...hace mucho tiempo que llevamos entre manos el proyecto de conocer la Red del Gándara. Conocer no es lo mismo que explorar pero tampoco se parece a hacer turismo espeleológico. A veces, de forma esporádica, se suman a este proyecto personas que desean tener un contacto con esta gran cavidad y que, de alguna sutil manera, nos animan aún más a seguir conociéndola. Sin embargo el respeto a la cueva y el respeto al trabajo de los exploradores actuales determina el espíritu de nuestras idas y venidas. Nos gustaría dejar la cueva como si no hubiésemos estado nunca. Sabemos que esto es imposible, el medio subterráneo es muy frágil y nosotros somos bichos grandes, torpes y sucios, pero, por lo menos, podemos esforzarnos por pisar en lo ya pisado y minimizar nuestro impacto. Es por eso que somos muy circunspectos con las invitaciones a participar en estas incursiones que, además de lo dicho, conllevan actualmente un vivac como mínimo. De hecho es mucho mejor hacer dos vivac y hemos llegado a realizar en alguna ocasión tres vivac con estancias que llegan a los cuatro días.
En esta ocasión la idea era entrar el viernes por la tarde para alcanzar un vivac, cerca de la Sala Muguet, y desde allí conocer durante la jornada del sábado las grandes galerías de la zona SW. Sin embargo la necesidad de asistir a una asamblea del club SCC con algunos puntos del orden del día importantes nos obligo a permanecer hasta últimas horas de viernes 19 en Santander. Esto aconsejo entrar el sábado por la mañana muy temprano y dejar el vivac más próximo como campamento base. Inicialmente esperábamos que viniesen como invitados Miguel SCC y Julio pero, finalmente, distintas circunstancias redujeron el equipo humano a Manu, Miguel y yo.
Era una noche fría y estrellada la del viernes después de muchas jornadas de mal tiempo. Ya tarde cenamos en la fonda-restaurante Coventosa de Asón, donde también nos quedamos a dormir. Sobre las siete de la mañana del sábado estábamos en movimiento y al filo del frío -pero despejado- amanecer nos metimos por la boca de la Cueva del Gándara. Tras una pesada marcha de aproximación inicial hicimos una alto para almorzar en el vivac más cercano. Comprobamos que los depósitos de víveres podrían alimentar a un regimiento durante varios días. Allí dejamos todo lo no necesario para nuestro viaje hacia la zona SW. Los sacos, la comida, los infiernillos, la ropa de abrigo, etc.
El camino hacia la Sala de Muguet nos despisto un poco en varias ocasiones. El mecanismo psicológico de bajar el nivel de atención cuando crees conocer una ruta nos hizo caer en confusiones tontas. Esta zona es, por lo demás, fascinante debido a la intricada maraña de galerías de tamaños medios, con varios niveles y multitud de interconexiones. Además menudea una delicada decoración en las paredes, techo y suelo. Al pasar por la caótica sala que continua la red anterior recorrimos un camino alternativo mucho más cómodo. Los reflectantes que dejamos en nuestra última visita nos parecieron de gran ayuda para localizar referencias clave.
En la Sala Muguet tomamos las grandes rampas arenosas que nos llevaron a su parte alta. Ubicados en este punto y después de varios intentos de seguir las huellas, localizamos una estrecha diaclasa que, seguida de un larga gatera, desemboco en un amplio espacio. Tras otra estrechez puntual, y el muy delicado destrepe de un pozo corto, volvimos a emerger a otra galería amplia que se cortaba en ambos sentidos a poca distancia. De nuevo otro paso estrecho, camuflado en la parte baja, nos permitió continuar hacia el SW por una galería con desfondes y chimeneas goteantes. En esta parte tuvimos que instalar un pasamanos y un pozo de cinco metros. Así, con este rosario de pequeñas dificultades mantenidas, dimos con una pequeña red de galerías semiactivas. Por una de ellas que se prolongaba hacia el SW emergimos finalmente -a través de un grueso puente de roca- a una gran galería.
Un poco más allá del lugar donde comimos la galería se cerraba -salvo chimeneas que requerían escaladas o galerías colgadas-. Volviendo sobre nuestros pasos tomamos un ramal evidente que enseguida tomo la misma dirección SW, la de nuestros deseos, en forma de una galería estrecha y con grandes alturas. Nuestra sorpresa más agradable vino poco después y queremos pensar que el destino nos dio el premio al tesón. Un conjunto de excéntricas delicadas, formando pequeños grupos en las paredes y el suelo de la galería, desafiantes a la inteligencia de los humanos, se desarrollaba durante unas decenas de metros nutriéndose de las incomprensibles condiciones que las generan. Hicimos bastantes fotos. Por suerte un conducto paralelo permitía continuar sin rozar la zona de las excéntricas. Nos encontramos con un pozo ascendente instalado con una seductora cuerda que nos invito a subir.
La galería a la que ascendimos era muy grande. Aquello empezaba a tomar el tamaño de las otras grandes galerías del Gándara. Encontramos hacia el NE importantes grupos de formaciones masivas y, poco más allá, bifurcaciones a niveles superiores. Por una de ellas llegamos a una inmensa colada en forma de rampa con gours cuajados de cristales de calcita. Por la más ancha y principal de ellas avanzamos hacia el SW centenares de metros atravesando grupos de espectaculares formaciones hasta llegar a una sala redondeada, con derrubios, en la que fuimos incapaces de encontrar continuación.
Emprendimos la vuelta como a las seis PM. Miguel le dedico casi una hora a investigar las otras galerías que confluyen en la Sala Muguet. Mientras tanto yo intentaba hacer fotos a la sala y Manu pasaba frío. De nuevo en marcha paramos varias veces a realizar fotos en las grandes galerías que forman el camino hacia el SW. A las diez y media, tras una jornada de catorce horas, volvíamos al vivac 1. Cenamos principalmente sopinstan, callos y puré de patatas. Mi saco, enmohecido y húmedo, no era muy acogedor, pero no pasé ningún frío, salvo en los pies. Eso, la copiosa cena y extraños sueños que me asaltaban hicieron que durmiese de forma intermitente. El reloj debería haber sonado a las seis y media. A las ocho y media, aburridos de estar en el saco, nos levantamos, desayunamos y emprendimos la vuelta a la superficie.
A las once y media estábamos ya junto a la nueva furgoneta amarilla, color saca, de Manu. Soplaba en Soba un viento sur furioso. Para celebrar la belleza del interior de la tierra y la belleza de la superficie de la tierra nos tomamos unas rabas con vinos y cervezas en el bar Coventosa de Asón. Notamos que la gente estaba de buen humor. Seguramente el buen tiempo del sábado y del domingo estaban haciendo su efecto. Y a nosotros también nos estaba haciendo efecto la impresionante belleza de la Red del Gándara junto con el día resplandeciente y los vinos que habíamos tomado.
Nos propusimos una nueva incursión a la zona SW del Gándara para mediados de abril, después de Semana Santa, con una previsión de entrar el viernes por la tarde y dos vivac, saliendo el domingo por la mañana. Para la zona SW nos parece suficiente, de momento, con estancias cortas.