La espeleología es también una forma de mantenerse en forma, una actividad deportiva saludable. La más eficaz que conozco personalmente aunque tal vez existan otras mejores. En cualquier caso dudo que sean actividades adecuadas para mí. Tengo que aceptar que me gustan las actividades en el medio natural y con una proporción suficiente de reto. Así que solo o acompañado, sabiendo que iba a llover mucho, me planteé entrar en una cueva el sábado en vez de quedarme en casa. Después de sondear un poco en varios frentes encontré, viernes por la tarde, un compañero. Dando unas cuantas vueltas al asunto recordé la cueva ideal para mal tiempo, entrenamiento bueno y cortos desplazamientos. Además Guillermo no la conocía.
A las diez de la mañana nos encontramos en Solórzano para acercamos a la Cueva del Torno. Unos cinco minutos de conducción hasta el aparcamiento. Estaba cayendo un aguacero continuo pero, previsoramente, había acondicionado con esteras la furgoneta para preparamos dentro. Nos quedaban cinco minutos por la pista y otros cinco para subir el prado hasta la boca. Guillermo había traído un paraguas y yo había asumido mojarme con la lluvia. Pensé -acertadamente- que dentro de la cueva con el trajín me secaría en pocos minutos como así fue.
Desde su entrada la Cueva del Torno presenta un estilo que, sin ser extremo, exige bastante. Ir agachado o a gatas, escalar o destrepar estrecheces, moverse en oposición por meandros y retorcerse de formas variadas. No hay aburrimiento posible. Llevábamos la topo pero servía de poca ayuda. Por suerte me acordaba perfectamente de todos los pasos. Tardamos un poco en alcanzar Andy's Back Passage pues íbamos muy tranquilos. Por la estrechez entre el meandro desfondado y el pasadizode Andy me moje los pies en un charco. El punto crítico me pareció igual de estrecho que otras veces. En el punto que mas te empareda pasé empujando un poco pero Guillermo, bastante más ancho que yo, se atrancó. Su tórax es/era demasiado voluminoso o ese día no tenía la inspiración para resolver el movimiento. Después de tres intentos lo dejamos y nos volvimos tranquilamente hacia la salida. Paramos varias veces para hacer fotos. Las fotos que intenté hacer esclavizando un flash exterior con el destello de la Olympus fallaron en su mayoría sin que pudiésemos comprender el porqué. Ya cerca de la salida de la cueva Guillermo fotografió unos llamativos "huesos".
Un agradable y soleado día había sustituido a los aguaceros. Pudimos cambiarnos y asearnos tranquilamente fuera de la furgoneta disfrutando del ambiente. Para celebrarlo pedimos unas cervezas en la Armería y un par de raciones de lo único que tenían: tortilla de patatas. Para mi sorpresa resultó ser una de las mejores tortillas que he comido en los últimos años. Además la comimos con hambre porque eran más de las tres de la tarde. Le pregunté al camarero sobre el tema y me dijo que la había hecho su prima. Enhorabuena por su prima. Como tema principal de conversación estuvimos comentando las posibilidades de ir en un futuro cercano a la punta de exploración de Hoyo Salcedillo. A ambos nos pareció que la cosa no estaba madura todavía para ir tan lejos pero para ir a a la Galería Leo tal vez sí.