Afternoon Stroll
Hacía meses que estábamos intentando
quedar de nuevo para hacer alguna actividad espeleológica. Finalmente
coincidió que el 25 de junio él podía y yo estaba en Cantabria. La pregunta que
nos planteamos de inmediato César y yo fue ¿a donde vamos a ir? ¿a continuar con las
pequeñas exploraciones del Gándara? ¿a acompañar a otros grupos en sus
exploraciones? ¿a hacer turismo espeleológico? ¿a hacer fotos? Enseguida caí en
la cuenta que esas opciones no eran muy atractivas. O no tenían gancho para
alguien que sale poco, mejor dicho poquísimo, o, por otra parte, no iban a
tener continuidad. Nuestras salidas son demasiado esporádicas e impredecibles
como para enmarcarlas en proyectos que se están desarrollando de forma continuada
y progresiva. Sería poco satisfactorio plantear nuestras escasas salidas así. Se
me ocurrió la idea de retomar alguno de los viejos proyectos aparcados y
planteárselo a César. La idea era que lo tomáramos como un proyecto en común a
desarrollar en nuestras salidas. Eso le daría un gancho especial a esas salidas
y además formarían un continuo a desarrollar entre los dos. Incluso quizás más
gente podría unirse.
A lo largo de los 90, cuando mi
compañero habitual era Guillermo, hubo una época en que le puse mucho empeño al
Sistema de los Cuatro Valles. El conocimiento del Sistema de los Cuatro Valles
era un bonito proyecto. Entré numerosas veces a la Hoyuca,
al Hoyo de la Reñada (Cueva Riaño), a Cueva Llueva y
al Carcavuezo. A éste último entramos el 8 de septiembre del 98 y después de
dar muchos tumbos, sin topografía y por pura intuición, alcanzamos algunas
grandes galerías de Llueva. Supimos que eso era así porque encontramos el Rinoceronte de Llueva de forma casual. Anteriormente
habíamos entrado el 23 de noviembre del 97 pero en esa ocasión el nivel del
agua en la zona activa nos disuadió rápidamente de seguir en la cavidad. No
debe olvidarse que el Carcavuezo es el sumidero activo de las aguas de
Matienzo. Cuando entra en carga las aguas inundan muchas galerías por completo
en varios niveles.
Esta vez confiaba en acordarme de la
entrada, no nos resulto nada evidente en aquella época, y en avanzar fácilmente
gracias a la excelente topo publicada en la web de Matienzo Caves. Sin embargo cuando mire las fotos en dicha página me
di cuenta que la boca se obstruye casi todos los años por troncos, madera y
basura. Los ingleses se lo tienen que currar muy a menudo para poder entrar de
nuevo. Por otra parte no reconocí en las fotos el lugar por el que Guillermo y
yo entramos. De todas formas confiaba en encontrarlo sobre el terreno. Pero
cuando llegamos al lugar no me acordaba de donde estaba la entrada que usamos
Guillermo y yo. Miramos lo que me pareció más familiar pero no encontramos paso
aunque se movía aire. Pensando que la entrada estaría obstruida por ramas y
troncos iniciamos en tres sitios diferentes penosas desobstrucciones de materia
vegetal, piedras y basura. Aunque en dos de los tres casos soplaba aire no
obtuvimos éxito en ninguno. Había algo que no cuadraba. De pronto, como en
otras ocasiones me ha pasado, abandone las ideas preestablecidas y deje de
trabajar. Me fije en una grieta que había mirado César al principio sin ver nada
especial. Al asomarme percibí mucho aire y las paredes muy sobadas por el paso
de espeleólogos. Bajando la grieta se abría un ensanche y en dirección este dos
galerías. Solo había que mover un tronco. Hecho esto no tuvimos ningún problema
en acceder a una galería en forma de ojiva que nos llevo a un resalte de tres
metros. Para bajarlo fijamos una cuerda en un anclaje natural. Nos extraño
mucho que no hubiera ningún anclaje puesto por los espeleólogos ingleses. Sin
embargo lo que más nos extrañó fue que en la estupenda topografía que
llevábamos no cuadraba en ningún lugar la entrada que estábamos usando. Parecía
como si hubiéramos creado una entrada.
Avanzamos por una galería más o menos
cómoda buscando el acceso al río. Me acordaba vagamente de ese acceso. El hecho
de no saber donde estábamos en la topo le restaba mucho valor. Después de dar
unas vueltas conseguimos encontrar las grietas de acceso al río. Una cuerda quitamiedos nos confirmo que íbamos por el buen camino. Como no me
parecía muy claro el laberinto de recovecos entre grandes bloques empezamos a
poner catadióptricos para no perdernos a la vuelta. En un mal momento se me
cayo la topo al río. Pensé que el río la arrastraría o que, en el mejor de los
casos, se empaparía pero no fue así. Para recuperarla tuve que destrepar deprisa unos metros entre bloques. Con gran
alivio la recupere y pude tenerla en mis manos de nuevo. Tuve la misma
sensación que un naufrago agarrándose al salvavidas. Sin embargo en este suceso
hubo algo positivo: al bajar al río me pareció más o menos reconocible en la
topo el punto en el que me encontraba. Una esquina en que el río, avanzando por
zonas de aguas profundas, se separa de una galería con caos de bloques. Me lo
callé para no crear demasiadas expectativas de éxito.
Avanzamos por una zona superior y
encontramos otra cuerda para bajar un resalte, lo que pareció confirmar el camino correcto. Más allá nos entro hambre y paramos a tomar algo. De nuevo nos pareció
que sabíamos donde estábamos. Algo más allá nuestra confusión aumento. En la
dirección en la que íbamos la galería se obstruía. Volviendo atrás una grieta
casi vertical, y con muy mala pinta, se veía sobada y canalizaba un poco de
aire. César subió un poco pero se atasco con un bloque sospechoso. Me dejo
intentarlo y pasando el bloque vi que había un hilo guía más arriba. Siguiendo
el hilo por la grieta y delizandome por un caos de
bloques desemboqué en una galería cómoda. Estaba en Afternoon Stroll.
Por fin estábamos en el buen camino. Para celebrarlo hicimos una foto con doble flash. Como había llevado
la cámara antigua las cosas no funcionaron como debían, aunque al final a
trancas y barrancas hicimos la foto. A partir de este punto todo fue un camino
de rosas con alguna que otra espina. Red
Column Chamber, Chasing the Dragon, Keep right for
smack y El
Rinoceronte. Un poco más allá de Andy
Quin’s Foot nos paramos
a descansar. César quería volver ya, pero a mi me quemaba ver la conexión hacia Rocky Horror y me sentía con fuerzas
para seguir. Me adelante hasta Big Balls Corner y la estrecha
galería de conexión hacia la zona de Rocky.
Satisfecho con las comprobaciones volvía a donde me esperaba César. Por lo
menos había tardado media hora. Ahora yo también tenía la sensación de estar
cansado.
Creando una entrada