año. A veces en invierno las zonas cercanas a la boca están chapadas de hielo.Decidí experimentar con una camiseta térmica marina y un fino forro polar. Así conseguí librarme de la sensación de humedad. Con cuidado, pero a buen ritmo, cubrimos la ruta hasta el Río de la Dispendieuse y avanzamos hasta el primer caos de bloques en el que es posible tomar una ruta alternativa, un estrecho meandro cuya entrada se realiza por un pasamanos. La idea era ir ahorrando energía descansando cuando fuese conveniente. Sin embargo la cueva es exigente, estilo pista americana, y las ligeras dudas sobre del itinerario que me fueron surgiendo iban contribuyendo al desgaste. Me acordaba de la ruta con más o menos detalle dependiendo de las zonas, pero no con la seguridad que permite ir rápido. Ya cerca del punto en que se sube a la Galería del Bosón Intermedio un largo recorrido por un meandro desfondado no acabó de convencernos. Echábamos de menos la seguridad de un pasamanos. En general todas las instalaciones están en un estado precario ya que son las mismas que pusieron los exploradores alrededor de 1989, hace unos 35 años. Sería necesario, al menos, cambiar los anclajes por otros de acero inoxidable, reforzar las cabeceras y poner más seguridad en ciertas zonas expuestas, con roca algo dudosa, que dependiendo de la determinación y la agilidad pueden ser más o menos transitables. Y también dependiendo de la suerte. La cosa fue que decidimos de común acuerdo no continuar y comenzar la vuelta tranquilamente.
Justo a la altura del giro de 90º del río de la Dispendieuse nos había llamado la atención un hito en una galería arenosa sin continuación. Sin embargo al fijarnos con más atención pudimos ver el comienzo de una galería interesante. Para resarcirnos de nuestra retirada fuimos a investigar, encontrando abundantes formaciones y la conexión con el sector de la Galería Sakoet. Realmente se merece una incursión en exclusiva todo el sector.
Las galerías de la red de entrada ahora nos parecían bastante más pesadas de recorrer que nueve horas antes por la mañana. Pero la espeleología es así, a veces es muy cansada. Nada más salir el ambiente tropical se impuso como tal. La niebla seguía en el mismo sitio pero más densa. A ésta se había sumado una nube de tábanos que amenizaron la bajada hasta el coche y que, sobre todo, hicieron la tarea de cambiarse de ropa mucho más entretenida. Por fin, sentados en el coche ultramoderno & smart de César, pudimos disfrutar de relax. En el mesón del camping tomamos cerveza y poco más pues no era hora de cocina. César marchó enseguida pero Guillermo sugirió ir a un restaurante de Hoznayo a comer algo a la brasa. Realmente estaba muy bien braseado lo que comimos. Me pareció que veníamos de un larguísimo periodo de olvido y penumbras en el que girabas a una nueva posición para observar el transcurso de los hechos y el devenir. Así con todo el tema sigue planteado, sigue pendiente, visitar las galerías remotas de Salcedillo. Antes o después iremos.