Llego con un poco de antelación al mesón del camping de Lunada. Me reúno con Marta frente a un café, hablamos de todo: de comer, de comer poco, de no comer nada, de los efectos del ayuno y de cosas similares. Luego llegan Jon y Bittor procedentes de Vizcaya: vamos a recolectar especímenes de troglobios en la Cueva del Arroyo. Nos demoramos con tranquilidad frente al fantástico desayuno de Bittor charlando de viajes, bichos y cuevas. Subimos por la carretera de Los Machucos con dos coches y antes de aparcar en el lugar adecuado para la aproximación nos acercamos a echar un vistazo a un cercano campo de droseras carnívoras.
Decidimos volver valle arriba mirándolo todo con más cuidado. Finalmente llegamos al vestíbulo alargado en el que empezamos nuestra búsqueda. Intento forzar la grieta que más promete pero al poco la cosa no pinta bien y me salgo. Nuestro desconcierto va en aumento. No tiene sentido. Pero a Marta se le ocurre una idea: ¿y si esto es la cueva? Es decir, la cueva en vez de penetrar perpendicular al valle sería paralela al valle. Girando la topo 90º comprobamos que encaja con lo que vemos. La cueva no es más que "el amplio vestíbulo alargado". Aquí tenemos un ejemplo de pensamiento lateral que no se ciñe a la teoría establecida. Es una buena enseñanza. En espeleología (y en cualquier problema científico, humano, social...) la flexibilidad mental al enfocar las cosas tiene muchas ventajas. Aunque la facilidad de las creencias establecidas siempre nos está tendiendo siempre la trampa.
Ya seguros de estar en la cueva nos dedicamos a buscar bichos de todo tipo, a hacer fotografías a los bichos encontrados y a recorrer el corto recorrido de la cavidad. Aparecen opiliones, milpiés, caracolillos, polillas y otros seres. Si tienen la mala suerte de ser raros, o interesantes, caerán en los tubos transparentes de los estudiosos de la vida troglobia. Luego de un buen rato alguien habla de que hemos quedado a comer en el mesón como a las dos. En breve recogemos, salimos y llegamos a los coches. Hace un día precioso. Creo que volveré a ayudar a este grupo de investigadores que ven las cuevas no como un terreno deportivo, sino como un lugar donde observar y aprender algo más de este maravilloso e inagotable Mundo en el que vivimos los humanos.
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