23/12/21

TC




            Al volver al Norte me surgen las ganas de hacer espeleología con los amigos. Le pregunto a Manu y me dice que van a TC a explorar y topografiar unas nuevas galerías el sábado 11. Quedamos en Virgen de la Peña y media hora después Adrián, Manu y yo estamos preparándonos cerca de la entrada. Un perrito de la casa de al lado viene a olerlo todo, incluidos nuestros calcetines.

            TC está a medio camino entre Comillas y Cabezón. La boca está muy cerca del aparcamiento, sólo tardamos cinco minutos. Unos pocitos y resaltes nos conducen hasta unas gateras bautizadas con toda razón como "Sesión de Pilates". Luego un conducto estrecho -y con gradiente- nos lleva hasta un pequeño pozo que desemboca en una amplia galería. Más adelante la galería se convierte en un cómodo paseo arenoso con algunas formaciones y desecaciones poligonales. Casi un km. más allá tomamos un ramal a la derecha marcado por un hueso gordo. Un estrecho meandro de suelo plano nos lleva al comienzo de la tarea.

            La topografía se convierte en una rutina si los aparatos funcionan bien, pero esta vez necesitan un poco de tiempo para arrancar debidamente. Avanzo buscando nuevos puntos de topo y marco los puntos con una piedra afilada, Manu dispara el disto y Adrián recoge los datos y dibuja. El terreno es una galería amplia pero con bloques y resaltes caóticos. Por una ventana alcanzamos una gran sala/galería con coladas en el suelo y algunas formaciones al fondo. Caen dos cascadas desde el techo. Una rampa de formaciones y coladas nos conduce a una pequeña sala adosada en donde las posibilidades de continuar se acaban. Paramos allí mismo y mientras comemos algo las conversaciones derivan por derroteros inesperados.

            Volviendo ya, hacemos topo del final de la galería caótica (acaba en la sala) y de todas las pequeñas galerías que nos hemos dejado a ambos lados. La vuelta hacia el exterior se me hace ligera. Le presto a Manu el jumar para los ascensos; el suyo se ha quedado sin dientes. 

            El tiempo sigue plomizo en el exterior. Quedamos en un bar cercano para tomar algo. Adrián marcha el primero para allá, más cuando Manu trata de arrancar su furgoneta amarilla no lo consigue. Con gran esfuerzo conseguimos darle un empujón hacia la cuesta abajo pero tampoco arranca. Por último vuelve a intentarlo con la llave y ¡voilá! arranca por fin. En el bar, de rancia factura montañesa, nos tomamos una cervezas, miramos la topo y hablamos de averías de coches. Luego cada uno se va a su madriguera.



            Como el otro día no llevé la cámara de fotos, me temía que íbamos a ir rápido y currando, decido ir el jueves 23 a echar un ratito haciendo fotos de la zona más interesante. Lo preparo todo el día anterior, así que el jueves sólo tengo que poner las cosas en el portaequipajes y conducir tranquilo hasta TC. El perrito viene a saludarme y a olerme los calcetines. La incursión transcurre tranquila y feliz, voy encontrando todos los pasos sin problema. Me doy un paseo por la zona balizada para seleccionar las mejores localizaciones y me quedo con dos. En la primera hago tres tomas de dos flashes con personaje que cambia de ubicación en cada una. Así luego hago un montaje superponiendo tres capas. De la misma forma para la segunda foto hago dos tomas. 

            Quedo satisfecho y emprendo el retorno al exterior. Un ratito después estoy cambiándome al lado del coche; el perrito duerme la siesta en el felpudo de la casa de al lado. Conduzco relajadamente y antes de llegar a casa el hambre aprieta. Me paro a tomar un pincho de tortilla acompañado de un martini rojo. En fin, un día perfecto.