29/4/23

Covarona de Llueva


 

 

En cuanto llegué al Norte púseme a buscar plan para ir a una cueva. Hablé con algún amigo y redacté una convocatoria abierta en Cuevas del Norte. Guillermo podía salir el sábado 29, César no podía y Marta dijo que vendría. La idea era ir de nuevo al Coverón. Al poco César dijo que si hacíamos plan apto para su hijo Mateo podría unirse al plan. Sacrificamos la aventura del Coverón por la menos aventurada incursión en la Covarona que Guillermo acababa de localizar y visitar. Esta cueva está en el mismo valle que el Coverón pero algo más abajo. Es una cueva de desarrollo modesto y de escasas dificultades. Encarna lo tenía difícil por su trabajo pero viendo que venía Mateo iba a hacer lo posible por unirse al plan con su hija María y con un amigo, Juan, para ir a la Covarona.

Después de los típicos mareos de planes, que se prolongaron hasta la misma mañana de la quedada, la cosa quedó como sigue:  Guillermo, yo, Encarna, María y Juan íbamos a la cueva. Me reuní con Encarna y su grupo en Solares y fuimos todos en un solo coche hasta  San Pantaleón. Desde allí seguimos en dos coches hasta el punto de acercamiento. Como la cueva prometía ser fácil y bonita llevé todos los trastos de fotografía incluyendo la maleta de flashes. Hace bastante tiempo que no me atrevía a mover el arsenal completo. La subida a la cueva demoró una media hora por una senda encantadora en la jungla arbórea cántabra. La entrada de la cueva se encuentra en un lugar recogido y amplio donde se abre la enorme boca que podría tener unos veinte metros de anchura. 

Los primeros metros de recorrido me recordaban, al mirar la entrada desde la perspectiva del interior, un poco a La Cañuela. Estuvimos buscando por unas pequeñas galerías laterales las pinturas de las que se habla en algunas reseñas pero, sinceramente, por lo que vi me pareció un poco aventurado decir que eran pinturas. No obstante algunos expertos dicen que lo son. Más adelante la cueva se abría en una suave curva a la derecha y la galería se hacía más amplia y de suelo más uniforme. Había bellas formaciones a la derecha. Ayudado por Guillermo me puse a componer una foto mientras Encarna, María y Juan se adentraban en la galería. 

La realización de la foto nos llevo tres cuartos de hora. Para entonces apareció el subgrupo de Encarna con la cueva recorrida. María y Juan salieron pero Encarna se quedó con nosotros para hacer más fotos. Fuimos a hacia la galería de  la izquierda que acaba en una zona muy concreccionada. Hicimos una foto (serie) muy aparatosa, muchas risas y mucho vacile, que, al final, como ocurre cuando no estás en lo que estás, quedó desenfocada. Luego nos trasladamos hacia las galerías de la derecha que es la zona más amplia de la cueva. Allí hicimos dos fotos más, estas si quedaron bien, y visitamos todos los rincones. 

La principal dificultad de la cueva consiste en lo resbaladizo de sus suelos. Hay que extremar las precauciones para evitar un buen batacazo contra el firme. Salimos al exterior al poco y picamos algo de comida ligera. Entre ir a un bar o a casa de Guillermo decidimos lo último. Ya en su casa pudimos admirar las bellas antigüedades que contiene, libros y objetos, y maravillarnos de lo que ha cambiado nuestra forma de vivir en un siglo. En una mesa puesta en el jardín comimos y charlamos de todo lo que surgió y de otras que no surgieron. A los postres una prima de Guillermo se nos unió a la charla. Como resumen final de nuestra actividad podemos afirmar que fue uno de esos días que merecen la pena recordar...