Estaban muy cerca de nuestro alojamiento en Isla Plana. A vuelo de pájaro alrededor de un kilómetro. Las cuevas de la Plata E,W y N me presentaron un divertido reto para ser localizadas. Tuve que ir dos días para conseguirlo. El primer día localicé sin mucho esfuerzo la boca de la cueva N (norte) y tras un buen rato de calores y cuestas por la zona de la cueva E (este) abandoné la búsqueda anocheciendo. Por el camino de vuelta me encontré a unos cuantos seres humanos paseando sus inquietantes/maleducadas/amenazantes/locas mascotas. Como la sociedad mismamente.
La vez siguiente fui en coche y mejor preparado. Tenía las posiciones en GoogleEarth del móvil y había estudiado el terreno en la pantalla del ordenador. El posicionamiento funcionaba a la perfección en Maps pero no en Google Earth. Así que iba saltando de una aplicación a otra para ver donde estaba y donde estaban las bocas. Con este método me fue fácil localizar la boca de la cueva W (oeste). Tenía una hermosa reja.
Caminé un rato y me puse a buscar las bocas de la cueva E. Al cabo de un rato encontré cerca de un frondoso arbusto un agujero terroso que supuse la entrada más al sur de las tres que tiene la cueva este. Después de media hora intentando localizar las otras dos bocas se encendió una lucecita que me dijo: “quizás la boca que has encontrado no es la más al sur”. Mientras tanto el cielo iba tomando un aspecto amenazador y oscuro que no presagiaba nada bueno. Las predicciones daban gota fría para casi toda España. “In extremis” busqué un poco más al sur de la boca localizada y ¡aja! he aquí que me encontré la boca principal con su reja y todo. A pesar de que me fui a toda prisa tuve tiempo de calarme hasta los huesos e incluso de tener algo de frío. Puse la calefacción del coche para secarme un poco mientras volvía a Isla Plana. Paro de llover enseguida.
El viernes 30 por la mañana quedé con un amigo para visitar las cuevas localizadas. Elegimos la cueva W por ser la más cercana al coche y, principalmente, por ser la que muestra mayor riqueza de formaciones y rincones hermosos. Como medida de precaución pusimos una cuerda para entrar aunque el pocete de tres metros se puede destrepar sin grandes dificultades. Y desde luego nos pareció bastante fácil trepar ese resalte. Es necesario posicionar la reja de forma estable para evitar que caiga sobre el marco. Desde dentro sería muy penoso abrirla.
Dentro de la cueva ya -y para nuestra sorpresa- percibimos una corriente de aire fresco entrante por la pequeña galería descendente que lleva a la Sala del Descenso. No podíamos comprender la formación de esa corriente si la cueva solo posee una boca. Pero el mundo está lleno de misterios formidables.
Desde la salita comenzamos una serie de recorridos sistemáticos por todos los huecos que mostraban posibilidades de continuar. Sin embargo a pesar de nuestros esfuerzos ninguna de las rutas estudiadas nos llevó a encontrar la bajada a la “gran sala” sino a ratoneras de diversos tipos. Al cabo de unas horas de arrastrarnos por todos lados estábamos cubiertos de polvo y sudor. A pesar de que nos paramos en varias ocasiones a reflexionar y a observar los indicios finalmente nos quedamos sin ninguna opción razonable. La Cueva de la Plata W parece ser mucho más complicada de lo que podíamos imaginar. Abatidos, polvorientos y cansados salimos alrededor de las tres de la tarde. El sol caía a plomo, abrasador.
Nos fuimos a la playa, nos dimos un baño mágico y comimos con Marisa. Acabamos una botella de vino. Así vimos las cosas de otro color y pudimos hablar de otros asuntos. Para mi el negocio de conocer las cuevas de la Plata quedó pospuesto y pendiente de realizarse…