El mundo gira a pesar de todo. La basura y los diamantes van juntos. A la vez. Miro las nubes que se adensan y oscurecen. Un pálido reflejo nacarado suaviza los matices del gris. Me recuerdan los paisajes del centro de Islandia, entre el cielo y la tierra. Luego vuelvo a mirar el texto del cartel. Sigue lloviendo. Terminaré los carteles mañana martes y los plastificaré. Luego tendré que cortar el tablero plástico de celdillas para dar asiento a los carteles. Pero lo conseguiré. Si, el jueves lo tendré todo preparado. Incluida la batería, el taladro, los elementos de fijación, el material de balización, las estacas largas, el equipo fotográfico… la comida la prepararé el mismo viernes por la tarde.
He quedado con Miguel en casa de Chicha, en Gibaja. Con él estarán Zaca, Antonio, Tripi y Hugo. Me levanto temprano, a las siete, y salgo antes de y media. Estoy por la labor de hacer una incursión ágil. Escucho el nuevo disco de Björk. Me resulta extraño, como toda su música al principio. Luego me enamora. Pero éste me parece más raro todavía. Hay cambio de planes: Hugo no viene y, en cambio, si lo hacen Ángel y Carlos. Carlos es amigo de Miguel y médico como él. Mientras desayuno el tiempo discurre con calma. No tengo mucho apetito. Me siento un poco bajo a nivel físico. Parece que incubo un buen catarro. Mejor el silencio.
Los preparativos se alargan y alcanzamos la boca de la cueva a las diez. El borde de un chubasco me roza levemente. Los compañeros, que llegan unos minutos después que yo, no tienen tanta suerte. Les cae un pequeño chaparrón encima. No es un asunto serio. Sólo una incómoda y vulgar mojadura que se les secará andando por la cueva. Cómo vamos un poco lentos pienso en adelantarme para instalar el Pozo de las Hadas. Así cuando lleguen no habrá esperas inútiles. Recorro el Delator a la máxima velocidad que me da el resuello. El estómago lleno de desayuno no me ayuda a ir agachado, en cuclillas y a rastras. Es como si tuviera sólo la mitad de mi capacidad torácica usual. Pero después de terminar la instalación del pozo todavía no hay nadie por allí. Descanso un poco mientras oigo bajar a Miguel.
Llevo esperando un buen rato junto la cascada de la Sala del Ángel. Zaca, Tripi y yo decidimos adelantarnos para poder hacer el trabajo con calma. Miguel se queda con Antonio, Carlos y Ángel. A partir de este momento nos movemos a un ritmo eficaz. No vamos deprisa, pero tampoco despacio. La llegada a Anestesistas se produce suavemente, sin ningún ruido especial. La galería cambia de ser un montón de cascotes de arenisca a ser un hermoso arenal delicadamente nevado aquí y allá...
El primer cartel queda instalado con la ayuda de un hito que le da la verticalidad adecuada. Luego vamos a colocar el del punto 5. De nuevo construimos un hermoso hito para mantener en posición su cartel. En el punto 2 dudo. ¿En qué posición debemos colocar el cartel? Pero queda tan perfecto como los otros. Es un buen lugar para sentarse a comer y descansar. Cuando estamos saliendo hacia el punto 4 oímos llegar al resto de los compañeros. Tras un corto intercambio nos vamos a colocar el último cartel. Mientras taladro la roca para colocarlo en la pared Zaca hace un intento de entrar en la zona de flores de aragonito. Pero no le va bien entrar con el mono exterior. Parece que se le va a romper. La taladradora se pone farruca un par de veces. El gatillo se atasca con el seguro, y sólo moviendo éste vuelve a funcionar. Mal que bien acabamos la instalación y me siento liberado de la tarea.
Nos juntamos con el resto del grupo en el punto 3. Inicio una sesión fotográfica con ayuda de las luces frontales de los compañeros. Desde el extremo de la galería hago algunas tomas con contraluces y luces rasantes. Luego me dedico a los detalles de las pequeñas galerías. En conjunto necesitaría varias horas para quedar satisfecho. Pero tampoco es despreciable el número de tomas que hago. Todo el grupo se dedica con afán al video y la fotografía durante un largo rato.
Comemos en el punto 2. Hay un caldo muy rico que han traído en un termo. No sé si es obra de Zaca o de Antonio, pero es un buen invento. En cuanto acaba la comida empieza la inquietud. Hay que salir. Me tomo con mucha calma los movimientos. No quiero cansarme. Algo más allá Zaca y Miguel se desvían para ir a visitar una zona que Miguel no conoce aún. El resto sigue su camino hacia el exterior sin prisa pero sin pausa. Como tengo que reparar algunos detalles de las balizaciones encabezo la subida del Pozo de las Hadas. Las combas están algo cortas. Ángel y Carlos pasan un poco de apuro en uno de los fraccionamientos. Para las próximas ocasiones debo tener más en cuenta el chicleo de las cuerdas en la medida de las combas.
No tardo mucho en colocar las sujeciones del hilo y un par de tarjetas de aviso. Una vez pasado el Delator dormito un rato saboreando el descanso, pero el frío me pone en acción de nuevo. Encuentro mi camino realizando unas cuantas fotos, con trípode y unas linternas de apoyo lumínico. Son linternas baratas que compré en una web china. La luz que arrojan es potente, pero el ángulo es muy reducido, y poco uniforme la densidad lumínica. No dan buen resultado en general. Lo más importante sería tener un superficie iluminada uniformemente, a ser posible con un ángulo mayor de 90º. Tendré que buscar el material adecuado.
La salida se realiza ordenadamente, en fila, sin mayor complicación. No llueve pero hace unos deliciosos 4ºC ambientales. Las corrientes de aire de la cueva están un poco locas hoy. Por la mañana salía aire y ahora, que hace más frío, el aire entra. Cosas interesantes.
Bajamos hacia Gibaja. Pero antes Zaca me regala un cuerda gorda y nueva. Es poco útil para montar pozos, pero ideal para pasamanos. Y también un cable de acero inoxidable, excelente para lo mismo. Son unos magníficos regalos para la revisión de instalaciones que se avecina.
Uno de los momentos mejores de la jornada es dejarse llevar por el coche, arrebujado y caliente, en el asiento trasero. Desconecto de intereses. El grupo se aproxima hacia una noche hedonista en casa de Chicha y yo, en otro lugar diferente, también: es el cumpleaños de mi hijo Eduardo.