Sacar piedritas de la Raja Eiger es un pasatiempo formidable. El día 18 de agosto tenía el aliciente del calor. Estaban previstos entre 38 y 40ºC. Además pensábamos ir después de comer, a la hora de la siesta, en el momento más caluroso del día. Por eso cuando me acerqué a casa de Perico lo que menos me esperaba era encontrarme con dos acompañantes dispuestos a trabajar con nosotros.
Abdón, Perico y Antonio (Tojo) estaban metidos en la piscina de Perico. Aunque me invitaron al baño no tenía ganas. La piscina estaba al sol y lo que más deseaba era refugiarme en el frescor del interior de la casa. Muros gruesos y construcción tradicional.
Entre salir, ir por Caprés y aparcar bajo el Corque se nos hicieron más de las cinco. Mi secreto era llevar un paraguas también llamado parasol. Esa fue la mejor idea que he tenido para protegerme del sol en los últimos 40 años. Pude subir la cuesta cargado con la mochila sin apenas sudar. Luego nos protegió el pino que vive en la boca de la Raja.
Alternamos métodos suaves con métodos fuertes para mover las piedras. Trabajar en el fondo de la Raja y su lateral por donde sale una corriente fuerte de aire. Así el trabajo se hizo más llevadero e incluso divertido.
Sin embargo el misterio mayor fue el cambio de sentido en el flujo de aire. Me parecía imposible si la otra boca se encuentra a desnivel con la Raja. Se me ocurrió una buena teoría. Si ambas están al mismo nivel los cambios locales de sombra, sol, dirección del viento y esas cosas pueden cambiar el sentido. Como la corriente de aire que se forma entre la ventana que da al patio y la que da a la calle.
Ya anochecía cuando empezamos a bajar. Y era de noche cuando rulamos en los coches hasta Fenazar. Allí paramos y tomamos cerveza, ensalada y bocatas grandes de salchichas caseras. Aún así tenía hambre. Pero eso es ya otra historia.
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