26/12/18

Solins & Carbi



Pedro estaba preocupado por el posible “efecto deslumbramiento” del prototipo del Carbi en el modo fluence. Su caso es un poco inusual. Increíblemente lleva más de cuatro años trabajando en el desarrollo de Carbi y nunca ha estado en una cueva probándolo. Tampoco ha estado en una cueva probando ninguna otra cosa, ni experimentando qué se siente en los mundos subterráneos. Dicho claramente: no sabe lo que es hacer espeleología. Por otra lado debería confesar que no tiene tiempo para ello. Hay que tener muy en cuenta para comprenderle que trabaja continuamente en multitud de proyectos de diseño de piezas para grandes empresas internacionales. Ese trabajo le absorbe por completo aunque, ciertamente, tiene importantes contrapartidas. El caso de Joaquín también sorprende ya que se trata de una persona que ha tenido energía para desarrollar y empujar con mucha fuerza en el proyecto Carbi. Y esto a pesar de soportar un exigente trabajo de mantenimiento en una planta de envasado industrial en Irlanda. Para acabar de hacer increíble esta historia no hay que olvidar que Pedro vive en China y Joaquín en Irlanda (los ingenieros e informáticos que han colaborado viven en otros países diferentes). Sin embargo hay un punto de contacto entre todo esto: Alguazas de Segura en Murcia. Sí, Joaquín y Pedro son de Alguazas y yo tengo parte de mis raíces en este curioso pueblo.
            Lo que  hicimos estas Navidades fue compatibilizar la interminable sucesión de eventos festivos y comilonas con un poco de ejercicio al aire libre. El 24 y el 25 era imposible sacar de casa a nadie. Pero el 26 por la mañana podíamos todos. Así que nos fuimos a una cueva cercana, bonita y cómoda: El Solins. Pedro, Joaquín, Marisa y yo. La marcha de aproximación es corta y fácil. Eso era compatible con la herida que me hice en el talón ayudando a mi primo a arrastrar una pesada máquina campo a través. Y compatible con gastar solo una mañana en la actividad.


 

Solo había dos Carbis : el de Joaquín y el mío. Las pruebas demostraron claramente que el tema del deslumbramiento no es más que un efecto similar al que se produjo con otras lámparas pioneras. La gente las mira por curiosidad y se deslumbra. Bien entendido que durante un desplazamiento los espeleólogos van en fila india y no se deslumbran unos a otros. El efecto deslumbramiento se produce en las paradas. Y aquí si se puede decir que si ponemos una intensidad alta en fluence puede molestar a otras personas que crucen la mirada. La solución es la misma que en cualquier otra lámpara: bajar la intensidad.
Por otra parte las pruebas de iluminación en salas fueron excelentes. Sobre todo el perfecto nivel de uniformidad de la luz. Esto permite que se use como un foco fotográfico para tomas de tipo reportaje en dimensiones reducidas o medias (entre 2 y 10 metros de diámetro). Hicimos varias fotos de esa manera y las usuales fotos con flashes para comparar. Y el resultado nos gusto.
          Por supuesto Pedro pudo tener su experiencia espeleológica con estrecheces, arrastradas y contorsiones. En contra de todo pronóstico le pareció una actividad interesante que podría volver a repetir. Pudimos llegar al primer conjunto de excéntricas y desde allí iniciamos el retorno. Salimos más rápido que entramos y a la hora de comer ya habíamos vuelto a Alguazas como era de esperar en fechas tan señaladas… (Pedro pasa escasos días en el pueblo ya que, como ya había dicho, vive en China)





8/12/18

Hemicordatas



Un día, de los pocos que estoy en Cantabria, pensé hacer espeleología. Teniendo presente el interés que tiene fotografiar detalladamente el Patrimonio Natural Subterráneo de Cantabria llamé a los amigos del CCES para hacer una sesión en Udías  durante el puente de la Inmaculada. Como no era posible organizarlo en “condiciones” quedé con los amigos del SCC para ir a una cueva. Así que, al día siguiente, me uní a Julio, Luci y Juanillo en Solares y nos encaminamos por el Puerto de Alisas hacia el Asón.
La cueva que habíamos elegido -antes de prepararnos paramos a tomar unos cafés- es poco visitada, no muy grande y bastante interesante. La aproximación es corta y un poco accidentada. Para entrar es necesario encaramarse por unas rocas resbalosas hasta un amplio vestíbulo que da paso a un par de galerías: una hacia derecha y otra hacia la izquierda.
             La ruta de la derecha discurría inicialmente por varios barrizales y estrecheces. El barro era profundo y las botas se hundían tanto que amenazaban con no volver a salir. Podía darse el caso de recuperar sólo un pie desnudo. Tuve suerte y el barro me devolvió las botas. Las estrecheces contenían más barro y agüilla -que nos dejaron mojados o empapados según la habilidad del espeleólogo-. Había varias salas con algunas formaciones y zonas con huesos de animales muy grandes y muy antiguos. En la actualidad esos animales no podrían llegar por las estrecheces. Sin embargo al no ser un Patrimonio protegido las osamentas han sido expoliadas y destrozadas. Recorrimos todo hasta el final actual, aunque podría continuarse con una corta desobstrucción. Volvimos sobre nuestros pasos hasta la entrada.



La ruta de la izquierda era más cómoda. Al principio estaba habitada por unas mariposas de color cobre que brillaban sobre la roca clara. Un pozo corto e incómodo nos dio acceso a galerías relativamente amplias y con formas hermosas. También nos ofreció un barrizal aunque, todo sea dicho, no tan terco como los anteriores. El perfil de la mayor parte del recorrido era meandriforme. Luego llegamos a un par de gateras cómodas y cortas. Luci y Julio tenían frío. El empape que habían adquirido en la parte anterior les pasaba factura ahora. Les propuse seguir un poco más allá de las gateras y luego volver.
Al otro lado de las estrecheces nos esperaban unas modestas formaciones muy particulares. Se trataba de un manojo de excéntricas cuya forma recuerda una especie marina llamada hemicordata. Ese ramillete era pequeño, espectacular y desafíaba a cualquiera que quisiera explicar como se había llegado a formar.
           De común acuerdo volvimos sobre nuestros pasos, desinstalamos el pozo y salimos al exterior. Hacía frío. Después de cambiarnos paramos en un parcelita de hierba soleada, a la que faltaban minutos para quedar en sombra, picamos un poco y luego seguimos hacia Solares. Atardecía con calma.